Aquí hay gato

Aquí hay gato

"Con Gato encerrado, Fernando Ampuero nos hace volver la mirada sobre el viejo oficio de contar historias desde una sala de redacción. Libro abierto para aprendices de cronistas, muestrario lujoso para conocedores del género, la narración documental en sus distintas variantes, crónica, reportaje o entrevista, aparece aquí en un registro esplendoroso"

[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] La tradición de textos periodísticos en el Perú posee una larga prosapia. Algunos ejemplos en apurado recuento de las primeras décadas del siglo XX: Federico More, Abraham Valdelomar, Felipe Sassone, Manuel González Prada, Enrique Carrillo (Cabotín) y el mismo Mariátegui fueron, sin excepción, notables cronistas, aves raras de las salas de redacción que sumaban al puntual conocimiento de las convenciones del comercio con las noticias el refinamiento intelectual, la mirada cosmopolita, la curiosidad diletante o la reflexión irónica sobre la vida social, rasgos que constituyen el esqueleto común del discurso de muchos autores contemporáneos del género.

Uno de ellos, indispensable en el panorama de la narrativa periodística peruana es sin duda el narrador Fernando Ampuero, ducho en el difícil arte de contar, y esta vez no enfrascado en la invención de un personaje o un escenario, o atareado atendiendo las necesidades de una trama, sino dando vida a un libro emblemático y que, estoy seguro, muchos periodistas tienen en su cabecera: Gato encerrado.

El estilo de Ampuero en Gato encerrado es ágil y directo; sus observaciones suelen ser una mezcla de perspicacia, erudición y humor; sus entrevistas, inquisidoras sin llegar a pleito; sus reportajes, una dosis de sudor y otra de instinto muy desarrollado para captar detalles que iluminan la historia. Leila Guerriero suele decir que la presencia del yo tiene que justificarse, por ejemplo, cuando el cronista quiere transmitir una experiencia intransferible. Ampuero bucea en sus personajes (Tola, el Indio Fernández, Rubén Blades, un lacónico Allen Ginsberg o un Borges de talante amarillo) y usa el yo para eso: para dejar en nosotros las huellas de un encuentro y conectar al lector con mayor profundidad en el universo que se teje en Gato encerrado.

Así como la crítica no es entendida del todo como una actividad creativa, pesa también el prejuicio de que el periodismo debe concebirse como una actividad fría y mecánica, como una receta rígida sin muchas posibilidades de expresión en nombre de la tan mentada objetividad, promesa, en realidad, nunca cumplida. Ampuero apela en Gato encerrado a su libertad creativa y a unos modales que permiten insertar varios de sus textos en el ámbito del nuevo periodismo.

Los textos que conforman el libro responden a variadas formas: Los de la primera parte, por ejemplo, y especialmente “El milagro porno o la nostalgia de lo maravilloso” (relato protagonizado por Sarita Colonia) o “Solas contra el mundo” (una exploración en el mundo de las mujeres del melodrama latinoamericano) dejan notar esa frontera no definida aun entre la crónica y el ensayo. Aquí espera también al lector un notable reportaje que se sumerge en el infierno de la prostitución infantil en La Parada, temido rincón capitalino.

La segunda parte destaca sobre todo por la construcción de dos biografías que no escatiman nada ni a la información rigurosa ni a la leyenda popular. Tatán, aquel mítico gánster que asolara Lima en los años 50, que cuando bebé poseía una belleza tal que fue solicitado en varias ocasiones para nacimientos vivos. Su final, me perdonan el espoiler, es apoteósico: “El ataúd fue llevado en hombros de cientos, desde los Barrios Altos hasta el cementerio. La policía necesitó desviar el tránsito. Desfilaron damas en Cadillacs, extranjeros de aspecto dudoso, hampones disfrazados, hombres y mujeres humildes. Un brigadier de la PIP, conmovido, pronunció el discurso fúnebre” (p.82). Completa esta sección una mirada sobre la vida de Rosendo Vernal, soldado inmolado en Arica y que en su agonía vio pasar a Alfonso Ugarte veloz hacia el abismo; once años antes, había sobrevivido a un tsunami.

La tercera sección, que toma para su título un pequeño fragmento de Felipe Pinglo, “Bucles, retratos, pañuelos” contiene asedios a diversas personalidades del mundo cultural y artístico. Muchas veces el enfoque de estos textos está determinado por las circunstancias que rodean al encuentro o por algún aspecto asombroso del personaje, como las videntes Coti Zapata y Zizi Ghenea, la entrevista a Rubén Blades en un taxi rumbo al aeropuerto o una camisa amarilla vestida para entrevistar a Borges, una deferencia con alguien que solo podría distinguir ese color.

Finalmente, cierra el volumen Ronda de seductores, textos que apuntan a los entrevistados como personajes. Más allá de sus revelaciones, Ernesto Sábato, Moria Casán, Julio Ramón Ribeyro o Gabriel García Márquez son, para los efectos de esta sección, personajes muy poderosos, para no olvidar ese final breve e inconcluso que es el conato de conversación con el tótem beatnik Allen Ginsberg.

En suma, el gato se libera en la lectura. Y en esa lectura se aprende que el periodismo no solo debe ser coyuntura, es también arte y estilo. Una vez terminado, deje al gato en su lugar.

Fernando Ampuero: Gato encerrado. Lima: Tusquets, 2023. 

Tags:

Biografías intrigantes, Entrevistas culturales, Fernando Ampuero, nuevo periodismo

Mas artículos del autor:

"Independientes en feria"
"Escritura y tormento: los diarios de José Donoso"
"Bienvenido el odio"
x