Va a ser muy difícil que el Congreso apruebe la solicitud de delegación de facultades legislativas en materia tributaria, fiscal, financiera y de reactivación económica que el Presidente y la Premier han remitido ayer al Parlamento.

El proyecto demuestra consistencia y detalla, en una amplia exposición de motivos, las razones que fundamentan su solicitud. En principio, queda claro, que el gobierno apunta a un mayor peso fiscal, sea por controles de evasión o elusión, como aumento de algunos impuestos. Es, por cierto, lo que el ministro Francke se la ha pasado anunciando durante toda la campaña electoral y en esa medida no llama a sorpresa.

El problema entre manos, sin embargo, es político. ¿Cómo confiar en que el Presidente no se entrometerá en asuntos económicos que no le competen y termine generando alguna norma Frankenstein que distorsione el espíritu y el sentido del paquete que quiere aprobar el MEF?

Los exabruptos presidenciales dejan honda huella en el sector empresarial, que inmediatamente activa recelos y temores, quizás algo exagerados, pero entendibles dada la retórica inflamada que hasta hace poco exhibía el ala cerronista del régimen y el afán no descartado del Presidente de desplegar una ruta hacia la Asamblea Constituyente.

En esa medida, va a ser necesario que el ministro Francke se prodigue en los medios y eventualmente ante el Congreso a explicar con el mayor detalle posible sus proyectos, o que eventualmente los explicite aún más de lo que ya lo están en el proyecto presentado, de modo tal de reducir la incertidumbre.

Es verdad que el Congreso, a posteriori, puede corregir, anular o derogar las normas que el Ejecutivo apruebe en base a la delegación de facultades, pero ello no reduce la inquietud existente en muchas bancadas respecto de las sorpresas o bombas que desde el gobierno se puedan perpetrar en las materias señaladas (tributaria, fiscal, financiera y de reactivación económica).

A ver si este escenario termina de convencer al Primer Mandatario de la urgencia imperativa de que controle su irresponsable verbo, que entienda que está frente a una realidad política que lo contiene (un Congreso mayoritariamente opositor) y que, en esa medida, necesita mostrar tino y cautela. Los que pueden terminar pagando las consecuencias de su inimputabilidad política son la Premier, con el voto de confianza, y el ministro Francke, con la delegación de facultades.

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Congreso de la República, Facultades legislativas, MEF

No sorprende que el BCR admita y hasta colabore, por medio de las declaraciones de su presidente,  con el chantaje cambiario del que somos víctimas. Como todos los bancos centrales del liberalismo económico contemporáneo, el actual BCR fue creado para garantizar el contexto macro-económico que más conviene a los grandes conglomerados empresariales.

 

Obviamente, el BCR no hace su trabajo por medio de la fuerza o la ilegalidad, pues para eso hay otros. Lo lleva a cabo aprovechando (y reforzando) un sentido común mayoritario que lo ve como una institución técnica que toma decisiones utilizando fórmulas indiscutibles y superiores, y como un actor neutral sin voluntad política ni intereses. Ambas cosas son falsas, y más en una ciencia social que estudia complejidades. Si la realidad fuera una máquina o un objeto, entonces sí bastarían los técnicos que la entiendan, modelen y controlen para que se haga lo correcto. Está a la vista que no es así, y en consecuencia la política es una disputa de sentidos comunes fundamentalmente económicos, donde toda propuesta defiende una subjetividad, protege a los propios y combate opositores. Sin embargo, el absurdo pasa por cierto gracias a un esfuerzo ideológico, mediático y académico de dimensiones globales, impulsado por el gran capital. Es claro que no se trata de un programa explícito u oficial, sino más bien de una cultura corporativa intergeneracional – previa incluso al capitalismo decimonónico – que privilegia la acumulación oligopólica sin límites, y soslaya el abuso, el crimen y la corrupción. Algunos de ellos – los más poderosos – son conscientes de la estrategia desleal, y el resto mayoritario se cree el cuento liberal. Todos, sin distinción, repiten las fábulas del modelo.

 

Como no existe la neutralidad técnica, el BCR es por fuerza un proyecto con carga política, más si recordamos sus orígenes. Nuestra banco central es un proyecto del liberalismo mundialmente triunfante y predatorio de los noventa, y del gobierno  ladrón y criminal de Alberto Fujimori. La ley orgánica que crea el BCR fue aprobada el 29 de diciembre de 1992, en pleno auto-golpe. La norma no pasó por el congreso, y empezó a funcionar el 1 de enero de 1993. Luego fue adoptada por la pobre y liberaloide constitución vigente. No fue lo único que aseguraron en la ilegalidad política: inventaron las AFP e Indecopi, y “reorganizaron” las instituciones judiciales, el tribunal constitucional y la contraloría. Puede parecer forzado hasta aquí – porque no he dicho casi nada todavía -, pero es un clásico de la derecha mundial aprovechar las depresiones graves para arremeter con sus recetas económicas, préstamos chantajistas y mecánicas de influencia. La mega-crisis del gobierno aprista ayudó mucho a que no hubiera resistencia frente a todo lo que sonara a liberal y moderno desde 1990, y el empresariado nacional – con el gran capital extranjero a la sombra – aprovechó la ausencia de controles para asegurar una institucionalidad funcional a sus intereses, que empezara a enraizar el nuevo liberalismo económico peruano. Nada destacable, en términos de desarrollo y progreso sostenible, nos ha traído este embuste que lleva treinta años.

