Para empezar una actividad laboral de manera independiente, un negocio propio, alquilar un inmueble, o pagar impuestos por ventas, es necesario que el emprendedor esté inscrito en Registro Único de Contribuyente (RUC) en SUNAT. Recuerda que el RUC es el número de once dígitos y único, que te identifica como contribuyente, seas persona jurídica o persona natural.

Desde mayo del 2020 es posible realizar la inscripción o reactivación del RUC desde una plataforma web, así como obtener o recuperar la Clave SOL, entre otros trámites, sin salir de casa, ingresando al Centro de Servicios Virtual (CSV).

Requisitos para la inscripción

Puedes hacer tu registro por Sunat Virtual o el App Personas, y necesitarás:

-DNI, número de celular y correo electrónico.

-Fecha de inicio de actividades económicas. Si es por APP Personas, esta fecha será la misma que la de inscripción.

-Domicilio fiscal indicado en DNI. Si es distinta, Sunat podrá verificar posteriormente la veracidad de esta información.

-Actividad económica principal en función a la lista CIIU.

-Código de Profesión u oficio, si eres contribuyente de renta de 4ta categoría.

-Régimen tributario, si eres persona natural con negocio: NRUS, Régimen Especial, Mype Tributario o Régimen General. Puedes revisar también un afiche resumen de estos regímenes.

Antes de iniciar con el registro ten a la mano tu documento de identidad y tu smartphone con el app Personas Sunat abierto. Ingresa a Sunat Virtual tu número de DNI e indica para qué necesitas inscribirte en el RUC. La plataforma te guiará hasta un código QR que deberás escanear con Personas Sunat. En tu celular, sigue las instrucciones del app para validar tus huellas dactilares. Finalmente, declara en Sunat Virtual los datos solicitados en los requisitos de este trámite y genera tu Clave SOL. Al concluir, Sunat te enviará la constancia del trámite realizado al correo electrónico que declaraste. Ten presente que puedes acceder directamente desde el Personas Sunat, accediendo a la opción ‘Inscríbete en el RUC’ y siguiendo las mismas instrucciones que para Sunat Virtual.

Esta herramienta está disponible las 24 horas del día, los 7 días de semana, ingresando a www.sunat.gob.pe; luego de lo cual el usuario debe “dar clic” en la opción Centro de Servicios Virtual, que lo llevará a un menú con los principales trámites que antes eran presenciales y que ahora pueden realizarse en línea.

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Para los empresarios de la micro y pequeña empresa (mypes), su negocio es una fuente de empleo, pero también su patrimonio personal. De allí la importancia de buscar formas de protegerlo frente a cualquier imprevisto como un incendio, un robo o desastres naturales.

De acuerdo a información del Emergency Management Forum, de cada 100 empresas que atraviesan un desastre sin estar preparados, 43 no podrán reabrir y solo seis conseguirán sobrevivir a largo plazo.

Teniendo en cuenta esta proporción, los especialistas del Consultorio Financiero de Mibanco consideran importante contar con ahorros de emergencia, que estén seguros en una cuenta en alguna entidad financiera y que puedan estar disponibles en todo momento.

“Si ocurriera un suceso inesperado, el dinero guardado podría estar disponible para reponer mercadería dañada, robada o cualquier otra eventualidad. No hay acuerdo acerca de cuánto dinero debe ahorrar una mype porque depende de la actividad, de la necesidad de efectivo”, precisan. Explican que, si nunca se ahorró, se puede empezar con una meta modesta de 10% de las ganancias, y ver si esta puede aumentarse gradualmente.

Cobertura de seguros

La segunda alternativa para contar con una protección ante imprevistos es la contratación de un seguro, que para las mypes puede ser de tipo multirriesgo, que brinde garantías al empresario ante incendios o robos, a cambio de un pago mensual o prima.

