Janice seinfeld

Nuevas olas, ¿mismas respuestas?

No podemos abandonar el desarrollo de nuevas tecnologías sanitarias que nos ayuden a luchar contra la pandemia. Tampoco podemos dejar de desplegar políticas públicas que se adapten al contexto vigente.

Janice Seinfeld es fundadora y presidenta del Directorio de Videnza Consultores

Muchos iniciamos el 2022 con el optimismo de estar acercándonos al final de la pandemia de la COVID-19. Luego de meses durísimos, fuimos testigos de avances científicos impresionantes que llevaron a la elaboración y producción de vacunas seguras y efectivas en menos de un año.

Según Our World in Data, a mayo de 2022 se han aplicado más 11,660 millones de dosis en todo el mundo, con lo que cerca del 65% de la población global ha recibido al menos una dosis. Sin embargo, solo el 16% de la población de países de bajos ingresos ha recibido al menos una dosis, un escenario que confirma el fracaso de la iniciativa Covax Facility. Esta plataforma internacional promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) buscaba garantizar que todos los países recibieran vacunas al mismo tiempo, independientemente de su nivel de ingresos. Pero la mayoría de los laboratorios y países de altos ingresos no la respaldaron. La bajísima cobertura en los países más pobres es la demostración de ese fracaso. Por ejemplo, aunque el contrato con el Perú fue por 13.2 millones de dosis, solo se recibieron 5 millones. ¿Recuperará la OMS su necesario liderazgo luego de la pandemia? Porque tendría que ser el actor llamado a lograr una distribución equitativa de las vacunas y sentarlo como predecente para el futuro.

En el Perú, al 18 de mayo, el total de ciudadanos vacunados con dos dosis es de 27′151.745, una cobertura alta en comparación a nuestros vecinos en la región. Sin embargo, todavía alrededor del 30% de la población mayor de 50 años (dos millones de personas aproximadamente) tiene solo dos dosis. A esto se suma que en las últimas semanas hemos visto una desaceleración en el ritmo de vacunación y que, en regiones como Madre de Dios, Puno y Ayacucho, la cobertura de dosis de refuerzo para la misma población bordea el 50%. ¿Por qué los ciudadanos no están acudiendo para sus dosis de refuerzo? Una razón es la desconfianza en el sistema de vacunación aumentada por la falta de liderazgo del Ministerio de Salud (Minsa), la emisión de mensajes inconsistentes y la limitada rectificación de los errores cometidos. Es fundamental llegar a estos ciudadanos con intervenciones y mensajes convincentes para evitar fallecimientos y enfermedades severas por las nuevas variantes, en un contexto global con nuevas amenazas sanitarias.

Aunque en la tercera ola de contagios en nuestro país alcanzamos un pico de casos detectados 500% mayor al de la segunda ola, la eficacia de las vacunas permitió que la mortalidad fuera el 25% del pico de la segunda ola. Es decir, hubo muchísimos más contagios, pero muchísimos menos fallecidos. Por esa “nueva normalidad” alcanzada, los peruanos no pensamos en la tragedia evitada por la acción benéfica de las vacunas.

La protección contra la infección de las vacunas se ve reducida por las nuevas variantes y por el paso del tiempo. Hoy vemos cómo variantes de ómicron están generando incrementos en infecciones y hospitalizados en Europa y en Estados Unidos. El 12 de mayo, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) clasificó como variantes de preocupación a los sublinajes BA.4 y BA.5. Mientras que en Estados Unidos los sublinajes BA.2, primero, y ahora el BA.2.12.1 desplazaron rápidamente se convirtieron en los predominantes. En el Perú, en las últimas semanas se ha observado un ligero aumento de contagios en Lima, aunque aún por debajo del umbral de 5%.

Frente al aumento de casos, la comunidad científica propone no detener los esfuerzos ni el financiamiento para desarrollar nuevas vacunas y medicamentos más efectivos capaces de afrontar cualquier variante y, en el caso de las vacunas, de detener el contagio.

Una ruta interesante por explorar son las vacunas nasales, que pueden ser más efectivas para bloquear la transmisión pues detienen el virus en las mucosas. Tres vacunas están ya en la fase 3 de estudio, la etapa previa a la aprobación, aunque el proceso es más lento y complejo en este tipo de vacunas.

Sin estas innovaciones será difícil volver a la normalidad con más tranquilidad. Los grupos vulnerables pueden acumular daños producto de la COVID-19 larga o persistente y, además del daño a las personas, las cadenas productivas de la economía se pueden interrumpir en caso de olas de contagio pronunciadas, como las vividas en nuestro país.

No estamos en marzo de 2020. Conocemos mucho más al virus, tenemos vacunas y ya hay algunos tratamientos. Sin embargo, no podemos abandonar el desarrollo de nuevas tecnologías sanitarias que nos ayuden a luchar contra la pandemia. Tampoco podemos dejar de desplegar políticas públicas que se adapten al contexto vigente realizando los cambios necesarios para prevenir los nuevos escenarios emergentes. ¿Cuál es la estrategia del Minsa al respecto?

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