Durante la pandemia y en el presente año, se han lanzado varios emprendimientos, pero no todos llegan a registrar el nombre o la imagen que distingue a sus iniciativas empresariales de todas las demás que existen en el mercado, lo que recibe el nombre de marca.

Una marca, de acuerdo al Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi), es un signo distintivo que sirve para diferenciar productos y servicios, puede ser una palabra, una combinación de palabras, figuras, símbolos, letras, envolturas, o la combinación de estos elementos.

Entre enero y setiembre de este año, según datos de Indecopi, los emprendedores peruanos solicitaron registrar 31,475 marcas, un 19.3% más de los pedidos ingresados en el mismo periodo de 2020. Sin embargo, los registros entregados por la institución ascienden a 28,133, lo que supera al total de marcas entregadas en todo el 2020.

Entre los giros con más marcas registradas durante la pandemia figuran los productos alimenticios (5693 marcas registradas), seguido por los productos farmacéuticos (4946 marcas registradas), la publicidad y gestión de negocios comerciales (3843 marcas registradas) y, en cuarto lugar, las prendas de vestir (3386 marcas registradas).

Beneficios y pasos para el registro

El registro de una marca permite su uso exclusivo a nivel nacional por un periodo de 10 años (renovable) y la posibilidad de venderla, licenciarla o franquiciarla a un tercero percibiendo un beneficio económico por este proceso. También sirve como garantía para acceder a un crédito y si alguien la utiliza sin su autorización, puede denunciarlo. Para registrar una marca, Indecopi recomienda seguir estos cuatro pasos:

1. Crear la marca. Palabras que sean fáciles de recordar y pronunciar, y que perduren en el tiempo. No copie marcas existentes en el mercado. Revise la guía “Aprende a Registrar tu Marca” en este enlace: https://bit.ly/3q5YTT4.

2. Defina y clasifique sus productos o servicios. Las marcas se registran en determinadas clases, según los productos o servicios que se distinguen con ella. En el buscador “Peruanizado” se puede definir esta clasificación, en este enlace: https://bit.ly/3BHmw6K

3. Consulte si la marca puede ser registrada. Reciba asesoría gratuita por parte del Indecopi para verificar que el registro de su marca es viable, es decir, que no sea similar o idéntica a otra ya registrada o solicitada con anterioridad. Para ello, llene el formulario de “Análisis de Viabilidad”, en este enlace: https://bit.ly/3c7vnUU.

4. Presente su solicitud. Después de recibir la respuesta positiva sobre la viabilidad, solicite el registro a través de este enlace: https://bit.ly/3naQ08W. Previamente debes pagar la tasa correspondiente (S/ 534.99 por una clase y S/533.30 por cada clase adicional). Puede hacerlo con el aplicativo del Banco de la Nación, en este enlace: https://www.pagalo.pe/

Un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental, del Ministerio de Salud (Minsa) informó que el 52.2% de la población de Lima Metropolitana sufre estrés moderado a severo. Tanto la pandemia, como la crisis económica provocada por ella, han empujado a los peruanos a un estado mental poco saludable.

Por ello es tan importante empezar a desarrollar hábitos saludables, así como buscar actividades que generen endorfinas. Una muy sencilla es la risa, que ayuda a nuestro cerebro a segregar dopamina y serotonina, las cuales nos hacen sentir bien. A ello se debe que la comedia, ya sea en una película, obra teatral, e incluso videos de Internet nos genera sensación de bienestar.

El psicólogo Juan Armando Corbin explica algunos de los beneficios que el reír nos brinda:

Nos relaja: El humor no es solo un recurso para atrapar la atención de los demás, sino que también es clave para relajarnos al hablar con otras personas, porque funciona como un escudo protector frente a los nervios. “Si te ríes de ti mismo, estarás más relajado que si estás continuamente pensando en la valoración que los otros hacen de ti”, explica Corbin.

Ayuda a afrontar el estrés: Tomarse la vida con humor ayuda a adaptarse mejor a los ambientes hostiles. Aunque en tiempos complejos, como los que vivimos a raíz de la pandemia, puede resultar complicado reír, hay problemas del día a día que podemos sobrellevar si cambiamos nuestra forma de pensar. “Practicar el sentido del humor a diario puede ayudar a encontrar el equilibrio emocional que muchas veces deseamos”, sugiere el psicólogo.

Mejora la salud cardiaca: El humor activa a un mecanismo cerebral que recibe el nombre de “central de detección de errores”. Esta zona del cerebro procesa el lenguaje, y cuando algo no tiene sentido, sincroniza lo lógico y lo ilógico de la narración. Cuando el error se detecta, el cerebro libera dopamina, que se asocia a la repetición de conductas placenteras.

Es saludable para el cerebro: La salud del cerebro también se ve beneficiada por el sentido del humor. Según una investigación de la Universidad de Londres, las bromas activan la parte del cerebro que es importante para el aprendizaje y la comprensión. Simplemente escuchando nuevas bromas estamos trabajando estas regiones del cerebro y eso puede mejorar su salud y mantenerlo activo.

UNO

“Sus colegas se apiadarán de él, y no serán tan críticos con el seleccionado”, pensó Joao Havelange, entonces Presidente de la CBF, que lo contrató a inicios de 1969. Era un tipo con personalidad. Periodista prolífico, fue corresponsal de la 2da Guerra Mundial, lector ávido y miembro del Partido Comunista. Era ácido crítico de la selección brasileña en aquellos años. Su máximo y único antecedente como DT: había creado el Botafogo más brillante, el del 57 (Didi, Garrincha, Paulo Valentim, Zagalo, Nilton Santos, Quarentinha, etc.) Que ganó ese año, el Campeonato Carioca.

La derrota del Mundial de Inglaterra había calado hondo. Del 66 al 68 Brasil había cambiado más de 4 técnicos y no daba pie en bola. Recordemos que Brasil que vivía una dictadura militar en ese momento. Como es lógico a los militares les preocupaba la selección, necesitaban del Opio del Pueblo. La Dictadura lo necesitaba para legitimarse. Ergo, brindaron todos los medios y recursos al Presidente de la CBF. Lo único que hacía falta era el entrenador adecuado.

