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Yessongs 50 años

Yessongs: 50 años

Yessongs (Atlantic Records) es la primera producción en vivo de la segunda formación de Yes, de lejos, la más famosa de su periodo clásico -Jon Anderson, Steve Howe, Chris Squire, Rick Wakeman y Alan White-, un álbum triple lanzado originalmente el 18 de mayo de 1973, lo que significa que está próximo a cumplir cincuenta años. La película registra dos shows de Yes en el Rainbow Theater de Londres, realizados el 15 y 16 de diciembre de 1972...

[MÚSICA MAESTRO] La primera vez que vi imágenes de Yes en vivo fue en 1985, durante las transmisiones que hizo Panamericana Televisión de Rock In Rio I, el legendario festival en que el quinteto compartió escenario con otros gigantes del rock como Queen, Iron Maiden, Judas Priest, Ac/Dc y muchísimos otros.

Para entonces, las únicas canciones que había escuchado de ellos eran, por supuesto, Owner of a lonely heart, It can happen, Leave it -del LP 90125 (1983)- y dos del álbum previo, Drama (1980) -el primero en el que no participó Jon Anderson como vocalista sino Trevor Horn, posteriormente productor del grupo-, las alucinantes Into the lens y Tempus fugit, a través de los videoclips que difundía Gerardo Manuel en su programa Disco Club -con excepción de la primera de las mencionadas que sonaba, además, en todas las radios pop-rock de la época. A mis escasos once años, era suficiente para entender que se trataba de una banda superior al promedio. Pero aun estaba lejos de conocer su largo y rico pasado como exponente central del rock progresivo británico.

Eso ocurrió poco después cuando, en 1987-1988, a través de la pésima señal UHF del Canal 27, entré en contacto con un concierto más antiguo de Yes, que el mencionado canal -su nombre formal fue Unitel y había sido fundado en 1983 por el empresario José Luis Banchero y sus hermanos como un proyecto de televisión por suscripción de alta frecuencia que nunca alzó vuelo- repetía de manera compulsiva casi todas las noches.

En medio de la estática que ninguna antena de conejo era capaz de disipar, lograba distinguir a los músicos, entre las sombras de un escenario particularmente oscuro y misterioso, quienes no se parecían en nada a los que salían en los mencionados videoclips ochenteros -en ese momento no sabía reconocer quiénes eran los mismos pero más jóvenes o quiénes simplemente eran otras personas. La música que hacían en aquel recital tampoco tenía absolutamente nada que ver con la pegajosa tonada rockera de Owner of a lonely heart y, salvo aquella que comenzaba con mandolina –I’ve seen all good people -que también habían tocado en el festival carioca, pero solo con guitarra acústica para la introducción-, ninguna me era familiar. Cada noche esperaba a que las repitieran en esa señal captada a duras penas por el viejo televisor Zenith que teníamos en casa. Después de ver el show un millón de veces, ya me las sabía de memoria.

Aquel video borroso -en el que se podían ver, entre canción y canción, lisérgicas imágenes de una animación en video titulada Death of a red planet- que me introdujo de manera definitiva al universo yesiano (si me permiten el neologismo) y que hoy puede verse y escucharse a la perfección en YouTube, corresponde a la versión fílmica del disco Yessongs (Atlantic Records), primera producción en vivo de la segunda formación de Yes, de lejos, la más famosa de su periodo clásico -Jon Anderson, Steve Howe, Chris Squire, Rick Wakeman y Alan White-, un álbum triple lanzado originalmente el 18 de mayo de 1973, lo que significa que está próximo a cumplir cincuenta años. La película -que registra dos shows de Yes en el Rainbow Theater de Londres, realizados el 15 y 16 de diciembre de 1972- se estrenó en una veintena de cines de los Estados Unidos en 1975, tres años después de realizados los conciertos. Posteriormente fue editada en formatos VHS -el que propalaba Canal 27 UHF-, DVD y Blue-Ray.

