Jorge-Luis-Tineo

Su nombre era Gal (1945-2022)

"Convertida en icono cultural de su país, Gal Costa pasó a ese exclusivo listado de artistas atemporales, que no requieren de éxitos masivos para conservar su vigencia y prestigio. La cadena MTV organizó un concierto acústico con ella, un disco de antología..."

Era una artista que desbordaba con su delicada voz, su libérrimo atrevimiento, su frondosa y siempre desordenada cabellera negra, una mujer talentosa, social y políticamente comprometida. Que el 90% de notas publicadas respecto de su muerte, acontecida el último miércoles 9 de noviembre, a los 77 años en su casa de Sao Paulo, comiencen con la despedida que, desde sus redes sociales, le dio el recientemente reelecto Luiz Inácio Lula da Silva, es señal de la anemia que padece, desde hace años, el periodismo cultural/musical: en búsqueda del “lead” vendedor, titular y primer párrafo potentes, las redacciones web optaron por lo más sencillo, asociar a un personaje que trasciende la menudencia política al cotilleo provocador que debe haber producido, en algunos, esta asociación entre la cantante y el cuestionado político del que, para bien o para mal, las masas hablan todo el tiempo.

En el camino, obviaron por ejemplo que la cantante es una de las inventoras del concepto MPB -Música Popular Brasilera- y protagonista central del movimiento Tropicalista que ayudó a las juventudes del “gigante de Sudamérica” a sobrellevar la asfixiante represión de la dictadura militar que gobernaba ese país en aquellos convulsos años finales de la década de los sesenta. También se olvidaron de recordar a las nuevas generaciones que su voz se convirtió en una marca registrada de la música del Brasil, con ese timbre agudo y sinuoso que podía acariciar el bossa nova más tradicional, evolucionar hacia una alunada psicodelia para luego pasar a románticas baladas o arrebatarse al ritmo de una frenética samba de enredo.

Casi no componía, pues lo suyo era el canto, la performance, la interpretación. En una de sus últimas entrevistas, comentó que nadie era capaz de escribir para ella como Caetano Veloso, su partner-in-crime desde el día uno, y que también expresó su pesar colgando un video de ambos interpretando, en vivo, Sorte, una balada-jazz que se incluyó originalmente en el LP Bem-Bom, de 1985. Me atrevería a decir que ella es la vocalista que más canciones de Caetano Veloso ha grabado a lo largo de la historia. Ambos saltaron juntos a la palestra, para enfrentar a los escenarios y públicos más prejuiciosos y puristas que se escandalizaban y rasgaban vestiduras por las libres variaciones que ellos y sus otros cómplices, Gilberto Gil –“triste por la partida de mi hermana”- y Maria Bethania “era una gran amiga, aun en la distancia”-, decidieron incorporar al lenguaje musical del Brasil, combinándolo con irreverentes oleadas de rock psicodélico, actitud relajada y sentido poético-político. Los cuatro jóvenes eran peligrosos para el establishment acartonado y rancio del militarismo imperante.

Su discografía está cargada de diversos momentos definitivos, que ayudaron a cimentar la popularidad global de géneros exclusivamente cantados en portugués. Y, aunque su presencia en las radios fue nula durante prácticamente toda su carrera, todos hemos escuchado alguna vez sus canciones, ya sea interpretadas por ella misma o por otros. Podemos mencionar, por ejemplo, la alegre samba con sabor a vaudeville Festa do interior, que llegó primero a nuestros oídos en la versión traducida de Paloma San Basilio, allá por 1983 -la original es del LP Fantasia, de 1981-. O la romántica Um dia de domingo, que el conjunto vocal Mocedades, también de España, grabara en 1986, un año después de su publicación original. O Pegando fogo (LP Minha voz, 1982), una samba escrita originalmente en los años treinta que fue transformada en merengue -con arreglos de Wilfrido Vargas- por la orquesta femenina Las Chicas del Can, que la popularizó ampliamente en 1985. 

La raíz de su musicalidad se ubica en Sao Paulo, su ciudad natal y su inspiración en los orishas de Bahía, parafraseando a nuestro Nicomedes Santa Cruz. Su primer álbum se tituló Domingo (Philips, 1967) y fue grabado a dúo con Caetano Veloso, para presentar una selección de suaves bossa novas con tintes de folk acústico, con aurorales composiciones del extraordinario y transgresor músico como Coração vagabundo o Avarandado. Esta primera etapa de su carrera, que se extiende aproximadamente hasta 1976, es sumamente interesante pues muestra el lado más iconoclasta de esta nueva generación de compositores e intérpretes brasileños, equipados con un sentido único de la libertad creativa tanto en aspectos sonoros como líricos y simbólicos, de imagen. Junto a ellos, otros artistas como Os Mutantes -la banda en la que nació Rita Lee, otro nombre fundamental del rock paulista-, Tim Maia, Milton Nascimento y Tom Zé, venían alborotando a la oficialidad musical brasileña, aunque poco tiempo después todo el país se rindiera ante ese indiscutible talento que permitió llevar la música local a otro nivel.

Álbumes como Gal (1968) -que contiene alucinantes temas como Tuareg o The empty boats, a años luz del boom de la world music-, Legal (1970) -que incluye otro clásico de Caetano Veloso, London, London, así como Hotel das estrellas, Eu sou terrivel y Love try and die– o India (1973); nos permiten entrar en contacto con una artista especialmente interesada en destacarse del resto con una presencia entre exótica, innovadora y hippie pero sin dejar de lado su identidad. De hecho, en el último de los mencionados -su sexto disco oficial y que es, de lejos, el más extraño de dicho periodo- aparece recién un tema más convencional, por decirlo así, del cancionero habitual brasileño, el clásico Desafinado, compuesto en 1959 por Antonio Carlos Jobim. En todas estas producciones brillan los teclados Hammond, las secciones de cuerdas y vientos al estilo Jesucristo Superstar, las percusiones tribales y las voces emitiendo toda clase de ruidos, todo revuelto con suaves cadencias de guitarras acústicas, cuicas y panderetas tocadas a toda velocidad.

