«Mujer o Soldado» es una película que, según la cineasta, no podría realizarse en la actualidad debido a la nueva legislación. «Es el tipo de película que ellos no quieren que se haga. Si has visto el documental, no tiene nada de pro-terrorista, al contrario, la señora protagonista habla de los horrores que Sendero Luminoso trajo a Manta,» explica. «Incluso utilizan el término ‘terrucos’ para referirse a ellos, una palabra que personalmente no me gusta, pero es la que ellas usan continuamente en la película. Es lo menos pro-senderista que se puede ser”, añadió.
La cineasta describe cómo la película aborda un tema incómodo para ciertos sectores políticos: la violación sistemática como política de infiltración en los territorios del sur andino. «Los militares llegaron, instalaron bases y una de sus formas de maltratar y humillar a la población era violando a las mujeres. Es una estrategia de guerra utilizada en todo el mundo, no solo en Perú. El cuerpo de la mujer se convierte en un botín de guerra”, menciona.
Con la nueva ley, ella recibió el 100% del financiamiento en su momento, algo que ahora ha cambiado. «El monto para Lima se ha reducido al 70%, lo que hace casi imposible completar un proyecto sin buscar otros fondos, coproducciones, etc. Ya era difícil antes, y ahora con esta reducción, cubrir todos los costos de postproducción se vuelve una tarea titánica”, explica la cineasta.
La nueva legislación en Perú impone restricciones adicionales sobre el contenido de las producciones audiovisuales, prohibiendo películas que puedan atentar contra la seguridad del Estado, los valores constitucionales o el Estado de Derecho. Esto ha generado un ambiente de censura y autocensura entre los cineastas, quienes temen que sus proyectos sean vetados o no reciban el financiamiento necesario.
El Acercamiento a las Protagonistas y el largo proceso de Producción
El acercamiento de la cineasta a las mujeres protagonistas se facilitó gracias a su trabajo en una ONG de derechos humanos que defendía a las señoras. «Antes de hacer esto, tenía la idea en la cabeza desde hace 15 años. Viajé a Manta para un reportaje después de que la Comisión de la Verdad llegara allí. En ese momento, la mayoría de las mujeres no querían hablar; les afectaba demasiado recordar y temían que sus nuevas parejas se enteraran de lo que había pasado”, recuerda Patricia.
El proceso judicial contra los violadores comenzó hace 20 años, y el juicio en sí hace unos 10 años. «Este miércoles se dictará sentencia en una audiencia abierta en Lima. Cuatro señoras estarán presentes para escuchar la sentencia después de dos décadas de lucha”, indica.
El trabajo de campo comenzó en 2008 con la recopilación de testimonios y la construcción de una relación de confianza con las mujeres de Manta. El equipo de producción pasó varios meses en el pueblo, documentando las historias de vida de las protagonistas y los impactos continuos de la violencia sexual en sus comunidades. «Cada visita era un ejercicio de paciencia y sensibilidad, ya que revivir esos recuerdos era extremadamente doloroso para ellas. Hubo momentos en que tuvimos que detener las grabaciones para darles espacio y tiempo para recuperarse emocionalmente”, recuerda con nostalgia.
La Dificultad de filmar en Manta
Filmar en Manta presentó muchos desafíos. «El pueblo no tiene hotel, las carreteras están sin asfaltar, y las condiciones eran muy duras. Contratamos una casa con un solo baño prefabricado para todos. Además, hacía mucho frío porque filmamos a fines de mayo y junio, durante la helada”, reflexiono Wiesse sobre la realidad que se vivía en la localidad.
A pesar de haber hecho un trabajo previo con la comunidad y las autoridades, enfrentaron hostilidad. «Al décimo día, la gente empezó a decir que éramos terrucos. Tuvimos que llamar a DAFO, que envió a dos personas para explicar que éramos un proyecto financiado por el Ministerio de Cultura. A pesar de esto, había mucha desconfianza y hostilidad.»
El equipo de producción también enfrentó dificultades logísticas, como el transporte del equipo de filmación en condiciones precarias y la necesidad de obtener permisos de filmación en una región sensible. La cineasta cuenta: «Tuvimos que sortear muchas trabas burocráticas, y en más de una ocasión, las autoridades locales nos pusieron obstáculos para continuar con el rodaje.»
