Aún tenía tiempo entre mi llegada y el check in del hospedaje. Había sido un largo viaje y mi barriga ya estaba sonando del hambre. Apenas pisé las calles noté algo diferente con respecto a las otras ciudades japonesas en las que estuve. Todo era más sucio y se sentía un ambiente turbio. En ese momento no sabía la razón. Igual, comparada con las ciudades latinoamericanas que he estado seguía siendo mucho más limpio. Mientras caminaba buscando algún restaurante, veía como pasaban carros extremadamente lujosos: Ferrari, Lamborghini, Mazeratti y más. Luego de unas cuadras entré a un lugar donde servían la famosa carne de Kobe de manera certificada y te la cocinaban frente a ti. Es bastante caro, pagué 100 dólares por 120 gramos de carne. Te la muestran cruda junto a una estatuilla dorada que demuestra que efectivamente no te están sirviendo cualquier otra cosa. Soy bastante glotón y, mientras la cocinaban, el olor me hacía salivar. Llegó el momento que tanto esperaba y te la sirven roja y jugosa con unos cuantos vegetales a la parrilla. A un costado, sal, wasabi y sillao para que la mezcles a tu gusto. Le di el primer bocado e inmediatamente me salió una sonrisa, una que permaneció durante todo el almuerzo. Parecía deshacerse dentro de tu boca. He vivido en Argentina y he probado la carne Angus de Estados Unidos, pero debo admitir que esta es la mejor que he comido en mi vida.
La historia de este famoso manjar se remonta al siglo II cuando los vacunos tipo Wagyu fueron introducidos al país. Los granjeros que ahora tenían más dinero empezaron a contratar gente para que masajeen a las vacas y así consigan mayor suavidad en la carne. A principios del siglo XIX, el gobierno japonés impulsó la industria ganadera y, de esa manera, se convirtió en uno de los ingredientes básicos de la dieta del país. Las vacas Kobe se crían en circunstancias muy particulares y suelen estar en centros ganaderos apartados. Para empezar se las alimenta con cereales, heno y arroz de la más alta calidad. También, beben de las aguas más puras posibles, incluso beben sake. Aparte de lo contado, cada una de ellas cuenta con su propio corral para evitar algún potencial estrés por la presencia de otros animales. Se le suma que diariamente reciben un masaje especializado. Finalmente, cuando son sacrificadas dejan madurar la carne durante varios días y luego pasan a un proceso de selección. Solo la carne con textura marmoleada y mayor contenido de grasa intramuscular es escogida y se le considera auténticamente tipo Kobe.
Al salir, al borde del empacho, me di unas vueltas por el centro de la ciudad, que vale recalcar, es más pequeño que el de Tokio u Osaka, pero aun así es la séptima más poblada del país con una población de un millón y medio de habitantes. Se respiraba algo extraño, la gente fumaba en las calles, que en teoría es prohibido, pero parecía no importarles. Había esquinas con bolsas de basura y entre las angostas calles encontrabas lugares de dudosa procedencia. Comencé a entender por qué se le conoce como la ciudad más occidentalizada de Japón. Me crucé con decenas de lugares donde mostraban, a la vista, a muchas mujeres en forma de catálogo y cada imagen con un precio en yenes. Pensaba que eran prostíbulos, pero al investigar me enteré como logran sacarle la vuelta a la ley que prohíbe la prostitución.
Yo solo caminaba intentando no mirar porque todo parecía estar resguardada por miembros de la reconocida mafia, los Yakuza. A lo largo de la historia, los burdeles abundaban en las afueras de las grandes ciudades. El siglo pasado se prohibió esta actividad, pero dejando una serie de vacíos legales. La ley especifica que el acto prohibido se reduce al coito y, por lo tanto, cualquier otra acción sexual se mantiene dentro del margen legal. La otra es respecto al consentimiento, al parecer cuando se dan estos encuentros, negociar con la persona también se mantiene dentro del margen legal. Claramente al ser manejado por mafias, la trata de personas y la explotación hacia las mujeres en situaciones vulnerables abundan y es lamentable. Ya he comentado anteriormente mi postura respecto a esta actividad y es negativa. Al no sentirme cómodo rodeado de estos lugares, me alejé, y me fui a un parque para continuar mi lectura sobre la historia japonesa. Es importante tener en cuenta que estos lugares no solo están focalizados en Kobe, sino en la mayoría de las ciudades del país.
