Entrevista Jorge Payán Alejo de Cristian Rebosio

“Lo que quiere este Congreso es tener la imposibilidad de perder las elecciones”

El politólogo José Alejandro Godoy analizó el panorama de cara a 2026 y el regreso de Alberto Fujimori al escenario político.

Sudaca conversó con el politólogo José Alejandro Godoy el regreso de Alberto Fujimori a la política peruana y el panorama para las próximas elecciones. Para el autor de «El último dictador», los líderes de los nuevos partidos “están perdiendo el favor de un sector del electorado que les pide salir”.

¿Le sorprende que Alberto Fujimori siga siendo tomado como una voz autorizada por un sector de la población?

Es una situación anómala porque el expresidente del que estamos hablando ha estado involucrado en casos de corrupción, pero hay un sector de la ciudadanía al que no le importa eso o siente que es mentira. Fujimori sigue despertando pasiones y polémicas en la población peruana. Así como habrá un sector que no lo aprecia mucho, va a haber un sector de peruanos que va a querer escuchar su voz. Lo que él está buscando tiene que ver con una cuestión de corte histórica y cuál es el paso que va a tener Alberto Fujimori  en la historia nacional.

Si bien sus seguidores quieren escucharlo, ¿cree que es un personaje con la capacidad de atraer nuevos simpatizantes para el fujimorismo?

Creo que Fujimori le está hablando a dos tipos de público. Le habla a un sector más cercano a su gobierno, pero también a un sector que no vivió directamente los años noventa y ve a este personaje, por lo que sus papás le contaron, como una suerte de héroe y, en ese sentido, tratan de tener algún enganche con él. El problema es que al ser un mensaje tan abierto va a terminar recibiendo un conjunto de críticas de quienes no vivieron su gobierno y, por cuestiones familiares o posición personal, no lo aprecian así como por quienes sí vivieron su gobierno y tienen una posición. 

Sin embargo, que se trate de un político responsable de una dictadura, ¿podría interpretarse como una muestra de pérdida de confianza en la democracia por parte de un sector de la población?

Efectivamente tiene que ver con la necesidad de un liderazgo fuerte, pero además es cierto grado de desconocimiento. Es cierto que mucha gente sabe cómo gobernó el Perú en los noventa, pero otra gente no. Varias generaciones solamente han visto lo contrario y pueden sentir la tentación de pensar que así se resuelven las cosas. 

¿Pueden mejorar las posibilidades de Keiko Fujimori para llegar a la presidencia con Alberto Fujimori participando de forma activa en Fuerza Popular o la podría perjudicar?

Eso sí puede ser un grave problema para Fuerza Popular. Porque lo que está ocurriendo es que Alberto Fujimori tiene impedimento legal y constitucional para postular a cargos públicos y la idea que el indulto le permitía postular es falsa. Entonces, el problema no va por una posible postulación si no por el hecho de quién manda.   

¿Por qué la política peruana ha quedado enfrascada en personajes como Alberto Fujimori o Alan García?

Primero, porque estos líderes surgen como una suerte de tapón dentro de sus partidos y sus propios movimientos políticos se han encargado de vivir del recuerdo de los mismos. El fujimorismo sigue pensando en los noventa, el Apra sigue pensando en García y no han generado un nuevo tipo de liderazgo. Los nuevos que han surgido han sido muy débiles, no han tenido mayor respaldo que el de una elección y muchos han terminado en prisión. Hubo otra cosa muy importante y es que otros partidos no cuentan con este tipo de candidaturas o liderazgos mesiánicos que impliquen un nivel de caudillismo tan fuerte en la política peruana.

¿Por qué ningún político ha podido capitalizar el descontento que existe con el Ejecutivo y Legislativo?

Porque creo que, en muchos casos, los líderes de los partidos nuevos están con un cálculo electoral de no moverse para no afectar sus opciones para el 2026 y no se dan cuenta que al no arriesgar están perdiendo el favor de un sector del electorado que les pide salir. Lo que tenemos ahora es figuras que son importantes que son las que quieren empujar algún tipo de movilización, pero están en una segunda línea de la política. No son necesariamente precandidatos presidenciales sino figuras que probablemente estén en el Congreso o en un gabinete, pero no necesariamente  hay un líder nato.

¿Quién se está perfilando como un candidato fuerte para las próximas elecciones?

Ninguno. Ni siquiera Keiko Fujimori o Antauro Humala. Ambas figuras tienen serias debilidades y serios cuestionamientos. Son lo suficientemente débiles como para no tener un triunfo arrollador, pero tienen la suficiente fuerza como para tener un voto fijo y tentar una segunda vuelta. Creo que es el otro cálculo, la idea de tener un electorado poco pero fiel. Todo se mide con esta suerte de gran calculadora de la política peruana donde lo único que importa es ganar la elección.

¿Martín Vizcarra puede tener algún tipo de influencia en las próximas elecciones?

