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Tiro de gracia: la presencia de las mujeres en Sendero Luminoso

Más de medio siglo atrás, en una ciudad de gran religiosidad católica, que tiene 33 templos e innumerables órdenes religiosas, una mujer y un hombre, Augusta La Torre y Abimael Guzmán, decidieron dinamitar el orden establecido y fundar una sociedad que echara “abajo trece siglos de Estado reaccionario”, tal como dijera uno de los comisarios políticos instruidos por Augusta La Torre en la revista Quehacer de Desco, durante la entrevista del periodista José María Salcedo al líder senderista Antonio Díaz Martínez en el penal de Lurigancho, días antes de la ejecución extrajudicial de Díaz Martínez, el mencionado comisario y otros 122 reclusos en junio de 1986.

Desde los años sesenta, cuando Augusta La Torre ganó el cerebro y el corazón de Abimael Guzmán, quien para su futuro accionar subversivo cambió ese nombre bíblico por Álvaro, primero, y por Gonzalo, después, las mujeres han tenido un papel preponderante en las acciones políticas y militares de Sendero Luminoso.

Como sostienen con claridad los estudiosos del empoderamiento femenino en los años sesenta y setenta, “las organizaciones no gubernamentales, mayoritariamente de temática feminista, convocaron masivamente a las mujeres. Bajo diferentes formas organizativas, introduciendo la reflexión política y la de género”. Así, tanto las mujeres que luchaban por un lugar más importante en la sociedad, como las que necesitaban un posicionamiento mayor en la esfera política, iniciaron una lucha de posiciones en ambos ámbitos.

Con esos antecedentes históricos, le preguntamos al general José Zapata, jefe de Dirección Contra el Terrorismo (Dircote), si tomamos el arco histórico existente entre el asalto senderista a la cárcel de Huamanga en marzo de 1982 -de donde fugaron 70 subversivos- y la capitulación incondicional de Abimael Guzmán en 1993, mediaron más de diez años en los cuales para los jóvenes ultra izquierdistas Sendero fue una ilusión que luego se apaga. Entonces, ¿cómo se explica el nacimiento y el crecimiento del senderismo femenino si las “lideresas”, de Elena Iparraguirre a Cusi, están presas y, aparentemente, incomunicadas?

“A los jóvenes de ambos sexos, normalmente les “entra” el tema revolucionario y la rebeldía, la crítica poco estructurada de las brechas sociales, de la existencia de ricos y de pobres y, sobre todo, de buscar y encontrar todas las respuestas a esas inquietudes en ideologías facilistas. Si bien no hay parentesco alguno entre las jóvenes de los años ochenta y las jóvenes actuales, a la camarada Jazmín se le ha encontrado material de adoctrinamiento resaltando el rol de la mujer en la sociedad peruana, pero no centrado en las mujeres en general, sino en Elena Iparraguirre y en Augusta La Torre, enalteciendo no solo sus figuras sino los actos que cometieron ellas en su época. Eso es apología al terrorismo y ese material usado para enseñárselo a terceros con fines de adoctrinamiento evidencia el trabajo que ella realiza”.

De la camarada Norah a la camarada Jazmín

Tal como refieren los biógrafos, Abimael Guzmán Reinoso, de treinta y un años y Augusta La Torre Carrasco, de diecinueve, contrajeron matrimonio el 3 de febrero de 1964. Un año después, luego de elaborar un intrincado itinerario, vía Suiza, para evadir la prohibición estampada en los pasaportes de los ciudadanos peruanos para viajar directamente a la Unión Soviética, a Cuba, a los países bajo el yugo ruso y a la República Popular China, Abimael y Augusta llegan a Pekín y de ahí se trasladan a Nankín, donde aprendieron técnicas de sabotaje, de emboscadas y de preparación de todo tipo de explosivos.

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Sello de los pasaportes peruanos que indica la prohibición de ir a Cuba, a Bulgaria, a Corea del Norte, a la República Popular China entre otros.

De regreso al Perú, Guzmán viajó a Arequipa donde se dedicó a buscar jóvenes de mentalidad febril y ambición sin límites para incorporarlos a su proyecto de captura del poder. Augusta, ya convertida en la camarada Norah, viajó a la sierra norte y recorrió Cajamarca de cabo a rabo, seduciendo a decenas de jóvenes de ambos sexos, prometiéndoles un lugar importante en el Nuevo Estado. Según fuentes que prefieren el anonimato, en Chota conoció a Antonio Díaz Martínez, un ingeniero y antropólogo que quedó prendado de ella, convirtiéndose en un seguidor incondicional de su visión militarista de la toma del poder. La misma fuente asegura que Norah-Augusta jamás se convenció de la fidelidad de Díaz Martínez, a quien espió hasta sus últimos días. “Es chotano”, les decía a sus seguidores cuando le preguntaban por qué no confiaba en un cuadro que se arrastraba a sus pies. 