El Consultorio Financiero de Mibanco recomienda evaluar el aseguramiento del local, que puede servir si se enfrenta a un incendio o una inundación, pero también se puede contratar coberturas adicionales, como seguro para el transporte de mercadería o la responsabilidad civil, que son las consecuencias de algún accidente que ocurra como parte de la actividad.

En general, aconsejan contratar un seguro que se adapte a los riesgos del negocio. “Al pagarse mensualmente un seguro se notará que es posible destinar un dinero al mes a un propósito específico. Es finalmente, un ahorro. Ambos caminos, aunque distintos, son efectivos para resguardar la inversión”, comentan.

Lo ideal, agregan, es optar por ambos, pero si no es posible en este momento, se puede empezar con uno y luego, cuando se tenga control sobre los recursos, continuar con el segundo.

Recuerde que un seguro repone el 100% de la pérdida sobre la base de lo que se ha declarado durante la inspección previa a la contratación del seguro. La cobertura que pueden ofrecerle puede ser solo para el negocio o también para pérdidas que sus clientes tengan con el incidente. El costo de la prima dependerá de la evaluación que se haga del nivel de riesgo.

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En un esfuerzo por acercar a los jóvenes universitarios al mundo empresarial y al mercado laboral, en el 2012, un grupo de estudiantes sanmarquinos fundó el Centro de Altos Estudios de Negocios y Economía (Caene).  En un principio la iniciativa tenía forma de movimiento estudiantil y ahora, de acuerdo a lo que comenta Franco Orellana, vicepresidente administrativo de la organización, se ha convertido en una empresa social con más de 600 embajadores de distintas carreras profesionales y se ha extendido a universidades públicas y privadas, así como a institutos.

A seis años de su fundación y próximos a realizar una nueva edición de su encuentro anual de líderes, Orellana considera que han logrado que los jóvenes conozcan el aporte de la empresa a la sociedad y que también eleven su nivel de empleabilidad. Sin embargo, teme que el escenario de inestabilidad política afecte negativamente el desarrollo y la generación de empleo.

Entiendo que Caene nació en San Marcos, ¿cómo así surgió la idea?

Nació como un proyecto universitario en la facultad de Ciencias Administrativas en el 2012, como una iniciativa de jóvenes universitarios que fue escalando a diversas facultades de la universidad. Luego, decidimos dejar de ser movimiento universitario para constituirnos como empresa y hemos logrado tener una presencia y participación activa en más de 100 universidades e institutos públicos, donde tenemos jóvenes que interactúan con las actividades que tenemos.

Inicialmente ¿qué querían conseguir y cómo se convirtió en Caene?

Cuando estábamos en San Marcos veíamos siempre que la universidad tenía ciertos matices negativos respecto al tema empresarial. Había grupos minoritarios con un activismo bastante constante y generó una imagen negativa de la universidad. Buscamos desde un inicio mostrarles a las empresas que, en las universidades públicas, lo que los jóvenes realmente quieren son oportunidades de crecimiento y para crecer tienen que estar conectados con las empresas, y fue lo que hicimos. Al convertirnos en una empresa, hemos logrado visibilizar las acciones que las empresas tienen y que los universitarios conozcan el rol de la empresa en la sociedad, el gran aporte generado en los últimos 20 años.

¿Cómo se adaptaron a la pandemia?

Si bien es cierto el grueso de actividades las realizamos en Lima. Un promedio de 6 meses nos dedicamos a viajar por todo el Perú y hacer actividades de regiones. Hemos tenido presencia muy fuerte y constante en Puno, Cajamarca, con mil a dos mil personas. Si bien el esquema digital impactó un poco en el inicio, luego supimos adaptarnos y con la gran red de jóvenes que tenemos, digitalmente, hemos logrado tener jornadas de capacitación de más de 32 mil conectados.

Algunas empresas se limitan a contratar a jóvenes que son solo de algunas universidades, ¿cómo dificulta eso el acceso al mercado laboral?