Hasta cierto punto él puede tratar de endosar, recordemos que tiene una inhabilitación por diez años, pero no es un respaldo tan fuerte como algunos, sobre todo del lado de los que no lo aprecian, quisiera enunciar. Porque es una figura sale con una alta popularidad del gobierno, pero tiene otros problemas que definitivamente lo colocan en una posición mucho más frágil en términos políticos. No es un líder que tenga una gran capacidad de aprobación ni de endoso.

¿Antauro Humala no es un factor a tomar en cuenta?

Creo que él quiere postular y tiene un discurso radical que empata con muchas necesidades sobre todo en el sur del Perú, pero no es una figura invencible. Porque le van a poner impedimentos para postular y lo otro es que, por más que hace trabajo político fuera, probablemente también tiene problemas de división dentro del etnocacerismo y tiene serios problemas para tener claro cuál va a ser su proyecto político. Más allá de la caricatura y lo que él ya ha exhibido, uno no tiene claro qué piensa y qué es Antauro Humala. Al momento que tenga que salir a debatir con otras personas, la pregunta es si el simple hecho de insultarlas va a generar los suficientes endosos para que eso se pueda sostener no solamente en términos de candidatura sino de gobierno.

¿Pero no ocurrió algo similar con Pedro Castillo y terminó ganando?

Pero  Pedro Castillo tenía un elemento identitario detrás y el tema de la identidad es algo que en el mundo sigue siendo muy fuerte. Que sea campesino, rondero y líder sindical le alcanzó para prender como candidatura. Ese elemento, Antauro Humala no lo tiene.

¿El discurso en contra del progresismo y más vinculado a los extremos podría tener más aceptación en las próximas elecciones?

Sería muy difícil decir si va a pasar o no. Sí creo que habrá candidatos tratando de difundir ese tipo de discurso presentándose como el Milei o Bukele peruano, pero incluso con cierto grado de limitación porque a todos aquellos candidatos que se han presentado como el Milei o Bukele de su respectiva nacionalidad no les ha ido bien en sus respectivos países y más bien han sido candidatos que no tuvieron nunca un perfil propio más allá de ese eslogan y se fueron diluyendo. Sí va a haber un intento de aprovechar este tipo de mensaje de derecha radical e izquierda radical, pero no necesariamente eso va a conllevar a que termine produciendo una candidatura exitosa. Perú es un gran laboratorio de ensayo y error de candidaturas. Podría ganar alguien como Antauro Humala hasta alguien como Bernardo Arévalo, el actual presidente de Guatemala con un discurso más institucional y tranquilo. Va a depender mucho del estado de ánimo del electorado.

La desaprobación del Ejecutivo y Legislativo se mantiene en niveles históricamente bajos de aprobación, ¿por qué eso no ha impulsado una respuesta más drástica de la población para exigir cambios, como sí ha ocurrido años atrás?

La gente está saliendo a la calle, pero no en Lima sino en varias partes del Perú. Hay movilizaciones todas las semanas por descontentos claros y notorios. No es que la gente no se está movilizando sino que no lo apreciamos en Lima. Dicho esto, la gente no se moviliza en Lima por una primera razón que son los cincuenta muertos. Eso es para atemorizar a cualquiera. Hasta 2020 marchaban sabiendo que no te iba a pasar gran cosa salvo por ahí alguna herida, pero no la posibilidad de no regresar a tu casa. Una segunda razón es que, cuando hay momentos de recesión económica, las manifestaciones pueden terminar replegándose un poco. Pasó en 1989 cuando Alan García estaba en su peor momento económico, pero ese peor momento fue de repliegue de la gente hacia salidas de sobrevivencia o a cuestiones más individuales. Tercero es que la pandemia debilita mucho del tejido social peruano, como sindicatos, organizaciones no gubernamentales y eso no ha podido recuperarse. En algunos casos, algunas organizaciones fueron asociadas con el gobierno de Castillo y han terminado pagando el precio de esa cercanía percibida por la ciudadanía. Por último es que no hay un líder o lideresa de una movilización. No lo hubo en 2020, pero al menos hubo políticos que intentaban capitalizar eso Y ahora no hay ni eso.

Pero cada vez se conocen casos más graves que involucran a Dina Boluarte y los congresistas, ¿cree que algún hecho podría desencadenar una movilización más contundente?

Nadie puede decir a ciencia cierta que con eso se va a encender la pradera. Puede resultar siendo cualquier cosa y puede que eso no se exprese en una movilización sino en las urnas u otras formas. No existe una suerte de con esto se va a movilizar todo. La política peruana es altamente impredecible. 

¿Hasta cuándo puede durar la protección del Congreso a Dina Boluarte?

Es una alianza de conveniencia y, en tanto al Congreso le sirva de paraguas para sus propios casos, la mantendrá y el día que vean que es un costo muy fuerte para las próximas elecciones se van a desprender de ella. No es una alianza programática o en donde hay un vínculo amical sino un encuentro de intereses de ver cómo duran, cómo se quedan y cómo ponen candados a la elección del 2026. Lo que quiere este Congreso es tener la imposibilidad de perder las elecciones. Por eso buscan controlar todas las instituciones que puedan. 

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