De regreso a Huamanga, Norah estuvo siempre en primera fila para luchar contra el velasquismo y su política universitaria; nunca cedió un milímetro ante la tropa enviada por el gobierno militar para sofocar las algaradas de los universitarios rebeldes, llegando al extremo de asaltar la morgue ayacuchana y sustraer los cadáveres de los estudiantes caídos y velarlos con toda la fanfarria del extremismo comunista.

Convertida en la más importante líder del marxismo-leninismo ayacuchano, sobre todo después de la muerte en combate de Edith Lagos, quien fue una estudiante de Derecho que formó parte de Sendero Luminoso desde los inicios de la organización terrorista, Norah opacó a todos los cuadros senderistas de ambos sexos, tanto en los ámbitos políticos e ideológicos, como en los militares y administrativos, por eso su muerte y su entierro clandestino en 1988 siguen siendo parte de los libros negro y blanco de la organización maoísta desde esa ya lejana fecha. 

Paralelamente a la vida efervescente y explosiva de la ayacuchana Norah, en el entorno de Abimael Guzmán había aparecido la iqueña Elena Iparraguirre, camarada Mirian, quien era tan brutal como Norah, pero mantenía un lugar un paso atrás de Guzmán. Por eso, cuando Guzmán y la cúpula terrorista enterraron a Norah en una tumba sin nombre y Miriam ocupó su lugar como segunda al mando en la organización criminal más cruenta del hemisferio occidental -que estaba a punto de cometer el tercer genocidio del siglo XX-, todos dentro y fuera de Sendero la señalan como eminencia gris de la desaparición de Norah a la camarada Miriam.

Desde mediados de los años ochenta, cuando Norah ordena los asesinatos selectivos de los marinos de alto rango y de los dirigentes belaundistas hasta 1985 y los del Partido Aprista hasta finales de la década, las encargadas de asegurar la muerte de los objetivos era una mujer, generalmente ayacuchana de nacimiento o hija de migrantes de ese departamento andino. Pegar el tiro de gracia en el cráneo de la víctima, un acto de evidentísima cobardía, era la obsesión de las mujeres entrenadas por Norah y sus lugartenientes, muchas de las cuales incrementaron las listas de desaparecidos tras la muerte por causas no divulgadas de Augusta-Norah La Torre.

Luego de sobrevolar el pasado criminal de las mujeres que convirtieron sus envidias y sus frustraciones en el leitmotiv de sus vidas, llegamos a la última generación de senderistas activas, entre las cuales destaca nítidamente Estefany Alanya Chumbes, conocida en la Dircote como camarada Yazmín, mando militar del Comité Regional Ayacucho. Su labor en el trabajo cerrado estuvo orientada en los sindicatos entre los años 2015 y 2017, desarrollando acciones de agitación y propaganda (agipro, según los manuales de todas las policías del continente) en organizaciones de trabajadores independientes, padres de familia y estudiantes secundarios, de academias preuniversitarias y de institutos de educación superior. El hecho de permanecer durante mucho tiempo en esos frentes, demuestra no solo su capacidad organizativa, sino su dedicación casi exclusiva y a tiempo completo a esas tareas, advirtiendo a la Policía de que Yazmín recibe apoyo económico de su organización.

Su fidelidad absoluta a la causa terrorista y su fanatismo sin fisuras cobran mayor relevancia cuando la susodicha es filmada y fotografiada portando una banderola de tela azul con la inscripción: “No a la impunidad del asesinato del doctor Abimael Guzmán Reinoso”, la cual deja solo dos explicaciones, una, que Yazmín creyera que el asesino serial había sido asesinado, y, dos, que tratara de convencer a personas más limitadas que ella de tal mentira.

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Elena Iparraguirre (reo en cárcel), es quien emite la directivas nacionales y regionales, que camarada Cusi y camarada Yazmín han venido ejecutando.

Frustraciones que han conducido a la cárcel nuevamente a la llamada camarada Cusi, quien al caer en manos de la Policía Nacional en 1989 les dijo a sus compañeras de prisión que más temprano que tarde sería puesta en libertad y automáticamente ascendería a miembro suplente del Comité Central y poco tiempo después al exclusivo Buró Político del Comité Central, algo como el Colegio Cardenalicio para los jerarcas católicos, es decir, a solo  un paso a esa suerte de Olimpo senderista donde había estado la camarada Norah y luego la camarada Miriam.

Envidias que habían llevado a todas las senderistas a matar de frente o por la espalda y de seducir a los odiados policías y militares con tal de conseguir información relevante para la organización, con tal de convertirse en protagonista de una primera plana periodística como las que lograron Norah, Miriam, Edith, Yovanka Pardavé, camarada Sara, y la camarada Clara, quien le voló la cabeza al dirigente aprista César López Silva con un revólver calibre 45.

Trascender aunque sea chapoteando en el lodo, esa era la consigna de las mujeres asesinas. Tal cual.

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Abimael Guzmán, Camarada Yazmín, sendero luminoso

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