Cosas de viejos

Lo que en el Perú se conoce como la tercera edad o la adultez mayor, en alemán se denomina simplemente como vejez (“Alter”), sin que ello signifique nada peyorativo hacia la persona. Ser viejo es la denominación de un estado objetivo en la vida de los individuos, que requiere por cierto de atenciones de especiales, sin que por ello la persona pierda su dignidad o deba ser minusvalorada.

[EL DEDO EN LA LLAGA]  Lo que en el Perú se conoce como la tercera edad o la adultez mayor, en alemán se denomina simplemente como vejez (“Alter”), sin que ello signifique nada peyorativo hacia la persona. Ser viejo es la denominación de un estado objetivo en la vida de los individuos, que requiere por cierto de atenciones de especiales, sin que por ello la persona pierda su dignidad o deba ser minusvalorada.

Los eufemismos que se utilizan en el Perú y otras latitudes sólo revelan que ser viejo se considera algo indeseable, algo que hay que evitar a toda costa o —de no ser posible evitarlo— ocultarlo o disimularlo como sea, llamando a las personas ancianas con términos que suenen bonitos a los oídos burgueses. “Viejo” o “vieja” se perciben casi como expresiones ofensivas e insultantes. Lo cierto es que la nomenclatura no cambia la realidad, sino que nos pone filtros para percibirla de manera tolerable. Pero ese imposible deseo de no querer ser viejos puede terminar generando una falta de aceptación cuando ocurra lo inevitable: que uno inevitablemente termina llegando a viejo.

Lo paradójico de todo esto es que peor que llegar a ser viejo es no llegar a ser viejo. Y como decía el pensador francés Gustave Thibon, muchos por esforzarse en vivir sin envejecer, terminan envejeciendo sin haber vivido.

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) informaba que en el año 2020 había más de cuatro millones de personas mayores de 60 años en el Perú. Actualmente la esperanza promedio de vida está en los 72.38 años en varones y 74.75 años en mujeres. En Alemania, en cambio, se considera que una persona puede ser considerada vieja a partir de los 65 años, y en el año 2021 el número de habitantes que se encontraban en este rango de edad era de 18.4 millones, teniendo Alemania una población total que es 2.5 veces la del Perú. La esperanza de vida es de 78.5 en varones y 83.4 en mujeres. A esto se suman que hay 1.8 millones de personas con algún tipo de demencia, la mayoría Alzheimer, de los cuales sólo unas 100,000 tienen menos de 65 años.

¿Cómo cubrir la atención a tantas personas ancianas, que se tornan vulnerables debido a las limitaciones y carencias que trae consigo la vejez?

Es proverbial la situación de abandono en la que se encuentran muchos ancianos en el Perú, con pensiones ínfimas o sin ninguna, acceso deficitario a servicios de salud y la mayoría sin recursos para contratar a una persona especializada que se encargue de su cuidado. Ésta es una más de las consecuencias de la informalidad —que en el Perú llega aproximadamente al 75%—.

En Alemania la informalidad es muy reducida (9.5%), lo cual permite financiar la seguridad social mediante los ingresos de las personas a través de una fuerte carga impositiva. Este año, por ejemplo, los descuentos salariales son de 14.6% para el seguro de salud (que incluye a todos los miembros de la familia, en caso de que no trabajen), 18.6 % para el seguro de pensiones de jubilación, 2.6% para el seguro de desempleo y 3.05% para el seguro de cuidado en la vejez (cuidado que puede surgir antes de la edad de jubilación si por motivo de un accidente o enfermedad, uno queda incapacitado para el trabajo).

Mientras el anciano mantenga sus capacidades, que le permiten desempeñarse con autonomía e independencia, no necesitará del seguro de cuidado. Pero si surgen restricciones o limitaciones que afecten su autonomía, entonces tiene derecho a recibir ayuda financiera del seguro de cuidado. Hay una entidad, el Servicio Médico de las Cajas de Seguro de Salud (Medizinischer Dienst der Krankenkassen) que se encarga de evaluar al paciente para determinar el grado de limitaciones que tiene y ubicarlo dentro de uno de los 5 grados de cuidado que se han establecido, donde el grado 1 implica una afectación ligera a la autonomía y el grado 5 una afectación severa. Los criterios para clasificar a una persona en alguno de los grados son la movilidad, habilidades cognitivas y comunicativas, conducta y problemas de salud mental, autocuidado (vestirse, alimentarse, ir al baño), manejar de manera autónoma los requerimientos y las cargas derivadas de la enfermedad o la terapia, organización de la vida diaria y relaciones sociales.

