Joaquín Sabina

Un juglar en Lima

El andaluz, Joaquín Sabina, en esta última gira que hizo por Latinoamérica escogió a México, Bogotá, Lima y Buenos Aires. Un lujo estar dentro de esos países con mucha historia y cultura.

Permíteme, estimado lector, dejar de escribir hoy mis habituales análisis sobre la coyuntura o política en general para poder referirme a la visita de Joaquín Sabina a Lima este último sábado que pasó.

Realmente me emociona en el alma escribir sobre Sabina. Y es que más que un cantautor, es un poeta (como se define él) del siglo de oro español. Hacer poesía no es tan fácil y menos en cuartetos. De lo mejor en ese estilo Lope de Vega, el que hizo tambalear -en su momento- a diversos poetas de su tiempo por sus composiciones y amores.

El andaluz en esta última gira que hizo por Latinoamérica escogió a México, Bogotá, Lima y Buenos Aires. Un lujo estar dentro de esos países con mucha historia y cultura. Es que Lima, desértico y con mar (¡qué tal contradicción!), tuvo a sus mejores expresiones que la cultura universal valora, como Vallejo, Vargas Llosa, Chabuca Granda, entre otros. Un lujo dado que Joaquin, un juglar de esos que le canta al alma de un pueblo, recoge y expresa las emociones que los seres humanos tenemos en las distintas etapas de nuestras vidas. “Contra todo pronóstico”, disco y nombre de su gira representa ello.

Sabina es un santo profano haciéndonos creer que un cielo en un infierno cabe, que existe un oficio de vivir, que cuando se juntan la razón y el deseo llueve sobre mojado y que los amores que matan nunca mueren. Sabina, sin que se lo proponga, forma parte de nuestra educación sentimental. Es un trotamundos que ha visto en la poesía una forma más amable de entender las complejidades (y vericuetos) del alma humana.

Su último disco en la que contiene “Sintiéndolo mucho” es un testamento vital sobre su largo andar por las calles, noches, amores y bares. Expresa también su amable vínculo con los que lo escuchamos desde hace muchos años. Expresa también su íntimo vínculo (de enemigo íntimo) con la vida que contiene su lado oficial y su lado clandestino. Las ambas caras de la luna. Sin una de ellas no se puede entender la vida y el destino que nos trae o creamos.

Es un juglar de esos que ya quedan muy pocos. Poquísimos. Pero de lo poco extraordinario. Titánico.

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