Juan Carlos Tafur

Castillo-Cerrón: una bronca para celebrar

“Es una buena noticia, por donde se le mire, esta ruptura ya definitiva entre Castillo y Cerrón. O porque acelera una necesaria vacancia del inepto gobernante o porque lo obliga a expectorar a los mediocres y corruptos cerronistas”

El pronunciamiento de Perú Libre pidiendo la renuncia irrevocable del presidente Castillo a su militancia partidaria, antes de que se le inicie un proceso disciplinario interno que lo termine por echar, es, según algunos afiebrados conspiracionistas, una maniobra distractora que busca, más bien, fortalecer al presidente, entronizar a Perú Libre y -en inaudita conclusión-, fortalecer la posición de Vladimir Cerrón al interior del gobierno.

La verdad es que el camino de ruptura entre ambos está definido desde que Castillo sacó a los cuadros ministeriales que Cerrón manejaba en Agricultura y en Energía y Minas. No es un prurito ideológico, como dice en su hipócrita comunicado Perú Libre, en el que acusa a Castillo de seguir el “programa neoliberal perdedor”, lo que ha ocasionado la distancia. Es simplemente, la pérdida de cuotas corruptas de poder que el cerronismo pretendía para asegurar su caja electoral y plagar de licitaciones irregulares el Estado peruano, como es su costumbre desde que fuera gobierno en la región Junín.

¿Puede ser el inicio del fin del gobierno de Castillo? Sí. Perú Libre tiene 16 votos. Si se suman a una propuesta de vacancia de la derecha a la que se añadan las bancadas del centro (APP, AP, Podemos, Somos Perú y los morados, además de algunos no agrupados), se llegaría a la mágica cifra de los 87 votos necesarios para vacarlo. Castillo ya no tiene 44 votos en su alforja, solo 28 firmes. No le alcanza para el blindaje.

Es una buena noticia por donde se le mire esta ruptura ya definitiva entre Castillo y Cerrón. O porque acelera una necesaria vacancia del inepto gobernante que nos ha tocado en mala suerte tener, o porque lo obliga a expectorar a los mediocres y corruptos cerronistas y a gobernar con mayor sensatez (empezando por botar al casi inimputable Premier) y asegurar su permanencia en Palacio mejorando su gestión superlativamente.

Por angas o por mangas, hay que celebrar esta bronca entre el presidente y su ex alter ego, el primariamente radical Vladimir Cerrón. Gran parte de los males del gobierno en estos once meses de gestión se deben al hecho de que el presidente se haya sometido a los dictados del cacique de Junín. Rota esa dependencia, se abre la posibilidad de que ejerza un gobierno más sensato, aun cuando las propias mediocridades del primer mandatario permitan la sospecha de que poco o nada va a cambiar en el modo de gobernar. Tampoco hay que albergar muchas esperanzas al respecto.

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Pedro Castillo, Perú Libre, Vladimir Cerrón

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