Ayer por la noche la presidente Dina Boluarte, en su mensaje a la nación, instó al Congreso de la República a votar para que el adelanto de las elecciones se de este año. Importante dicho mensaje para los movilizados aún en el sur y en Lima. En su mensaje, la presidente también manifestó que es necesario que, en una nueva legislatura, se haga una reforma total de la Constitución del 93. Error, no debió decir ello porque echa más leña al fuego a los que aún siguen protestando.
Ya decía un viejo filósofo alemán que la paz, en tiempos de guerra, no se negocia; se impone, decía. Y tiene razón. Para restaurar la gobernabilidad en el país hay que tener estrategia militar y política. Militarmente haciendo que se reestablezca el orden público, así como identificando a los cabecillas y que dirigen el caos que vive el país.
Por otro lado, el gobierno cometió un error al abrir la posibilidad de llevar adelante una reforma total de la Constitución del 93, que no es otra alternativa que Asamblea Constituyente. Error que posibilita el avance de la agenda de la izquierda maximalista en discurso. Y en la protesta callejera también, dado que da un incentivo a los manifestantes de seguir llevando adelante recursos que posibiliten la ola de movilizaciones que se viene generando desde hace un mes en el Perú.
Lo acontecido hasta ahora es producto de la impericia de nuestra clase política que, producto de múltiples causas (entre ellas la antirreforma política que impulsó Martin Vizcarra) hizo que se dinamitara toda posibilidad de profesionalismo político, de lealtades duraderas en el tiempo que te ofrece la política partidaria, así como de horizontes que posibilitan llegar a acuerdos que generen consensos sobre reformas pertinentes a corto, mediano y largo plazo.
No todo está perdido, la política necesita -por estos tiempos- de discurso y acción que otorgue mirada política y socioeconómica. El contexto algido lo exige. Fueron estos momentos que permitieron pensar a Hobbes en el leviatán.
