Crece la convulsión social, el desgobierno cunde y Dina Boluarte se ve obligada a renunciar. Precipita el adelanto de elecciones, se convoca a las mismas y las gana un candidato de izquierda radical, con mayoría parlamentaria.
Preguntado en una reciente charla cuál sería el peor escenario para el Perú como desenlace de la crisis política y social que venimos transitando, esa fue la respuesta. Porque no habría mayor calamidad para el país que una izquierda como la peruana, anquilosada, miope moral y retardataria en materia económica, vuelva a llegar al poder, como sucedió con Castillo, quien no pudo cometer todas las tropelías que en su mente albergaba porque, felizmente, el Congreso le sirvió de contrapeso.
La izquierda ha estado en el poder en muchos países de América Latina, y su historial deja mucho que desear. Desde la expropiación de empresas privadas hasta la creación de regímenes autoritarios, la izquierda ha demostrado ser incapaz de gobernar con responsabilidad y eficacia.
En el caso del Perú, sería una desgracia si la izquierda asumiera el poder. Los partidos de izquierda que actualmente buscan la presidencia tienen un historial preocupante. Han demostrado una falta de compromiso con la democracia y una inclinación hacia políticas populistas que amenazan con llevar al país por un camino peligroso.
Además, la izquierda peruana ha mostrado una gran afinidad con regímenes dictatoriales como el de Venezuela, Cuba o recientemente Nicaragua. Han defendido a líderes autoritarios y han abrazado políticas socialistas que han llevado al colapso económico y al sufrimiento de millones de personas.
La izquierda peruana también ha demostrado una falta de comprensión de los problemas económicos del país. Han propuesto políticas que son insostenibles e irrealizables, y han ignorado los avances económicos que ha logrado el Perú en las últimas décadas. Si la izquierda asumiera el poder, es probable que lleve al país hacia una situación económica insostenible y peligrosa, peor aún bajo la figura de una absurda Asamblea Constituyente.
Además, la izquierda ha demostrado ser incapaz de gobernar sin corrupción. En muchos países donde la izquierda ha gobernado, ha surgido una red de corrupción y nepotismo que ha afectado negativamente a la economía y la sociedad en general (baste ver lo sucedido en el régimen del Atila chotano).
Sería una desgracia para el Perú si la izquierda asumiera el poder. Sus políticas populistas e insostenibles, su afinidad por regímenes autoritarios y su historial de corrupción y nepotismo hacen que sean una opción peligrosa para el futuro del país. El Perú merece un gobierno responsable y comprometido con la democracia y el desarrollo sostenible, y eso es algo que la izquierda no ha demostrado estar dispuesta a ofrecer.
