La enorme cantidad de venezolanos que migró a nuestro país (alrededor de millón y medio) despertó tendencias xenófobas que, inclusive, fueron amplificadas en algunos casos por líderes políticos, felizmente sin mayor eco.

Pero el tema podría escalar de manera significativa en los próximos meses y es bueno advertirlo. Nada hace pensar que este domingo, la dictadura de Nicolás Maduro no perpetre un desvergonzado fraude que lo perpetúe en el poder, ahondando la ruina de Venezuela. Si eso ocurre, ya algunos especialistas advierten una oleada migratoria sin precedentes (se calcula que cerca de cuatro o cinco millones de venezolanos abandonaría sus tierras en búsqueda de un porvenir económico y político mejor para los suyos).

Después de Colombia, el Perú es el mayor destino de la migración venezolana. Luego de Caracas, Lima es la ciudad con más venezolanos en el mundo. Hasta el momento, fuera de las manifestaciones xenófobas señaladas, su recepción, sin embargo, ha sido favorable, no se les ha arrinconado en guetos, se han integrado urbanamente por todo el territorio nacional y participan de la vida laboral sin mayores sobresaltos.

Pero eso podría cambiar si se produce la escalada migratoria advertida. Si llega masiva y rápidamente un millón y medio más de venezolanos, que no sorprenda que el tema sea central en la campaña electoral y que se invoque los espíritus más primitivos de la sociedad para cosechar votos.

Hay que estar advertidos y el gobierno haría bien en estarlo también. Particularmente, saludo la migración venezolana. Son compatriotas y como tales hay que tratarlos, dándoles todas las facilidades para insertarse en la sociedad peruana. Su aporte a la economía es importante, aun cuando nadie lo haya medido a cabalidad.

Y si vinieran migraciones de otros países, bienvenidas también. El Perú es un país de migrantes. Solo un sector rancio y vergonzoso de la clase alta peruana mantiene la percepción de que la llegada de provincianos a Lima ha sido una desgracia. Pero el crisol de razas y culturas que es el Perú es lo que nos da el valor sociocultural que podemos exhibir y el factor que nos otorga una potencialidad económica sin par en la región.

Haría bien el propio periodismo en reflexionar sobre el tratamiento prejuicioso y sesgado con el que suelen informar sobre el tema, asociando, sin ningún rigor estadístico, a los venezolanos con la delincuencia. El amarillismo mediático es uno de los factores que contribuye a alentar la xenofobia, esa lacra cultural que debemos desterrar.

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Pronto se cumplirán 200 años de haber conseguido la independencia del Perú y del continente americano. Por razones limeñas celebramos nuestra independencia el 28 de julio de 1821, cuando se intentó tener un estado autónomo, con su propia constitución. Pero hoy sabemos que tuvo muy poca vigencia, pues los ejércitos libertadores y sus líderes, el argentino José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar fueron quienes nos gobernaron hasta conseguir la emancipación. 

Si triunfamos sobre los realistas, tampoco fue debido solamente a los militares. Todos recordamos la astucia con la que el norteño Andrés Rázuri y el argentino Isidoro Suárez (bisabuelo de Jorge Luis Borges), desafiaron las órdenes y se lanzaron contra las fuerzas de Canterac, aunque en realidad no hubiera sido posible el triunfo si no hubiéramos contado con la fuerza de la población local, recordada como “montoneros”: fueron esos hombres y mujeres armados rudimentariamente, quienes bajando desde las alturas hasta la pampa de Junín apoyaron a los húsares y vencieron a una tropa realista numerosa y desconcertada. 

Ante la encrucijada de si debemos celebrar como fecha central la proclamación del 28 de julio de 1821 o la derrota del ejército realista el 6 de agosto o la rendición de la corona el 9 de diciembre de 1824, el Perú optó por celebrar cuatro años de independencia. La primera celebración ocurrió durante los gobiernos de Augusto Leguía. Cuando celebró el centenario de 1921 ante sus invitados nos describió como un país hijo de España, que había madurado lo suficiente como para gobernarse solo, discurso hegemónico que los españoles habían construido para aceptar su derrota. En ese momento, Leguía aún mantenía un discurso contra la oligarquía civilista y se había abierto hacia las posturas indigenistas de aquel momento. Pero es justo el año 1924 cuando se impone en las elecciones como único candidato y empieza su propuesta de la Patria Nueva, proyecto político de una dictadura que culminaría violentamente en 1930. 