Los problemas del mercado laboral para los jóvenes tienen un trasfondo económico. En la medida en que la economía no crezca, las oportunidades van a ser siempre limitadas. La falta de competitividad de algunas universidades, la mala formación a los jóvenes, lleva a que las empresas encuentren talentos en universidades que de una a otra forma tienden a ser más competitivas. De otro lado, las empresas no se han preocupado en atacar las causas del problema, la falta de competitividad en los talentos universitarios, y lo que Caene hace es justamente eso.

En lo que reciben de los jóvenes, ¿ven voluntad de participar?

Lo que los jóvenes siempre van a querer son oportunidades, pero una gran cantidad cree que por estar en la universidad ya van a conseguir un excelente trabajo. Lo que realizamos es un proceso de concientización para hacerles entender que no solamente necesitan una formación universitaria, tienen que estar conectados con empresarios, gerentes, emprendedores y líderes. Por su parte, las empresas a veces no entienden la heterogeneidad que hay en el país. El estudiante de San Marcos es distinto al de la UNI, al de la UNSA de Arequipa, aunque tengan coyunturas similares.

Al tener contacto con empresas y líderes de opinión, ¿cómo ven las proyecciones que hablan de un crecimiento nulo el próximo año para la inversión privada?

Nosotros que trabajamos con jóvenes vemos con muchísima preocupación esta situación de inestabilidad económica y política en el país. En los jóvenes con los que dialogamos constantemente, a la preocupación que tenían por la pandemia, se ha generado una crisis muy dura. Hay muchos jóvenes que están por acabar la universidad, por iniciar su búsqueda de prácticas preprofesionales, y no encuentran estas oportunidades que están relacionadas con lo que han estudiado. La preocupación del joven es que no haya esa estabilidad necesaria para impulsar el crecimiento y la generación de empleo.

¿Qué objetivo les gustaría alcanzar el próximo año?

Lo que apuntamos es a tener un mayor respaldo de las empresas para que las iniciativas vinculadas a la mejora de la empleabilidad de los universitarios, al empoderamiento femenino, la promoción de la sostenibilidad corporativa, tengan un impacto mucho mayor, involucrar a más empresas y consolidar nuestra presencia internacional en siete países de América Latina. Durante el 2020 tuvimos un proceso de expansión en lo cual logramos tener alianzas con universidades de distintos países como Colombia, Ecuador, México, Uruguay, Paraguay, Panamá e incluso con estudiantes en Venezuela.

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Henry Vallejo recibió un galardón en la gran manzana por su segundo largometraje: Manco Capac. En esa oportunidad, hace un año, estrenó su film en el Festival People of Color de  Nueva York. Ese año también obtuvo el premio Luces a la mejor película, así como el Apreci en el ámbito local. Un año después de todo esto y aun en pandemia, su film ha sido preseleccionado para representar a Perú en los premios Oscar de la Academia de Hollywood.

Manco Cápac fue filmada en Puno y es la historia del joven Elisban que llega a esta ciudad en busca de trabajo. Al no encontrar a quien sería su apoyo, un amigo de la escuela, se ve forzado a intentar todo tipo de actividades para poder subsistir  Esta situación lo lleva a interactuar con diversos personajes que van evidenciando la deshumanización de una sociedad por un lado y por otro lado el devenir del protagonista hacia la indigencia. 

Gracias a la virtualidad pudimos conversar con el director puneño que se encuentra en Francia.  Su película se exhibe en el Festival de Biarritz, en el marco del Focus Perú. Sección que tiene como invitado especial al cine peruano.  

Felicitaciones por esta precandidatura a los premios Oscar. Cuéntanos por favor, ¿Cuál ha sido el recorrido que ha tenido el proyecto desde que empezó hasta llegar a la selección para representarnos?

Han pasado más de 10 años desde que empezamos a escribir el guión. En realidad, ha tenido un viaje más largo de lo que esperábamos. El actor que teníamos en ese entonces ganó una beca y se tuvo que ir a estudiar a Lima. Esto nos paralizó toda la producción, no podíamos hacer un juicio y reclamar nada porque íbamos a perder el tiempo, ya que era un menor de edad. Nos tomó 3 años reemplazarlo. Pero ha sido positivo porque pudimos pulir el guión y conseguimos también los fondos de la Dafo para realizar realizar el rodaje.