Yessongs -el álbum- condensa la vorágine hipnótica de ilimitado virtuosismo que el quinteto exhibía en aquel entonces. Es interesante anotar que la banda decidió lanzar al mercado un disco en concierto debido a que, en los corrillos de la crítica especializada de entonces, se les acusaba de no ser capaces de reproducir en un vivo la pulcritud y sofisticada complejidad de su repertorio en estudio. Luego de una gira que superó los 200 conciertos por Estados Unidos, Canadá, varios países de Europa, Japón y Australia durante casi dos años presentando sus álbumes Fragile (1971) y Close to the edge (1972), Yes decidió que era momento de demostrar a sus detractores lo equivocados que estaban.

Y vaya si lo hicieron. A pesar de que las condiciones de grabación no fueron las mejores, la magia y vértigo instrumental de suites como And you and I, Heart of the sunrise o Close to the edge fue reproducida con absoluta precisión y nervio por el quinteto. La voz de Anderson suena mejor que nunca y las armonías vocales provistas por Squire y Howe, a veces en medio de estrambóticas melodías enredadas, riffs y solos impredecibles o contrapuntos en tiempos cambiantes que van soltando desde sus instrumentos encajan a la perfección. Desde el arranque, con un fragmento de la suite orquestal The firebird (1910) -que la banda usaba desde 1971, año en que falleciera su compositor, el ruso Igor Stravinsky-, queda claro que no se trata de un simple concierto de rock.

Rick Wakeman, como un Merlín psicodélico con capa y todo, se da tiempo para presentar, en medio de un segmento diseñado para lucimiento de sus poderes, fragmentos de su primer LP como solista, The six wives of Henry VIII, grabado entre las giras de Yes con la colaboración de toda la banda excepto Anderson, pues al tratarse de un disco conceptual sobre las esposas del infame rey británico que gobernó casi cuarenta años en el siglo XVI, el extraordinario músico usó voces femeninas para sus temas. Rodeado de su arsenal de teclados, Wakeman pasa de sus propias composiciones a temas navideños (Jingle bells) y hasta el Hallellujah (Aleluya) de G. F. Haendel (quizás lo más conocido del oratorio El Mesías, estrenado en 1742). Pensar que, en este concierto, el extraordinario pianista apenas llegaba a los 25 años es estremecedor. Véalo aquí.

Steve Howe brilla a lo largo de todo el disco, con esos furibundos ataques que, a diferencia de la tendencia de su tiempo, en que los héroes de la guitarra se orientaban al blues -Clapton, Beck, Green, Page y demás-, se nutrió siempre de otros estilos como el jazz, la música clásica, toques de sonidos celtas, country/ragtime como en la alucinante Clap -que aparece en la película pero no en el álbum triple- y flamenco moderno, como en Mood for a day, ambas tocadas a solas, con guitarra acústica. Para los temas en ensamble, Howe le saca chispas a sus diversos modelos, entre los que destacan las Gibson ES-175 -que, por diseño, se asemejan a las Gretsch usadas en el rockabilly y las primeras épocas del rock and roll, como en Yours is no disgrace, – las guitarras Steel a pedales -And you and I, Close to the edge- y otros artilugios, como la mencionada mandolina en I’ve seen all good people, cuya versión original se ubica en el tercer disco del grupo, The Yes Album (1971).

La columna vertebral del sonido de Yes, en todas sus etapas, fue el bajista Chris Squire, como puede uno notar desde sus primeras grabaciones -por ejemplo, el inicio de Survival (Yes, 1969) o a la sorprendente línea de bajo del cover de No opportunity necessary, no experience needed (Time and a word, 1970), tema original del trovador negro Richie Havens. Squire, lamentablemente fallecido en el año 2015, a los 67 años, de una extraña forma de leucemia, tenía una presencia sónica y escénica capaz de sostener cada canción del grupo, dando unidad a los desenfrenos instrumentales de Wakeman y Howe, con un sentido de la improvisación y las síncopas poco comunes en esta era del rock. El rotundo tono, medidamente distorsionado, de su bajo Rickenbacker de cuatro cuerdas, y esa increíble habilidad para pasar de notas aisladas, espaciadas, a cascadas de escalas que recorren todo su diapasón sin descanso y sin perder un solo tiempo -por ejemplo en Roundabout– o el contraste de veloces fraseos y pausas que realiza en Heart of the sunrise -escuchar aquí el bajo aislado de Chris Squire, para mayor detalle- basta para dar cuenta de su enorme talento y la importancia de su estilo en la personalidad musical de Yes.