Entonces, Havelange lo contrató. Cuestión de supervivencia

Pele había renunciado a la selección y Saldanha lo convenció de volver.

DOS

Recuperó la identidad del futbol brasileño y le añadió la preparación física. Trajo los métodos de los NASA (que estaba en boga en aquellos tiempos) y los aplicó en el Scratch.

“Todos los entrenadores me veían como reserva de Pele” y Saldanha me dijo: “Se acabó, Usted es el primer nombre del equipo; por delante de Pele”, contó una vez Tostao. Aun con la lesión de su retina, esperó pacientemente la recuperación del nuevo ídolo. También Saldanha exigía a Pele despliegue defensivo. Y no le aseguraba la titularidad. Esto molestaba al Rey. Para el intelectual/técnico el Scratch era: Tostao y 10 más.

En las eliminatorias del 69 Brasil arrasó: goleó y gustó. A JS no le temblaba el pulso para elegir los mejores, su team se basaba en jugadores del Botafogo, Santos y Cruzeiro. En vez de Rivelinho, prefería a Edu, el puntero izquierdo del Santos. Piazza era volante de contención (su puesto verdadero en el Cruzeiro) mientras que Clodoaldo era su suplente. Y atrás, optaba por la defensa titular del Santos: Carlos Alberto, Djalma Dias, Joel y Rildo. Gerson y Jairzinho completaban el team. Esto, no era del agrado de la dictadura, que pretendía una selección más diversificada.

 

TRES

“Convoque 23 fieras. Tuvieron que ser 23. Y son fieras porque la fiera más brava es el hombre. Que es una fiera consciente. Nuestro equipo nunca provocó, ni va a provocar. Mas, toda vez que seamos provocados, va a reaccionar de la misma manera. A todas las insolencias, a todos los insultos y todas las provocaciones en cualquier terreno, en cualquier lugar.”

Dichas palabras fueron en alusión al futbol desplegado por los europeos en el Mundial inglés. Luego sendos amistosos, ante Perú (hubo batalla campal) e Inglaterra, reafirmaron sus dichos.

Los militares comenzaron a elucubrar que era un elemento incómodo para el régimen. Su carisma era evidente y el pueblo lo adoraba. Medici no iba a soportar, que, de la mano de un comunista, Brasil conquiste la preciada Jules Rimet. Sería el triunfo de la oposición al régimen fascista.

CUATRO

«Yo no le digo a usted a quién tiene que nombrar en sus ministerios, y usted no tiene que decirme a quién debo nombrar en mi equipo».

Le contestó al dictador, que había pedido por su jugador favorito Dadá Maravilla (goleador del Atlético Mineiro). Se dice que Coutinho, su preparador físico (era militar), cumplía el doble papel: de espía ruin para los milicos. Asimismo, la prensa adicta al régimen, destrozaba a Joao. Luego de un partido amistoso contra un Combinado Mineiro, el Dt Yustrich, técnico del Flamengo, lo insultó ante la prensa. “Joao Sem Medo” fue con su Colt 32 a buscarlo, en las instalaciones del Mengo, para exigir explicaciones. Antaño, había disparado al dueño de una farmacia por abusar de su empleada, o al portero Manga, del Botafogo, sospechado de venderse.

Pero la frutilla del postre fue la denuncia de las torturas y abusos del régimen militar ante los corresponsales extranjeros. Eso no.

Luego de una derrota ante Argentina en marzo del 70, lo destituyeron. Brito, el zaguero titular, hizo lo posible, junto con sus otros compañeros, para evitar su salida. Pero no se pudo. Pele, el mejor jugador del mundo, brilló por su ausencia.

El negro siempre estuvo ligado al poder por conveniencia. En esos años, su situación económica no era de las mejores. Incluso agradeció a Medici, cuando este le pidió que lo representara en la inauguración de la Plaza Brasil, en Guadalajara. Mientras, a Tostao le prohibieron que hable nuevamente de política.

Hubo una reunión de los caciques del grupo: Carlos Alberto, Gerson, Pele, Jarzinho y otro más. Decidieron como iban a formar y jugar. Se lo plantearon a Zagallo y éste lo aceptó. Diversificó el team: Incluyó a Rivelinho (gran acierto), Everaldo (Gremio), Brito (Flamengo) y llamó a Dadá Maravilla. Eso sí, no jugó ni un minuto.

Lo demás es historia harto conocida.

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1970, Brasil, Fútbol

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 268:  Como si no fuese suficiente, Castillo quiere bajarse la reforma universitaria. ¿Cómo hacemos para impedirlo?

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Lima – Perú

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20 mil dólares, Bruno Pacheco, Palacio de Gobierno, reforma universitaria

Tal como el capitalismo occidental en el que florece, el sistema mundial de ciencia y tecnología es degenerativo para los países subdesarrollados. Es decir, a medida que pasa el tiempo, las economías desarrolladas avanzan en inventos muy sofisticados – veloz y acumulativamente – y nosotros seguimos prácticamente estancados, dando pasos de pigmeo o retrocediendo. Esto es consecuencia de la tendencia natural a la concentración que tiene el mercado capitalista, y de la histórica división mundial del trabajo, donde los que deciden nos han sujetado – por las buenas o las malas – a labores primario-exportadoras y de bajo valor agregado, desde hace 500 años. Mientras tanto, ellos acumulan, hacen infraestructura moderna e innovan tecnología. La escala de esta brecha – cinco siglos de degeneratividad -, nos saca de carrera en automático, y nos imposibilita de acceder al progreso tecno-científico globalmente competitivo, pues esto demanda un enorme esfuerzo financiero y gubernamental –  de largo plazo – del que no somos capaces (¿alguien lo duda a estas alturas?). Es verdad que a veces avanzamos, inercial y nocivamente durante las bonanzas falaces, o con músculo en medio de algunos esfuerzos desarrollistas, pero los progresos son casi nada en relación a los niveles de mejora de quienes nos subordinan económicamente.