El nuevo actor tenía 15 años cuando vino el casting, empezamos a filmar cuando tenía 16 años y terminamos el rodaje cuándo cumplió como 20 años. Hemos filmado un poco menos de 4 meses, pero parece mucho más debido a las repeticiones. Afortunadamente Jesús ya tenía 16 años entonces ya había crecido lo que más o menos tenía que crecer y el peso también.

Los actores secundarios tampoco han sido fáciles de conseguir porque en Puno no hay escuelas de actuación.  Por eso recurrimos a algunos de Arequipa, de Lima y fuera del país también. Es el caso de un mejicano y un francés. Fui a ver la obra del mejicano y le pregunté si le interesaba hacer una audición. Se quedó tres días. Lo mismo pasó con el francés. Un día en el terminal lo vi tocar su acordeón. Me acerqué y cuando entendió lo que le decía gracias al Google translator, no lo pensó ni dos segundos y me dijo sí.  

Cuando empezaron este proyecto, ¿Cuál era la intención que tenían con esta película?

Básicamente teníamos dos retos. El primero fue querer contar una historia local que prescinda de todos los extremos. No es que esté mal contar historias extremas, lo que pasa es que era un reto personal. No queríamos tener cine de acción, persecuciones o romance. Queríamos prescindir de estos temas bastante recurrentes. Pero a la vez pensamos que, si le quitamos toda la carnecita, lo más sabroso, el reto era poder entretener y de ahí sale este guión.

Y el otro reto era rendirle un pequeño homenaje a los Incas. ¿Cómo introducimos a los Incas, sin hablar casi nada del pasado? Porque embarcarse en una historia de época demandaría millones obviamente y con poco dinero sería una locura. Tampoco queríamos hacer el ridículo.

Los diálogos por ejemplo en los mercados yo los he vivido. Iba a comer cuando todavía costaba dos soles un plato de pejerrey con arroz.  Siendo Puno una ciudad tan pequeña, encontramos por lo menos una docena de dialectos del castellano. Creo que en el fondo queríamos contar algo que venga de la realidad y ponerlo tal cómo es. Esa indiferencia que existe en muchos lados.  

¿Consideras que somos una sociedad poco empática?

Sí, creo que tal vez no somos poco empáticos, pero somos indiferentes. Porque si tenemos empatía en general, pero si somos indiferentes, pero no porque quisiéramos serlo. Sino porque nos han enseñado, preferimos escapar. Evitamos el problema. Si vemos a alguien que se está desmayando en la calle preferimos retirarnos porque hay experiencias negativas de que ayudar podría meternos en problemas. Esto obedece al sistema social y de leyes. Probablemente lo que nos falta es sentido común. Sobre todo, en el Perú no tenemos sentido común.

Justo ahora en la presentación de la película hablamos un poco de eso acá en Biarritz. Me han preguntado si esa era la intención de la película. 

¿Crees que estamos en un mejor momento para abordar problemas como el clasismo, el racismo?

Si, pienso que no solo en nuestro país sino en el resto del mundo de alguna manera nos guste o no, estamos madurando. Parece que la pandemia ha permitido eso, el ser humano necesita un poco de golpe para entender y claro, muchísima gente ha sufrido durante la pandemia y eso nos está haciendo a la fuerza más sensibles con nuestro entorno. 

La indiferencia no siempre es el mejor camino. Hay cosas que necesitamos reaprender. Sí algunos miembros de nuestra sociedad están en problemas, en el fondo también es nuestro problema. Probablemente no queremos reconocerlo. Nos hemos estado volviendo cada vez menos humanos.  