El álbum no es, como pudiera parecer de primera mano, un único concierto registrado de principio a fin. Se trata más bien de una combinación de dos giras diferentes. Las canciones Perpetual change, Long distance runaround y The Fish (Schindleria Praematurus) pertenecen a la gira del disco Fragile, desarrollada entre septiembre de 1971 y marzo de 1972, cuando el baterista del grupo todavía era Bill Bruford. Unos meses después, faltando semanas para comenzar la nueva gira, esta vez para presentar el siguiente disco -Close to the edge-, Bruford renunció a Yes para unirse a King Crimson, la banda liderada por el guitarrista Robert Fripp. En su reemplazo llegó Alan White, de estilo más rudo e intuitivo, quien tuvo que aprenderse tan complicado repertorio en solo tres días. El resto de Yessongs es con White sentado detrás de los tambores, lugar que no abandonaría hasta un año antes de su muerte, ocurrida el año pasado, a los 72 años.

Como ocurre en prácticamente toda su discografía desde 1971, la carátula de Yessongs es una obra del diseñador y artista plástico Roger Dean, creador de mundos fantásticos en los que confluyen formaciones rocosas, volcanes, manantiales de agua clara, cielos limpios, floras espaciales y criaturas de todo tipo, una traducción en imágenes cósmicas de los universos sonoros de Yes. Escuchando temas como Heart of the sunrise o Starship trooper -cuya sección Würm es usada en los créditos finales de Yessongs, la película- es posible dar movimiento a las formas que componen uno de los empaques “más complejos y elaborados que me ha tocado hacer”, en palabras del diseñador. Debido a que se editó como disco triple, Dean decidió armar un cuadríptico que diera continuidad a las carátulas de los dos álbumes previos con cada elemento – Escape, Arrival, Awakening y Pathways- representando la evolución de este ecosistema planetario musicalizado.

Después del Yessongs -que fue un éxito comercial para la banda tanto en Europa como en Estados Unidos, donde fue certificado como Disco de Platino a finales de los noventa por alcanzar el millón de copias vendidas solo en ese país- vino un periodo difícil para la banda, tras la publicación del doble Tales from topographic oceans que, en su momento, ocasionó la indignada renuncia de Rick Wakeman y el primer quiebre de esta formación que volvería a reunirse en dos oportunidades, en el periodo 1977-1979 -que generó los álbumes Going for the one (1977) y Tormato (1978)- y, posteriormente, en 1995-1996, para producir el álbum doble, mitad en vivo y mitad en estudio, Keys to ascension.

Bajo la producción del “sexto integrante” de Yes durante el periodo 1970-1974, Eddie Offord, Yessongs constituye un registro único de lo que estos cinco músicos, entonces por debajo de los treinta años de edad, pudieron lograr en su mejor momento. En el año 2015, el sello Rhino -parte de Warner Music Group, casa matriz de Atlantic Records- lanzó un boxset de catorce discos compactos y vinilos titulado Progeny: Seven shows from Seventy-Two (aquí una sesión de desempacado o “unboxing” de esta colección), que consiste en siete conciertos completos -dos discos por cada uno- realizados entre octubre y noviembre de 1972, de donde se extrajeron las canciones de Yessongs, un álbum que llega a nuestros tiempos con su integridad musical intacta, tan sorprendente como cuando fuera puesto a girar por primera vez en el tornamesa de algún barrio hippie de Londres o New York, hace cincuenta años.

Tags:

Alan White, Chris Squire, Jon Anderson, Música, Prog-Rock, Rick Wakeman, Steve Howe, Yes, Yessongs

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