En este orden estamos condenados a vivir en el rezago tecnológico con precariedad mayoritaria, y es ilógico pretender lo contrario desde nuestra capacidad económica y productiva. Nada como el mercado de la tecnología para saber que el disparate aquel de que la riqueza se crea, y está al alcance de todos, es otro de los lugares comunes propagandísticos y chapuceros del liberalismo, que prenden rápidamente en nuestras cabezas esnobistas y todavía colonizadas. En los rankings internacionales de producción tecnológica siempre están arriba los mismos: Estados Unidos, Alemania, los países nórdicos y, en las últimas décadas, Asia, con autoritarismo, mano de obra barata y sustitución de importaciones. Casi todo lo que consumimos, y nos resulta indispensable, lo producen ellos (tecnología informática, medicinas, maquinaria productiva, telecomunicaciones), sin contar que acá llegan sus productos de segundo nivel. Nosotros no sólo no producimos ni exportamos, sino que importamos poca y mediana innovación. Sino miren las polémicas vacunas: las menos malas se quedaron allá. No producir los bienes y la maquinaria que necesitamos hace que seamos presa fácil de la dictadura internacional del tipo de cambio y sus especuladores, y que nuestra producción pague muy elevados costos por importación de tecnología. Nos hunde cada vez más la degeneratividad productiva.

Las cifras hablan, pero hay que saber preguntar. El oficialismo económico mundial observa tendenciosamente, siempre, porque eso es parte del velo. Qué hacemos, por ejemplo, comparándonos con las economías desarrolladas en cuanto a porcentajes del PBI dedicados desarrollo tecnológico. Es seguir en la trampa de querer emular otras escalas y realidades productivas. Veamos las cifras en absoluto, los montos donde está la realidad radicalmente asimétrica. Según Cepal, en el 2012 Estados Unidos invirtió (entre Estado y privados) un aproximado 400,000 millones de dólares en ciencia y tecnología. El PBI peruano de ese año fue 192,000 millones de dólares. El presupuesto peruano (porque de eso dependemos inicialmente) fue de alrededor de 30,000 millones de dólares. Las distancias, en un año, están a la vista. Calcula brecha de siglos. De acuerdo al ex-presidente Sagasti, hacia 1910 la academia norteamericana había titulado a 2,500 doctores. En 1908, según Marcos Cueto, el Perú tenía 167 médicos, cerca de 100 ingenieros y alrededor de 30 personas con título de especialidad científica del extranjero (o profesionales que profundizaban en algunas de las líneas experimentales de su carrera). Son sólo ejemplos de esta realidad general: en cualquiera de los elementos de un ecosistema científico-tecnológico que pretendamos compararnos (facultades, centros de investigación, gasto privado, patentes, instituciones públicas, publicaciones científicas, y otros) veremos crecientes, históricas e insuperables brechas. Estamos cada vez más lejos del desarrollo y accedemos a las migajas del modelo global, que siempre son escenarios de precariedad mayoritaria y de subdesarrollo. 

No hacemos ni exportamos inventos en el Perú porque aquí no casi no existe la ciencia aplicada. No hay espacios institucionales dedicados a buscar nuevas soluciones tecnológicas a partir de premisas científicas, salvo algunas entidades públicas de poco volumen. Lo que tenemos es una reducida cantidad de investigación universitaria, que generalmente es observación de casos que busca validar, ampliar o retar a la teoría científica aceptada. Los países fabricantes de alta tecnología, cuyas economías inventan constantemente, lo hacen desde la neurociencia, la física cuántica, la genética, la informática y sus cruces. En nuestro subdesarrollo, todas son especializaciones académicas que apenas existen, sin capacidad de incidencia alguna. 

No todos los sentidos comunes que opinan sobre ciencia y tecnología en el Perú tienen la misma parada frente a la degeneratividad que padecemos. Pero, ciertamente, la gran mayoría es bastante conservadora y despistada. El progresismo que necesitamos apenas empieza a levantar la voz, según lo visto por el suscrito. Para la mayor parte de opinantes con registro e influencia en redes – de consumo relativamente comparable al de las clases medias acomodadas del primer mundo – estamos donde estamos por nuestras pobres capacidades y desempeños, la ciencia y su deriva tecnológica son neutrales, y los perdedores del sistema mundial podrían ser ganadores si estuvieran a la altura y se gobernaran como corresponde. No ven, desde sus entornos, que hay una asimetría radical entre ellos y la gran mayoría del país, y que competimos en el mercado mundial con la capacidad productiva de toda la nación, no con la de algunos distritos capitalinos. Todos ellos son víctimas del mito de la ciencia emisora de verdad definitiva y respuesta superior en cualquier contexto, lo que le da derecho a la opacidad y a la imposición de soluciones. Las vacunas son un caso elocuente. Más allá de su dudosa calidad y de la descarada voluntad de imponerlas sin explicación, es obvio que la mayoría las defiende – y agrede en su nombre – sin conocerlas. Lo dice la ciencia, suele ser el argumento final, cuando ésta se equivoca, tiene intereses millonarios y miente como cualquier colectivo humano. A este público le parece conspiranoico pensar que hay arreglos internacionales entre poderosos para hacer que las cosas sigan como están sin evidenciar voluntad interesada, o ver peligro en que las trasnacionales vinculadas a la creación científica tengan más poder que la mayoría de estados del mundo, y que con eso puedan bloquear a todo nuevo país que intenta competir en el mercado millonario de las tecnologías de punta, o escapar de él.

Luego está el grupo de los científicos y especialistas peruanos en asuntos de tecnología y ciencia. Muchos de ellos piensan exactamente igual a la mayoría de nuestras élites opinantes, en cuanto a su concepción de ciencia y en cuanto a su desinformación sobre el hecho tangible de que hay un norte productivamente sofisticado y de permanente mejora, y un sur tecnológicamente degenerativo. Llama la atención que, a pesar de estar familiarizados con una metodología hecha  para enfrentar la duda trascendental y permanente, terminen creyendo que dicho protocolo no tiene premisas contextuales, que es tan universal como sus resultados, y que si arroja resultados imperfectos, éstos se van superando en camino ascendente por obra del método. La ciencia, y toda institución canónica que se impone desde una centralidad y con mitos de pretensión absoluta, comete atrocidades en nombre de sus principios y del orden que les da primacía. Son también así el Estado, los grandes grupos políticos y la religión. La verdad de la institución científica es diferente a la de estos núcleos, pasa por diferentes exigencias, pero es igual de subjetiva, potencialmente política y débil frente al perfil de perfección del que vive. Y hoy más que nunca – con las redes sociales y su transparencia – dejan ver sus interiores. No digo nada nuevo: hace décadas que hay epistemólogos comentando estas verdades, que todavía tienen poca tribuna entre nuestra opinión pública más activa.

