[TIEMPO DE MILLENNIALS] ¿No puede este Congreso ponerse de acuerdo en al menos un paquete de leyes que logren hacerle frente a la inseguridad ciudadana y la migración irregular?
En esta columna, ya hemos hablado anteriormente de algunos temas que impactan directamente la calidad de vida de los peruanos, y que hacen de nuestras ciudades vivibles, o invivibles. Y no podemos hablar de calidad de vida en las zonas urbanas sin tocar el tema de la inseguridad ciudadana.
En el último año se ha vuelto el pan de cada día escuchar sobre crímenes cada vez más violentos: en el último mes se conoció de algunos secuestros a empresarios- cosa que no se escuchaba con tanta frecuencia desde los 2000. Las últimas semanas, noticias como la de las dos jóvenes venezolanas encontradas muertas en un descampado, y el empresario Rolando de la Peña, asesinado en San Miguel presuntamente por un cobro de cupos, causaron indignación. Por último, ayer despertamos con la noticia de que un policía fue asesinado por resistirse al robo de su carro. Sí hasta las fuerzas del orden son víctima de robo y asesinato, ¿cómo podemos sentirnos a salvo?
Sí, siempre ha habido inseguridad, pero da la impresión de que los crímenes se vuelven cada vez más violentos, y el sicariato y cobro de cupos ganan más terreno. Nos enteramos de que bandas extranjeras ya dominan las actividades criminales en los principales puntos de la ciudad. La inseguridad ciudadana vuelve a ser la principal preocupación de los peruanos.
Sin embargo, ¿quién aboga por ella? No se escucha a ningún político haciendo suyo este tema, ni siquiera para sacar algún rédito.
Hasta hace poco el principal abanderado de este tema era Daniel Urresti, quien logró ser el Congresista más votado en el 2020 gracias a su credibilidad como experto en temas de seguridad. Una vez allí, no concretó ninguna ley relevante contra la inseguridad, y perdió impulso. Hoy, estando en la cárcel, ha dejado un espacio vacío para que otro político abandere este problema.
Lopez Aliaga, quien se supone se caracteriza por la mano dura, y ganó la alcaldía de Lima bajo la bandera del orden, hoy se encuentra enfocado en temas que uno hasta podría caracterizar hasta de «progresistas» (y que están muy bien), como la promoción de áreas verdes, espacios públicos de recreación como la nueva piscina en San Juan de Lurigancho, y el acceso a agua potable en zonas donde no llegaba. Pero con las justas se lo escucha enfrentar el tema de la inseguridad, lo cual probablemente pueda costarle su carrera política en el futuro.
Del débil gobierno central se espera poco, a pesar de que, para hacerle frente a las protestas en su contra, sí supieron desplegar todas sus fuerzas del orden. Pero en el Congreso, ¿a nadie le interesa tomar esta batalla? ¿No puede este Congreso ponerse de acuerdo en al menos en un paquete de leyes en conjunto con el Ministerio del Interior que logren hacerle frente a la inseguridad ciudadana y la migración irregular? Temas que deberían ser transversales a las derechas e izquierdas.
Sin ir muy lejos, en Chile, el partido Republicano logró aprovechar muy bien el malestar ciudadano por el tema de la inseguridad ciudadana y convertirlo en una bandera política, que incluso les dio la mayoría en la nueva Asamblea constituyente. Pero en el Perú, no se oye, padre.
La inseguridad ciudadana seguirá siendo un tema que crecientemente preocupe a la ciudadanía, y será un eje de debate durante elecciones próximas, dándole ventaja al candidato o partido que sepa construir credibilidad sobre cómo solucionar el tema. Esto puede- peligrosamente- favorecer discursos radicales y antisistema, o puede ser aprovechado inteligentemente por los nuevos partidos que ostentan el poder en el 2026.