 

Dentro del modelo, el BCR cumple dos grandes funciones: formalmente, diseña y ejecuta la política monetaria conveniente al gran capital, aplicando la teoría económica convencional. E informalmente, utiliza su inmerecido prestigio de independencia política y neutralidad técnica para promover los mitos del liberalismo económico, con ánimo de gurú y explicaciones poco comprensibles incluso para las élites más informadas. No entender las políticas monetarias, gracias a la incapacidad didáctica de la academia económica, es la razón por la que casi nadie nota que la función de los bancos centrales de la ortodoxia noventera incluye una acción política e ideológica permanente, en favor del modelo y sus mayores beneficiarios. Comprendiendo lo monetario, la denuncia que parece conspiranoide se vuelve lógica y explícita.

 

La política monetaria de un país tiene como objetivo definir la cantidad de dinero (efectivos, activos financieros, billetes bancarios) que hay en su economía. Este volumen de numerario debe corresponder a la capacidad productiva real (bienes y servicios) de los agentes económicos. Si hay una cantidad de dinero cuya suma es superior a todo lo que se puede producir, los consumidores querrán comprar más de lo que es capaz de ofrecerles el empresariado. Y cuando los productos son muy pedidos, y hay pocos de ellos en venta, suben de precio. Se trata de una situación escasez debido a un exceso de demanda. Una inflación y del tipo más temido, porque si permanece el exceso de dinero que la origina, crece cada vez más rápido la tendencia alcista y se termina en descalabros inflacionarios. Pero ésta es sólo la mitad de la dinámica monetaria. Cuando en una economía el dinero es insuficiente para pagar todas las posibles transacciones (compras, salarios, inversiones, otros), hay capacidad productiva ociosa en ese mercado, por tanto se está produciendo menos de lo que se puede, lo que implica más desempleo, o menos empleo del posible. Los periodos en los que hay capacidad instalada ociosa son llamados corto plazo, y aquellos en los que se ha agotado dicha capacidad, se les denomina de largo plazo. En este último, sólo se crece más con aumentos de productividad, que es resultado de la competencia relativamente libre y meritocrática entre los agentes económicos, y de su educación profesional. Intentar crecer con intervención estatal (monetaria o fiscal) en el largo plazo, incluso controlando la inflación, desincentiva y dificulta que los agentes económicos se expandan todo lo posible.

 

Ni el corto plazo ni el largo plazo son tiempos cronológicos, sino situaciones mutuamente excluyentes dentro de un sistema. Determinar cuándo se acaba el corto plazo no es sencillo, porque es imposible saber con precisión cuál es la mayor capacidad productiva posible de una economía. Lo que se hace – en los bancos centrales – es un mega-cálculo aproximado, una proyección en base a indicadores actuales, al que la teoría llama PBI potencial. Cuando la producción (el PBI) no llega al PBI potencial, el banco central puede aumentar la masa monetaria sin peligro de inflación, porque hay capacidad productiva ociosa pasible de ser dinamizada. Cuando la producción se acerca al PBI potencial, y da la impresión de que lo va a pasar, la cantidad de dinero debe disminuirse, porque se está acabando el corto plazo y hay peligro de inflación. ¿Como quita o aumenta dinero un banco central? La herramienta principal es la tasa de interés bancaria. Si sube la tasa de interés, la gente mete el dinero a los bancos para aprovechar los retornos ofrecidos, y por tanto hay menos billetes y monedas en la calle. Si baja la tasa de interés, el efecto es contrario, porque conviene más invertir en bienes y servicios, lo que dinamiza la economía y el empleo. Hay otras herramientas, pero están en la misma lógica de decidir si queremos meter o retirar dinero del mercado.

 

El esquema descrito junta dos grandes escuelas económicas. El largo plazo liberal, con su postura de no intervención en lo monetario, que viene desde Hume. Y el corto plazo de Keynes, quien cavilando sobre cómo superar la gran depresión de 1929, postula – en 1936 – que en el corto plazo puede haber intervención (monetaria y también fiscal) sin peligro de inflación. Keynes fue un genio heterodoxo, de amplia y flexible sistémica, al que la ortodoxia de los noventa (con Estados Unidos a la cabeza) desterró de las políticas económicas, incluidas las monetarias. Filtraron la idea de que el exceso de gasto e intervención, en los estados de bienestar desarrollados, había ocasionado la crisis mundial de los setenta, la famosa crisis del petróleo. Nada de eso había, el cambio tecnológico y las caídas cíclicas del capitalismo auto-destructivo (la respuesta estaba en Marx) fue la razón de fondo. Los argumentos de la academia neoclásica también fueron débiles. Uno, muy intrigante, fue decir que es más beneficioso, en términos de crecimiento acumulado, trabajar para el largo plazo que reactivar el corto plazo. No concluyeron que nunca más habría expansión monetaria en el corto plazo – porque eso no tiene defensa frente a lectores universitarios exigentes – simplemente investigaron y confirmaron tesis que parecen decir lo que ellos quieren, y las envolvieron para dárselas a políticos liberales desinformados. Otro argumento débil fue que todo nivel de inflación es un peligro apocalíptico, porque en cualquier momento al asunto se vuelve incontrolable y termina en dramáticos ajustes económicos. Tampoco es verdad. Es largo el tema y quizá sea presentado en otra columna, pero la inflación se controla con la sola decisión política. No se asegura dejando en la miseria a la gente (mano de obra barata para los grandes empresarios), sino con credibilidad de gobierno para modificar expectativas económicas. Los economistas pueden encontrar esta verdad en las explicaciones anexas de varios de los manuales académicos con que aprenden sus modelos en el bachillerato. Lo que buscaban y buscan los liberales monetaristas, al desterrar a Keynes y su corto plazo, es que nada interrumpa el crecimiento del bendito largo plazo, porque ahí está la riqueza de los grandes empresarios, que invierten millones para instalarse en un país por décadas. Un estado activo, en el corto plazo, provoca un tiempo en el que aumenta la calidad de vida, pero no ofrece tanta velocidad económica de largo plazo. Por ello los grandes millonarios del mundo, sus políticos, y una economía provinciana en su occidentalismo y su matematización, decidieron que no existía más el corto plazo.