También hay un grupo reformista entre quienes tratan estos temas. Tienen algunas miradas interesantes hoy consensuales, pero niegan la carga política del tema. Uno de ellos es el congresista Edward Málaga, otro es el ex-presidente Francisco Sagasti. El primero dijo incluso que la ciencia podría desideologizar la acción política, porque trabaja con evidencias. Hoy no estamos seguros de si hay universo o multiversos cuánticos alrededor nuestro, y el congresista asegura que nuestros sentidos dicen verdad final, pues pueden encontrar evidencias indiscutibles en la realidad, y en la social. El segundo no llega tan lejos, pero sostiene que izquierdas y derechas son esquemas mentales, y que debemos enfocarnos en los grandes asuntos nacionales por medio de buenos gobiernos. Como si tomar adecuadas decisiones de Estado fuera una ecuación que arroja números, un modelo ingenieril, y no una elección entre poderes asimétricos y asumir las consecuencias. Argumentó, cuando era presidente, que algunos temas de su despacho (sobre todo los más polémicos y pro-empresariales) no tenían su respuesta rápida – por semanas – porque pasaban por el equipo de ministros y un protocolo que aseguraba el carácter técnico de la postura final. Como si se necesitara análisis técnico decidir, por ejemplo, si el gobierno eleva una denuncia constitucional para defender a las AFP que nos estafan. Se viene una tragedia financiera, dijeron, ya llega la demanda amenazaron. Cuando el congreso asestó el golpe y obligó a las AFP a aceptar los retiros, parece que las “razones técnicas” indicaron que ya no era necesario seguir metiendo miedo al país. No hubo más mención del asunto ni amago de ir al Tribunal Constitucional. La jerga tecnocrática había sido usada políticamente, para decirlo con eufemismo.

Durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado – el que más ha hecho en este terreno – el ex-presidente fue una de las cabezas del proyecto de desarrollo tecnológico, y por entonces escribía de las relaciones norte-sur en el asimétrico mercado tecnológico, y hablaba de un desarrollo autónomo y endógeno para el tercer mundo, denunciaba la concentración de la oferta y la innovación tecnológica, y el uso subdesarrollante – en contra nuestra – que se da a este inmenso poder. Seguramente Francisco Sagasti tiene copiosos y pesados argumentos para explicar su cambio de perspectiva, y para deducir que no estamos impedidos de desarrollar tecnologías con este esquema internacional y bajo este modelo económico subordinante, pero no entiendo cómo ni desde cuándo la discusión y dinámica sobre los grandes temas nacionales – entre otros la producción y la tecnología – se volvió apolítica y exenta de intereses dominantes. No puede ser apolítica aquella realidad donde lo que es privilegio excluyente de algunas sociedades (la tecnología de punta) explica lo central del desarrollo de los pueblos. Al final no puede ser apolítico nada donde haya subjetividad, porque ahí se debe decidir por mayorías o por imposición de poder. Sí, por supuesto que todo es subjetivo y potencialmente político, sobre todo lo económico, donde hay un norte reducido y un sur interminable, y por tanto izquierdas y derechas, entendiblemente irreconciliables en el polarizante subdesarrollo. 

También es justo decir que este grupo es una de las fuerzas responsables de que nuestra actual normativa sobre desarrollo tecnológico – el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2006-2021 y la reciente Ley 31250 que regula y cohesiona el sistema en mención – contemple elementos progresistas, como cierta sensibilidad frente al potencial de las tecnologías pre-hispánicas para nuestro desarrollo, y sobre todo conciencia frente al hecho de que nuestro enfoque de innovación tecnológica debe partir de la realidad de nuestro territorio y sus necesidades, de nuestra escala productiva. Pero casi nada se ha avanzado en 20 años – más bien retrocedemos desde 1975 -, porque pese a lo que dice la norma, se sigue mirando el patrón de desarrollo occidental como norte, sin considerar la imposibilidad de alcanzarlo. La norma y la literatura especializada definen las elocuciones, pero al momento de las decisiones estratégicas y los arreglos institucionales, puede más la sujeción mental a los formatos y la creencias de procedencia europea, porque no se conoce de cerca a la mayor parte de nuestra realidad productiva, que es micro-empresarial, precaria y de subsistencia. También, en cuanto a sus resultados, los reformistas suelen ser víctimas del carácter apolítico del se enorgullecen, que es letal para reformar en sociedades convulsivas por alta demanda social. El punto es que siempre, entre sus propuestas concretas, se cuela el sueño del imposible aspiracional: el hallazgo sofisticado para el salto a la gran escala mundial; pretender aplicar conocimiento proveniente de especializaciones que casi no tenemos; promover más publicaciones académicas bajo estándares internacionales excluyentes, reduccionistas, disfuncionales para nuestros fines, y promotores de miradas conservadoras que no necesitamos; elevar el gasto según porcentajes y proporciones de otras realidades; crear la gran institución responsable que cuente  con la protección política necesaria y sea escuchada por el ejecutivo central (bajo orden del presidente). No sorprende esta última caricatura, piensan que la ciencia (la occidental que conocen) ofrece herramientas y contenidos para llegar a la verdad universal y así eliminar el motivo de conflicto en la acción política.