Dadas las fechas, para la dictadura de Leguía la más grande celebración con invitados internacionales, se centró en el triunfo de Ayacucho, poco tiempo después de haber empezado su nuevo gobierno. Orgulloso del boato, para festejar y festejarse culminó la Plaza San Martín y el Hotel Bolívar, levantó monumentos en Junín y Ayacucho, creó la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia y levantó el Palacio Arzobispal. Fue el momento cumbre de su dictadura. 

100 años después, el año 2021, cuando Pedro Castillo fue elegido Presidente de la República, parecía que por fin tendríamos a un Presidente que representara a la población más relegada del país. Pero un año después vimos su incapacidad para controlar las redes de clientelaje y corrupción que hoy nos gobiernan. Encarcelado, fue reemplazado por Dina Boluarte, quién empezó su gobierno con terribles masacres. Hoy, cuando le toca celebrar el año más importante, cuando culmina un proceso emancipatorio que comenzó el siglo XVIII con rebeliones como la de Túpac Amaru II, nos encontramos con una dictadora que está al sometida al Congreso de la República y sus cohortes de corrupción, con un gabinete que sólo se dedica a defenderla y que le da la espalda a la población. El Bicentenario no parece importarle. Entrar a la Conmemoración histórica de la página web de la celebración del Estado nos dice todo, la última publicación es del año 2023, cuando ella prometía una gran celebración que convocaría a los países vecinos para festejar los doscientos años de la liberación de América del Sur. Hasta ahora no sabemos si ocurrirá. Nuestro gobierno no tiene buenas relaciones ni con nosotros, ni con los países vecinos. 

De dictadura en dictadura, tener a una persona sin ningún proyecto político salvo el de verse plena de joyas y producida por la cirugía plástica, ha traído abajo el entusiasmo con el que pocos años atrás pensamos que el país podía empezar una nueva ruta, de reconocimiento a las poblaciones más relegadas del país. Ojalá este sea un año de inflexión y que el próximo nos espere con el empeño de una nueva generación de jóvenes políticos, con una mirada clara de cómo acabar con las brechas que tanto nos dañan. No nos rindamos, se lo debemos a la juventud peruana. Que sea un 28 sin perder la esperanza.  

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¿Alguien en su sano juicio puede creer que con el gabinete actual, el gobierno va a ser capaz de pergeñar un programa ambicioso de reformas tendientes a dar un giro copernicano a la gestión pública en lo que vendría a ser su penúltimo año de mandato?

¿Puede uno esperarlo de una mandataria de mirada corta, visión nula y proyección política inexistente, más pendiente de sobrevivir a costa de concederle todo al Congreso?

¿Puede aspirarse a que desde el Parlamento se olviden de distribuciones oportunistas de cuotas de poder para mantener el statu quo en la Mesa Directiva o que se dispongan a iniciar reformas o desandar las contrarreformas nefastas que han perpetrado en el último periodo, que han debilitado el Estado de Derecho impunemente, sin que les importe, al parecer, el bajísimo nivel de aprobación que exhiben?

Si algo va a cambiar a partir del 28 de julio, fecha política que antes marcaba un parteaguas gestor de la administración pública, va a ser para peor. La política en el Perú se ha degradado a pasos agigantados. Ha ocurrido en el último año un condensado intensivo de lo que nos viene sucediendo desde el 2016.

Y lo grave es que es el último año en el que algo importante se podría hacer, porque ya el periodo 2025-2026, el gobierno de salida no arriesga nada, no tiene perspectiva para iniciar nada significativo y, además, la atmósfera política ya estará impregnada de vientos electorales que catalizarán todas las expectativas ciudadanas.

Ya van dos lustros perdidos en el Perú por culpa de la crisis política incubada en los dieciséis años de bonanza económica precedentes, pero huérfanos de reformas básicas (salud, educación, seguridad ciudadana, regionalización, reforma del Estado, etc.) que hubieran permitido construir cimientos poderosos que hubieran hecho imposible el zigzagueo mediocre en el que estamos embarcados hace diez años.

El 28 de julio asistiremos a un espectáculo que de republicano solo tendrá la parafernalia, pero que solo será un peldaño más de descenso en la calidad democrática del país, que se asoma, justamente por ese deterioro, a un escenario electoral impredecible, inédito por la cantidad de candidaturas, y que no promete nada nuevo. La desgracia de hoy puede ser solo el preámbulo de un desastre mayor.

 

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28 de julio, Discurso presidencial

¿Podríamos calificar de demócrata a un candidato derechista incapaz de juzgar y cuestionar a personajes como Augusto Pinochet o Rafael Videla, dictadores chileno y argentino, respectivamente? ¿No revelaría una entraña autoritaria quien no tuviese la capacidad de tomar distancia crítica de ambos regímenes dictatoriales que asolaron sus naciones?

