Volviendo a nuestro país: el cúmulo de expectativas traicionadas y transiciones truncadas, la constatación de trampas groseras e impunidad —todo dentro de una institucionalidad democrática que sigue resistiendo, especialmente a partir de 2016, ataques y presiones enormes— y el éxito evidente de todo lo que es informalmente ilegal frente a lo que es formalmente legal, nos pone en una sala de cuidados intensivos. Solo que no tiene medicamentos, ni instrumental y, sobre todo, quienes fungen de médicos o chamanes, están más enfermos que el resto.