Y hay un tercer grupo multidisciplinario y joven, mucho más progresista, que asoma en las redes y que empieza a aproximarse a la inevitable politización que el tema demanda. En ese núcleo reflexivo-hacedor se empieza a sugerir que las ciencias naturales no tienen el monopolio de la verdad ni superioridad alguna sobre ningún otro saber, que las tecnologías no tienen por qué ser tema, actividad o decisión de ninguna élite política – pues son asuntos de sentido común perfectamente divulgables -, y que en nuestros planes de desarrollo tecnológico deben ser protagonistas las industrias tradicionales donde podemos competir (textilería, alimentación, bebidas, cuero, papel, lo que tenemos desde hace un siglo). Este germen regenerativo debe crecer y consolidarse en el camino elegido, lo que implica tener racionalidad política y postura económica explícita, porque construir demanda – y más en el subdesarrollo – disputar poderes y sentidos comunes hegemónicos. No hay cambio sin lograr el retiro del velo. Todo el mundo debe saber que pretender lo que no podemos nos degenera productivamente, y que hay poderes buscando que sigamos empeorando. También que el cambio traerá inevitables sacrificios de consumo, porque el desarrollo de nuestra oferta tecnológica e industrial demanda obligarnos a comprar lo que producimos aquí, en desmedro de lo importado. Lo han hecho así todas las potencias del mundo, aunque repitan y repitan el cuento del liberalismo para que caigamos en su mejor escenario: ellos se protegen y se fomentan millonariamente y, nosotros abrimos nuestro mercado a sus productos y maquinarias, y quebramos a nuestros productores. Los interesados en ver cómo nos mienten sin el menor rubor histórico pueden googlear a Ha-Joon Chang. No hay camino sin un gobierno nacionalista y promotor, muy pro-activo en ello. Antes y durante la primera revolución industrial, que fue inglesa, Reino Unido tenía los aranceles a la importación más altos del mundo. También prohibió la entrada de bienes que su mercado podía fabricar, para impulsar al productor local. Estados Unidos hizo lo mismo, en la segunda revolución industrial que encabezó. Para el resto del mundo, incluidos nosotros, recomendaron liberalismo y extorsionaron por ello, conscientes del extranjerismo colonial de nuestra opinión pública. Heraclio Bonilla y Pablo Macera lo han descrito, sus textos están en las redes sociales. No hay que tomar en serio a los políticos liberales con acceso medios, las sandeces económicos que les hacen hablar sus ventrílocuos son sólo propaganda para clases medias distraídas en su consumo. Y tampoco hay que creer que existe un camino republicano-regulador para el subdesarrollo capitalista, donde no hay riqueza limpia de origen. El millonario que se siente superior jamás va a aceptar límites en lo que considera su chacra, no hay que ser ingenuos como veedores ciudadanos.

También debemos introducir en el imaginario de la gente la enorme ventaja competitiva que puede significar aprovechar nuestro legado pre-hispánico. Hay, en el suelo rural peruano, un enorme tramado tecnológico agrícola, alimentario y de salud, a la espera de ser recuperado y puesto en práctica. No como complemento de la “tecnología moderna”, como dice la Ley 31250 recién aprobada, sino como fuente protagónica de nuestro contexto, cuyo contenido civilizatorio es accesible y muy útil para la mayoritaria agricultura familiar y de comunidades que hay en el Perú. Las recetas tecnológicas de nuestros ancestros podrían ser de gran utilidad para masificar el derecho a la salud y a la alimentación de alta calidad, lo que no hemos podido hacer en 200 años. También para conservar entornos naturales únicos en el mundo, y detener el deterioro del territorio peruano, refugio nuestro y codiciado entorno planetario dentro de pocas décadas. Nuestros camayoc, o innovadores andinos vivos, están llenos de soluciones ingenieriles funcionales a la sostenibilidad productiva. Siempre se está buscando hacer globalmente competitivos a los campesinos, pensando en que logren grandes volúmenes de exportación. La opinión pública debe saber que casi ninguno cuenta con dichas capacidades productivas, y que ese tipo de agricultura – de monocultivo – deteriora la riqueza naturalmente diversa de la sierra. Es en su universo cultural, con su epistemología, su escala y sus fines, que se les debe repotenciar, recuperando su tejido socio-económico para que, desde ahí, encuentren sus fusiones y caminos competitivos. 

De otro lado, la cosmovisión pre-hispánica tiene una perspectiva de ciencia y tecnología que podría servirnos de paradigma referencial; es tan increíble como triste que no se enseñe en las escuelas. Se trata de una mirada distinta del asunto tecnológico, propia de geografías adversas con temporadas de escasez, donde el razonamiento inventivo es parte de la vida cotidiana y el acervo de soluciones es de libre acceso, pues nadie quiere romper con cierta paridad de riqueza o hacerse glorioso con el aporte disruptivo, porque lo cooperativo es el patrón lógico frente a la inmensidad inescapable de la naturaleza. Esta concepción nos viene muy bien, porque aún con el mayor de sus esfuerzos, el Estado no puede sacarnos adelante solo, y debemos sumar entre todos. Cada civilización tiene su ciencia, no demos desperdiciar la nuestra, ni desaprovechar nuestra aporte civilizatorio al mundo entero. La ciencia de ellos piensa para ellos, obviamente, y es insensible a las desgracias que nos generan y a nuestras particularidades productivas. La nuestra – si la recuperáramos – es capaz de mirar como un sistema de innovación válido al entramado tecnológico micro-productivo que practica el 95% de nuestra estructura empresarial, donde está el emporio Gamarra, el parque industrial de Villa El Salvador, o la aglomeración El Porvenir de Trujillo. Desde ese barro hay construir. Nuestra filosofía de la ciencia originaria es mucho más útil frente un contexto donde no hay laboratorios ni universidades, sino maquinaria importada de segunda mano y ajustes artesanales permanentes. Nuestra cosmovisión pre-hispánica sostiene que ha habido ciencia desde que el hombre inventó su primer instrumento de piedra a partir premisas relativas a la realidad física, y divulgó la explicación ingenieril de su hallazgo entre los suyos. Nada de halos para ningún terrícola, todos somos humanamente iguales. A diferencia de la lógica privada, gratuitamente competitiva y ultra-autoral de la ciencia-tecnología occidental, nuestra narrativa constituyente más tradicional no empuja al mundo hacia una división entre pocos ricos hi-tec y ultra-especializados y muchos pobres precarios, porque no aspira a otra cosa que no sea la calidad de vida generalizada y la sostenibilidad del entorno, respetando diferencias culturales y, sobre todo, considerando escalas propias y ecologías. 

