Lo mejor que le podría pasar al país es que Pedro Castillo, en la audiencia especial que le ha solicitado al Congreso para este martes, reedite lo que en su momento hizo Vizcarra y que el Congreso torpemente rechazó: adelanto de elecciones generales, con votación para nueva plancha presidencial y nuevo Congreso.
La crisis institucional que vivimos no va a mejorar, se va a ahondar con la mediocre gestión del Ejecutivo, y la mirada cortísima que muestra un Legislativo de espanto. Entre ambos poderes del Estado, no va a salir nada bueno. La pugna que los enfrenta, por lo menos con un sector del Legislativo, no va a conducir a reformas legislativas, acuerdos políticos para otras reformas provenientes del Ejecutivo con anuencia congresal, nada de eso va a ocurrir.
En una de esas, Castillo, acorralado no solo por su consciente mediocridad y cortedad de capacidades para dirigir el Estado, sino también por la creciente avalancha de colaboradores eficaces que habrá, prefiere dar un paso adelante y no salir por la puerta falsa de la vacancia de Palacio.
Y ojalá, de darse esa circunstancia, los congresistas no reediten el error de los parlamentarios de tiempos de Vizcarra, quienes, por aferrarse a su cuota de poder, al final salieron expectorados, ahondando, como finalmente ocurrió, una crisis política que bien pudo resolverse de mejor forma y nos hubiera conducido a elecciones, sin duda menos patológicas que las que tuvimos el año pasado.
Transitamos por un momento similar. Las causas sociológicas que llevaron a Castillo al poder, no se van a remediar con su paupérrimo mandato, se van a ahondar, para perjuicio de todos: clase política, sociedad civil, comunidad inversora, etc.
Ya el gobierno no será de izquierda, no habrá Constituyente, ni expropiaciones, ni cambio de política económica, pero campeará la mediocridad. Sufriremos, por su culpa, de un deterioro paulatino de las políticas públicas y del Estado. Por su lado, el Congreso no podrá jamás vacarlo y la derecha perderá energía en dedicarse exclusivamente a ello habiendo otras responsabilidades legislativas que bien podría haber puesto en agenda tomando la iniciativa, que en política vale oro. Eso tampoco ocurrirá.
Una nueva encrucijada electoral admitamos que no nos agarra en buen pie respecto de la vitrina electoral que tenemos al frente, pero será casi imposible que se vuelva a reeditar la segunda vuelta del 2021 y ya eso debería bastar para mirar dicha circunstancia como más propicia.
-La del estribo: empezó ya con todo el teatro presencial en Lima. Al respecto, vale recomendar algunas que prometen. Bull, del dramaturgo Mike Bartlett, con Andrea Luna, Christian Isla, Manuel Gold y Joaquín de Orbegoso. Va en el Julieta; El Fuego que hemos construido, en el Británico, es la obra ganadora del octavo concurso de dramaturgia peruana “Ponemos tu obra en escena”; y El principio de Arquímedes, dirigida por Roberto Angeles, que va en el Teatro de Lucía.