 

Como si el largo plazo, el crecimiento sin fricción, fuera la panacea. ¿Qué pasa si al mismo tiempo que se crece se genera concentración y exclusión, que es la historia del capitalismo y más en el subdesarrollo? ¿Qué pasa si dada su brecha histórica el país en cuestión no tiene condiciones para llegar a un mínimo de desarrollo inclusivo y sostenible en el “largo plazo”, como ocurre con la mayoría de naciones? ¿No sería razonable tratar ese largo plazo de otra manera, digamos menos liberal y más proactiva desde el Estado? ¿No sería racional aceptar un poco menos de crecimiento para favorecer a todos? ¿Es mejor crecimiento masivamente precario que la sostenibilidad austera con calidad de vida en aumento? La ortodoxia neoliberal siempre prefiere el crecimiento, por las razones ya dichas, y sólo admite una política monetaria expansiva, en el corto plazo, cuando está frente a colapsos de tal profundidad que incluso quiebran la mínima capacidad de compra de los consumidores, lo que no les conviene y puede traer violencia caótica en las calles. Recién entonces Keynes deja de ser un innombrable. Si ese extremo no llega, y por lo tanto ellos no se ven perdiendo, puede aumentar la pobreza, elevarse el desempleo y haber más precariedad sin que se inmuten en lo más, porque “el largo plazo es lo más beneficioso”, para sus bolsillos, claro está.

 

Es ese el BCR que trajo el fujimorismo con el auto-golpe, el del consenso de Washington, el ortodoxo neoliberal que desterró a Keynes, el que juega sin pudor para los grandes capitales, el que asegura las políticas monetarias de largo plazo, con la autonomía (en realidad protección política) que las leyes del modelo le dan a su directorio. Es casi imposible vacar al presidente, o a un director del BCR, durante los cincos años de su gestión. Ni el presidente de la república ni el MEF, ni nadie, les puede pedir la renuncia. Menos los opinantes organizados, porque no los entienden, dado que no saben ni quieren explicar sus decisiones con claridad. Son los dueños absolutos de la política monetaria nacional. Hoy, por supuesto, el BCR sí hace política monetaria expansiva de corto plazo, porque el descalabro pandémico es tan letal que ha puesto en peligro al modelo mismo, lo que no les conviene. Como en casi todo el mundo, este BCR  trajo crecimiento desde los noventa, a un costo altísimo en términos sociales: el shock, las quiebras inducidas de la industria nacional, la mano de obra barata al alcance, las leyes pro-empresariales, y muchos otros, fueron los regalos perversos del gobierno a los empresarios. Las grandes inversiones extranjeras no podían tener mejor escenario a su favor. El BCR dirá que todos estos costos los decidió el MEF y otros ministerios, porque no son asuntos de política monetaria. Y es cierto, salvo que todo es parte de un mismo paquete económico conservador, y que nunca se les ha escuchado preocupación o postura frente a estos terribles males propios del modelo ortodoxo neoliberal, y que su política monetaria apuntala y refuerza. Sí levantan la voz, por supuesto, cuando un presidente soberano manifiesta querer cambiar las cosas que históricamente no funcionan.

 

El punto es que el esquema monetario que impusieron les resultó eficaz hasta los primeros años del siglo XXI. El velo capitalista es un enemigo sigiloso y retrechero, que utiliza el consumo masivo barato y sus medios de comunicación para distraernos y hacernos olvidar las miserias colectivas. El crecimiento de largo plazo, además, es una política económica fácil, porque es un “dejar hacer, dejar pasar que el mundo camina solo”. Es decir: dejemos a la jungla que muera y se mate, siempre que trabajen y consuman. En realidad, lo difícil y meritorio, en términos de política económica, está en construir desarrollo, algo que contados países del mundo conocen, y no por su liberalismo económico, sino por su capitalismo internacionalmente predatorio, construido a partir de una ventaja colonial de siglos, que supieron usufructuar los más audaces y prepotentes.

 