Pues lo mismo sucede con quienes desde la izquierda son incapaces de juzgar como dictaduras al régimen de Maduro o de Ortega en Nicaragua. Particularmente, destaca la desvergonzada evasión que sobre el tema efectúa Verónika Mendoza, lideresa de Nuevo Perú y seguramente candidata presidencial por dicha agrupación. ¿Qué sucede? ¿Recibió financiamiento en algún momento de Venezuela y teme que si critica al régimen éste la delate? Si no es eso, refleja una concepción democrática ajena a los cánones mínimos propios de regímenes que puedan ser calificados como tales.

En reciente entrevista en el muy sintonizado podcast de César Hildebrandt, Mendoza se ha vuelto a escabullir de una definición clara respecto de la dictadura venezolana, que ahora mismo amenaza con perpetrar un nuevo inmenso fraude en Venezuela y hacerse por seis años más de un poder espúreo y generar una feroz crisis migratoria en la región (se calcula que si Maduro se perpetúa en el poder, tres o cuatro millones más de venezolanos saldrían de su país).

No es una majadería del periodismo peruano preguntarles a los candidatos izquierdistas sobre Venezuela y el chavismo. Es la prueba ácida de sus reales convicciones democráticas. Sobre todo, si se tiene en cuenta que hay muchos líderes locales de la izquierda que claramente sí han tomado distancia de Maduro y lo califican sin ambages como lo que es, un dictadorzuelo que ha llevado a la ruina a su país.

Lo que corrobora Mendoza con su esquive del tema es que ella misma no concibe a la democracia representativa como una forma política irrebatible e inviolable, y que de darse el casi nulo escenario de que llegase al poder, lo primero que haría sería violentar el Estado de Derecho para imponer un esquema políticamente autoritario.

La izquierda democrática y liberal que el Perú necesita, no cuenta entre sus aliados con la fallida excandidata presidencial. Su careta democrática se deshace en mil pedazos cuando se muestra incapaz de zanjar con un régimen dictatorial. Si se forma una coalición democrática de izquierdas para el 2026, perderá ese calificativo si incluye a Verónika Mendoza en el pacto.

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[La columna deca(n)dente] Mediocres y corruptos

La política atraviesa uno de sus periodos más oscuros y desalentadores. En una democracia saludable, el Congreso debería ser un bastión de integridad y responsabilidad, un lugar donde se legisla en beneficio de los ciudadanos y ciudadanas, se vela por la transparencia, la rendición de cuentas y la justicia. Sin embargo, la coalición de facto (Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Renovación Popular, Perú Libre, Avanza País, entre otros partidos) lo ha convertido en un espacio donde priman los intereses particulares e incluso criminales sobre el bien común. La degradación del Congreso es evidente en cada sesión, en cada voto, en cada decisión que favorece a unos pocos a costa de la mayoría.

Asimismo, son cada vez más visibles los escándalos que involucran a congresistas en actividades ilícitas. La impunidad es la norma y los esfuerzos por desenmascarar y sancionar a los corruptos se ven obstaculizados por aquellos que deberían liderar la lucha contra la corrupción. En este contexto, los ciudadanos se sienten cada vez más desprotegidos y desilusionados con un sistema que parece diseñado para beneficiar a los corruptos y perjudicar a los honestos.

La mediocridad, por su parte, reina en el recinto congresal. La falta de preparación y conocimiento de muchos de los congresistas es alarmante e indignante. En lugar de debates informados y decisiones bien fundamentadas, asistimos a espectáculos grotescos de ignorancia y demagogia. La calidad del discurso político ha descendido a niveles preocupantes, y las políticas públicas se diseñan más por conveniencia que por evidencia. Este desprecio por la excelencia y el conocimiento no solo afecta la calidad de la legislación, sino que también envía un mensaje desalentador a la ciudadanía: que en el país, la mediocridad es aceptable y hasta celebrada.

Este panorama es desolador en un momento en que el país celebra su Bicentenario. En lugar de reflexionar sobre los logros y desafíos de nuestra historia, nos enfrentamos a una realidad en la que los valores y principios democráticos han sido socavados. La falta de una visión clara y un proyecto de país que incluya a todos los peruanos es evidente. En lugar de avanzar hacia un futuro más justo y equitativo, nos encontramos atrapados en un ciclo de corrupción y mediocridad, en el cual la democracia presenta serias deficiencias en cuanto a la equidad y la justicia social. Por ello, tiene la obligación moral y ética de responder prioritariamente a los sectores más vulnerables y marginados de la sociedad, quienes se encuentran en una situación de precariedad y carecen de acceso a condiciones de vida dignas y al ejercicio pleno de sus derechos.