Sólo desde la desubicación histórica y geopolítica – que promueve la concepción científico-tecnológico occidental – se puede entender que el sector textil – potencia regional y competidor mundial alguna vez – no esté seleccionado como ámbito prioritario en el plan nacional de tecnología e innovación vigente. Más cuando tenemos un algodón de calidad mundial en la costa norte. No me hablen de CITEs raquíticas, sin oferta de financiamiento ni capacidad de afectar a más 1% superior del universo micro-empresarial. Por favor dejemos la jerga y la escala cosmopolita por un rato, y pensemos sin complejos desde nuestra austeridad: ¿qué gobierno cooperativiza Gamarra por medio de un esquema de propiedad mixta temporal, invierte en su productividad y su capital fijo, la hace mínimamente competitiva y reproduce el modelo a nivel nacional, para que nuestra textilería produzca en cantidad y calidad de protagonista mundial? ¿Qué gestión eslabona a nuestros micro-empresarios con los productores del muy buen algodón que tenemos, con precios preferenciales para que podamos penetrar el mundo con bienes baratos y de calidad? ¿Qué gobierno plantea fomento para empezar a producir nuestras propias maquinarias e impulsa los programas de capacitación técnica necesarios? ¿Qué política económica eleva al límite los aranceles para la importación de productos textiles, para que consumamos lo nuestro (quién lo hará si no)? Miles y hasta millones de empleos podría haber tras este esfuerzo, y para todos, porque la industria textil es de tecnología simple, y por lo tanto cualquiera puede aprenderla con algo de capacitación básica o experiencia. Y casualmente esto es lo que desanima a los gobiernos conservadores que hemos tenido, pues a sus “empresarios consultivos” no les resulta atractivo apostar por un mercado que, ciertamente, no es de los más importantes en términos de acumulación millonaria – como lo fue en el siglo XIX -, pero puede dar mucho empleo de mínima calidad a un país que tiene cerca del 75% de informalidad laboral. Pero resulta que así lo hizo no sólo Reino Unido en su periodo más imperial, sino todas las potencias textileras que han tomado el liderazgo mundial del sector, incluido el gigante chino que hoy lo encabeza. Obviamente, todos estos países valoraron la cantidad de empleo en juego cuando decidieron apoyar a esta industria hoy tradicional. Nadie dice que sea sencillo, pero éste es el único tipo de camino industrialista y micro-productivo que nos puede resultar factible, pues no necesita de laboratorios ni de grandes sistemas institucionales para andar, sino sólo de un ejecutivo que tenga claridad en relación al sistema científico tecnológico mundial y local, que cuente con mayorías congresales, y sepa legitimar el camino explicando sus necesidades y grandes objetivos sociales.

Esto, para terminar, debería ser paralelo al esfuerzo de crear una cultura científica nacional donde se fusionen las dos fuentes que explican nuestro código social, desterrando lo nocivo y retardatario del conservadurismo científico occidental. Lo básico es que el proyecto educativo escolar recupere y haga permanente la curiosidad libre y proactiva del inventor cotidiano, lo que se dice fácil. Y que nuestras universidades tengan claro que si nuestros científicos no son epistemólogos no nos sirven de mucho en el subdesarrollo. Eso sí que se puede hacer relativamente rápido. Además necesitamos que el MINCUL se convenza de que las tecnologías y sus explicaciones son también cultura a divulgar, y que debe asegurarse su oferta, porque es muy valiosa en términos de desarrollo. Es un largo aliento, como todas las cosas valiosas que necesitamos construir, pero la parte micro-productiva del proyecto está al alcance, y debería ser su primer ariete.

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El año pasado, durante los momentos más críticos de la pandemia, en el Colegio Médico de Lima Metropolitana se desató una serie de irregularidades financieras y administrativas. Así lo revela una auditoría de mediados de este año a la que Sudaca accedió y que pone en la picota al exdecano de esta sede, el epidemiólogo Juan Astuvilca Cupe, y a la tesorera Julisa Caballero Amado. Y es que no todos los esfuerzos del gremio se centraron, precisamente, en combatir al coronavirus. 

El 15 de octubre del año pasado, el Colegio Médico del Perú (CMP) encargó a la empresa de auditores Jerí Ramón & Asociados una evaluación sobre el manejo administrativo del Consejo Regional III Lima, más conocido como el Colegio Médico de Lima Metropolitana. Los especialistas pusieron el foco entre enero y setiembre de aquel 2020, advertidos de presuntos malos manejos que apuntaban a la cabeza.

En noviembre de aquel año, Astuvilca y Caballero fueron separados de sus cargos hasta que concluyan las indagaciones. Luego de algunos meses de trabajo, los auditores señalaron que el decano Astuvilca y su tesorera Caballero habían autorizado bonos sin justificación e incluso se beneficiaron de préstamos sin autorización de la Junta Directiva, la máxima instancia que aprueba este tipo de desembolsos.

Uno de los hallazgos más importantes es que existieron operaciones financieras “fantasma”. En total fueron más de 125 transacciones sin respaldo documentario. “No fueron ubicados los documentos que respaldan operaciones hasta por S/315.668,58”, asegura el informe. La mayoría de estos desembolsos fueron pagos de AFP’s y servicios básicos, pero también pagos de dietas a directivos, como la propia Caballero.

A inicios de este año, además, las autoridades que reemplazaron a Astuvilca en el cargo le dijeron a los auditores que la tesorera no había entregado los documentos contables que sustentan los desembolsos. “Existe una variedad de documentos que faltan, porque lastimosamente la Dra. Julisa Caballero no ha realizado la entrega de cargo correspondiente sobre el acervo documentario administrativo y contable, a pesar de las cartas notariales que la Junta Directiva le solicitó, lo cual perjudica notablemente a la institución en su funcionamiento, incumpliendo totalmente las funciones a la que fue asignada como Tesorera”, contó en enero pasado Gerardo Campos Siccha, el tesorero que sucedió en el cargo a Caballero.

Los auditores dieron cuenta de que también faltaban 773 comprobantes de pago, entre notas de crédito, boletas de venta y facturas. Y encontraron que, entre febrero y mayo de ese año, se autorizaron préstamos a directivos por S/78.400 saltándose los procesos.

