Se desploma la aprobación de Castillo, según la última encuesta del IEP. Cae de 35 a 25% en apenas un mes y su desaprobación crece de 48 a 65%. Duro golpe político para un régimen que ya viene dando severas muestras de disfuncionalidad, a las que ahora se agrega una brecha cívica muy difícil de remontar y que, de persistir, ahondará la crisis política en la que se encuentra.

Casi no se ve salida política posible a este creciente desencuentro entre Castillo y el pueblo. Aún no ha llegado al punto de quiebre (55% reprueba el intento de vacancia frente a un 43% que lo aprueba), pero el desenganche parece inminente. Tanto así, que para el 47% de la ciudadanía, la situación empeorará.

Va a tener que realizar gestos políticos audaces, el presidente Castillo, si quiere recomponer la precaria relación que mantiene con el país. Solo se asoman en el horizonte dos opciones: o convoca a un Premier y, por ende, a un gabinete más de centro, descartando o subordinando la coalición de izquierdas que hoy lo acompaña y que ha demostrado terrible torpeza ejecutiva; o anuncia oficialmente, y sin ambages, el abandono de la pretensión de refundar el país a través de una Asamblea Constituyente.

Ello tendrá un costo, sin duda, entre sus bases radicales, pero en la práctica ya muchas de ellas lo han abandonado luego de su ruptura con Vladimir Cerrón, de modo tal que la pérdida eventual no sería muy significativa. Y lo que ganaría con ese giro o ese anuncio sería enorme, en comparación a lo que perdería.

Y no hablamos solamente de la confianza de los inversionistas privados, cuya recuperación es crucial para que el 2022 no sea un año perdido, sino de la confianza ciudadana, capital necesario para sobrevivir políticamente y que en los meses entrantes no se genere un momento destituyente que lo saque de Palacio, como hasta ahora solo la derecha quiere, pero a cuyo afán podría sumarse el centro si aprecia que apoyar a un gobierno en caída libre deja de serle políticamente rentable.

Castillo no puede gobernar manteniendo el statu quo. El grado de impericia, torpeza y negligencia es de tal envergadura que, de mantenerse, lo llevará al abismo. Tiene que dar un golpe de timón pronto si no quiere ser uno más de los últimos mandatarios que tuvieron que salir por la puerta falsa de Palacio.

La del estribo: la mejor prueba de que el formato impreso sigue vivo es el aumento sostenido de las ventas de libros. Si los periódicos están cayendo no es por el formato, es porque no hacen lo que deben hacer. En el mundo entero el libro digital no ha derrotado al libro físico. Y en el Perú hay que saludar la aparición de cada vez más librerías por toda la ciudad. La lectura es un placer adquirido que puede cambiar una vida, enriqueciéndola notablemente.

 

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¿Qué relación existe entre el primer lugar obtenido por el ultraderechista José Antonio Kast en la primera vuelta presidencial chilena, el ataque de la radical Resistencia al domicilio del excongresista Jhony Lescano, la nueva moción de vacancia presentada por Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza Perú contra el Presidente Pedro Castillo, los gobierno ultra derechistas de Polonia y Hungría, que aterrorizan a sus ciudadanos en contra de una inmigración que, en sus países, es casi inexistente, el supremacista blanco con cuernos de búfalo en el Capitolio cuando Donald Trump no aceptaba su victoria, los representantes de la ultraconservadora Vox en felices coloquios con Keiko Fujimori y un larguísimo y global etc.?  

La respuesta, que parece compleja, es sencilla y absolutamente preocupante. En el mundo se impone el pánico dirigido hacia enemigos, las más de las veces imaginarios, pero, al mismo tiempo, perfectamente identificables por enormes masas que ya no se sienten seguras con el pacto demoliberal que se afirmase en el planeta tras la caída del muro de Berlín en 1989. En tal sentido, las razones de la migración de montones de gente hacia posturas integristas, esencialistas, conservadoras, religiosas, nacionalistas, identitarias deben abrir urgentemente el espacio para la autocrítica. 