Sin embargo, esta fiesta macabra fue mucho más corta de lo que esperaban, porque la globalización y sus tecnologías también eran parte del proyecto que empezó en los noventa, y por tanto todas las economías del mundo se hicieron mucho más interdependientes: las distancias geográficas se estaban pulverizaron con la ingeniería informática y sus inventos de comunicación interpersonal, y el mercado mundial se consolidó. Desde el cinismo liberal del cambio de siglo, ésta era una oportunidad de emprendimiento masivo; desde la realidad económica y geopolítica, significó un aumento de las asimetrías entre personas y países. Nada nuevo bajo el sol del darwinismo liberal, salvo el pequeño detalle de que ahora cualquier crisis de una economía grande afecta al mundo entero, y de que hay varios gigantes queriendo hacer caer el orden actual, diseñado por y para Estados Unidos. De ello, influyen deliberadamente – antes y durante las emergencias – para que éstas perjudiquen más de lo debido. Como esto ocurre con cada vez mayor frecuencia, y a veces por razones no económicas – como la pandemia -, no hay largo plazo en la práctica, sino recuperaciones, despegues y caídas, lo que impide el crecimiento desmedido e irracional que buscan, y los obliga a apelar a las recetas keynesianas que rechazan compulsivamente. Ni el liberalismo económico clásico ni ninguna de las corrientes de su academia contemporánea tienen una política monetaria con capacidad de predecir estos escenarios y cortar las fuerzas de su arribo, que es lo que hacían con la inflación, por medio de la disminución de la masa monetaria. No exagero en lo más mínimo, pueden preguntarlo: no hay un sólo economista mínimamente enterado que niegue que la economía actual se ha vuelto altamente vulnerable, de manera incontrolable hasta este momento. Desde luego, las economías subdesarrolladas lo padecen mucho, pues están cada vez más subordinadas y disminuidas en el orden global, y por tanto no sólo sufren con las caídas de los gigantes, sino que son chantajeadas con la dictadura de los capitales financieros golondrinos, que ante el menor signo de que algún presidente quiere pensar distinto, se van apretando un botón, y trastornan bruscamente el tipo de cambio. Con este golpe, ponen rápidamente en vereda al atrevido. Sus razones nunca santas son irrelevantes, el problema es la posibilidad de boicot sistémico que tienen a la mano, contra nosotros los peruanos.

 

Cuál es la estrategia del BCR de Julio Velarde. En este momento, las herramientas tradicionales (operaciones en el mercado financiero para paliar la brusquedad del cambio), son infértiles frente al chantaje cambiario, porque nuestras voluminosas y subdesarrolladas reservas jamás van a poder contrarrestar todos los retiros que son capaces de hacer los capitales golondrinos. Por ello, el BCR ha concluido que lo mejor es ser el más aplicado de los vasallos: la más baja inflación del continente, el mayor PBI de las economías emergentes, la mayor reserva de las región, el menor déficit fiscal de tales o cuales años, la mayor capacidad de ahorro entre los descalabrados, y así. Esos logros dudosos y fáciles de conseguir, implican costos para la mayoría, como se ha indicado arriba. Pero no les importa, porque el objetivo mediocre y servil es ahorrar todo lo posible para resistir mejor las terribles crisis e inevitables, y sobre todo tener los mejores indicadores previos al colapso, para que los préstamos e inversiones – que siempre nos condicionan – lleguen rápido. Con eso, y muchas oraciones para que las grandes economías se recuperen, se saldría del bache. Y luego, con las próximas crisis que de todas maneras se vienen, se irá viendo.

 

Pero como se dijo al inicio de este texto inevitablemente largo. Hay otra función que el BCR cumple diligentemente, y que se ha visto con claridad en estos días en los que por elegir de presidente a Pedro Castillo, discutir sobre una nueva constitución y plantear la renegociación del Gas de Camisea, hemos sido víctimas de una fuga chantajista de capitales que ha elevado el tipo de cambio. Una salida de inversiones financieras tan subordinante, que apenas se hace lo que esperan los empresarios los capitales retornan al país y logran que el dólar valga menos. En ese trayecto, Julio Velarde no sólo ha persistido en sus convicciones ortodoxas de política monetaria, las que pasea en todas sus entrevistas y presentaciones, sino que ha operado políticamente, cumpliendo su función velada. No en vano es un tecnócrata experimentado y prestigioso, y un hábil político de instituciones doradas e inimputables. Primero, aprovechó la vulnerabilidad del momento – y el apoyo de los empresarios y sus medios que sembraban terror – para venderse como indispensable por sus conocimientos, cuando en todo caso lo es por sus contactos y perfil: el banquero más acomedido de la región, frente a los ojos de los verdaderos jefes que reparten la torta del salvataje. En segundo lugar, ha criticado al presidente Castillo antes y después de que éste confirme su nombramiento. Lo culpó de la subida del dólar, pidió explícitamente que el gobierno deje más claro que no perseguía el cambio de constitución, y acaba de decir que la reciente decisión presidencial de retomar la renegociación de Camisea afectará las expectativas empresariales (o sea, vuelve el chantaje). Por supuesto, exigió un directorio del BCR con convicciones ortodoxas, aunque se trate de economistas algo más propensos al keynesianismo monetario. Es decir, cedió políticamente en lo que consideró poco relevante (la tasa de interés ya está en el piso), y aseguró que lo esencial su estrategia sea respetada: ser los más cumplidos y disciplinados de la región. ¿Qué protege Velarde, y qué defiende con tanta vehemencia? ¿Su estrategia servil que no soluciona nada y nos sigue haciendo vulnerables? ¿Está aplicando modelos y cumpliendo sus funciones con neutralidad política?¿Hay algo de técnico en su acción pública reciente? Claro que no, en lo más mínimo. Está presionando al gobierno para que éste no se salga de las recetas fracasadas del modelo, y no sólo en lo monetario. Quiere impedir que el presidente busque una renegociación con una mega-empresa que nos debería rendir mucho más en cuanto a desarrollo. Velarde es aliado y representante político del capitalismo nacional e internacional, no cabe duda. Y en este entorno de poder se cuecen habas, inevitablemente como nos lo muestra la historia.