El 7 de febrero del 2020, por ejemplo, el entonces decano Astuvilca recibió S/54.000, mientras que la tesorera obtuvo S/9.400 en mayo por ese concepto, dice el informe. Estas transferencias no se dieron en «un proceso regular debido a que la Junta Directiva desconocía dicha solicitud”, dijo Campos Siccha.

Los préstamos que Astuvilca y Caballero autorizaron para ellos mismos, según el informe de auditoría.

Campos agregó que Astuvilca devolvió parte del dinero recién en junio de este año, es decir, cuando el proceso administrativo en su contra estaba en curso. También señaló que Caballero, como tesorera, aprobó su propio préstamo directamente a su cuenta bancaria “el cual no contaba con la documentación, aprobación y conocimiento de la Junta Directiva”.

Pero hay más. Tanto Astuvilca como Caballero habrían acordado realizar otros desembolsos durante el pico más alto de la pandemia. Por ejemplo, el decano recibió S/14.080 entre bonos de movilidad sin aparente justificación, según la auditoría.

Los pagos, que se dieron entre marzo y junio del 2020, se aprobaron “por un aparente acuerdo entre Caballero como jefa de tesorería y Astuvilca como decano” y sin haber hecho la solicitud correspondiente, de acuerdo a lo señalado en el informe por el ya mencionado Campos Siccha. Estos “bonos” no tendrían justificación porque “ya habían sido pagados en el mismo periodo”, se lee en el documento. Astuvilca, como con los préstamos anteriores, devolvió los importes más de 90 días después.

Otros desembolsos coordinados entre Astuvilca y Caballero fueron la entrega de “bonos extraordinarios” a ciertos trabajadores de la institución, en mayo del año pasado. La auditoría identificó que, sin ningún sustento, salieron S/31.300 de tres cuentas bancarias de la institución y fueron a parar a manos de algunos suertudos. “No se evidencia acuerdo del Consejo Regional III – Lima ni del Consejo Nacional que apruebe las Entregas a Rendir ni de Bono Extraordinario a favor de los mencionados trabajadores”, dice el informe.

Fue tal el desconcierto respecto a estos “bonos extraordinarios” que los trabajadores beneficiados devolvieron el dinero. Una de ellas, la contadora Rocío Villegas Huapaya, dirigió una carta al decano señalando que devolvía los S/2.000 que le depositaron porque “no se justifica que un grupo de trabajadores reciban un bono extraordinario y no la totalidad del personal”. Un gesto de honestidad en medio de este presunto faenón.

Un premio económico muy similar se dio bajo el concepto “pago de escolaridad”. En febrero del año pasado, solo un mes después de que la gestión Astuvilca tomara las riendas del colegiado de Lima, se repartieron S/16.138 entre 14 trabajadores por este concepto. Pero había un detalle: algunos no tenían hijos en edad escolar. “Se observó que de los trabajadores beneficiarios del pago de escolaridad están considerados algunos que no evidenciaron tener hijos en edad escolar”, dicen los auditores. Campos Siccha señaló que no tenía conocimiento de ningún acta de consejo donde se haya acordado este desembolso, señala el informe.

Debido a este festín de bonos y repartija de dinero, Astuvilca y Caballero se encuentran separados temporalmente de sus funciones desde noviembre del año pasado. Los auditores recomendaron al final de su trabajo que el decano nacional, Palacios Celi, elevara su informe al Comité Ejecutivo Nacional para determinar acciones y se establezcan sanciones en su contra.

El área de prensa del CMP le dijo a Sudaca que el proceso disciplinario es reservado y que “no pueden pronunciarse por ahora”, conforme a su reglamento interno. Todo queda en casa.

Astuvilca, con quien este medio intentó comunicarse en reiteradas oportunidades, se limitó a señalar en su Facebook que las acusaciones en su contra son “falsas especulaciones que atentan contra su reputación”. La publicación es del día en que anunciaron su separación y cuando no se conocían los detalles que consignamos en este informe. También buscamos la versión de Caballero, pero no tuvimos éxito. 

 

Objetivo decanato

Tanto Astuvilca como Caballero llegaron a sus puestos para el periodo 2020-2022 gracias a la agrupación ‘Integridad Médica’. Este movimiento tiene como coordinadores nacionales a las actuales cabezas del gremio: Miguel Palacios Celi, decano nacional, y Ciro Maguiña Vargas, vicedecano. El primero de ellos es el llamado a elevar el informe de auditoría al Comité Ejecutivo Nacional, como ya hemos mencionado.

Maguiña, por su parte, es recordado por haber formado parte del escándalo del “Vacunagate”, en el que 487 personas se vacunaron de manera irregular contra la Covid-19.

El decano y el vicedecano son cercanos a Astuvilca y Caballero, como se puede ver en publicaciones y fotos en redes sociales.

Para el periodo 2022-2024, Integridad Médica intentará mantener el timón del Colegio Médico del Perú y de la sede de Lima. Como cabeza de lista, la agrupación propone al doctor Raúl Urquizo Aréstegui para el decanato nacional. Urquizo, actual director del Servicio Médico Familiar del colegio (SEMEFA), es un viejo conocido de Astuvilca y también es mencionado en el informe de auditoría.

El candidato de Integridad Médica fue decano de Lima entre los años 2018 y 2020. En ese mismo periodo Astuvilca fue su secretario general. Como parte de su informe de gestión, Urquizo señaló que “con mucho esfuerzo” lograron concluir una obra que estaba estancada desde el 2012. Se trataba de 18 bungalows para el Club Tumi I de Chaclacayo, un centro de recreación administrado por el Colegio Médico de Lima que ofrece sus servicios a los colegiados de todo el país.

Sin embargo, el informe de auditoría señala que actualmente solo un bungalow ha sido terminado y la construcción del resto se encuentra suspendida debido a clamorosas deficiencias técnicas. “La paralización se refiere a 17 bungalows que quedaron semiconstruidos en casco, habiéndose construido un bungalow en su totalidad y un primer nivel correspondiente al estacionamiento vehicular que ha sido totalmente rehabilitado y reforzado con columnas y vigas para soportar la estructura”, dice el documento. 

Las fisuras (en blanco) que observaron los auditores en el estacionamiento del centro recreacional Tumi I.