Es imperativo que los ciudadanos tomen conciencia de esta situación y actúen en consecuencia en todos los espacios posibles. La apatía y el desinterés solo alimentan este estado de cosas. La construcción de una democracia sólida y efectiva requiere la participación activa de cada uno de nosotros. Solo así podremos romper con la cadena de corrupción y mediocridad que nos ha mantenido cautivos durante tanto tiempo.

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Santiago Guardamino Gonzales, presidente de la Comunidad Campesina de Quipan, fue asesinado el 3 de abril de 2024 a las puertas de su hogar. Este crimen ha conmocionado a la comunidad y plantea serias preguntas sobre los motivos y las personas detrás del homicidio.

Guardamino había asumido la presidencia en un momento crítico para la comunidad, que se encontraba sumida en una crisis tras la venta fraudulenta de 10,000 hectáreas de terreno a la empresa Industrias Arguelles, Servicios Generales S.A.C. Esta venta se realizó durante la gestión de su predecesor, Abel Cruz Mosquera Ortiz, quien falsificó documentos y vendió las tierras a un precio irrisorio, mucho menor al valor real del terreno.

Frente a esta situación, Santiago Guardamino tomó medidas legales, presentando una demanda de nulidad del contrato ante el 4to Juzgado de Lima Norte y denunciando penalmente a la dirigencia saliente. Como resultado, Mosquera Ortiz fue condenado a cinco años de prisión efectiva en primera instancia, pena que fue reducida a cuatro años de prisión suspendida en segunda instancia. Este caso llegó hasta la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema (expediente N° 7399-2023), que debía resolverse después de la declaración de Guardamino programada para el 3 de abril de 2024.

La complejidad del caso se incrementa con la implicación de la empresa Industrias Arguelles en el proyecto del relleno sanitario “Proyecto Ecológico Sanitario Kurumi”, que se desarrollaría en los terrenos adquiridos fraudulentamente. La declaración de Guardamino ante la Corte Suprema era crucial, ya que podía resultar en la anulación del contrato y la restitución de las tierras a la comunidad de Quipan. Sin embargo, su asesinato, perpetrado con nueve disparos, impidió que pudiera dar su testimonio.

Además del proceso penal, Guardamino había iniciado un proceso civil para anular la compraventa del terreno, estrechamente vinculado al resultado del caso en la Corte Suprema. La comunidad ahora enfrenta un futuro incierto, con la pérdida de su líder y defensor en un momento crucial de su lucha por la justicia y la recuperación de sus tierras.

La muerte de Santiago Guardamino no solo es una pérdida personal para su familia y comunidad, sino que también representa un golpe a la integridad de los procesos judiciales y la defensa de los derechos comunales. La pregunta que queda es: ¿quiénes se benefician realmente de este crimen y cómo se garantizará la justicia para Quipan?

Los rollos del problema

La empresa Industrias Arguelles y Servicios Generales S.A.C ha estado operando un botadero de basura llamado «Proyecto Ecológico Sanitario Kurumi» en los terrenos adquiridos fraudulentamente de la Comunidad Campesina de Quipan. Este proyecto ha generado una serie de denuncias por parte del presidente de la comunidad, Santiago Guardamino, debido al daño ambiental y a la salud de los comuneros. Guardamino luchó incansablemente contra estas irregularidades, lo que finalmente le costó la vida.

Quipan

Para evitar que la comunidad recupere los terrenos como resultado del juicio de nulidad de acto jurídico, Industrias Arguelles simuló la transferencia de la propiedad como pago por un supuesto contrato impago a la empresa Constructora y Servicios ALYM S.A.C. Esta empresa es gerenciada por Gerson Guillen Arguelles, sobrino de Aniceto Elvis Arguelles Loayza, el principal socio de Industrias Arguelles.

El asesinato de Guardamino se produjo un día antes de que este acudiera al Ministerio Público para responder sobre su denuncia contra Industrias Arguelles por la nulidad del acto jurídico. La urgencia de su asesinato sugiere un intento de silenciarlo antes de que pudiera declarar y aportar pruebas cruciales en contra de los implicados. ¿Por qué Industrias Arguelles temía tanto su testimonio?

