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Las ruidosas rutas del Jorge Chávez

La reactivación de los vuelos es una pesadilla para quienes viven en los distritos aledaños al aeropuerto. Advierten que los aviones pasan mucho más cerca de sus techos que antes de la pandemia y que la bulla es insoportable. “No me permite hacer mi trabajo”, dice uno. “Mi mamá sufre de los nervios y se despierta muy temerosa”, asegura otro. Sudaca midió los decibeles y encontró que superan los máximos permitidos.

Marco Antonio Reyes (47) no encuentra un momento de su día en que el sonido de los aviones no interrumpa su jornada laboral. “No me permite hacer mi trabajo. Estoy hablando con algún cliente y no lo escucho”, comenta. Reyes vive y trabaja cerca de la intersección de las avenidas Elmer Faucett y Morales Duarez, en el Callao, a poco menos de tres kilómetros del aeropuerto Jorge Chávez. Dice que, conforme se empezaron a flexibilizar las restricciones sanitarias, el ruido se volvió mucho más fuerte que en los años anteriores a la pandemia.

“Mi papá sufre de sordera y hasta él se tapa los oídos cuando pasan los aviones”, agrega preocupado este vecino, quien además observa cómo los vuelos pasan mucho más cerca del techo de su casa, algo inédito para él y su familia.

En San Miguel, a 5 kilómetros de la casa de Marco, vive Daniel Brown (35). Él también estaba acostumbrado a escuchar el ruido de los aviones que sobrevolaban el distrito antes de la pandemia, pero no como ahora. Desde el año pasado ha notado un cambio significativo.

“En algunos momentos, los vuelos pasan muy bajo y hasta pienso que el avión se va a caer”, relata. Brown ha vivido toda su vida en esta zona y asegura que una de las personas más afectadas es su madre. “Ella sufre de los nervios y se despierta muy temerosa por estos ruidos”, dice.

 

La bulla de los aviones no solo boicotea el trabajo y el día a día de los vecinos. También tendría consecuencias graves para su salud. Rocío Ramírez, especialista en otorrinolaringología, señala que la exposición a estos ruidos podría acelerar la pérdida de la audición, que es más rápida desde los 45 años.

“Ese ruido llega al oído interno y, al inicio, es una caída leve, pero conforme se hace más constante va perjudicando otras frecuencias. Al inicio no lo van a percibir, pero luego pueden empezar a entender mal lo que escuchan o sentir un zumbido”, explica la especialista a Sudaca.

Esta merma de la capacidad auditiva perjudicaría más a los niños y adultos mayores. La especialista comenta que los pacientes afectados pueden manifestar estrés, ansiedad, irritabilidad y -especialmente en el caso de las personas ancianas- se llega a observar casos de depresión debido a las dificultades para comunicarse adecuadamente. “El límite que recomienda la OMS [Organización Mundial de la Salud] es de 45 decibeles de día y 40 durante la noche”, apunta la doctora.

De hecho, en nuestro país existe una norma que pone límites. Se trata del Decreto Supremo Nº 085-2003-PCM, el cual aprueba el Reglamento de Estándares Nacionales de Calidad Ambiental para el Ruido. Según lo que señala este documento, en las zonas residenciales sólo se permite un máximo de 60 decibeles en el horario diurno y 50 en el nocturno.

Sudaca se comunicó con Mario Pinto, manager del proyecto de responsabilidad social y ambiental de Lima Airport Partners (LAP), la empresa que opera el Jorge Chávez. Este comenta que, como parte del monitoreo del ruido de aeronaves, han instalado cinco estaciones para medir el impacto que están teniendo. Sin embargo, no nos brindaron datos sobre los decibeles registrados.

Ante la ausencia de información, este medio se acercó a dos puntos del Callao. y San Miguel, respectivamente, para medir los decibeles con una aplicación instalada en nuestro celular. En el cruce de Faucett con Colonial y en Faucett con Precursores -durante la mañana, tarde y noche-, el ruido superaba los 70 decibeles y, en algunos casos, llegaba a 80 cada vez que pasaba un avión por estas zonas. Un especialista en sonido consultado para este informe calificó el app con la que hicimos la medición “como una referencia bastante cercana”. Otro, arquitecto de profesión, dijo que tenía una precisión de -por lo menos- el 80%.

 

“Planeamos revisar las rutas de vuelo”, señala Mario Pinto, como uno de los objetivos del comité técnico que ha conformado LAP y que está funcionando desde principios del 2019. No tiene, sin embargo, una fecha estimada para los cambios. El representante de LAP también comentó que vienen desarrollando programas de salud en las áreas de influencia directa, pero dentro de las especialidades no está incluido el tema la audición.

Los vecinos no solo están preocupados por los ruidos de los aviones de hoy. También por la ampliación del aeropuerto, con la cual se espera recibir hasta 60 millones de pasajeros hasta el 2035. La obra representaría una solución para los viajeros que actualmente encuentran un aeropuerto desbordado, pero genera temor en los vecinos afectados por el sonido de los aviones. Los cerca de 240 vuelos por día -entre salidas y llegadas- que se registraron hasta fines del año pasado han impactado negativamente en su calidad de vida.

 

Fotoportada: Darlen Leonardo

 

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