Juan Carlos Tafur

Castillo asustado, amenaza

“El presidente está mal asesorado y su amenaza al programa Panorama solo revela desesperación. Un presidente desesperado, con poder incólume, es un peligro para la sociedad”

El juicio que el presidente Castillo ha anunciado que va a iniciar en contra de los periodistas de Panorama es, claramente, un montaje, un show dirigido a las cámaras, no un intento genuino de resguardar su honor y reputación.

Porque lo que el programa televisivo ha hecho es propalar parte de las declaraciones que Bruno Pacheco, exsecretario general de Palacio, le viene brindando a la fiscalía. Que Castillo, por último, enjuicie a su exsubalterno, no a Rossana Cueva ni a Marco Vásquez.

Este anuncio presidencial pone de relieve, de paso, una vez más, la actitud beligerante que el primer mandatario tiene frente a la prensa que lo fiscaliza. Le irrita sobremanera, no entiende que es parte del juego democrático, por ello la hostiliza, le quita publicidad para dársela a sus amigos de otras regiones, no da entrevistas, rehúye las conferencias de prensa, etc.

Estamos regentados por un gobierno que disiente de la libertad de prensa y que, además, claramente ha optado por la peor estrategia frente a los procesos que la Fiscalía, valiente y dignamente, ha decidido emprenderle, y que ya merecieron de parte del oficialismo un intento burdo de desprestigio contra la fiscal Patricia Benavides y su equipo.

Castillo se sabe cercado y a pesar del blindaje que le brindan los llamados “niños” en el Congreso (es ésta la información más esperada de las delaciones de Pacheco, porque lo que correspondería es el inmediato desafuero de tales parlamentarios -para destruir su blindaje-, su puesta a disposición de la justicia y su probable encierro por corrupción, como sucedió con los famosos tránsfugas comprados por el montesinismo), está angustiado porque los testimonios que lo incriminan abundan y teme que llegue el momento en que aparezca la prueba fehaciente que lo termine de sacar de Palacio.

No se explica de otro modo esta amenaza a un programa periodístico que no ha hecho más que cumplir su labor mínima, sin faltar a la verdad y cumpliendo los rigores que el caso ameritaba.

El presidente está mal asesorado y su amenaza al programa Panorama solo revela desesperación. El Congreso tiene que estar atento a cualquier despropósito que una persona en ese estado nervioso pueda cometer (por lo pronto, haría bien en ya no darle autorizaciones de viajes al extranjero) y, desde ya, debería dedicarse a dejar sin efecto los desmanes legislativos que recientemente este gobierno ha cometido (contra la Derrama Magisterial y los dos misiles laborales que afectan la buena marcha empresarial) y los que pueda cometer en el futuro. Un presidente desesperado, con poder incólume, es un peligro para la sociedad.

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