El Enfoque del documental
La cineasta quería alejarse del formato tradicional de documentales de derechos humanos. «No quería hacer un documental periodístico o clásico de derechos humanos. Quería una película cinematográfica que mostrara el reencuentro de las cuatro amigas en Manta. La relación entre ellas, sus conversaciones y recuerdos, era lo que quería reflejar. El juicio es solo un telón de fondo, un contexto para su historia”, menciona.
El enfoque cinematográfico del documental implicó una cuidadosa planificación de las tomas y la selección de escenarios que reflejaran la vida cotidiana y los paisajes de Manta. «Queríamos capturar no solo las entrevistas, sino también los momentos espontáneos de interacción entre las mujeres, sus risas, sus silencios y la manera en que se apoyaban mutuamente. Esto requirió un estilo de filmación muy inmersivo y una presencia constante en sus vida”, sentencia la directora de “Mujer de Soldado”.
El Crecimiento personal de las protagonistas
A lo largo de los años, la cineasta observó un crecimiento personal en las protagonistas. «Al principio, todas lloraban en las reuniones con los abogados. Pero poco a poco, tres de ellas mostraron un gran empoderamiento. Magda, especialmente, es increíblemente lúcida e inteligente. Fue la primera en decir que ya estaba harta de que su historia no se conociera”, recuerda.
Magda, junto con Santosa y Magna, mostró una gran capacidad de análisis y reflexión sobre lo que les había sucedido. «Virginia, la cuarta protagonista, ha tenido una vida muy dura y no ha procesado los eventos de la misma manera. Pero en general, he visto un crecimiento notable en todas ellas.»
El empoderamiento de las protagonistas se refleja en su participación activa en el documental y su disposición a compartir sus historias públicamente. «Magda se convirtió en una líder dentro de su comunidad, organizando grupos de apoyo para otras víctimas de violencia sexual. Santosa y Magna también asumieron roles de liderazgo, abogando por la justicia y la reparación.»
Impacto Social y Político del Documental
El documental ha tenido un impacto significativo en la discusión sobre la violencia sexual en conflictos armados en Perú. «Desde su estreno, ‘Mujer o Soldado’ ha sido utilizado como una herramienta educativa en universidades y organizaciones de derechos humanos. Ha generado debates sobre la necesidad de reconocer y abordar la violencia sexual como un crimen de guerra.»
Además, el documental ha influido en políticas públicas y en la sensibilización de las autoridades judiciales. «La visibilidad que ha dado a los casos de Manta ha presionado a las autoridades a tomar acciones más decisivas. En el juicio reciente, se han presentado nuevas pruebas y testimonios que antes no se habían considerado.»
El futuro de DAFO y el cine nacional
La cineasta expresa su preocupación por el futuro de DAFO y el cine nacional. «DAFO ha funcionado muy bien en los últimos años, permitiendo la producción de muchas películas. Pero ahora, con los cambios en la ley, temo que se convierta en un ente censor. No sé si nombran jurados militares o de grupos conservadores. No está claro qué pasará, y eso me parece terrible para el cine nacional.»
A pesar de todos los obstáculos, la cineasta logró crear un documental poderoso que narra la historia de cuatro mujeres valientes y su lucha por la justicia. Su dedicación y pasión por contar historias reales y significativas son evidentes en cada paso del proceso de producción de «Mujer o Soldado».
La cineasta también enfatiza la importancia de la resistencia y la creatividad en la comunidad cinematográfica peruana. «Los cineastas tenemos que seguir luchando por nuestra libertad creativa y buscar nuevas formas de financiación y distribución. El apoyo internacional y las coproducciones pueden ser claves para mantener viva la industria cinematográfica independiente en Perú.»
En esta entrevista, queda claro que la lucha por la libertad de expresión y la producción de cine independiente en Perú enfrenta desafíos significativos. Sin embargo, la determinación y el compromiso de cineastas como [Nombre de la cineasta] continúan siendo una luz de esperanza para el futuro del cine documental en el país.
«Mujer o Soldado» no solo es un testimonio de los horrores de la guerra y la resistencia de sus víctimas, sino también un recordatorio de la importancia de contar historias que el poder intenta silenciar. La cineasta concluye: «Tenemos la responsabilidad de dar voz a los que no pueden hablar y de mantener viva la memoria de lo que realmente sucedió. El cine es una herramienta poderosa para la verdad y la justicia.»