El centro y la derecha tienen que hacer todo lo posible para lograr asegurarse un triunfo electoral en los comicios venideros. Si vuelve a ganar un gobierno de izquierda, el Perú difícil retomará la senda del desarrollo en la que se hallaba inmerso. Habremos perdido, seguramente por lustros, la posibilidad de construir una democracia liberal sólida en el país.
La gran lección que el triunfo de Castillo debe dejar es que nunca más un gobierno de centroderecha puede reposar su actuación gubernativa tan solo en los éxitos macroeconómicos y en el chorreo que ello indudablemente genera, reduciendo la pobreza monetaria, como ha sucedido desde el 2000 en adelante, en mayor o menor intensidad.
Tiene que mejorar la calidad de vida ciudadana de los pobres, para comenzar. Es decir, proveer servicios de salud y educación públicas de primer orden (hay que derrotar a las mafias sindicales instaladas en el Minsa y en EsSalud, por ejemplo, si se quiere emprender una reforma a fondo), además, de producir una mejora notable en la seguridad ciudadana, que a quienes más afecta la delincuencia es a los más pobres del país.
Y, en segundo término, debe emprenderse una acción gubernativa de primera magnitud en el sur andino. Una gran inversión en infraestructura y, sobre todo, una reforma del proceso de descentralización que hoy por hoy hace que los ingentes recursos del canon y regalías mineras se dilapiden en obras inútiles o se queden en los bolsillos de las autoridades corruptas.
Si la derecha lograse, con suerte, ganar una elección, y no es capaz de hacer eso y reedita lo que ha hecho en los últimos 30 años, va a fracasar estrepitosamente (la conflictividad social va a ser enorme y probablemente se lleve de encuentro al régimen instalado), y entonces le dejará, ya por un buen tiempo, la puerta abierta a opciones socialistas, estatistas, colectivistas, radicales, que habrán logrado su triunfo soñado por obra y gracia de una derecha poco ilustrada, ineficaz en la cimentación de ciudadanía.
No se ve en el horizonte que se esté siquiera pensando con sentido de urgencia en una opción de ese perfil. Están los mismos candidatos de siempre, las mismas canseras ideológicas, y, por ende, las mismas perspectivas gubernativas que ya hemos visto en los últimos lustros. Si al Perú lo conquista la izquierda, va a ser culpa directa y casi exclusiva, de un centro y una derecha políticamente incompetentes.