A eso quería llegar con la película, que no nos veamos tanto como fachadas, sino como seres humanos. El ser humano sí bien es cierto es un animal, pero tenemos alma racional y podemos discernir el bien del mal. A partir de eso creo que podemos construir una mejor sociedad.

Hablaste hace un momento de la reacción que la gente ha tenido ahora en el Festival de Biarritz. ¿Qué impresión han tenido los espectadores hasta el momento en los demás Festivales?

Creo que la película ha conectado con distintos públicos. Teníamos la duda de que en otros países no se entendiera el mensaje.  Finalmente me estoy dando cuenta que sí. La humanidad de los personajes es importante. En Francia, por ejemplo, que es un país de primer mundo, podríamos pensar que no hay gente sin dinero. Sin embargo, también existe indigencia. En Biarritz no creo, porque ha sido un balneario para gente adinerada. Todo Biarritz parece un barrio de Hollywood.

Cuando viste por primera vez la película editada ¿qué impresión te dio?

Recuerdo los primeros castings que habíamos hecho con el actor. La historia ya había tomado buen camino.  Ya me causaba emoción en la primera semana del casting, cuando me di cuenta que el personaje funcionaba. Ya cuando terminamos de ver la película, si estaba contento más o menos con el 90%.

Siempre uno no termina de escribir porque quisiera corregir muchas cosas, como dicen algunos escritores, uno podría escribir toda la vida. Una expresión artística, nunca va a ser perfecta, podría parecer, pero no lo es, ninguna obra ha sido perfecta.

¿Cuándo decidiste estudiar cine?  ¿Cómo descubriste tu vocación?

Recuerdo que, en quinto grado de primaria, un día estaba escribiendo una historieta para un cómic con el compañero que se sentaba a mi costado. La profesora nos llamó y pensamos que nos iba a castigar, pero al final nos felicitó y nos pidió que contáramos la historia a la clase. Esas cosas dan aliento.

Me parece que eso quedó en el subconsciente y cuándo terminé el colegio, gané una beca para estudiar ingeniería eléctrica en Argentina.  Estuve casi 2 años, pero no me sentía cómodo, no era lo mío.  En mis ratos libres recuerdo que me iba a la Facultad de fotografía. En la ciudad de Tucumán donde estudiaba había una gran oferta de películas. Una ciudad de un poquito menos de 1 000,000 de habitantes tenía como 10 a 12 salas grandes de cine. Y como había ofertas de 3 películas por uno, asistía mucho al cine. 

Cuando ya había regresado de la Argentina entendí que me gustaría la idea de hacer una película.  Lo más cercano que tenía era ciencias de la comunicación. Cuando comentaba esto con mis amigos o con mis padres me decían: “si vas a estudiar eso, no te apoyamos, olvídate”.  Algunos amigos me decían que iba a estar al nivel de un heladero. Ese tipo de comentarios podrían llegar a desanimar a cualquiera. Sin embargo, pensé que, si no hacía lo que quería realmente, iba a ser infeliz.  

Es posible que puedas transitar por la alfombra roja de los premios Oscar. ¿Lo has imaginado?

Sí, es posible. Creo que todo es posible.  Sin embargo, sé que ese camino es bastante difícil. Estos días me han contactado dos personas que tienen sus empresas en Los Ángeles y me han dicho para conversar. El cine ya sea de Hollywood o independiente es un negocio finalmente.  En la industria no necesariamente los que ganan un premio son las mejores películas. Lo que sí, es que les conviene que sean películas vendibles. Que puedan llamar la atención de mucha gente. Sin embargo, pienso que nadie tiene la última palabra.

Estoy satisfecho y quiero pensar en otros proyectos también que sigan conectando con la gente.  Mi intención con honestidad es hablar de humano a humano. De un espíritu hacia otros espíritus. Creo que el ser humano necesita más conexión.

Tarkovsky decía “la esencia es más importante que la técnica”. La esencia y el contenido ¿no? Pienso que todo ser humano sea artista o no tiene casi la obligación de intentar mejorar este mundo.  Debíamos pensar un poquito más en ir para adelante en todos los aspectos, no solo en el aspecto económico.