Kobe, cuya traducción literal es: puerta de los dioses o espíritus, es uno de los centros económicos más importantes de Japón. Cientos de grandes empresas extranjeras tienen su sede asiática en esta ciudad. Todo esto debido a que alberga uno de los principales puertos del país. Su historia como entidad política independiente es reciente, no fue hasta 1956 que fue asignada como una ciudad. Luego de la política de aislamiento que se dio en Japón, donde habían cerrado el comercio con el exterior, en 1853, el famoso puerto abrió sus puertas a occidente y obtuvo la cualidad de ser una ciudad cosmopolita. Claramente, durante la segunda guerra mundial fue brutalmente bombardeada y como dato curioso, esto inspiró a la famoso película del Estudio Ghibli, La tumba de las luciérnagas. Un hito en el cine animado que recomiendo altamente para entender el golpe social que se recibió durante este periodo.
En 1995 un fuerte terremoto destruyó gran parte de las instalaciones portuarias cuyas consecuencias afectaron el comercio de la ciudad hasta el día de hoy. Como toda ciudad portuaria, las mafias y el contrabando son algo cotidiano. Mientras caminaba entre las enormes grúas y calles del puerto investigué rápidamente sobre los Yakuza. Leía entre el olor a deshechos y, siendo sincero, no me sentía tan seguro ni cómodo como el resto de las ciudades. Tanto fue mi desagrado que lo que supuestamente iba a ser una estadía de 3 días la reduje a solo uno.
Mientras esperaba en uno de los semáforos, logré identificar lo que creo que era un miembro Yakuza, debido a sus tatuajes. Le tomé una foto irresponsablemente porque si se daba cuenta quién sabe lo que podía suceder. Lo miré fijamente a los ojos y poseía una mirada distinta a los demás japoneses con los que he interactuado. Había algo peculiar, una especie de oscuridad que opaca cualquier miedo. Le llevaba por lo menos una cabeza de altura, pero esta persona tenía una postura con la que aparentaba ser dueño de todo. Yo tampoco me intimido, pero debo admitir que preferiría evitar cualquier tipo de conflicto con estas personas. Suelo pensar que tengo la habilidad de ver a través de la gente, pero en él no podía leer absolutamente nada. Parecía un guerrero atrapado en el tiempo. No es cuestión de admiración debido a que esta mafia ha cometido atrocidades y en los últimos años se ha vuelto más violenta y desmedida.
Entre la imponente modernidad del país oriental existe un mundo clandestino que es tan aterrador como fascinante. Un mundo gobernado por la mafia más antigua del mundo: Yakuza. Existen desde hace más de 4 siglos, cuando aún los señores feudales y sus samuráis regían el territorio. Esta mafia contiene una serie de códigos de honor, tradiciones y símbolos rituales que los distinguen de las diversas mafias del mundo.
Está compuesta por alrededor de 24 familias o sindicatos. 3 de ellas son las más poderosas y principales, mantienen una estricta jerarquía. El nombre proviene de los números 8, 9 y 3; ya-ku-za, respectivamente. Esta es la peor combinación de cartas en un juego tradicional japones y evoca al infortunio. La organización surge entre grupos marginales del Japón feudal y adoptan varios códigos del Bushido samurái. Entre estos, la lealtad absoluta a su líder denominado Oyabun. Los miembros suelen tener tatuajes de elementos tradicionales de su cultura, como dragones, dioses o guerreros samurái. Esto simbolizaba originalmente un juramento que implica jamás volver a ser un integrante común de la sociedad y vivir en calidad de Yakuza por el resto de sus vidas. Tal vez su característica más peculiar es que nunca han sido ilegales, por más que enfrenten constantemente las leyes que son cada vez más restrictivas para sus actividades. Los sindicatos de la organización acogen algo llamado: derecho a libre asociación; que se encuentra dentro de la constitución.
Después de caminar por horas llegue al zoológico, Animal Kingdom Kobe. Realmente estoy en contra de los zoológicos porque me parece que cada animal debe estar en su hábitat y es un abuso que se mantengan en pequeñas simulaciones de su lugar natural. Aparte, un mundo donde solo puedas ver a estos animales en donde pertenecen les otorgaría la magia e imponencia que poseen. Obviamente, existen diferencias, si estoy de acuerdo con los centros de protección animal que se encargan de especies en peligro de extinción o de rehabilitación para ser regresados a su entorno.
Mis principios son ligeramente flexibles así que entré rápidamente solo para ver a la majestuosa ave conocida como Shoebill, proveniente de África. Había tres y son enormes. Tienen un plumaje azulado impresionante y un pico que ocupa la mitad de su cuerpo. Nunca había visto un animal tan extraño. Parece un dinosaurio. Me quedé observándolos por varios minutos. No se movían. Parecían de mentira. Después de verlos hacer movimientos sutiles me retiré. Regresé al hospedaje y me quedé dormido rápidamente por el agotamiento. Mi recomendación final es que no se queden en esta ciudad y la visiten desde Osaka para pasar el día y disfrutar de la exquisita carne.