En 1976, los cuatro jinetes de la música brasileña se unieron para lanzar el espectáculo en vivo Os doces bárbaros, el mismo que aparecería también como disco doble y documental, al año siguiente. Canciones como Os mais doces bárbaros, Atiraste uma pedra, Chuckberry Fields Forever, O seu amor o Fé cega, faca amolada resumen el espíritu aventurero e innovador de este supergrupo. Como sabemos, todos desarrollaron sus propias carreras, prolíficas, exitosas y largas, pero volvieron a juntarse como Os Doces Bárbaros en dos oportunidades. Primero, en 1994 para un concierto especial celebrando a la legendaria escuela de samba, Mangueira y luego, por última vez, en el 2002, para unos multitudinarios conciertos en Sao Paulo, bajo el título Outros (doces) bárbaros, editado como documental el 2004. 

Durante el último tercio de los setenta es que esta enigmática y multidimensional intérprete comienza a desarrollar la imagen y estilo que la hicieron reconocida internacionalmente. Con sus álbumes Caras e bocas (1977) y Agua viva (1978) aparecen los primeros signos de sofisticación en producciones como Meu doce amor, Vida de artista o Negro amor, cover en portugués de un clásico de Bob Dylan, It’s all over now, baby blue (1965). Fiel a sus raíces y a sus amistades, otros temas firmados por Caetano Veloso como A mulher o Força estranha pasaron a ser partes fijas de su repertorio. En medio, siempre hubo espacio para la samba, uno de sus fuertes, con nuevos clásicos como Samba rasgado o Balancê, ambos presentes en Gal tropical (1979), en el que también incluyó nuevas versiones de canciones antiguas como India o Meu nome é Gal compuesta para ella por otros grandes de la música del Brasil, Erasmo y Roberto Carlos.

Los ochenta llegaron con el boom de las novelas brasileñas -títulos setenteros como Isaura, la esclava (1976) o Dancing days (1978) habían abierto el camino para estas historias- y su voz se hizo aun más reconocida en nuestro país, con temas como Meu bem, meu mal, de la novela del mismo nombre o Brasil, rock-samba que servía de introducción para Vale tudo, una de las novelas más sintonizadas de 1985. A este periodo pertenecen álbumes como Fantasia (1981) que, además de las mencionadas Festa do interior o Me bem, meu mal, incluye una preciosista composición de Djavan, uno de los cantautores más inspirados de la generación posterior de la MPB, titulada Açaí. En 1983 editó Baby Gal, otro elegante disco de baladas románticas y bossa nova, con temas originales como Mil perdões -escrita por Chico Buarque- o De flor em flor -de Djavan-, así como una renovada versión de uno de sus primeros y más conocidos temas, Baby (escrita, también, por Caetano Veloso), con un sonido adaptado a las exigencias del gusto ochentero. La original apareció en su tercer álbum de 1969.

Gal Costa ha interpretado a todos los grandes compositores de su país. Además de los ya mencionados Caetano Veloso, Gilberto Gil, Milton Nascimento, Roberto Carlos y Chico Buarque, también han sido tocados por su voz autores fundamentales como Ary Barroso, Jorge Ben, Dorival Caymmi y, especialmente, Antonio Carlos Jobim. En 1987 publicó su primer álbum de temas exclusivos de este famoso artista, Rio revisited, entonando clásicos como Águas de Março, Corcovado, One note samba, Chega de saudade, entre otros, acompañada al piano y voz por el maestro Jobim en persona. Años más tarde, en 1999, lanzaría un disco doble en vivo llamado Gal Costa canta Tom Jobim ao vivo, para conmemorar el quinto aniversario del fallecimiento del autor de Garota de Ipanema, himno moderno de Brasil. En 1995 lanzó Mina d’água do meu canto, con temas inéditos de Veloso y Buarque.

Convertida en icono cultural de su país, Gal Costa pasó a ese exclusivo listado de artistas atemporales, que no requieren de éxitos masivos para conservar su vigencia y prestigio. La cadena MTV organizó un concierto acústico con ella, un disco de antología que sirve de resumen pero también de puerta de ingreso a su universo sonoro. Aunque siguió produciendo discos de estimable calidad, Gal Costa ya no necesitaba demostrarle nada a nadie y prosiguió con sus exploraciones estilísticas, pero siempre anclada al sonido de la MPB, la samba y el bossa nova, su lenguaje natural. Así, sus últimas producciones en estudio -Recanto (2011), Estratosferica (2015) y A pele do futuro (2018)-, combinan sus inagotables raíces con géneros como la electrónica, el rock y la música disco. Cada uno tiene su equivalente en vivo, una práctica que popularizó Caetano Veloso.

Y, a todo esto, ¿qué fue lo que dijo Lula? Pues lo siguiente: “Gal Costa fue una de las más grandes cantantes del mundo, una de nuestras principales artistas pues llevó el nombre y los sonidos de Brasil a todo el planeta”. Pocas semanas antes del miércoles 9, la cantante había expresado su abierto apoyo al regreso de Lula. Había nacido como Maria da Graça Costa Penna Burgos, pero su nombre era Gal.

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Bossa Nova, Brasil, Cultura, Gal Costa, MPB

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