Cohetones: si la tradición perjudica, ¡cámbiala!

Cohetones: si la tradición perjudica, ¡cámbiala!

"Llegó el mes más lindo del año, diciembre, según yo, por muchos motivos: uno, por mi cumpleaños; otro, por la Navidad, por las anheladas vacaciones, y por volver a nuestras raíces y también a nuestras maravillosas tradiciones"

[LA TANA ZURDA]  En el Perú, diciembre quema, por el cariño, por el ambiente, por la comida, por las fiestas, pero también, literalmente, por la manera de festejar que tenemos, de comprar y reventar «cuetes», o sea, cohetes, cohetones, cohetecillos, ratablancas, rascapiés, mamarratas, calaveras, pokerratas, luces de Bengala, en fin, toda una variedad de explosivos de diversos tamaños, colores y sonidos. El problema no es solo la gran cantidad de heridos que causan, hasta el punto de llegar a mutilar dedos y manos, sobre todo de niños dejados al descuido, sino que esto cada vez perjudica más a otros seres que cohabitan con nosotros.

A menudo y por tradición se han festejado las celebraciones de fiestas religiosas, y días cívicos, así como feriados patrióticos con fuegos artificiales. La pirotecnia aparece en las celebraciones de fiestas patronales, aniversarios y hasta conciertos. Era lindo ver cómo el cielo se encendía con formas y figuras psicodélicas que formaban figuras espectaculares, pero ese festejo –como los de la Navidad y el Año Nuevo– trae como consecuencia muy malos efectos tanto a la tierra donde vivimos como a los seres vivos.

En la actualidad ya se han evidenciado los problemas que conlleva el uso de estos explosivos hacia las personas con condiciones diferentes, autistas y personas que sufren enfermedades respiratorias. Asimismo, las personas que tienen síndrome de Down o alguna condición mental sufren muchísimo por las explosiones que emiten estos festejos. Y ni mencionemos a perros, gatos y mascotas en general, que literalmente sufren dolor por los ruidos tan altos, que, a la larga, solo contribuyen a lo que se conoce como contaminación acústica.

Realmente es bien cuestionable la forma de expresar de esa manera nuestra devoción, nuestro cariño y nuestra lealtad hacia algo que queremos. Más bien, deberíamos expresarnos de una forma en la cual no se dañe a nadie y no se malgaste el dinero en algo tan dañino y perjudicial.

Numerosas cuentas en redes sociales se quejan de tener que compartir un espacio limitado donde se prenden castillos de fuego y entre las humaredas y los ruidos, la gente no puede hallar tranquilidad. Las autoridades tratan de vigilar estos actos, pues realmente debemos considerar si pertenecen a nuestro siglo o no. La Superintendencia Nacional de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (SUCAMEC) es la rama de la Policía Nacional que viene desde hace años tratando de controlar la fabricación y el comercio ilegal de estos explosivos de «entretenimiento». Y lo más importante, su uso, pues muchas veces este se hace sin supervisión alguna y de ahí es que surgen los accidentados, que terminan abarrotando las salas de emergencia de hospitales, clínicas y postas médicas. Y a veces hasta la morgue.

Nuestra falta de conciencia cívica a veces nos lleva a actuar de manera absurda y peligrosa, atropellando los derechos de los demás y poniendo nuestras vidas en riesgo.

Si queremos un Perú mejor, empecemos por apoyar y difundir las campañas de prevención. Manifestemos nuestro sentido de la Navidad y los augurios de Año Nuevo de manera más pacífica y menos peligrosa. En vez de comprar cohetones, compremos chocolates, demos un abrazo a quien lo necesita. Recuperemos el espíritu fraterno de la Navidad. La explosión de cariño debe ir por dentro.

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Consecuencias, Festividades Peruanas, Impacto Negativo, Pirotecnia

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