La contrarrevolución empezó el 7 de diciembre de 2022 cuando todas, absolutamente todas las instituciones del país se pusieron de pie y no avalaron la ignominia del golpe de Castillo y sus secuaces.
Ahora tenemos que estar alertas y hacer frente al virulento ataque que la izquierda radical, bien organizada por cierto, realiza en centro de estudios, medios de comunicación, organizaciones sociales, con argumentos completamente subversivos.
Un ejemplo de esto es el llamado a quemar la constitución proferido por el expresidente del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez, nada menos que en San Marcos, acompañado por el exguerrillero Héctor Béjar y por el infame ex Premier Aníbal Torres (aquel del “correrán ríos de sangre…”).
La contrarrevolución debe continuar, idealmente con un liderazgo colegiado del bloque democrático, unidos con una estrategia de comunicación clara y agresiva, y apoyando a nuestras instituciones, que si bien están lejos de la perfección y son muchas veces cuestionadas, son nuestro único bastión en defensa del estado de derecho y la posibilidad de seguir construyendo nuestra nación en paz para la búsqueda de mayor bienestar para los que más lo necesitan.