Alan-Salinas

Pensar y proponer el Perú desde el individuo

Hay contextos que influyen en el desempeño de la política. Los contextos de normalidad que se tenía hasta hace unos años, pese a ciertos aspectos negativos de la clase política en nuestra joven democracia, tuvo su buen desempeño hasta el año 2016. Con aciertos y errores el Perú tuvo crecimiento que no significó hasta ahora desarrollo, dado el alto índice de informalidad que poseemos. Hemos podido apreciar, producto de este contexto favorable para el país, avances en libertad política y económica que dinamizó nuestra sociedad altamente proclive a transgredir las normas. 

Después de la elección del 2016, hemos sido testigos (producto del vendaval de corruptela que significó Odebrecht para el país) un momento álgido para el desempeño normal del régimen democrático. Aún con un contexto favorable en lo que respecta al precio de los comodities (como se tuvo del 2000 al 2014), se ha ido generando las condiciones de un momento crítico. La gente no cree en los políticos. La gente desconfía, más que en años anteriores, en la oferta política que tenemos y entre nosotros mismos. Es este contexto propicio para una acción reactiva (imputación y confrontación) que no ha generado hasta el día de hoy capacidad de propiciar un movimiento social que logre representar la situación que estamos viviendo: hartazgo generalizado y protestas sin norte político.

Sobre este tema tenemos que reflexionar. Las reformas políticas que -hasta ahora- venimos apreciando han puesto hincapié en la capacidad institucional para así generar incentivos que logren mayor participación y confianza. Vale decir, pensaron que desde una ley se podía dinamizar a los actores en juego y confianza en los electores. Pensaron así que desde una ley podíamos llegar rápidamente a formar ciudadanos de países OCDE. Buenos deseos que se golpearon duramente con la realidad que les decía que por ahí no iban las reformas. 

Pensemos las reformas, sin procesos constituyentes, en el Perú que partan de analizar y proponer desde el análisis de la agencia. Pensemos las propuestas políticas desde el análisis del individuo o el comportamiento social. La sociología y la psicología, así, vuelven a la palestra para poder analizar cómo pasar de la informalidad a la ciudadanía, cómo pasar de actores populistas a actores democráticos, cómo pasar de personas proclives a romper las reglas a convivir respetando el Estado de Derecho, así como de entender que las instituciones nacen de procesos espontáneos que el individuo va creando de acuerdo con sus necesidades materiales y simbólicas. 

Es hora de pasar a pensar las grandes reformas que requerimos para salir de este proceso crítico por el que atravesamos en este momento. 

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Crísis, Economía, sociedad

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