Guardamino había iniciado varios procesos legales contra Industrias Arguelles. Entre ellos, una denuncia penal por lavado de activos dentro de una organización criminal. Esta denuncia iba dirigida contra:

  • Aniceto Elvis Arguelles Loayza, socio principal de Industrias Arguelles
  • Karen Marianella Pasco Flores, gerente general de Industrias Arguelles
  • Abel Mosquera Ortiz, ex presidente de la Comunidad Campesina de Quipan
  • Gerson Guillen Arguelles, gerente general de la empresa Constructora y Servicios ALYM S.A.C.

En su denuncia, Guardamino afirmó que Karen Marianella Pasco Flores, bajo las órdenes de Aniceto Elvis Arguelles Loayza, adquirió fraudulentamente las 10,000 hectáreas de tierras de la comunidad por 600,000 soles el 12 de diciembre de 2016, cuando el valor real de las tierras era de aproximadamente 5,533,708.31 soles. Esta operación se realizó con documentación falsificada y en complicidad con Abel Cruz Mosquera Ortiz, el anterior presidente de la comunidad.

La documentación presentada por Guardamino revelaba que los 600,000 soles se pagaron mediante un cheque de gerencia, lo que, según él, formaba parte de una estrategia para ocultar el verdadero valor de las tierras y beneficiarse ilegalmente a costa de la comunidad.

La muerte de Santiago Guardamino no solo representa una pérdida trágica para su familia y comunidad, sino también un golpe significativo a la lucha por la justicia y la transparencia en Quipan. Este asesinato plantea graves preguntas sobre la integridad de los procesos judiciales y la capacidad de las comunidades para defender sus derechos frente a la corrupción y el poder corporativo.

Lo que se vino encima de la empresa y la justicia con los vecinos de Quipan

El 6 de mayo, la Sala Penal Transitoria de Lima Norte revisó y denegó un recurso de nulidad interpuesto por Abel Contreras, ex presidente de la Comunidad de Quipan, ratificando su condena por el delito contra la fe pública. Esta decisión, originalmente emitida por la Tercera Sala Penal de Apelaciones Permanente de la Corte Superior de Justicia de Lima Norte, fue en respuesta a las acciones ilícitas cometidas durante la gestión de Contreras, denunciadas por el fallecido Santiago Guardamino.

El asesinato de Guardamino, ocurrido un día antes de su declaración crucial ante el Ministerio Público, subraya la gravedad de su lucha contra la corrupción. Su testimonio tenía el potencial de invalidar el contrato fraudulento y devolver los terrenos a la comunidad, afectando directamente los intereses de Industrias Arguelles y su proyecto «Proyecto Ecológico Sanitario Kurumi».

Quipan 

La comunidad de Quipan confiaba en Guardamino para enfrentar las irregularidades y recuperar la integridad de sus tierras. A pesar de su trágica muerte, la ratificación de la sentencia contra Contreras es un paso hacia la justicia, aunque queda mucho por hacer para proteger a los defensores de los derechos comunales y asegurar que sus sacrificios no sean en vano.

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Hacer campaña anticipada rinde frutos. A diferencia del axioma desactualizado de que solo se debe aparecer en un proceso electoral en los tramos finales, en la que se viene para el 2026, dada la inmensa cantidad de candidatos, corresponde iniciar lo antes posible la estrategia de “posicionamiento”.

El mejor ejemplo de ello es el de Rafael Belaunde Llosa, hijo de un destacado empresario minero y nieto del expresidente Fernando Belaunde Terry, quien, temprano, inscribió su partido Libertad Popular y empezó a recorrer el país.

La encuesta de Ipsos de ayer lo coloca con 2% de intención de voto, igual que otros competidores mucho más mediáticos, recorridos y conocidos, como César Acuña, Rafael López Aliaga, Aníbal Torres, Phillip Butters, Guido Bellido, Yonhy Lescano o Carlos Álvarez.

Es quizás el único candidato de la centroderecha que a la par de tomar distancia de la izquierda, lo hace también del gobierno de Dina Boluarte, al que critica con acritud e insistencia. Se ubica así en el lugar correcto, correspondiente a una candidatura liberal que no puede tragarse los sapos de un régimen mediocre e ineficiente como el que tenemos en mala suerte gobernándonos.

Por cierto, dado el caso de tener que aglutinar esfuerzos haría bien, desde ya, en ser sumamente escrupuloso en definir con quién se alía. Si de algo le va a servir tener al costado a Pedro Cateriano y Diana Álvarez Calderón, exintegrantes del Movimiento Libertad, y de asociado a Mario Vargas Llosa, es, precisamente, aprender la lección de los 90, donde el Fredemo fue una mala idea (si iba nuestro Nobel solo hubiera sido presidente de la República).