 

Para terminar, no se vaya a creer que no hay salida frente al colonialismo financiero que impone el modelo muy eficazmente. Claro que la hay, cómo no. Es cosa de cortar con decisión lo que produce el problema, que en este caso específico es la tiranía del dólar, consecuencia de depender de las importaciones, debido a que Fujimori quebró la industria nacional que había empezado a crecer desde mediados del siglo XX. Debemos consumir producto local – sobre todo alimentos – para no estar sujetos al dólar. Hay que apostar por la manufactura local, lo que demanda reintroducir el cooperativismo, el fomento y la intervención estatal, porque las brechas a superar son enormes y sólo pueden enfrentarse juntando esfuerzos. Hay que hacer una revolución pacífica, lo que tarde o temprano termina en un cambio de constitución por convicción mayoritaria. Es claro que éste no es un camino fácil y que el actual gobierno no puede plantearlo, porque carece de liderazgo proactivo en su primera jefatura, y de mayorías en el congreso. Pero sí puede insistir con lo que anunciado hasta hoy, que es apenas un poco de atención a las mayorías siempre olvidadas – que son los campesinos y los micro-empresarios que viven al límite de precariedad -, y buscar obtener mayores beneficios de las empresas extractivas extranjeras, sobre todo de las que este año ganarán muchísimo. Sumado a ello, se debe invertir en salidas concretas para la gente, no sólo en bonos, sino también en fomentos y facilidades para cambiar hábitos de consumo, privilegiando lo nacional y la seguridad alimentaria, lo que se ha anunciado. Por hacer sólo aquello, nada grave o insuperable nos va a pasar, y empezaremos a empujar el coche de la patria en la dirección correcta. Lo que sí es indispensable, y de una buena vez, es que demos cara al abuso, y evidenciemos con diplomacia la dictadura de los capitales financieros internacionales. Así, al menos, no seremos hijos de la indignidad y la sumisión, y estaremos trabajando lealmente para nuestro propio bienestar y desarrollo.

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BCR, Julio Velarde, Pedro Castillo

La pandemia y el confinamiento cambió la forma cómo las empresas se relacionan con sus clientes y cómo los consumidores acceden a la información, impulsando el uso de redes sociales y contratando influencers para fortalecer el vínculo de las marcas con los clientes. María Delia Oxley, socia de Competencia y Propiedad Intelectual de CMS Grau, asegura que toda publicación a través de las redes sociales debe tener en cuenta que cada sector comercial y cada plataforma social tiene sus propias particularidades, las cuales deben ser analizadas también desde el punto de vista legal para evitar contingencias, tomando en cuenta siempre la inmediatez que exigen las redes sociales.

“Es necesario brindar a las áreas de marketing el conocimiento esencial en temas legales, para que puedan desarrollar sus campañas publicitarias teniendo estos aspectos en mente”, señala.

La publicidad difundida a través de las redes sociales involucra diversos elementos de propiedad intelectual tales como marcas, derechos de autor de obras musicales, obras audiovisuales, entre otras.

Asimismo, la legislación peruana establece pautas para la participación de influencers (influenciadores) en la publicidad, por lo que es necesario conocer los problemas legales que pueden presentarse y cómo prevenirlos.

 

Información clara

María Delia Oxley, sostiene que, al contratar un influencer, es esencial que ambas partes tengan clara la información que debe estar presente siempre en la publicidad de los productos o servicios anunciados, siendo necesario que se establezcan pautas que formen parte del contrato que celebren.

Como parte de estas pautas, en primer lugar debe considerarse que el influencer debe usar la marca que es materia del contrato, tal cual se ha establecido en dicho contrato.

“Esto brinda a la empresa la seguridad que el influencer no realizará modificaciones creativas que puedan no estar alineadas con la marca, además de ser un elemento probatorio para la empresa ante una eventual acción de cancelación por no uso de la marca”, explica.

 

Derechos de autor

Asimismo, se debe consignar en dichas pautas que no pueden usar música, videos, fotografías o cualquier obra de terceros, protegida bajo derechos de autor, sin contar con el consentimiento expreso del titular de la obra y también de la empresa que lo contrata.

En tercer lugar, el influencer no debe divulgar toda la información del producto o servicio a la que puede haber tenido acceso como consecuencia de su contratación.

“La información está protegida bajo la figura del secreto empresarial y el influencer debe tener conocimiento de que no puede revelar este material”, sostiene.

 

Marcas de terceros

Es importante también que el influencer no utilice marcas de terceros sin contar con la autorización expresa de la empresa que lo está contratando.

“Muchos influencers realizan publicidad comparativa, la cual, sin un adecuado filtro legal, podría interpretarse como un acto de competencia desleal”, subraya.

De igual forma, Oxley indica que se debe establecer claramente que el influencer solo debe atribuir al producto las características o cualidades que tiene el producto, porque de otra forma podría entenderse como publicidad engañosa, ya que la mención de características o atributos de un producto debe contar con un soporte técnico.

Finalmente, recuerda que Indecopi recomienda la utilización de hashtags como publicidad o en colaboración, en las publicaciones contratadas para que el consumidor tenga pleno conocimiento que se encuentra frente a una publicidad y no a una recomendación espontánea.

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Branding, Marketing digital, Redes sociales

 

A un mes de su estreno, El Juego del Calamar, un programa de televisión surcoreano de drama y supervivencia, se ha convertido en la mayor serie de Netflix, con más de 111 millones de espectadores. Ante este interés, los ciberdelincuentes no han dudado en aprovecharse del ansia de los fans por ver la serie para propagar conocidas estafas por medio de la red. Por ello, los expertos de Kaspersky comparten información sobre las amenazas más comunes y sofisticadas que se encuentran en Internet relacionadas con este éxito de streaming, incluyendo troyanos, adware y ofertas engañosas de disfraces de Halloween.

