Hace unos días, con ocasión a las Fiestas Patrias, el Presidente ofreció su mensaje a la Nación. Durante el desarrollo de su discurso el Perú en pleno pudo observar cómo los miembros del Congreso y en especial los de oposición manifestaron a través de gritos, insultos, sentarse de espaldas al Presidente, dormirse, entre otras actitudes, su desacuerdo con el discurso y probablemente con toda la gestión presidencial.
Existen muchísimas reazones para no estar de acuerdo con la gestión actual, es por eso que más del 70% del país -incluyéndome- desaprueba la gestión de Pedro Castillo.
Por lo anterior, hubo muchos foros que discutían el minuto a minuto del mensaje presidencial, justificando, riéndose y hasta alabando lo que hacían los congresistas. Evidentemente hubo -en mucha menor medida- quienes no estuvimos de acuerdo con estas mismas actitudes percibiéndolas como evidentes faltas de respeto tanto al Presidente como a la población peruana. Fue entonces, que afloró una frase repetida y que es la motivación para este artículo: “el respeto hay que ganárselo”.
Así pues, esta frase me han hecho mucho ruido desde entonces. Por lo que, empecé a reflexionar e indagar en mis ideas.
En primer lugar, ¿qué es el respeto? El respeto es una de las bases de la moral y de la ética pues consiste en valorar a los demás, considerar y reconocer la dignidad de cada persona como tal; es el reconocimiento de los derechos, que son innatos a todos los seres humanos.
El respeto es, por lo tanto, un derecho y también una obligación. Es un derecho en tanto que todos podemos y debemos exigir un trato de los demás acorde con nuestra dignidad como personas. Y también es una obligación, ya que nosotros también debemos actuar de la misma manera con los demás.
Es por lo tanto, la esencia de las relaciones humanas y de la vida en comunidad ya que abarca todas las áreas de nuestra vida, e incluye: el respeto hacia nosotros mismos, respeto hacia todas las personas independientemente de su condición, respeto hacia las leyes y normas sociales, respeto hacia los bienes de la comunidad, y respeto por la vida, la naturaleza y los animales.
Entonces, el respeto a las personas no es dado, ya que, por el hecho de ser persona, este valor es, innato. Nace con el hombre. Así que, eso de que el respeto hay que ganárselo, no encaja.
Ahora, llevemos lo que pasó en el discurso a nuestra convivencia diaria y los valores asociados a nuestro país y vamos a darnos cuenta que hemos normalizado muchas actitudes que son irrespetuosas, poco honestas y no aportan para llevar una convivencia pacifica y en armonía. Para reafirmar este punto, revisemos una de las conclusiones a la que llegó la Encuesta Nacional sobre Acciones y Valores para ser Mejores Peruanos, elaborada por Ipsos, por encargo del Proyecto Especial Bicentenario de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM): “Ser honestos y respetar a todos por igual son consideradas como las principales acciones o valores que deberían poner en práctica los peruanos para ser mejores ciudadanos”.
Entonces, si estamos tan cansados de no tener por quién votar, de gobiernos -incluyendo congresistas- corruptos, la falta de civismo, entre otras, y queremos cambios reales para nuestro país, debemos aprender que la gestión del cambio empieza por uno mismo: somos responsables de nuestro futuro y el de nuestra gente.
Más importante aún, debemos liderar con el ejemplo y esto implica hacer y no pedir. Significa ser coherente y consecuente con el discurso. Esta coherencia debe ser constante y expresada en acciones concretas todos los días. Debemos estar dispuestos a hacer todo lo que le pedimos a los demás que hagan.
¿Qué nos falta? Lo más básico, interiorizar que los derechos no se ganan, son derechos. Punto.