Según verificó Jerí Ramón & Asociados al visitar el club, el estacionamiento –que soporta el peso de los 18 bungalows– tiene fisuras en su interior. La obra, que comenzó en el 2019 con Urquizo y debía concluir en la gestión de Astuvilca, ya le ha costado al Colegio Médico más de S/2 millones. 

Consultado por Sudaca respecto a estos hechos, el doctor Urquizo descartó tener responsabilidad directa. “Se está utilizando ese elemento para atacar mi candidatura. Esa obra fue entregada en noviembre del 2019. Obviamente el mantenimiento es responsabilidad de la actual gestión [Astuvilca y sus sucesores luego de ser separado], pero nosotros dejamos operativo todo”, aseguró.

En las elecciones de este domingo 28 de noviembre, donde compiten con otras tres listas, Integridad Médica buscará extender su reinado en el colegio al menos por dos años más. Están advertidos.

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Colegio Médico del Perú, Covid-19, Pandemia

“La asociatividad es una característica clave para el desarrollo”

En el Perú, un alto porcentaje realiza trabajo independiente de manera autónoma, artesanos, productores, comerciantes, en general personas que prestan un servicio diario y no están asentados mayormente en las estadísticas; por lo general a ellos se les llama informales, y como en artículos anteriores yo los califico como autoempleados por necesidad, situación que se ha visto agudizada por este nuevo orden social y económico en un contexto de crisis en el que estamos viviendo actualmente producto de la pandemia mundial COVID-19.

 

Si sumamos a los que si están registrados en las micro y pequeñas empresas se incrementa sustancialmente el número de agentes que tienen el mismo rumbo económico; afirmándose de esta manera una suerte de incertidumbre sobre los efectos socioeconómicos en los ciudadanos, en este contexto de posible recesión global y un posible devastador efecto en el empleo.

Este trabajador independiente informal (autónomo o trabajador por cuenta propia) es más vulnerable a las situaciones de pobreza, por lo que requiere recuperar sus iniciativas y reactivar su negocio, ya sea en una reinvención o en un fortalecimiento del mismo, todo esto asociado a un bagaje actitudinal y competencial que siempre va a ser más atractivo para lo que se emprende. Entonces el trasfondo nos llevaría a adentrarnos en el mundo del marketing personal o grupal y de cómo poder ser capaces de competir mejor para lograr el objetivo, no decaer y hasta no desaparecer.

En artículos precedentes he enfatizado en características que tienen que ver mucho con los condicionantes culturales, con las experiencias comunales, con los sentidos de adaptación o el enfoque de la utilización de las redes sociales como una clave muy utilizada y aprovechada. Y esto último va cobrando bastante relevancia en la actualidad.

No es difícil darse cuenta de que este fenómeno de las redes sociales, articuladas y necesarias para salir adelante en esta nueva convivencia socioeconómica, se convierten en fuertes redes económicas de intercambio y ayuda en el crecimiento y desarrollo de quienes las ponen en funcionamiento, y en el Perú esto es algo muy recurrente y de mucho valer, pero quizás desapercibido, por la mayoría. Como fenómeno social, nos acerca a un desarrollo fructífero en lo económico a mediano plazo.

La muestra de lo que expongo, se da, por ejemplo, en la mayoría de los distritos de Lima, donde estamos siendo testigos de inauguraciones de markets o tiendas bien acondicionadas que prestan el servicio que antes eran de exclusividad de grandes cadenas comerciales, y que por asociatividad se permiten entrar en franca competencia comercial y de servicios, pequeñas tiendas se juntan, cruzan capitales y crecen, “modernizan” su atención y le da otro aire al barrio, las farmacias y/o boticas se han multiplicado, y con ya experiencia anterior han encontrado en la obvia situación que vivimos, la sociedades que requieren para hacer frente a las grandes cadenas, y los cafés a modo de relax post pandémico están causando furor, existen restaurantes que van convirtiéndose en pequeñas cadenas. En un análisis rápido social, consideraríamos el cambio de rostro de los barrios y todo lo que conlleva este pequeño cambio. Tema interesante para otro análisis.

Los negocios individuales ven la necesidad de crecimiento y de ubicación, en un espacio que la gran empresa por historia siempre ha dominado, pero que, esta nueva convivencia, le permite tener estas oportunidades y no las están desaprovechando.

Existe todo un cambio perceptivo, en la población, la comodidad obligada del trabajo remoto genera oportunidades al emprendedor, a aquel individuo que ve la oportunidad mayor en la asociatividad para crecer.

La pequeña empresa también, luego de ser golpeada está surgiendo rápidamente, se va transformando, va dando oportunidades, va generando redes socioeconómicas y va brindando las condiciones necesarias para que surjan nuevas pequeñas empresas, pues se va incidiendo en los negocios grupales y por ende en el espíritu asociativo.

Este es un tema, que debe ser analizado a profundidad, al margen de ver lo informal o no, el surgimiento de estas nuevas empresas populares, con un reflejo de espíritu comunal y con un sentido competitivo con códigos distintos, están convirtiéndose en una interesante fuente de empleo, que ayuda a sobrellevar los avatares propios de una crisis tendiente a generalizarse.

He allí, nuevamente la importancia de las Ciencias Sociales en general, con ella se pueden advertir estos cambios y conllevar a que la mirada de nuestro entorno no solo se dé por investigaciones tomadas prestadas de otras sociedades, sino de nuestro mismo campo de estudio. Nuestra sociedad.

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Emprende, Hans Behr, Opinión

Todos los días de lunes a viernes «Si el Río suena» con Patricia del Río, entrevistas exclusivas. Este es nuestro episodio número 56.

Para el especialista en temas educativos la suspensión de todo el proceso de nombramiento docente es irracional ya que pudo ponerse en pausa mientras el Ministerio Público hacía sus investigaciones sobre la filtración del examen.

Hoy también conversamos con el economista Marcel Ramírez sobre cómo se obtiene y distribuye el canon minero; y cuál sería el impacto de que la región de Ayacucho pierda este ingreso.

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Ayacucho, Marcel Ramírez, Minas, Minería, Ministerio público, nombramiento docente, Paul Neira
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