Pie Derecho

Ejecutivo y Congreso: enanos políticos

“El grado de irresponsabilidad de las élites políticas es de tal envergadura, que el país no va a quedarse tranquilo a la hora de expresarse en las urnas. Y cuando eso ocurra, no habrá necesidad de retroceder, para explicarlo, hasta el fallido castillismo”

El Congreso actual carece de solera y gravedad para asumir las riendas políticas que le corresponden, en momentos de tan grave inestabilidad política que aún subsiste en el país.

Se suponía que luego de la caída y correcta vacancia del expresidente Castillo, sobrevendría un periodo relativamente superior al precedente, en el que se evitarían las tropelías cometidas durante el corto mandato del Atila chotano.

Pues esta ocurriendo todo lo contrario. El Ejecutivo sigue ensimismado sin entender su bajísima aprobación, creyendo que copando el canal del Estado va a lograr revertir ello, sin percatarse de que mientras no haya una respuesta cabal al elevado número de muertos ocurrido, de modo extrajudicial y reprobable, a propósito de las protestas sociales de diciembre y enero, la ciudadanía no le otorgará la legitimidad que constitucionalmente le corresponde.

A ello le suma sinfín de irregularidades que la prensa va sacando a la luz y terribles ineficiencias, como la de la ministra de Salud, respecto del tema del dengue, como bien ha señalado el congresista Edward Málaga.

Respecto del Legislativo, la situación es una lágrima, que alcanzó su cúspide de medianía cuando eligió a Josué Gutiérrez como Defensor del Pueblo, pero que sazona su actuación con denuncias permanentes de congresistas mochasueldos, viajeros sin ninguna justificación (¿de qué le sirve al país que media decena de parlamentarios se vayan a Marruecos?).

Y en medio de ese zafarrancho de denuncias que han llevado la aprobación del Congreso a mínimos históricos, hay que añadir la absoluta ausencia de reformas legislativas importantes (pensiones, regionalización, fomento a la inversión privada, laboral, etc.), para lo que existe el mínimo o nulo interés.

Que nadie se llame a sorpresa que haya un número significativo de peruanos que vea en esto una coalición mafiosa derechista que solo busca aprovecharse del poder. Y lo peor es que va a durar hasta el 2026. Que nadie se sorprenda tampoco que entonces, este desprestigio de la clase política conduzca nuevamente al país a elegir entre dos abismos.

El grado de irresponsabilidad de las élites políticas es de tal envergadura, que el país no va a quedarse tranquilo a la hora de expresarse en las urnas. Y cuando eso ocurra, no habrá necesidad de retroceder, para explicarlo, hasta el fallido castillismo, sino, más bien, hacia los que le sucedieron y que debieron haberse puesto a la altura de las circunstancias, cosa que, evidentemente, no ha ocurrido.

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