Descarga un episodio de El Juego del Calamar… y uno que otro malware

De septiembre a octubre de 2021 se encontraron docenas de diferentes archivos maliciosos en la web, cuyos nombres mencionan El Juego del Calamar. En la mayoría de los casos analizados, se descubrieron troyanos de descarga capaces de instalar otros programas maliciosos, aunque también había otros tipos de troyanos y adware. Uno de los esquemas usados por los ciberdelincuentes funcionaba de la siguiente manera: a la víctima se le mostraba una supuesta versión animada del primer juego de la serie, al mismo tiempo, se lanzaba de forma invisible un troyano que podía robar datos de los distintos navegadores de los usuarios y enviarlos al servidor de los atacantes. También se creaba un acceso directo desde una de las carpetas, que podía utilizarse para lanzar el troyano cada vez que se iniciaba el sistema.

Kaspersky también encontró malware para móviles que se aprovecha de esta serie. Así, con la esperanza de descargar un episodio, el usuario descargaba en realidad un troyano. Al descargar la aplicación en un dispositivo, ésta pide al servidor de control realizar ciertas tareas para completar la descarga. Entre los comandos esta, por ejemplo, abrir una pestaña en el navegador o enviar un SMS a los números recibidos desde el servidor de control. Este troyano se distribuye en tiendas de aplicaciones no oficiales y diversos portales bajo la apariencia de otras aplicaciones, juegos y libros populares.

Venta de trajes del Juego del Calamar

Con la cercanía de Halloween, la respuesta a qué disfraz se utilizará este año parece ser obvia, y los ciberdelincuentes lo saben. Observamos que comienzan a aparecer muchas tiendas falsas relacionadas con El Juego del Calamar. La mayoría de ellas ofrecen la oportunidad de comprar disfraces iguales a los que llevaban los jugadores en la serie; dichas tiendas se promocionan falsamente como oficiales. Sin embargo, al comprar en estos sitios, los usuarios se arriesgan a no recibir la mercancía y a perder su dinero. Además, las potenciales víctimas acaban compartiendo con los ciberdelincuentes su información bancaria y de identidad personal, ya que se les pide proporcionar detalles de su tarjeta y datos personales, como su dirección de correo electrónico, su dirección de residencia y nombre completo.

Entra al El Juego del Calamar en línea… y pierde tus datos de identificación y bancarios

Además de las «clásicas» páginas de phishing, que ofrecen transmitir El Juego del Calamar, también se encontraron varias páginas que ofrecen competir en una versión en línea del juego para ganar el premio principal: 100 BNB (moneda de una plataforma de intercambio de criptomonedas). No hace falta decir que el jugador nunca recibe la recompensa prometida y acaba perdiendo sus datos o descargando malware.

«Que El Juego del Calamar se haya convertido en un señuelo exitoso era sólo cuestión de tiempo. Como con cualquier otro tema de tendencia, los ciberdelincuentes siguen sus corazonadas sobre lo que puede funcionar y lo que no. A medida que la serie se va haciendo popular, observamos muchas páginas de phishing que ofrecen los conocidos trajes del programa; otras invitan a los usuarios a jugar en línea a los juegos de la serie. No hace falta señalar que los usuarios acaban perdiendo sus datos, su dinero y teniendo malware instalado en su dispositivo. Es muy importante que los usuarios comprueben la autenticidad de los sitios web cuando buscan una página para transmitir la serie o para comprar algún producto», comenta Anton V. Ivanov, experto en seguridad de Kaspersky.

Para evitar ser víctima de programas maliciosos y estafas, Kaspersky aconseja a los usuarios:

 

  • Verificar la autenticidad de los sitios web antes de introducir datos personales y utilizar sólo las páginas oficiales para ver o descargar películas. Comprobar dos veces los formatos de las URL y la ortografía de los nombres de las empresas.
  • Prestar atención a las extensiones de los archivos que se descargan: un archivo de vídeo nunca tendrá una extensión .exe o .msi.
  • Utilizar una solución de seguridad fiable, desde antivirus hasta herramientas de privacidad, que identifiquen los archivos adjuntos maliciosos y bloquee los sitios de phishing.
  • Evitar los enlaces que prometen la visualización anticipada de contenidos y, si tiene dudas sobre la autenticidad de los mismos, comprobarlo con el proveedor de entretenimiento.

 

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Estafas, Juego del Calamar, Malware

 

Informalidad no es lo mismo que ilegalidad. En temas laborales, lo que entendemos por un trabajador informal, es aquel que no cuenta con la protección social correspondiente como seguro de salud y otros beneficios. Sin embargo, un independiente o un microempresario que tiene a un asistente puede ser legal, pero al mismo tiempo ser informal laboralmente. Del 70% de informalidad, más de la mitad es legal.

Por ello, se requiere una reforma que asegure la protección social sin discriminar por el tipo de trabajo o condición laboral. Esta protección social debería ser financiada con impuestos generales para que no sea un desincentivo para que las empresas pequeñas contraten trabajadores formalmente.

Gran parte de la informalidad se da en microempresas de menos de 10 trabajadores en los que la productividad es bastante baja. Esto es más acentuado y grave en empresas de 1 o 2 personas, muchos denominados independientes. El enanismo empresarial es parte clave del problema. Las mismas personas con sus capacidades y habilidades tendrían más productividad en empresas grandes en las que hay más capital y conocimiento por trabajador.

En ese sentido, es fundamental eliminar el RUS que promueve el enanismo empresarial y promover el tránsito al régimen general o sus variantes. El RUS ayudó a legalizar la informalidad en su momento, pero debe dar paso a un sistema sin incentivos perversos y con un enfoque de financiar la protección social con impuestos transversales.

