“Los machetes tenían el sello de donde los habían comprado. Es difícil que un campesino venga con machetes nuevos. Es completamente inaudito pensar eso”, comenta Wilder Sánchez sobre las imágenes mostradas por la policía. Mientras, para el abogado Mayta Frisancho, esto sería un intento de mostrarlos como terroristas pese a que “se ha hecho un registro personal a cada campesino y no han encontrado nada”.
“Los campesinos hemos sufrido mucho. Hemos tenido líderes que han sido asesinados por los dos bandos, tanto por los alzados en armas como por las Fuerzas Armadas”, cuenta el presidente de la Confederación Campesina y agrega que, si bien los campesinos tuvieron simpatía por Pedro Castillo durante la época de campaña, ellos no respaldan sus acciones. “Estamos dispuesto a trabajar con cualquier gobierno y eso no quiere decir que uno sea portátil de un gobierno”, expresó.
Cerca de la medianoche del sábado, los campesinos intervenidos fueron liberados más de doce horas después del ingreso de la policía al local de la Confederación Campesina del Perú. “El daño está consumado, ya se les ha agraviado. Se han difundido imágenes y nombres. Los hicieron ver como terroristas”, comenta el abogado Mayta Frisancho y reclama el accionar de las autoridades. “El mismo premier había dicho que el derecho a la reunión no sería suspendido. No hubo un mandato judicial de allanamiento”, comentó a Sudaca.
UN ANTECEDENTE ALARMANTE
Sin embargo, esta no es la primera vez que la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (Dircote) realiza una intervención que genera sospechas. En sus antecedentes cuentan con el tristemente célebre Operativo Olimpo. Ese megaoperativo policial fue presentado ante los medios como la captura de 77 personas que supuestamente tenían conexión con Sendero Luminoso y, luego de haberlos tenido encarcelados por un año y medio, debieron ser liberados por falta de pruebas.
El vandalismo en las recientes manifestaciones contra el gobierno es innegable. En el informe publicado por Sudaca titulado “La lógica detrás de las protestas sociales”, los propios dirigentes de los movimientos reconocían que había infiltrados y que ellos mismos estaban realizando los esfuerzos necesarios para ahuyentarlos. Sin embargo, el intento de vincular las manifestaciones con grupos terroristas, el popular “terruqueo”, hoy sólo podría generar más desconfianza hacia las autoridades si no está correctamente sustentado y si los procedimientos se ven ensombrecidos.