Si el panorama y nivel electorales que hoy se aprecian para las elecciones municipales y regionales, se repite para las elecciones presidenciales del 2026, mejor pónganle la banda de una vez a Antauro Humala. La campaña es de un nivel tan rastrero, sin ideas ni planteamientos novedosos, sin ideas fuerza, sin equipos programáticos, sin perfil político, que el desierto ofrecido será una bendición para cualquiera que irrumpa con ideas disruptivas.
En la política peruana se está dando un fenómeno particular. La derecha y el centro creen que prodigarse en redes sociales y recibir “me gusta” es un gran triunfo político, mientras el adversario recorre desde ya el país, aglomerando masas y calando su mensaje.
Alguien tan desangelado como Pedro Pablo Kuczynski, tras perder las elecciones del 2011, se dedicó luego, durante laboriosos cinco años, con la suya, a recorrer el país. Con gran indiferencia inicial, poco a poco fue construyendo redes y plataformas de apoyo en todas las regiones del país, que, sin duda, luego le fueron muy útiles para pasar a la segunda vuelta del 2016 y finalmente hacerse del triunfo.
Hacer política es hablarle a la gente, ir a las regiones, a los pueblos y villorrios, fajarse en los medios radiales locales -beligerantes y hoy muchos de ellos alineados con el gobierno de Castillo por la publicidad estatal-, acudir a los centenares de programas de televisión locales que existen en cada ciudad, organizar asambleas y mítines, e ir labrando así un nombre y una recordación que no se puede conseguir con cinco videítos en tik tok y dos o tres entrevistas en los canales de cable limeños.
Y en particular, esta tarea para los candidatos del centro y la derecha debe estar centrada en el sur andino, la plaza política y electoral más adversa a propuestas que no sean radicales de izquierda. Por alguna extraña razón, regiones comerciales como Puno, Cusco, Tacna o Moquegua, votan por la izquierda cuando su condición sociológica debiera más bien llevarlas a votar por el centro o la derecha. Mayor razón, pues, para hacer la tarea política de convencerlos.
Si el centro o la derecha pierden el 2026 va a ser exclusivamente por su responsabilidad, su indolencia y su miopía. La están dejando sola la cancha al candidato etnocacerista, el portavoz del rencor.