Finalmente, a pesar de las múltiples críticas que reciben empresas grandes y medianas, debemos darnos cuenta que tenemos muy pocas. El país necesita muchas más empresas grandes y medianas que sean capaces de desarrollar adecuados sistemas de gestión y procesos adecuados. Los empleos de mayor calidad son brindados por empresas grandes para cualquier nivel de capacidades y preparación.

 

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Informalidad

Definitivamente, la pandemia afectó de diversas formas al sector agroindustrial, sin embargo, el impacto negativo no fue a gran escala, pues este sector no se paralizó totalmente debido a su alta importancia estratégica. “A nivel estratégico-estructural, las empresas del sector agroindustrial han mostrado mejora; el sector Agropecuario también mostró un crecimiento este año, según el Ministerio de Agricultura; todo esto, ha repercutido positivamente en las contrataciones, sobre todo, de mandos medios en el sector”, menciona Víctor Tenorio Business Development Manager – Agro, Pesca e Industria en Cornerstone Perú.

 

El especialista menciona los 5 ejecutivos más requeridos del sector agroindustrial.

 

  1. Gerente de Operaciones Agrícolas: es el responsable de supervisar toda la operación de producción de la empresa, diseñando y ejecutando el plan anual.
  2. Gerente de Planta: encargado de liderar el correcto funcionamiento de la planta desde todas las funciones que garantizan la optimización del proceso productivo.
  3. Jefe de Fundo: supervisa directamente todas las etapas del proceso de producción y asegura el cumplimiento de los objetivos diarios en las distintas etapas del año.
  4. Jefe de Acopio: es responsable de organizar y mantener el contacto con productores de diversos cultivos, asegurando la calidad requerida y realizando el seguimiento a los programas y labores de los proveedores para garantizar la calidad e inocuidad del producto.
  5. Jefe de Aseguramiento de la Calidad: a cargo de analizar las especificaciones técnicas del producto y normas legales vigentes, del país de origen y destino. Controla e implementa los sistemas de calidad en toda la cadena de abastecimiento.

“Con la incorporación de la división de Agro, Pesca e Industria a Cornerstone Group, nuestros clientes han solicitado ciertas habilidades blandas en los profesionales, como capacidad de adaptación, visión de negocio desde las áreas productivas y de soporte, entender el negocio y tener una visión innovadora que permita evolucionar a las organizaciones. Hay foco en metodologías ágiles, mejora continua y el uso de nuevas tecnologías que mejoren el rendimiento del negocio.”, finaliza Víctor Tenorio.

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Agroindustria

UNO

A mí nunca me llamaron la atención los gatos. Este fue el primer gato que tuvimos. A diferencia de los perros, creía que no eran muy cariñosos (me equivoqué). A Kichy (blanco con rayas grises) mi esposa la recogió de la basura. Sí, hay inhumanos que tiran a los gatitos o perritos recién nacidos.

Cuando nos mudamos le llevé primerito en el auto, a la nueva casa. El entró y se escondió en uno de los roperos. Allí estuvo asustado, hasta que completamos la mudanza. Días después, recuperó la confianza y comenzó a hurgar en las cosas y a pasear por el patio. Luego sucedió algo insólito, al menos para mí. Arribó una vecina nueva, que tenía 2 gatas. El Kichy, feliz de la vida, se fue a ver a las gatas en cuestión. Y si bien, tratábamos que no saliera tanto, el gato aullaba para salir a ver a sus vecinitas. Estaba a full. Luego de unos días, la gata venía a buscarlo, maullaba y el salía como una bala. En una ocasión, mientras la puerta de la sala estaba abierta, el Kichy salió al dintel de la puerta y comenzó a maullar suavecito. La Chela y yo fuimos testigos mudos de la situación:

La gata apareció y nuestro micho entró al living; volteó y mirando a la gata maulló 3 veces más.

La gata respondió con otro maullido suave. Así estuvieron durante unos minutos. Mientras nosotros, cojudos y con la boca abierta, asistíamos al envite de nuestro gato a su novia. La minina accedió a pasar y fueron por la cocina, de allí subieron por las escaleras; por último, a los cuartos. Luego bajaron, y subieron nuevamente. Re felices. Así estuvieron durante una buena temporada. Sin embargo, el día menos pensado, la vecina se mudó y Kichy se quedó solo. Iba y maullaba tristemente en la casa, ahora abandonada, de su antigua novia.

También tenía un enemigo mortal, un enorme gato negro callejero. En verano, las ventanas las dejábamos abiertas para que el gato salga cuando quisiera. Nuestros cuartos estaban en el segundo piso. Una madrugada sentí ruidos en la sala y bajé. El gato negro había entrada y venía a buscarle pelea al dueño de casa. Que conchudo. Lo saque volando. Mi micifuz aprendió a mecharse y cada vez que se encontraban, había bronca. Si bien salía un poco magullado, el negro también recibía arañazos y mordidas. Cuando lo veía por la calle, al buscapleitos negruzco, lo correteaba. Tal era el encono entre ambos, que cuando mi gato lo veía se erizaba todos sus pelos y aullaba fuertemente. Tenía que pasar, largo rato, antes de que se calmase.

Cuando David demoraba, en venir de la Universidad, en las noches, mi esposa salía al portón a esperarlo y el Kichy la acompañaba. Le maullaba varias veces, como quien diciendo “¿No viene aun?”.

Al llegar mi hijo, el gato lo seguía a su cuarto y se frotaba entre sus piernas.