La línea que separa la defensa de los derechos civiles de la cancelación violenta y autoritaria -mediática y en redes sociales- de cualquier opinión que pudiese interpretarse políticamente incorrecta, y que incluye la prohibición de películas, monumentos y autores que desarrollaron sus obras en tiempos en los que otras epistemes predominaban y que de pronto debían sencillamente ser borrados, quemados, olvidados o demolidos se cruzó con total y absoluta naturalidad. Esta puede ser la causa principal de la proliferación de binarismos, reduccionistas pero efectivos, que, básicamente, tildan de comunista o descalifican, sin más, todo lo que perciben que amenaza su forma de vida tradicional, a la que se aferran con mucha más conciencia que hace diez o veinte años. Son tiempos de guerra ideológica, no tiempos de paz, disenso/consenso, deliberación y democracia. Son tiempos como los previos a los fascismos europeos de las décadas de 1920 y 1930, y ya sabemos cómo acabaron esos experimentos. 

Ante contextos de polarización se desarrollan condiciones propicias para el advenimiento de gobiernos populistas, sólo hacen falta líderes que encajen en el momento (ojo Perú). De aparecer estos líderes, el paso principal hacia el autoritarismo se habrá dado con masas eufóricas apoyándolo en las calles, no sólo Lenin se preguntó “¿libertad para qué?”.

Vayamos a Chile, los candidatos de la derecha e izquierda sistémicas han obtenidos, juntos, 22%, en un mar de postulantes y partidos que nos hace plantearnos si realmente las reformas al antiguo bipartidismo fueron una buena idea. Luego, 30% de los chilenos están dispuestos a votar por cualquier tipo de derecha -con más ganas si resulta que José Antonio Kast tiene un aire a Pinochet- si esta representa una vuelta al orden, en lo que entienden como dos años de caos propiciado por la izquierda. 

No toman en cuenta que el pacto neoliberal de 1989, cuyas desigualdades económicas fueron llevadas al extremo durante las últimas tres décadas, está en la base de las protestas de las clases medias y populares que forzaron un nuevo pacto social a través de la Convención Constitucional. En todo caso, las posibilidades de triunfo de un candidato tildado por algunos como “el Bolsonaro de Chile” sólo se explica en un mundo sin certezas, sin parangones, en el cual la democracia es vista como debilidad y la moderación política como defecto. 

Por otro lado, Franco Parisi, enigmático candidato que postula desde el exterior, y realizó su campaña a través de las redes, ha obtenido el 12% de las preferencias y resultará decisivo en el balotaje del 19 de diciembre.  La política de las TIC y la virtualidad también está presente en el Chile contemporáneo, quizá tengamos que acostumbrarnos más y más a ella en las próximas décadas. 

Salir del autoritarismo

El mundo avanza hacia el autoritarismo. La incertidumbre posmoderna es una profecía autocumplida, pensamos que el credo liberal y la impronta de los derechos civiles podía imponerse a través de la dictadura de las redes sociales y hemos obtenido por repuesta el atrincheramiento de la derecha en la tradición y la intolerancia: el mundo, una vez más, se ha polarizado. De aquí en adelante, vuelvo a la idea, hay que rescatar el centro político, los valores de la república y la democracia, valores que nos amparan a todos, hay que rescatar cuestiones tan elementales como la inviolabilidad del domicilio, el derecho al honor y la libertad de opinión, venga esta de donde venga y por incorrecta que pudiese parecernos. 

Necesitamos reencontrar aquel pacto global democrático que hemos perdido. Siglos de derechos fundamentales no pueden tirarse al pozo debido a pasajeros exabruptos generacionales, al margen de su impronta y de su color político. 

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derechos fundamentales

Los lectores de Sudaca pensarán, seguramente, en puertos bloqueados, en la crisis de los contenedores, en anaqueles vacíos, o en cualquiera de las pesadillas logísticas que caracterizan la economía en tiempos de pandemia. Pero, no. Este columnista no entiende nada de esos asuntos. 

“Primero encontré un nido, más adelante un colegio donde ponerlo. Luego vino la academia y posteriormente ingresó, felizmente, a la universidad. El año pasado fue contratado —¡increíble, qué alivio!— en una consultora como practicante, cuando estaba haciendo su último ciclo de contabilidad. Los primeros meses la cosa fue remota, claro, pero ahora les han ofrecido regresar —en su caso va a ser un debut— de manera flexible, ahora le dicen híbrida, a la oficina. Le han dicho hasta 3 días a la semana, pero él no quiere. Yo estoy desesperado porque no veo las horas de que tenga un horario de trabajo fuera de casa. ¡Hasta le he ofrecido llevarlo y traerlo!” Dice un padre, en tono de confesión, a una ejecutiva de alto nivel de una consultora. 

