haitanos en peru

Haitianos errantes: esclavos en busca de la libertad en el siglo XXI

"Los haitianos muertos en el distrito puneño de Desaguadero, un pueblo de 2200 habitantes situado a 3800 metros sobre el nivel del mar, habían fallecido “por sepsis de foco pulmonar e hipoglucemia por inanición”, es decir de neumonía y de hambre".

El viernes 20 de enero, un pronunciamiento conjunto de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) lamentaba “profundamente la pérdida de vidas humanas en el contexto de las protestas sociales que acontecen en el Perú desde diciembre de 2022”. De esta forma, ambos organismos visibilizaban la muerte de cuatro ciudadanos haitianos que se encontraban de tránsito por nuestro territorio, pero no hurgaban en las causas que habían llevado a la muerte a dichos extranjeros.

Los haitianos muertos en el distrito puneño de Desaguadero, un pueblo de 2200 habitantes situado a 3800 metros sobre el nivel del mar, habían fallecido “por sepsis de foco pulmonar e hipoglucemia por inanición”, es decir de neumonía y de hambre. Murieron en un caserío perdido en los Andes, porque los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden los habían retenido contra su voluntad sin poder continuar en su viaje al destino soñado. Destino soñado por Luma Ema y Paul Louisanne, ambos de 49 años, y Jean Wilson Calixte y Delizaire Ernsly, de 40 y 19 años, respectivamente, pero ni siquiera imaginado por los funcionarios de ACNUR, una de las cuales, Iris Baño Romero, Oficial de Comunicaciones, le dijo a Sudaca: “la información que hemos estado dando es que siete personas de nacionalidad haitiana han fallecido en el sur del país, seis en Desaguadero y una en Juli, y, según los datos disponibles, los haitianos habrían perdido la vida por una mezcla de condiciones adversas, como falta de acceso a alimentos, falta de acceso a un alojamiento digno y por el frío inclemente al que no estaban acostumbrados”.

informe haaitanos
Luma Ena (49), femenino; Paul Louisanne (49), masculino, en la morgue del Centro de Salud de Desaguadero. Foto: Radio Juliaca La decana.

De tránsito por las alturas peruano-bolivianas, sin que nadie sepa jamás si viajaban hacia Chile, donde casi 200 mil de sus compatriotas realizan las tareas que ningún chileno o migrante sudamericano querría realizar, o se dirigían hacia el norte en unos intentos vanos de lograr en algún momento el ingreso a los Estados Unidos. Si, un viaje de miles de kilómetros desde el altiplano peruano-boliviano hacia el norte del hemisferio, probablemente después de haber llegado desde Haití al Brasil para caminar hacia un Chile repleto de venezolanos, bolivianos y peruanos. Es decir, en Chile, al fondo-fondo ya no hay sitio.

Los parias de la francofonía

¿Pero, cómo los habitantes del segundo país de América en conseguir su emancipación del yugo colonial se transformaron en los últimos dos siglos en una fábrica permanente de migrantes, y, lo que es peor, en una fábrica de migrantes de “baja calidad”, es decir, de los más indeseados de todo el continente por su escasa preparación cultural o técnica?

Para responder todas las preguntas sobre la dolorosa situación del país más pobre del hemisferio occidental y del estado fallido más notorio de la América Latina, (sí, señoras y señores, de América Latina porque por el hecho de tener al idioma francés como lengua oficial, Haití es según el The World Factbook, conocido también como CIA World Factbook, un país latinoamericano) es necesario hurgar en la triste historia de una nación de casi un noventa por ciento de afro descendientes, cuyo idioma oficial es el francés pero la gran mayoría se comunica en creole, una mezcla de francés, castellano y palabras provenientes de diversas lenguas africanas, y que profesa la religión católica, pero -paralelamente- también una versión particular del vudú antillano.

haiti mapa
Haití está ubicado en una interacción devastadora de fallas y en el cinturón de huracanes y ello la convierte en la isla más vulnerable en el Caribe.

En 1973, cuando el país era gobernado por Jean Claude Duvalier, un presidente de poco más de veinte años de edad, nacieron en Cité Simone, un barrio de obreros y de estibadores cercano a Puerto Príncipe, bautizado así en honor a la madre del presidente, unos niños inscritos en los registros civiles como Paul Luisanne y Luma Ena. Eran pobres, pero lograron acceder a los primeros grados de la educación primaria, y como muchísimos de sus contemporáneos quedaron huérfanos a muy corta edad, debido a las mil y una formas de morir que aparecieron en Haití en los años siguientes, como consecuencia de la alianza del presidente Duvalier y seis familias que detentaban todo el poder político y militar, sobre todo por la brutal represión realizada por los tonton macoutes, los hombres del saco, la policía secreta más brutal de las Antillas. Frente a esa fuerza paramilitar, la esposa de Duvalier creó un grupo de policías corruptos denominado Los Leopardos. Debido a eso, a la lucha encarnizada de ambos grupos, a la corrupción generalizada de la otrora eficiente burocracia capitalina y a la desaparición del Ejército regular, proliferaron decenas de bandas armadas que convirtieron Puerto Príncipe y, sobre todo, a Cité Soleil, ex Cité Simone, en el “barrio más pobre de la capital más pobre del país más pobre de América”, tal como lo retrató Lioman Lima de BBC News en julio del año pasado.