Según la última encuesta del IEP (contrariando mis impresiones precedentes) la mayor preocupación ciudadana en estos momentos tiene que ver con la situación económica (29% respecto del 22% seguridad y delincuencia y 21% corrupción). Un movimiento como Libertad Popular, que pone especial énfasis en ello, puede encontrar terreno fértil para seguir creciendo.

Ojalá que lo haga. Se necesita con urgencia el surgimiento de un partido de derecha liberal y democrático, que le haga frente a los extremos autoritarios tanto de la izquierda como de la derecha.

«Fragilidad blanca», ¡qué feo concepto! ¡qué denostador y agresivo! pero también qué normalizado. Curioso que lo lea en una página radical que, al mismo tiempo que niega el racismo inverso aludiendo el «privilegio blanco”, sostiene la bandera del antirracismo. Luego, resulta que soy caucásico. Entonces lo que digo solo puede resultar absolutamente incorrecto. Pero resulta además que en la academia nadie más se anima a hablar de estas cosas. Solo lo hacen quienes se sitúan en la acera del frente de la intransitable calle de la polarización ideológica contemporánea, qué pena.

No voy a discutir esta vez la tesis que niega el racismo inverso apelando a una manida reinterpretación de las teorías crítica y decolonial (esto en el caso de los más versados, pues los demás solo descalifican y atacan). Será que quiero un día tranquilo. Pero hubo un tiempo en que consensuamos privilegiar al individuo sobre la raza, la clase, el género, y, a partir de esta premisa, desarrollamos derechos para transitar el camino hacia la igualdad.

Entonces ya no sé si estamos construyendo sobre nuevas teorías o si estamos buscando cobijo en viejos espacios redimidos. Recordemos que antes de la Independencia fuimos una sociedad de castas y que, en dicha sociedad, fuimos primero indios, negros, blancos, mestizos, mulatos y un largo etc. para solo mucho después intentar, fracasando en el intento, constituirnos en individuos sujetos de derechos, lo digo una vez más. 

Me pregunto si de verdad es posible que la ruta para combatir el racismo, estructural o no, pueda ser el constituirnos en una sociedad fragmentada en categorías raciales, una en la que se intenta combatir la discriminación racial declarándole la guerra del odio al presunto discriminador que todos nos imaginamos en la cabeza. Y ese presunto discriminador puede no tener todos los rostros, pero sí tiene muchos rostros. Su historia personal, su recorrido individual no importan. Ni siquiera importa si eventualmente combatió el racismo como ninguno. Porque en la antigua sociedad de castas colonial (casi) no había movilidad social y ahora se pretende que en esta sociedad, posmoderna y post-racista, tampoco exista la movilidad social. 

Y la verdad es que no. Ni me estoy sumando a la derecha que blande cruces de Borgoña ante la estatua de mármol de Cristóbal Colón en el paseo limeño que le rinde homenaje, ni estoy negando la existencia del racismo estructural. Cómo negarlo si lo veo a diario, si lo constato a diario, si, como “varón blanco dominante” y una larga fila de epítetos preconcebidos que me han asignado quienes no me conocen, no pudiese darme cuenta de que existieron, existen y aparentemente seguirán existiendo dos bandos, al menos dos bandos, definitivamente dos bandos. Y no es solo en el Perú, es en todo Occidente. Y puedo ver, con prístina claridad, que en USA mataron a George Floyd pero no les hicieron nada a los supremacistas blancos que tomaron el Capitolio cuando perdió Donald Trump. 

La realidad hace a la teoría o la teoría hace a la realidad. Los derechos humanos, universales que condenan la discriminación racial sin preguntarse quién parten de ideales, de deseos compartidos. Tal vez pasó mucho tiempo y hubo quienes se cansaron de esperar, quienes comprendieron que, sin pasar a la acción, como en su momento lo hicieron Martin Luther King y Malcolm X, las cosas iban a seguir igual y es que, efectivamente, así ha sido. 

Pero muchos blancos y latinos se plegaron a los afrodescendientes en Selma en 1965. Entonces me pregunto si estamos cancelando la posibilidad de una gran alianza humana en contra del racismo, y si no la estaremos canjeando por una guerra de razas que casi obliga a tomar partido, salvo claro, que hayas estudiado lo suficiente, que defiendas una plaza docente en una universidad de prestigio, o que te sobre el sentido común. 

No sé si me cancelarán por escribir estas líneas. Lo cierto es que cada vez me alejo más de la corrección política sin por ello acercarme a la derecha, y lo cierto es que cada vez me importa menos y cada vez me siento mejor. Soy de quienes todavía creen que la solución debe ser democrática, debe ser ciudadana, republicana, debe ser solidaria. Creo que estas utopías todavía merecen la pena precisamente porque no creo en el odio como bandera de lucha, ni en el fanatismo como grito de guerra. 