Nido, colegio, academia, universidad y oficina —puede ser también fábrica u otro lugar en el que se labora— son espacios alternativos a los que sirven de vivienda, digamos el hogar. Desde que nuestra vida dejó de ser agrícola y se convirtió en predominantemente urbana, pero sobre todo con la revolución industrial, sirven para albergar a muchísima gente. Últimamente son depósitos, almacenes, de individuos hasta los 23 años que en realidad no producen nada, ni dinero ni hijos, por lo menos del nivel socioeconómico medio bajo hacia arriba y en países de desarrollo intermedio para adelante. Se supone que están aprendiendo a hacerlo, de acuerdo, pero tenerlos todo el tiempo en casa sería, pues, terrible.

Y terrible ha sido. Para ellos y la o las generaciones anteriores. 

Porque más allá de las declaraciones protocolares y románticas que se escucha en los días de la madre, del maestro, que hacen ministros de educación, directores de escuelas, gerentes de recursos humanos y gurús del desarrollo personal, la sabiduría organizacional y el crecimiento colectivo, tener todo el tiempo en casa a los aprendices, digamos, profesionales —esos que en el nido se preparan para la escuela, en la escuela para la academia, en la academia para la universidad, en la universidad para el trabajo y en el primer tramo laboral pichanguean para poder jugar los partidos de verdad—, no sale a cuenta. 

Parte de la energía con la que se propugna el regreso a los mencionados lugares obedece a que deseamos que sus ocupantes vuelvan a un aprendizaje socializado y relevante desde el punto de vista interpersonal, a una experiencia educativa que vaya más allá de lo académico, de los datos y los conocimientos. Recluidos en el hogar dejan de tener vivencias sumamente importantes. Otra parte, sin embargo, deriva de lo que perdemos teniéndolos encima nuestro, interfiriendo con lo que consideramos, a veces con razón, a veces sin ella, es el manejo de aquello que verdaderamente cuenta, define, produce y reproduce.

No es muy glamoroso y hay algo de provocación en haber llamado a nidos, escuelas, academias, universidades y empresas, depósitos y almacenes. Pero tienen mucho de eso, de contenedores, palabra que, dicho sea de paso, también se refiere a contención —control, sujeción, moderación— de energías que en la calle pueden ser subversivas, devastadoras. En casa es enormemente difícil manejarlas. Rompen equilibrios —por ejemplo entre géneros y generaciones, en el hogar y fuera de él— que ha tomado décadas lograr y cuyo futuro, pandémico y pospandémico, no es fácil avizorar.  

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Tras iniciarse la “Semana de la micro y la pequeña empresa”, la Sociedad Nacional de Industrias instó al Ejecutivo a realizar un trabajo conjunto entre el sector público y privado para continuar con una efectiva reactivación económica que cuide sobre todo a las micro y pequeñas empresas. Antonio Castillo, gerente de Estudios Económicos y Sociales de dicha institución, prevé un crecimiento, siempre y cuando haya mayor estabilidad que atraiga la inversión privada.

¿Cuál es el panorama actual de las mypes? ¿Cuántos millones se han perdido durante estos ya casi dos años de pandemia?

En los registros de Produce y del INEI, teníamos cerca de 3,200,000 empresas al 2019. Muchas de ellas estaban en la informalidad y también están las personas que trabajan en el autoempleo, es decir que tienen negocios de microeconomía, de subsistencia. Gran parte de estas empresas se encuentran en el sector comercio, servicios e industria, que han sido indudablemente los más golpeados. Posiblemente el sector servicios ha sido el más golpeado en el país, porque ahí están incorporados todas las actividades de contacto, como restaurantes o turismo. Se estima que 500 mil empresas son las que han desaparecido. Esa sería gran parte de la cuota de quiebra.

¿Qué hay sobre la informalidad?

Tenemos una gran informalidad, mucho más alta que otras economías. El Perú tiene una informalidad del 78%, Chile tiene 30%, y Colombia tiene 40%. Para el Perú, esta informalidad también es un colchón de soporte,  pues los 7 millones de personas de la PEA que volvieron nuevamente a trabajar son personas que estaban en el comercio, eran ambulantes. Los restaurantes se reactivaron, los servicios comenzaron a moverse y por eso el empleo informal es lo que ha crecido principalmente. Son empleos que están por debajo de las 35 horas y por debajo de los S/900. Esa es la realidad que hay que cambiar.