Y si en Ciudad del Sol (Cité Soleil) se vive mal, imaginemos lo que es vivir en un anexo de ese barrio tugurizado, maloliente y sin agua llamado Cité Carton, sí, Ciudad Cartón porque la gente vive en covachas construidas con los cartones tirados a la basura en el muelle colindante a las viviendas y se alimenta con unas “hamburguesas” hechas con lodo, verduras descompuestas y pedazos de cartón: el infierno en la tierra.

Para huir de ese infierno, Paul Luisanne, Luma Ena y una decena más de habitantes de Ciudad Cartón vendieron todo lo que tenían, convirtieron todos sus gourdes en dólares (casi 150 por dólar), compraron pescado en lata, galletas y agua embotellada, y salieron de Ciudad Cartón rumbo a cualquier sueño que los alejara de la pesadilla en la que vivían de día y de noche.

Según una fuente consultada por esta redactora, y que no está dispuesta a revelar su identidad ni a ACNUR ni a la policía ni a nadie, como los haitianos más ricos están en Francia, en el Canadá franco parlante o en la vecina República Dominicana y los que tienen algo de preparación en el sur de la Florida o en Nueva York y Nueva Jersey, intentando reemplazar a los dominicanos que abandonan el oficio de taxistas desempeñando por años por sus compatriotas, los que no tienen nada, migran hacia el nordeste de Brasil para a través de la selva de ese país llegar al Beni boliviano y de ahí al altiplano para ingresar a Chile  por alguno de los pasos poco vigilados de la frontera común. Ese fue el camino escogido por Luisanne y Ena para ir hacia el extremo sur del continente, al país que, según la cueca más bella, “verás como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero”. Pero, a diferencia de sus doscientos mil compatriotas que laboran como basureros, estibadores, jardineros y enterradores de mascotas, Luisanne y Ena llegaron a lo más alto de los Andes meridionales justo cuando sus habitantes estaban en el peor momento de las protestas de los puneños contra el gobierno de la presidenta Dina Boluarte, aproximadamente un día o dos después del enfrentamiento que acabó con las vidas de casi una veintena de pobladores altiplánicos. Según nuestro informante, en esos días no había quién te cocinara un plato de sopa, te vendiera un poco de charqui, de cancha o de chalona, menos unos antibióticos, no había quién atendiera a un extranjero que no hablaba castellano. Así, los haitianos que habían contraído neumonía y que además no comieron nada durante días fueron muriendo uno por uno.

Lejos de Ciudad Cartón, lejos del lugar más maloliente del trópico y lejos del país emancipado del yugo francés pero a un precio impagable.

Y, además, enterrados en unas tumbas al lado de unos puneños que se consideran más aymaras que peruanos. 

Si no fuera una cruel, crudelísima, ironía, habría que escribir como Luis Alberto Sánchez, citando a Manuel González Prada: “Aquí yace Manongo, de pura raza latina, su padre vino de China y su madre del Congo”.

 

Tráfico de cocaína

Además, la paralización de la pequeña industria nacional en favor de las importaciones más rentables y menos riesgosas, destruyó miles de puestos de trabajo formales, empujando a los desempleados a participar en el tráfico de cocaína proveniente de América del Sur. Haití es un punto de tránsito de la cocaína de América del Sur y de la marihuana de Jamaica en ruta a los Estados Unidos, compitiendo con Tegucigalpa – Honduras y la red de aeropuertos desimanada por toda isla de Cuba.  

Datos:

Haití se convirtió en el primer país del mundo dirigido por ex esclavos tras declarar su independencia en 1804, pero se vio obligado a pagar una indemnización de 100 millones de francos (equivalente a 21.000 millones de dólares en marzo de 2022) a Francia durante más de un siglo y fue rechazado por otros países durante casi 40 años.

La esperanza de vida al nacer
población total: 65,95 años
hombre: 63,26 años
mujer: 68,67 años (2022 est.)
Panorama económico

Pequeña economía insular del Caribe y estado miembro de la OECO; pobreza extrema; enormes desigualdades de ingresos; desestabilización por el reciente asesinato presidencial; acceso preferencial al mercado estadounidense; deterioro del capital humano y las inversiones en infraestructura

PIB real (paridad del poder adquisitivo)
$32,856 mil millones (2021 est.)
$33,458 mil millones (2020 est.)
$34,615 mil millones (2019 est.)
Tasa de inflación (precios al consumidor)
16,84 % (2021 estimado)
22,8 % (2020 estimado)
18,7 % (2019 estimado)
Exportaciones
$1,241 mil millones (2021 est.) nota: los datos están en dólares del año en curso
$1,014 mil millones (2020 est.) nota: los datos están en dólares del año en curso
$1,733 mil millones (2019 est.)
Importaciones
$5,222 mil millones (2021 est.) nota: los datos están en dólares del año en curso
$4,206 mil millones (2020 est.) nota: los datos están en dólares del año en curso
$5,161 mil millones (2019 est.)

*Fotografía perteneciente a tercero

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