Juan Carlos Tafur

La pésima idea de la Constituyente

"La Constituyente es una pésima idea. Ojalá Castillo tenga el valor de decirle al pueblo que votó por él que no va".

Si Castillo quiere tirar por la borda el superciclo en los precios de las materias primas y abortar el intento de su equipo económico de lograr un incremento sustantivo en la recaudación tributaria para permitir que se reconstruya el Estado en materias básicas como salud, educación e infraestructura, solo tiene que insistir en el descaminado intento de convocar a una Asamblea Constituyente.

Sea cual sea la forma que busque para lograr semejante propósito, que solo parece obedecer a una promesa descartable de campaña (lo prioritario es otro), generará un estado de zozobra e incertidumbre no solo en los agentes económicos grandes sino en todo el aparato social y productivo.

Las encuestas reflejan que la inmensa mayoría del país no está de acuerdo con una reforma total de la Constitución, Castillo además no tiene los votos en el Congreso suficientes para lograr su cometido. La única manera de llevarlo a cabo pasa por generar un movimiento de masas que atarante al Parlamento, uno, o por llevar al extremo de la cuestión de confianza su pedido de reforma y así lograr disolver el Congreso, generando en ambos casos una crisis política mayúscula que en tanto no culmine (por lo menos dos años), mantendrá al país paralizado y en ascuas.

Ojalá todo no pase de un intento político de mantener una promesa de campaña, que al ser descartada por el Congreso, lleve a Castillo a decirle al pueblo que lo intentó, pero que no pudo realizarla. Y sanseacabó, que allí quede la cosa, y se dedique a gobernar, a desplegar su plan económico y a tratar de reformar un Estado capaz, por sí solo, por su ineficacia, de sabotear cualquier intento de efectuar cambios sociales y económicos.

Que no se convierta el pedido maximalista de una Asamblea Constituyente en un pretexto para que Castillo, siguiendo el modelo de Vizcarra, se dedique a tensar políticamente las cuerdas con fuegos artificiales y así disimular lo que hasta el momento todo augura será una gestión mediocre (salvo lo de Francke, no hay nada más en concreto en ninguna materia gubernativa por parte del entorno de Castillo y ya estamos a pocos días de la transmisión de mando).

La Constituyente es una pésima idea. Ojalá Castillo tenga el valor de decirle al pueblo que votó por él que no va, que será necesaria otra coyuntura política para llevarla a cabo, y que se dedique los años que le toquen al mando de la Nación a gobernar con sensatez y templanza.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo

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