Muchas empresas pequeñas no sobreviven a los dos años. ¿Por qué las Mypes y las Pymes son tan débiles y no pueden desarrollarse en el mercado con éxito?

Porque todavía en el Perú no hemos creado un ecosistema, un ambiente que permita resolver su problema de mortandad. Por ejemplo, en Argentina tienen cerca de 300 mil startups que se han dedicado al desarrollo de los servicios de software. Son muchas microempresas, porque el gobierno les paga el 30% de los costos de contratación de la mano de obra. Lo que se nos viene es trabajar quirúrgicamente en qué es lo que necesitan las Pymes en determinado momento. Nosotros, por ejemplo, tenemos empresas de bordados, entonces nos hemos organizado en la Sociedad Nacional de Industrias para darle un local a mujeres tejedoras. Ellas han formado sus Pymes por una necesidad imperiosa de la tela de la empresa grande. Tenemos que ser mucho más claros en el modelo de desarrollo que hemos de tener.

La SNI también ha considerado el factoring como medida eficiente. ¿Cuál sería el impacto real de ella?

Estamos preocupados por hacer un factoring para la microempresa. Estamos estructurando, por ejemplo, financiamiento al exportador o a la persona que genera negocios en el mercado interno. Por ejemplo, en Arequipa estamos financiando una planta que hace crema de ajo y necesita contratar a muchos productores. Estamos capacitando a estas Pymes para que emitan su factura electrónica y a su vez estas sean la base para que la empresa madre, que es la fabricante de esta pasta de ajo, reciba el financiamiento para poder financiar a sus Pymes. Necesitamos financiar a mayor escala, y como las Pymes no son sujetos de crédito, están en pérdida, o su calificación en la Superintendencia es mala, no queda otra opción más que garantizar su factura.

¿Cuál es el panorama para las Mypes y Pymes en el 2022?

Este año el sector industrial está creciendo. Por ejemplo, a los que hacen muebles, les faltan máquinas. Igual a los que hacen bicicletas. Todo va a depender de que mantengamos un crecimiento de la demanda interna y que las inversiones también prosigan. Esas inversiones chiquititas son el 64% de toda la inversión total. Entonces las peluquerías, un pequeño restaurante, son inversiones pequeñas que para nosotros suman. Por eso pensamos que un ambiente de tranquilidad, certidumbre en las inversiones es muy importante actualmente,  fuera de una política de promoción. Estamos muy preocupados en el tema de la inversión para el próximo año para que se mantenga este crecimiento.

Respecto de la inversión y de rubros un poco más grandes, la Premier Mirta Vázquez anunció el cierre de cuatro minas en Ayacucho y luego se emitió un comunicado desestimando esta medida. ¿Cómo afecta este cambio de discurso al rubro minero?

La mayoría de empresarios está mirando lo que sucede en otros sectores, porque lo que le pasa a un sector, le puede pasar a otro. Hay mucha preocupación. Nosotros tenemos una estrategia para este tema y lo que tenemos que hacer es asegurar estabilidad jurídica. Estas señales son muy negativas y esperamos que el Gobierno recapacite, para que tengamos mucha más tranquilidad en los ambientes de inversión. Esperamos tener ese ambiente necesario para poder operar.

Sobre el establecimiento de la Mesa de proveedores a la minería. ¿Cuánto ayudará a brindar seguridad para la inversión?

Nosotros tenemos 7,200 proveedores en la minería. Son el 4% del PBI, que son US$10 mil millones en inversiones de proveedores a la minería. Vamos a tener una inversión de US$50 mil millones con los proyectos mineros que se vienen en los próximos 10 años. El 30% servirían para compras públicas internas. De ello vamos a crecer. Se va a perder una oportunidad de oro si es que comenzamos a desperdiciar esta señal. En el interior del país hay mucha preocupación.

¿Cuáles son las tareas más urgentes que tiene tanto el sector público como privado para impulsar la reactivación económica que ya empezó pero aún no se ve en su totalidad?