Hablando de la dirección de actores. ¿Cómo lograste esa naturalidad en un chico tan joven como Jesús Luque, protagonista de tu film? Sin experiencia cinematográfica, además.

Si, Jesús no había hecho nada en cine. Sólo presentaciones del colegio, pero después nos concentramos en el taller. Hemos hecho tres o cuatro talleres en distintos años y ha habido varios candidatos. Había un chico que nunca llegaba temprano. Las clases eran a las 4:00 y llegaba a las 5 de la tarde. A Jesús le conté algo de eso y él desde el arranque, si las clases eran a las 4, él estaba en el taller a las 3:30 pm. A pesar de que para llegar hasta Puno necesitaba 4 horas de viaje desde su comunidad. Nunca faltó a clase y eso es importante.  

Una de las cosas que uno no debe prescindir es el compromiso y por supuesto el talento también es importante. Jesús tiene una menta fresca, aprende bien los diálogos y ha aprendido las técnicas también.  Él ha entendido que, si algo va a salir bien, es después de mucho trabajo.

¿Cuándo es el estreno en las salas peruanas?

Será estrenada en Cineplanet y Cinemark entre el 9 y el 16 de diciembre. Estoy esperando definir esa fecha. Esperamos que sea el 9. Creo que no hay que tenerle miedo a los blockbuster, porque si bien es cierto ese público es diferente, un poco de ese público también irá a ver la película. 

Cuando presentamos nuestro primer largometraje en Arequipa el 2005, ese día justamente también se estrenaba La venganza de los Sith. Hicimos publicidad y llenamos las salas a pesar de estar compitiendo con Star Wars. Creo que para diciembre se estrena Matrix.

¿Qué proyectos se vienen?

Tengo dos ideas que más me convencen, que más me gustan, pues la voy a presentar. Son pasos que también hay que tomar con calma. No apresurarse tanto para no arrepentirnos. Es una inversión de tiempo, de vida, inversión de mucho dinero.

¿Nos adelantas cuáles son esas ideas?

Si, una de las ideas es sobre un viaje en bicicleta durante la pandemia. Es un viaje que un personaje emprende porque no le queda otro camino. Desde Perú hasta la Argentina y la otra idea trata de dos amigos que tienen una discusión que va aumentando de tono y al final terminan peleando. El tema central es el racismo. La historia muestra algo que al inicio no era tan obvio y luego si lo es, hasta ser ofensivo.

Algo que quieras agregar antes de terminar.

A todo el pueblo peruano invitarlos al estreno, ya sea el 9 o el 16 de diciembre. Es una película que tiene identidad, que toca no solo un tema humano, sino varios temas más. Me gusta mucho lo que decía Tarkovsky, “si el mundo fuera perfecto, entonces el arte no tendría razón de ser”, ¿no?

Gracias a Dios el mundo es bastante imperfecto. Hay mucho por inspirarse, mucho por corregir, hay mucho por mostrar. Sobre todo, necesitamos contar nuestras historias. Probablemente sean necesidades más del espíritu al que también hay que alimentar.

 

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Manco Capac, película peruana, premios Oscar

Cuando la historia se interna en el presente sin tomarse tan a pecho la saludable costumbre de la distancia crítica, es decir, cuando hay una proximidad entre la realidad y su representación escrita, la frontera con el periodismo se hace muy porosa. En ambos casos, la historia del presente y el registro informativo de lo inmediato, hay un sentido de la urgencia, una ansiedad por hacer constar y ver las cosas. Esta es la impresión que deja seguramente en los lectores el volumen Días contados. Lucha, derrota y resistencia del Perú en pandemia, crónica de muchas facetas escrita a dos manos por Rafaella León y Luis Jochamowitz. 

