El valor compartido en el sector minero apuntando al desarrollo sostenible amerita gran reflexión y discusión para transformar la riqueza geológica del país en bienestar.
Tres ideas fuerza:
1) La palabra compartido nos habla de dos partes que interactúan, que se respetan, que se relacionan. Debemos pasar de la aceptación de una de las partes a la otra a la confianza entre todas las partes y el trabajo conjunto. Para ello, se requiere mucha comunicación y apertura de todas las partes.
2) El valor se refiere a generar el máximo valor posible para todos de la explotación de recursos mineros. En primer lugar, el proyecto debe ser económicamente rentable para ser viable y sostenible. Luego se debe generar valor compartido a través de infraestructura común como agua, energía y vías. También encadenamientos con proveedores y empleos que deben impulsarse aún más. Sin embargo, la fragilidad institucional y de los stakeholders locales demanda que las empresas vayan más allá y contribuya a fortalecer las capacidades de los actores locales y al desarrollo económico local. Sin ello, los reclamos y falta de oportunidades son muy probables. El gobierno debe ver el potencial de crear más valor duplicando la producción minera más que estatizando o subiendo impuestos.
3) Se requiere un cambio de modelo, un cambio de chip para todos. Las empresas tienen que dar un salto en sus prácticas. El gobierno y los políticos también deben construir y ayudar a crear valor y no quedarse de costado. Finalmente, las comunidades también deben pasar de usar el conflicto como herramienta de reclamo y negociación a tener una visión más amplia de desarrollo en la que ellos son actores de su propio desarrollo. En regulación, se debe pasar del EIA al Planeamiento del Desarrollo Territorial con participación multiactor. Todos tenemos que aprender.
Si ya algún actor tuviese un modelo que funciona, no tendríamos proyectos paralizados ni bajos niveles de desarrollo en los diferentes territorios.