Dentro de la estrategia populista es importante buscar dividir al sentido común buscando un enemigo y mediante la idea de hablarles a los no convencidos. Una vez logrado éxitos en este punto, es importante también la estrategia de la moderación para confundir al oponente y al electorado que no ha votado por el populista de turno. “Un paso atrás y dos adelante”, lo llaman en la estrategia leninista.
A tenor de ello, hace poco, al usar saco y corbata, Pedro Castillo ha pasado a la segunda etapa de la estrategia (que le han elaborado sus asesores), el cual consiste en moderarse. Y eso es lo podemos apreciar. La presencia de él ante las fuerzas armadas y de los integrantes del Ejecutivo ante los empresarios mineros no hace más que confirmar dicha hipótesis.
Su fin: buscar dar “certezas” en tiempos de incertidumbre. Busca tender puentes hacia las clases medias de Lima, ese tan difícil sector que -hasta ahora- le es adversa. Y es que -como parte de la estrategia populista- el contar con el apoyo de este sector social es importante para redefinir la correlación de fuerzas al tener a Antauro Humala recorriendo el sector radicalizado y provinciano al que antes se dirigió Pedro Castillo.
¿Qué hace la oposición política al respecto? Insisto que -hasta la fecha- no hay una mea culpa de la seguidilla de errores que vienen cometiendo al hablarle solo a los convencidos. A río revuelto o a crisis social y económica que vivimos, hemos podido apreciar que la oposición sigue siendo reactiva a un plan político que tiene el Ejecutivo.
La oposición debe pensar y establecer líneas de acción en torno no solo a la vacancia. Debe agregar a ello un discurso que proponga una agenda económico y social para hablarles a los no convencidos en regiones. Es así como se podría cambiar la correlación de fuerzas para una transición democrática que se requiere para evitar el colapso económico del país.
¡Ojo!