Otros días, al irme a laburar, el minino estaba bien echado en mi cama, con el aire acondicionado prendido, como quien diciendo: “anda nomas a laburar que yo acá descanso en el aire”, mi esposa y David se cagaban de risa.

Al tiempo, tuvimos otra mudanza, y ahí se perdió nuestro Kichy. Le buscamos, incesantemente, sin éxito.

DOS

Nina fue otra gata, atigrada. que tuvimos. MI hijo la recogió, de la calle, donde yacía desamparada. La Chela la alimento con purina y como olía mal, la bañó. Lo que nunca me había pasado con ninguna gata, me sucedió con ella. Se subía a mi regazo para que le acariciase, mientras ronroneaba. O iba al cuarto de David para su sagrada siesta. Infinitas veces, nos sorprendimos al verla dormir, en las mañanas, entre mi esposa y el que suscribe, en nuestra cama. Yo me iba a trabajar temprano y a veces los dejaba en la cama: a la Chela y a Nina. También tenía la costumbre de levantarse temprano, y le ponía la pata en la cara –incluso en los ojos – a mi esposa para que se despertase, mientras maullaba. Ella se incorporaba y le ponía su comida en su platito. Era letradita. Lamentablemente un día, salió a vagar, como siempre, y alguien la envenenó. Al poco rato, en la mañana de un sábado, falleció. Nos dolió, en el alma, porque nos habíamos encariñado.

 

TRES

Lolo, era el hermano de Nina, que aparecía, de cuando en cuando. Y que luego, de su muerte, apareció para quedarse. Se monta en el regazo de mi esposa para recibir cariño y ella, que extraña a horrores a Nina, la abraza y le prodiga mimos. A veces desaparece, pero siempre vuelve. Tiene un amigo, con quien discute a veces, y es mucho más joven. Se llama Morfi (Blanco con rayas negras). Juguetón y loco. Le jode a Lolo siempre que puede. A ambos les encanta la salsa (sabor carne) encima de su purina. Ahora son parte de la familia. Mientras escribo la crónica, ambos están retozando en el living, que mande retapizar, y que ahora les pertenece.

Es increíble como las mascotas llegan a ser tan importantes en nuestras vidas, la terminan enriqueciendo dándonos solaz. Dicen que nosotros representamos todo para ellas, de ahí el gran cariño que nos demuestran. Sé que también, algún día nos reencontraremos con nuestras mascotas que dejaron este mundo.

Va a ser un lindo reencuentro, ¿no lo creen?

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Animales

Dentro de pocos días, Pedro Castillo cumplirá cien días en el poder como presidente de la República. Durante todo este proceso de desarrollo de las bases de su gobierno hemos visto al político sindicalista, al profesor de las marchas y reclamos, al candidato en campaña, dispuesto a enfrentarse a todo y a todos; pero no hemos visto al político y presidente de un país.

El gobierno de Castillo nació desorganizado, sin cuadros, sin rumbo, sin metas claras sobre cómo enfrentar la realidad adversa en la que vivimos y cómo ha demostrado total incompetencia para retos gigantes como el conducir un país. Primero delegó la responsabilidad y el poder que le dimos con nuestro voto a los fanáticos del partido que lo llevó al poder. Y como esto no funcionó ni funcionará jamás, decidió traicionarlos para, en está segunda oportunidad, ceder el poder a la izquierda «posera» de este país.

Esta izquierda, con lo mejor que tiene en la caja de personajes y políticos, se ha sometido al Congreso de la República para solicitar- seamos claros en esto-, y no exigir, el voto de confianza. Es decir, presentar la política general del gobierno y lograr convencer a los congresistas de las distintas bancadas y con distintos valores políticos, que el gobierno del profesor Pedro Castillo tiene «claro el horizonte» y que la confrontación no es una opción.

La primera ministra Mirtha Vasquez lo hizo bien, con un discurso centrado en dar soluciones, propuestas realistas; y con un discurso con cero confrontación. Sin embargo, soslayamos un importante y determinante aspecto que afecta directamente la decisión del Congreso: el presidente es impertinente cuando habla, dice lo primero que tiene en la cabeza y lo dice mal. No ayuda a la ministra, no ayuda a su gobierno, no se ayuda a él mismo, y lo que hace no suma al país. Ahora entendemos el por qué en tres meses no ha dado una entrevista a profundidad sobre las políticas de su gobierno. Con el pobre nivel de argumentación que tiene, haría que una gran parte del país considere que una vacancia es una posibilidad.

El presidente Pedro Castillo no entiende que el camino para el voto de confianza no se inicia con la presentación de la ministra en el Congreso. El camino se inició desde que la ministra fue nombrada en el cargo. Cada acción, declaración, gesto o presentación influye en la decisión de las bancadas, y la política sindical no sirve para manejar un país. La confrontación innecesaria, las declaraciones populistas cargadas de ataques sólo para mantener a tu público saltando y arengando no sirven para manejar un país. ¿Podrían los asesores presidenciales decirle eso a Pedro Castillo?

En pocos días, el presidente Castillo cumplirá cien días en el poder, y hasta el momento ha permanecido escondido en palacio, sin decirle a los peruanos qué es lo que está haciendo por el país. Esa responsabilidad se la ha delegado a la izquierda «posera» con la que se ha aliado. Deje de boicotear a sus nuevos aliados, presidente. Recuerde la famosa frase de René Descartes: «pienso, luego existo». Piense antes de hablar, presidente.

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BCR, Dólar, Pedro Castillo
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