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Mesías Guevara conversó con Sudaca sobre los planes del Partido Morado de cara al proceso electoral del 2026. El exgobernador regional denunció que en el Congreso “están queriendo controlar el sistema electoral” y se refirió a los cuestionamientos al partido y la fallida incorporación de Carlos Añaños.

Recientemente anticipó que las elecciones del 2026 serán una carnicería, ¿cómo hará un partido de centro, como es el caso del Partido Morado, para intentar convencer al electorado en un contexto tan complejo?

Ratifico que va a ser una carnicería, una campaña bastante violenta. El Perú está muy fracturado tanto políticamente como socialmente y también económicamente. Hay sectores radicales de izquierda y derecha que quieren que esa fractura permanezca para sacar provecho. Ante ese escenario, nos toca seguir trabajando, organizando y dando a conocer propuestas que tengan soluciones reales a los grandes problemas que tiene la población.

Se ha mencionado al expresidente Sagasti como el candidato natural del partido, ¿qué falta para que se confirme a Francisco Sagasti como el candidato del Partido Morado?

Francisco Sagasti tiene todas las credenciales políticas y morales. Es un candidato de fuerza dentro del partido. No sólo sería un buen candidato sino un buen presidente, tal como lo demostró cuando fue presidente del gobierno de transición. Ahora hay que esperar los protocolos electorales, como es el caso de la convocatoria de elecciones internas. La ley exige que haya ese procedimiento y todavía no se ha convocado. 

Aspirantes a la presidencia como López Aliaga, Antauro Humala, Rafael Belaunde y otros ya están recorriendo el país, ¿cómo está trabajando el Partido Morado para darse a conocer y no quedar como un partido enfocado en Lima?

Nosotros también estamos recorriendo a nivel nacional y estamos conversando como movimientos regionales. Al igual que ellos nos estamos movilizando, pero hay personajes como los que mencionas que cuentan con ciertos apoyos en los medios de comunicación. Veo eso como un interés de querer polarizar, por ejemplo, entre López Aliaga y Antauro Humala, porque ahora todo el mundo quiere ir a una segunda vuelta con Antauro Humala pensando que le van a ganar en esa segunda vuelta.

¿Hay una campaña para invisibilizar al Partido Morado?

Por más que quieran hacerlo no lo van a lograr, porque el trabajo que estamos haciendo es muy fuerte desde el punto de vista republicano, ideológico y organizacional. Porque con la directiva que se está dando el comité político estamos consolidándonos en todas las regiones. 

¿Por qué algunos de los políticos que hicieron más conocido al partido y fueron referentes del centro, como Flor Pablo, Alberto de Belaunde o Gino Costa, se alejaron del Partido Morado?

Ellos tendrán sus razones muy personales. Creo que ellos pensaron que iban a tener un mejor performance político en otras organizaciones. 

¿Le preocupa que esto pueda generar cierta desconfianza en el electorado?

Al contrario, porque significa que cada quien se va alineando de acuerdo a sus posiciones política e ideológicas. En su momento, el presidente del partido, Luis Durán, dará a conocer las personalidades del mundo científico y profesional así como líderes regionales de mucho peso que se han incorporado al partido. 

El año pasado Sudaca publicó un informe en el cual un ex militante del partido denunciaba que había sido sancionado en un proceso con serias irregularidades e incluso firmas falsas, y cuestionaba el trabajo que venía realizando Luis Durán como presidente del partido, ¿cómo calificaría usted su desempeño al frente del Partido Morado?

Un partido es una institución con bastante militantes y para algunos puedes tener ciertas virtudes y para otros defectos. Pienso que Luis Durán está haciendo una labor bastante buena. Su gestión es muy buena al punto que ha logrado que el partido permanezca vigente.

Otro de los grandes cuestionamientos al Partido Morado fue el desentendimiento con los representantes que llevaron al Congreso, ¿por qué ocurrió este distanciamiento y no hubo un trabajo coordinado?

Los que salieron elegidos nunca tuvieron el compromiso de hacer un trabajo partidario. Por eso el compromiso tiene que ser firme con el partido y no con las personas.

Recientemente el congresista Edward Málaga dijo que el centro no existe, por qué cree que alguien que fue integrante del Partido Morado pensaría así?