Tenemos un paquete de proyectos de ley que estamos entregando al Congreso. Esperamos que se trabaje en la Comisión de la Producción y la Comisión de Economía, pues son varias leyes de incentivos que hemos planteado en distintos sectores. Esperamos que, en lugar de tener una agenda de tanta discusión e interpelaciones, tengamos una agenda productiva en el Congreso, donde necesitamos varias decisiones para que la producción salga adelante. El Congreso sí está siendo abierto y esperamos que el Ejecutivo también. Si bien tenemos un buen diálogo con el Ejecutivo, esperamos que este año que venga, las señales cambien y tengamos una mejor predictibilidad del Perú.

¿Cuál sería el panorama económico hacia el 2022? ¿Podremos ver una recuperación y crecimiento?

La gran preocupación que tenemos es que si tenemos un 5% de crecimiento en la inversión, vamos a poder crecer aproximadamente un 4.8 o 5%. Si no logramos ese nivel, vamos a caer. Nosotros en el Instituto de Estudios Económicos calculamos un 5% de caída. ¿Qué hay que hacer? Reactivar la inversión privada. La inversión pública va a crecer pero es solamente el 20% del total. Necesitamos que la inversión privada se dinamice, que baje el dólar. Hay que estar muy atentos a la inflación de costos que se puede presentar el próximo año, porque están subiendo algunos productos y su materia prima, la logística, los embarque está complicándose por la inflación. Yo pienso que si el Perú logra mantener una correcta política económica, vamos a salir adelante.

En caso de que no se llegue a ese 5% de inversión, ¿Cuál sería la mejor forma de afrontar la caída?

Yo pienso que necesitamos un gabinete de ancha base. No necesitamos un gabinete con ministros censurados, que no conocen su entorno. Eso tiene que cambiar, ese es el punto más importante que tiene que tener el Estado ahora, y tenemos muchos peruanos que pueden hacer estos cambios.

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Antonio Castillo, MYPES, SNI, Sociedad Nacional de Industrias

No cabe descalificación alguna respecto de la movilización permanente de la derecha peruana y el creciente activismo que muestra en medios y calles (a excepción, claro está, de la agresiva intolerancia de algunos grupúsculos extremistas que han proliferado en estos tiempos).

Discrepo de la racionalidad actual de su causa, la de la vacancia presidencial. Me parece que no tiene asidero constitucional y que vulneraría el Estado de Derecho, pero, sobre todo, que sería contraproducente y podría ocasionar un rebrote radical izquierdista, por la victimización concomitante a una salida abrupta del poder de alguien que cosechó un respaldo inmenso en los sectores populares y andinos del país, y aún mantiene una alta aprobación en los mismos.

No me considero un fetichista antivacancia, pero, sin embargo, considero que, además de las razones jurídicas, debe haberlas políticas. Y el “momento destituyente” aún no ha llegado. Lo más probable es que acontezca a mediados del 2022, cuando sobrevengan y coincidan la crisis sanitaria (tercera ola), la crisis económica (con un crecimiento, en el mejor de los casos, del 2% del PBI habrá una sensación generalizada de pérdida de bienestar), la crisis política (por el desgaste inevitable de un régimen mediocre e incompetente) y la crisis social derivada de la frustración de las sobreexpectativas populares respecto de un gobernante que prometía un cambio que no va a llegar si no para mal. Allí puede ser otro el cantar.

En cualquier caso, la movilización derechista señalada es saludable para la democracia, en la medida que implica una fiscalización permanente y un aviso al gobierno de que no puede regodearse en la inutilidad ni ensoberbecerse estúpidamente por un triunfo que no le da patente de corso para perpetrar despropósitos como los que hemos visto, pródigos, en estos primeros cien días de ejercicio gubernativo.

Este gobierno debe ser manejado por la oposición con rienda corta, respirándole en la nuca. Y ya que el centro no sabe cómo jugar ese papel, por lo que se ve, por parte de Acción Popular y Alianza para el Progreso, el sector llamado a hacerlo es el de la derecha. Le haría bien al país, por ello, que su mitin de hoy sea multitudinario. Levantaría los ánimos fiscalizadores -imprescindibles con un régimen tan precario- y enviaría un mensaje de advertencia de que hay un sector del país que no está dispuesto a tolerar francachelas irresponsables desde las alturas del poder.

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Marchas, Pedro Castillo, Vacancia

Al igual que muchos peruanos que crearon pequeños negocios durante la pandemia, la actriz Laly Goyzueta y su esposo el actor Mariano Sabato decidieron lanzar al mercado unos muffins saludables que habían estado vendiendo entre amigos y asistentes a los gimnasios en los que daban clases.

