Aldo Parodi

El ejemplo de Chile y de Piñera

"Más que un Bukele o un Milei, debemos encontrar un Piñera. Nunca es tarde para enmendar rumbos y ahora es cuando."

El pasado 6 de febrero nos sorprendió la noticia que el helicóptero que conducía el expresidente de Chile, Sebastián Piñera, acompañado de tres personas, se había estrellado en el Lago Ranco en el sur de ese país.

Al pasar de las horas, se confirmó que Piñera se hundió con el helicóptero pero que sus tres pasajeros pudieron salir a tiempo sobreviviendo al fatal accidente.

Salvo algún periodista mala leche, las expresiones de consternación, sorpresa y tristeza por la súbita desaparición del ex mandatario no se hicieron esperar. Desde todos los rincones del mundo, aquellos que tuvieron el privilegio de conocer y compartir con Piñera tanto parte de su vida política como personal, inundaron las redes con un sentimiento de respeto y admiración.

Uno de los más importantes legados que Piñera deja no solamente a los chilenos sino también, a los latinoamericanos, es que más que las palabras y el verso florido, son las acciones las que determinan a las personas. 

Un hombre sencillo y familiar, que supo balancear su espíritu emprendedor, su carrera política y el amor incondicional por su familia. Su visión de un Chile unido, fraterno y sin violencia lo llevó a enfrentar con decisión y firmeza no solamente la reconstrucción del terremoto que devastó su país en el 2010 sino también, el rescate de los 33 mineros cuyo complejo salvataje fue liderado por Piñera mismo. 

En su segundo mandato, las protestas violentas de la ultra izquierda quemando estaciones del metro e iglesias pudo desencadenar una reacción violenta y legal del Estado chileno, pero Piñera, un convencido de la no violencia, prefirió ceder a la posibilidad de tener una nueva constitución, apaciguando los ánimos y evitando muertes de las que las familias nunca se recuperan.

Al terminar su segundo mandato, entrega el poder al rival de esas mismas protestas, el joven presidente Gabriel Boric, demostrando que la nación y la paz son más importantes que cualquier diferencia política.

Tanto así, que en el discurso fúnebre de Estado que Boric ofreció, lo llenó de elogios e incluso contó, que varias veces conversó con Piñera en busca de consejos lo que demuestra, en ambos y en la clase política chilena, que el interés supremo son los ciudadanos.

Ver el féretro de Sebastián Piñera rodeado de los ex presidentes Eduardo Frei y Michelle Bachelet, junto al mandatario Gabriel Boric y el presidente del Senado, Juan Antonio Coloma, haciendo la última guardia de honor, es la imagen que simboliza un país. 

Chile podrá haber pasado por momentos muy difíciles, como la dictadura de Pinochet o este último intento fallido de llevar a Chile hacia el comunismo a través de procesos constituyentes, pero nos demuestra que las instituciones funcionan y que existe respeto entre sus ciudadanos.

Estos dos ejemplos, el del Sebastián Piñera como líder y estadista, y el de Chile como ciudadanía y respeto a la democracia, deben guiar, principalmente a los políticos peruanos, a desprenderse de egos malignos y cacicazgos que solo nos llevarán a más violencia y pobreza.

Más que un Bukele o un Milei, debemos encontrar un Piñera. Nunca es tarde para enmendar rumbos y ahora es cuando.

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