Homenaje y tributo: ¡Talo PRESENTE!

“Hoy tío Talo ya no está con nosotros, trascendió y ahora se ha juntado con su Compadre Champita, con su Comadre Adelina y con su ahijado FIlomeno (quien fuera mi esposo, también fallecido).”

Tuve la gran oportunidad de vivir en una época maravillosa de cambios y transformaciones, de reivindicación y de fraternidad. Desde muy niña estuve expuesta a tíos jóvenes que querían cambiar el mundo, que querían revertir el orden y ofrecer otra perspectiva de vida. Ellos no escribieron textos, pero sí fueron grandes gestores al construir puentes para enlazar culturas en nuestro mismo país y hacernos creer que era posible realmente cambiar la historia y sembrar la equidad.

Mi relación con la muerte ha sido muy difícil desde niña, pero aprendí a ser resiliente. Sin embargo, todavía es muy triste y deprimente estar tan lejos de los seres queridos cuando algo de esta naturaleza sucede. Por eso, escribo para rendirle tributo a los míos, a personas que nos enseñaron y nos brindaron su amor de una manera sobrenatural hasta muchas veces mucho más que la familia de sangre.

Eran los 70, y en la esquina de Panamá con Ricardo Palma en un restaurante bastante conocido llamado el “¡Oh, Qué Bueno!” siempre se juntaban jóvenes, entre ellos, mis tíos, mi papá, mi familia. Tuve la oportunidad desde muy niña de conocer muchas personas buenas, pero mi tío Pedro Pablo era y es una gran influencia y por él empecé a conocer a gente extraordinaria, entre ellos al tío Italo Molinari.

Como colegiala y en mi juventud visitaba a mi tío Pedro en el Cuzco y eso significaba conocer gente preciosa que no juzgaba, sino que compartía. Siempre para el 16 de julio íbamos a la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo, nuestra gran Mamacha, y poco a poco conocí a cada amigo, a cada persona que componía esa gran familia comunitaria en el Cuzco entre ellos los tíos, Talo y Elisa.

Me fui del país, pero siempre volvía, todos los veranos gringos, regresaba y pasaba momentos increíbles, y veía en ellos que siempre estaban abriendo nuevas rutas, haciendo grandes proyectos. Realmente, fue por Talo y Pedro Pablo que conocí a los Ballumbrosio y cuando me casé con Filomeno, Talo siempre estuvo ahí, y para la familia.

Talo fue una persona que con su enorme amor llegaba hasta el sitio más recóndito, Él era la aventura personificada, era una persona que nos miraba desde lejos pero no perdía su objetivo, el de cuidarnos y protegernos. Realmente fue una época de nuevas conquistas y diferentes retos. Yo me enamoré de un afroperuano y para nosotros fue muy difícil convivir en el Perú por el racismo y clasismo que había. Talo nos enseñó que esas lacras sociales se combatían con amor, con convivir, con hacer sentir a otras personas lo equivocadas que estaban, y que la familia se hacía no solamente de sangre, sino de lazos más fuertes y poderosos. De ahí nació su gran amor por todos los Ballumbrosio, y claro para toda Chincha, para todo el Cuzco, para todo el Norte.

Hoy tío Talo ya no está con nosotros, trascendió y ahora se ha juntado con su Compadre Champita, con su Comadre Adelina y con su ahijado FIlomeno (quien fuera mi esposo, también fallecido). Desde esta esquina, le rindo homenaje a un Padrino-tío que ofreció todo su amor y que ahora está manejando su carro rojo a toda velocidad por el cielo. Gracias, tío Talo, por tus enseñanzas y sobre todo por tu amor.

Talo, ¡Presente!

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