El título es bastante explícito y se suma ya a una serie de libros aparecidos durante los oscuros e impredecibles meses que empezamos a vivir en marzo del año pasado. Sin embargo, la intención que declaran los autores de hacer de esta escritura una crónica “sanitaria” y “política” ofrece, sin duda, un matiz que nos aleja de la perspectiva intimista y coloca el relato en un horizonte más amplio (Lima, por defecto), a modo de estrategia para entender, aun inicialmente, los múltiples sentidos que adquiere el Covid 19 en relación con la vida peruana. 

La pandemia ha sido (lo es todavía) un termómetro social, un medidor de presión, un muestrario de conductas y reacciones, una caja de sorpresas. Ha sido campo fértil para la posverdad, para la desinformación y pésimas prácticas mediáticas y, también, para desarrollar la conciencia de la carencia, para transparentar una serie de desigualdades ocultas bajo el canto de sirena de las cifras macroeconómicas, dudoso escudo protector contra la menor insinuación de cambio o reforma.

El libro se centra sobre todo en el año 2020 y es una sugerente exploración de entresijos y detalles observados con rigor y precisión y abarca una vasta serie de sucesos. El libro se inicia con las primeras noticias de la epidemia, en un lugar muy remoto, en teoría ajeno a nosotros hasta que llegó ese día de marzo en que se declaró la cuarentena general. Anotan los autores (y los sigo en eso): “Durante décadas se discutirá sobre la cuarentena general del 2020, su efectividad y sus costos. En ese momento, sin embargo, nada se sabía y todo era posible. Los responsables políticos tenían en sus manos decisiones de una magnitud difícil de comprender” (p.45). Queda para la postal que fuimos el primer país de la región en ordenar una cuarentena. 

Como en los buenos relatos periodísticos, los hechos no están solos. Vienen también acompañados de las impresiones de sus narradores. El inicio del capítulo 3 (“El presidente confinado”) es muy ilustrativo al respecto: “La nueva edad del mundo comenzó con una rara belleza. Grandes avenidas vacías, autopistas silenciosas, cielos despejados, fauna silvestre que reaparecía tímidamente, como si nos hubieran estado observando desde lejos y se atrevieran a volver ahora que habíamos desparecido, nosotros, la plaga” (p.55). 

Los episodios van sucediéndose. Aparece un perfil de Vizcarra, pieza infaltable del museo del vilipendio (del merecido en todo caso), se relata el desconcierto y el miedo producidos por el aislamiento social y se enfoca un punto que mucha prensa tocó en su momento pero luego prefirió silenciar: los retornantes (a la larga una cadena de contagio), aquellos caminantes que en su desesperación abandonaban Lima para volver a sus poblados, donde al menos podrían probar bocado.

El diseño narrativo parece corresponder a la lógica (no declarada) de un diario. En su linealidad, se dibuja el drama de la pandemia de una manera sobria y contenida, aun cuando muchos de los sucesos narrados podrían despertar enorme repudio en uno. Dos ejemplos: el tristemente recordado “vacunagate” (pp. 345-356) y el comercio del oxígeno medicinal, cuya subida de precio se encargó de mostrarnos el rostro más inhumano e indolente del mercado, para no olvidar el sistema de robo y pillaje de balones procedentes de los hospitales, así como los esfuerzos por solucionar esta enorme y aguda crisis respiratoria (pp.167-170 y 297-328).

Hay mucho más, por supuesto. Personajes de perfil heroico, otros aborrecibles; historias que indignan y conmueven, abundantísimos palos de ciego para darle cara a una situación desconocida y que sorprendió al país, literalmente, en ropa interior. Una crónica del desconcierto y la desesperación. Y al fondo, algo de luz. 

Días contados. Lucha, derrota y resistencia del Perú en pandemia. Lima: Planeta, 2021. 

Libro-Días contados

 

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Alonso Rabí Do Carmo es profesor ordinario de la Universidad de Lima, donde imparte cursos de Lengua, Literatura y Periodismo. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y obtuvo el Doctorado en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Colorado. Ejerce el periodismo desde 1989.

 

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