Juan Carlos Tafur

Persiste la calamidad castillista

“Un Estado y una democracia colapsadas serán lo que el régimen de Castillo nos entregará como herencia si se queda hasta el 2026”

Como era previsible, no fue aprobada la vacancia del presidente Castillo en el Congreso. Seguirá destruyendo, desde Palacio, el Estado y agrietando la democracia. Ni el más enconado de sus adversarios se imaginaba el grado de mediocridad e inoperancia que el régimen castillista iba a exhibir en apenas ochos meses de gestión.

 

 

çNo hay que cejar, sin embargo, en el empeño. Más temprano que tarde, la psicopática desprolijidad de nuestro gobernante lo expondrá a actos de corrupción que lo van a rozar y cuando ello ocurra será muy probable que, ante la presión popular, los aliados convenidos que hoy tiene en el Congreso, cambien de parecer y puedan, por fin, ejercer un acto digno y necesario, como es el de de librarnos de este sufrimiento cotidiano.

No es un argumento sensato señalar que, en fin, mal que bien, este gobierno no es chavista ni estatista, que es solo mediocre, y que, en esa medida, “es lo que hay” y que solo resta aguantar hasta el 2026 para que se vaya. Es éste un realismo inmoral.

 

 

 

Castillo no solo está destruyendo la calidad del Estado, que de por sí no era muy alta, sino que, además, está degradando la calidad democrática del país, que tampoco gozaba de mucha virtud, dada la ausencia de voluntad de emprender una reforma política que urge desde hace décadas, al pervertir la representación popular de autoridades y parlamentarios.

Un Estado y una democracia colapsadas serán lo que el régimen de Castillo nos entregará como herencia si se queda hasta el 2026. Y bajo tal circunstancia, lo más preocupante es que ello generará el caldo de cultivo perfecto para que vuelva a aparecer un candidato disruptivo radical, que no se detendrá en las sutilezas explicatorias de que ha sido justamente un gobernante de su mismo perfil el que habría causado la desgracia que entonces lo favorecerá electoralmente.

 

Toda la meritocracia estatal se está yendo al tacho, los servicios públicos ya están colapsando, las reformas principales de los últimos años se están destruyendo, las reformas políticas urgentes y necesarias, no se harán, el clientelismo político corrupto con autoridades regionales, locales y congresales, está pervirtiendo la representación democrática. Es una tragedia la que estamos viviendo, que no se puede soslayar por el simple hecho de que Castillo no va a expropiar nada o no va a cambiar el rumbo principal del orden macroeconómico.

 

 

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Congreso, Gobierno, Pedro Castillo

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