Es una observación totalmente equivocada de alguien que no tiene experiencia política y, por eso, no tiene capacidad de hacer una lectura de lo que pasa en la política nacional. Estamos viendo que existen los extremos y hay un centro fuerte que, por lo general, el 15 % vota por ese centro y, según la encuesta que saca IEP, el 31% de la población peruana tiene una posición ideológica de centro. Por lo tanto, el centro si existe. El señor Málaga, por su inexperiencia política, opina de esa manera y, por otro lado, creo que también quiere ganarse la simpatía de partido de extrema derecha al que se ha afiliado.

Por qué no se concretó la afiliación del empresario Carlos Añaños al Partido Morado?

Es un tema que el señor Añaños debería aclarar. El partido siempre le abrió las puertas.

¿Considera que su llegada pudo representar un gran aporte al partido?

Considero que no siempre las personalidades que tienen éxito en el mundo empresarial van a tener éxito en la gestión pública. que es mucho más difícil que la actividad privada desde el punto de vista normativo y legal. Hay un ejemplo no muy grato del expresidente Pedro Pablo Kuczynski,  quien pese a su experiencia cometió errores. Creo que el señor Añaños ha generado muchas simpatías en un sector importante de la población, especialmente en el mundo empresarial y de un nivel socioeconómico A, pero no sé de sus capacidades para liderar la gestión pública.

También mencionó que se debe buscar hacer política decente y atractiva, ¿cómo ha trabajado en ese aspecto el Partido Morado en un contexto en el cual las ideas más radicales tienen mayor atractivo?

Ahí viene el desafío. Así como existen esos populistas que hacen una política irresponsable también contamos con un escenario en el que podemos dar a conocer nuestras propuestas a través del mundo digital. Lo primero es consolidar el mensaje, lo que se está logrando a través del consejo de plan de gobierno que preside Luis Alberto Arias, un destacado técnico y profesor universitario. 

Habló de una gran alianza para enfrentar a la extrema derecha y extrema izquierda, ¿puede dar los nombres de con quiénes ha hablado el Partido Morado para trabajar en estas elecciones?

Prefiero que eso lo comunique el presidente del partido. Se está trabajando en ese listado de personalidades, movimientos regionales y partidos que no han logrado su inscripción. También soy consciente que debemos buscar una gran coalición con principios democráticos fundamentales mínimos de transparencia y honestidad.

¿En esta gran coalición se incluirá sólo gente de centro o también hay apertura para la derecha e izquierda?

Lo que se viene conversando en la interna del partido es que el centro debe ser nuestro eje central y de ahí tener un grado de libertad hacia la izquierda y derecha, pero no a los extremos. Hay una derecha responsable e izquierda democrática con la que podríamos conversar.

¿Cómo hará un partido de centro e identificado principalmente con Lima para seducir al votante del sur que en las últimas elecciones ha preferido candidaturas más radicales?

Lo que hay que hacer con los hermanos del sur es reivindicar sus demandas sociales y liderazgo que tienen de muchos años atrás. Si el Perú es considerado un país milenario es precisamente por lo que ha puesto el sur. Hay que reconocer su liderazgo y valía para desarrollar un plan macroregional del sur reivindicando sus demandas e historia.

¿Están trabajando en ello?

Hay movimientos y líderes del sur que se han sumado. 

Uno de los reclamos de estos sectores es que se han sentido abandonado en sus luchas y reclamos por justicia para las víctimas de represión, ¿cuál es la postura del partido morado?

Respaldamos el informe de Amnistía Internacional que ha declarado que la señora Dina Boluarte es uno de los principales autores mediatos y cuestionamos que el Congreso no haya admitido a debate la acusación constitucional por las muertes que han ocurrido en esos sangrientos eventos.

Las fuerzas políticas que hoy integran el Congreso han mostrado un gran interés por sacar de sus cargos a quienes están al frente de ONPE y JNE, ¿le preocupa que se quiera manipular las próximas elecciones?

Esa manipulación del sistema electoral es parte de ese proceso electoral que podría ser violento y agresivo. Si no lo ganan en la cancha, lo van a querer ganar en la mesa. Ellos de manera muy irresponsable están queriendo controlar el sistema electoral. Debemos rechazar de manera categórica las acciones del Congreso.

¿En estas elecciones va a tener lugar la defensa de ideales de índole más progresista como los derechos de las personas LGTBI, el aborto o el enfoque de género en la educación?

El partido morado tiene una característica que es defender los derechos de las minorías y mayorías. Un  país moderno, que quiere entrar a la OCDE, debe tener una visión amplia al respecto y se debería seguir defendiendo los derechos de todos los peruanos, entre los que está este sector invisibilizado.

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Elecciones, Mesías Guevara, Partido morado
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