Pie Derecho

La corrupción y la estabilidad de la precaria Boluarte

"No podemos, como país, volver a cometer el error de tender un manto de impunidad sobre quien, políticamente, entendemos nos ha librado de la desgracia precedente."

Empiezan a aparecer algunas denuncias e indicios que mostrarían actos de corrupción vinculados a la gestión de Dina Boluarte, quien -como lamentablemente suele suceder en la política peruana- no reacciona de inmediato cortando cabezas o dejando sentada una postura enérgica frente a cualquier suspicacia que pudiera despertarse.

No podemos, como país, volver a cometer el error de tender un manto de impunidad sobre quien, políticamente, entendemos nos ha librado de la desgracia precedente (ocurrió con Vizcarra respecto de PPK y parece estar ocurriendo lo mismo a propósito de la sucesión de Boluarte al impresentable régimen de Pedro Castillo).

La corrupción es un mal tan enquistado en la república peruana que no es de sorprender que reaparezca en algún nivel de la administración pública en cualquier momento y sin necesidad de complicidad política del propio gobierno, pero lo que importa en tales casos es la reacción posterior que el régimen y en este caso la presidenta Boluarte tenga al respecto.

La corrupción política es un mal que se enraíza en las entrañas de la sociedad y que corroe la confianza en las instituciones y en el sistema democrático. Es una plaga que erosiona la moral y la ética de los líderes que han sido elegidos para servir al pueblo. Es un cáncer que distorsiona el proceso democrático y permite que los intereses privados dominen sobre el bien común. La corrupción aumenta la desigualdad y la pobreza, desviando los recursos públicos hacia las manos privadas corruptas. En última instancia, la corrupción es una espada que desangra la capacidad del gobierno para prestar servicios públicos efectivos y limita el crecimiento económico.

Hay tres hechos que podrían tumbarse al gobierno de Dina Boluarte: 1.- que la protesta social recrudezca y la respuesta represiva sea torpe y desmedida como sucedió entre diciembre y enero; 2.- que cometa un error político mayúsculo que la lleve a enemistarse con sus bases de apoyo congresales en el centro y la derecha parlamentarias; 3.- que aparezca alguna denuncia de corrupción que roce siquiera a la figura presidencial y ello lleve a un mayor desplome de su ya débil apoyo ciudadano y que, por ende, su respaldo congresal se pierda y se produzca una nueva vacancia en la política nacional.

La prensa debe estar atenta a cualquier estropicio corrupto que se pueda cometer. Si la consecuencia de una denuncia es la caída de Boluarte, pues bien merecido será. Ya no podemos repetir el error de tener consideraciones políticas por encima de atingencias morales respecto de una gestión gubernativa.

La del estribo: más vale tarde que nunca. Imperdible la obra teatral Juzgado de Familia Nro. 6. Magistralmente interpretada por Nani Pease, bajo la dirección de Tirso Causillas, es de lo mejor que se ha visto en los últimos tiempos teatrales peruanos. Lamentablemente, solo va hasta hoy, en el Centro Cultural de la PUCP. Entradas en joinnus.

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