A través de redes sociales, los “MufFit” empezaron a llegar a distintas partes de Lima y ahora también pueden encontrarse en algunas tiendas. En conversación con Sudaca, la actriz convertida en emprendedora confiesa que le costó un poco empezar a vender, pero esta aventura también le ha permitido conocer a muchos otros emprendedores.

“Para mí ha sido un reto aprender a vender, aparte de hacer todo. Estamos todos involucrados en esto. Estamos entusiasmados y tratando de aprender cada día, llevo cursos de marketing y formo parte de la Nación Emprendedora, que es un grupo de tuiteros unidos que creemos que juntos somos más fuertes y nos apoyamos”, comenta.

MufFit

Una receta saludable

Al inicio, Laly recuerda que su esposo trajo una receta de muffins que fueron adaptando para que sea más saludable. El primero que hicieron fue de manzana con arándanos y después llegó el “chocobanana”. Asegura que lo que más les costó fue encontrar el balance de dulce de procedencia natural, ya que no le colocaron ningún tipo de azúcar ni edulcorantes, haciendo que el producto esté libre de octógonos.

“La avena es uno de los cereales más importantes, que aporta más a la salud, frutas, leche y huevo, que dan proteínas, tiene harta fibra. Es un producto pensado y concebido para alimentar, para nutrir”, explica.

Una vez que llegaron a la fórmula que querían, vieron que el producto tenía potencial y tramitaron el registro sanitario y su registro ante Indecopi. Con la pandemia y el cierre de los gimnasios, que había sido su principal punto de venta, empezaron a ofrecerlo por Whatsapp y Twitter. Decidieron crear páginas de Facebook e Instagram y toda la familia se avocó a realizar las entregas. Actualmente, han crecido en producción y trabajan con una empresa de delivery.

“Aportar con un producto diferente que hemos creado nosotros -porque de la receta con la que empezamos no quedó nada- y tratar que las familias peruanas se alimenten mejor, comiendo algo rico, pero que sabes que te hace bien sin azúcares añadidos, es importante. Es dar algo bueno y también sentirme orgullosa de lo que estoy haciendo”, señaló.

 

MufFit

Crecimiento y planes de expansión

Desde que empezaron a recibir los pedidos en redes sociales, se dieron cuenta que el producto funciona bien para personas que hacen deporte, jóvenes que viven solos y familias porque resulta una alternativa saludable a los dulces.

“El de chocobanana, que es el que más me gusta, lo hacemos con cacao al 100%. Son ingredientes que aportan. No les ponemos ningún tipo de azúcar y ni siquiera stevia porque el sabor no nos gustaba. Por eso nos costó trabajo hacerlo porque había que equilibrar cuánto de fruta ponerle para que sea dulcecito. No es un postre tampoco, es un snack para ese momento de hambre”, precisa. Aunque dice que a varios clientes les gusta combinarlo con distintos aperitivos como frutas.

Por ahora, además del delivery, sus productos pueden encontrarse en las tiendas Thika Thani de Miraflores y San Borja, y en Kaypi de La Molina. Sin embargo, a futuro le gustaría contar con más puntos de venta.

“Cuando empezamos el proyecto con Mariano -y estoy segura que lo voy a lograr- le dije que mi sueño es tener los MufFit en los grifos. Antes de la pandemia salíamos a la calle y si se nos hacía tarde, parábamos en el grifo para comer algo. Al entrar encontrábamos puras galletas, chucherías y no encuentras nada que pase tu hambre. Mi sueño es llegar a los grifos y encontrar algo saludable que esté al alcance de tu mano. Tratamos de ofrecerlo también a un precio no tan alto para que no sea un lujo”, refiere.

Confía en que, a pesar de la situación de constantes crisis políticas que también afectan a los emprendedores, la situación económica les permita seguir creciendo como tienen pensado.

“El camino del emprendedor es bien intenso. De muchas alegrías y esfuerzo. Esperamos poco a poco salir adelante y que se reactive la economía. Es una cadena; si tienes trabajo con ese dinero puedes comprar y hacer que otras familias tengan trabajo. Ahorita somos nosotros, pero más adelante sí nos gustaría dar trabajo a otras personas, ir creciendo”, indica.

Dato:

Puedes contactar a “MufFit”  a través de su cuenta de Facebook e Instagram.

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Emprendedora, Laly Goyzueta, MufFit
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