Se da preferencia a la atención ambulatoria sobre la estacionaria (en una residencia o asilo), y el monto mensual que recibe del seguro una persona que ha sido clasificada en uno de los grados de cuidado va desde 125 euros en el grado 1 hasta 901 euros en el grado 5. Además, si hay una persona encargada de efectuar los cuidados que requiere el paciente, ésta adicionalmente puede facturarle mensualmente al seguro 689 euros en el grado 2 hasta 1,995 euros en el grado 5. En el caso de pacientes con atención estacionaria, hay un solo pago mensual que va desde 125 euros en el grado 1 hasta 2,005 euros en el grado 5.

Si los costos de la atención de cuidado superan estos montos, el anciano debe pagarlo de su pensión o de la venta de sus bienes. Si aún así no le alcanza, se puede elevar una solicitud a la Oficina de Asistencia Social (“Sozialamt”), que revisará la situación y —de ser necesario— subsidiará el monto que falta.

Quienes se encargan profesionalmente de la tarea de atender a las personas de edad avanzada que lo requieran son los enfermeros/as de cuidado de personas mayores, que les ayudan en todo lo relacionado con el cuidado físico y asumen algunas funciones de acompañamiento personal. Pero quienes tienen como tarea principal este acompañamiento —a través de actividades que buscan mantener vivas las habilidades que aún tienen las personas mayores— son quienes ejercen un oficio que aún no existía cuando yo migré a Alemania en noviembre de 2002, oficio que fue creado por ley recién en el año 2008: el de cuidador o acompañante de personas mayores.

Este oficio —que es el que yo actualmente ejerzo— tiene como objetivo la atención social de personas necesitadas en entornos residenciales, como personas con trastornos de habilidades debido a demencia, enfermedades mentales o discapacidades intelectuales, o el apoyo en el ámbito doméstico. ¿Qué actividades realizamos con las personas mayores, especialmente las que padecen demencia senil, a fin de activar sus habilidades remanentes? Conversaciones personales, lecturas en voz alta, ejercitaciones de la memoria, manualidades, juegos de mesa, canciones y música, bailes en posición sentada, paseos, tés de tías, mesas redondas con conversaciones sobre temas triviales y cotidianos, eventos festivos, etc. Y en algunos casos, acompañamiento en el lecho de muerte.

No todo es color de rosa. El trabajo tanto de enfermero/a como de cuidador puede ser demasiado exigente y duro para quien no tenga el perfil psicológico adecuado, además de que las remuneraciones no son comparativamente altas en el contexto del mercado laboral alemán. Además, se calcula que hay actualmente un déficit de unos 200,000 trabajadores en esta área, por lo cual se ha ido buscando a personal extranjero que desempeñe estas tareas. Hay un 13% de personal extranjero en el cuidado de ancianos, provenientes en su mayoría de Polonia, Bosnia y Herzegovina, Turquía, Croacia y Rumanía. Además, en el ano 2019 el gobierno alemán llegó a un acuerdo con México para facilitar la llegada y formación de personal de ese país latinoamericano para trabajar en el cuidado de ancianos.

No todo es perfecto, pero se trata de un trabajo que enriquece humanamente y trae consigo muchas compensaciones personales. Porque pocas cosas hay tan hermosas como esforzarse continuamente en darle un soplo de dignidad a personas vulnerables que se hallan en la etapa final de sus vidas, como náufragos que han sobrevivido a los embates borrascosos de la existencia y que tienen derecho a la alegría. Y porque un país sólo llegará a ser para todos sus pobladores un lugar habitable y digno para vivir cuando sea capaz, en primer lugar, de ofrecerles a sus ancianos una vida digna y satisfactoria.

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adultez mayor, Adulto mayor, adultos mayores, Jubilación, personas de edad avanzada, seguridad social, vejez, vulnerabilidad

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