Lerner, Roberto

Autoridad sin influencia

"Hoy, ni bien se consuma un acto, se pronuncia un dicho, se emite una resolución, comienza el escrutinio y aparecen las contradicciones, las mentiras, los apoyos, los denuestos, las traiciones, las inconsistencias entre el ahorita y el hace minutos, horas, días, años"

Hasta hace poco un grupo pequeño, digamos 10% de la sociedad adulta, tenía autoridad. En virtud de su apellido, patrimonio o cargo, hacían o impedían que las cosas pasaran, causaban daño o beneficio. Tenían, además, influencia, marcaban la pauta, hoy diríamos que determinaban tendencias. Sus voces resonaban y cuando sus debates terminaban con la victoria o derrota de una parte, frecuentemente alguna forma de compromiso, el resto seguía. Autoridad e influencia estaban en el mismo lugar y habitaban en las mismas personas.

Se acabó.

Hay quienes tienen autoridad e influencia, pero cada vez más, esta última está desparramada en el 90% de quienes antes estaban en las tribunas. Y las autoridades, donde quiera se encuentren, en diferentes campos, pero sobre todo en las cumbres de organizaciones e instituciones diversas —tanto en la esfera de la representación política, el mundo del estado como en los espacios privados—, no se han dado cuenta. Aislados en salas de comando y operaciones, aun cuando buscan comunicarse con el resto y gestionan sus mensajes, no hacen contacto real y no parecen tener consciencia de su irrelevancia. Y cada vez más se estrellan contra su antes impensable impotencia.

Presidentes, congresistas, directores, directivos, alcaldes, secretarios generales, actúan, declaran y deciden, legislan y decretan. Notables hacen pronunciamientos y manifiestos o se enfrascan en luchas aparentemente cruciales para la supervivencia de la civilización. Antes enfrentaban las consecuencias de sus actos entre ellos y sus círculos inmediatos reducidos, o, en cámara lenta y efecto retardado entre los demás.

Hoy, ni bien se consuma un acto, se pronuncia un dicho, se emite una resolución, comienza el escrutinio y aparecen las contradicciones, las mentiras, los apoyos, los denuestos, las traiciones, las inconsistencias entre el ahorita y el hace minutos, horas, días, años; se forman nubes de opinión que se expanden por doquier y ahogan —con razón y sin ella, con justicia y sin ella—, dejan afónica, a la autoridad y la contrarrestan, la desestiman, simplemente se desentienden de ella.

Lo que puede pasar es que, parafraseando una afirmación hecha por un político inglés a propósito de Johnson, sea la primera vez que un barco hundiéndose abandona a las ratas.

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