Juan Carlos Tafur

¿No puede haber un centro procapitalista?

“Si se repitiese un gobierno de centro como los de los últimos lustros, esta vez sí se allanaría, quién sabe por cuánto tiempo, el camino a aventuras autoritarias, estatizantes y conservadoras”

Salvo los cinco años del segundo gobierno de Alan García, todos los demás de la transición post Fujimori podrían ser catalogados de centro, más a la derecha algunos, a la izquierda otros. Así, Toledo, Humala, Kuczynski (debió ser de derecha, pero su mediocridad lo condujo a la parálisis), Vizcarra y Sagasti, no se apartaron de la dinámica del statu quo.

Ese tipo de centro no se necesita más en el Perú. Cuando los gobernantes de ese perfil entiendan que su preocupación por políticas sociales o institucionales, no puede ir alejada de un shock de inversiones privadas, recién podremos decir que tenemos un centro moderno.

Encima, ni siquiera se puede señalar de ellos que enfatizaron una relativa gobernanza en asuntos sociales claves, como la educación y salud públicas (un desastre ambas) o la construcción de infraestructura popular (luz, agua, desague). Ni siquiera en lo que claramente identificaría a un gobierno de centro en el Perú, sus portavoces gubernativos dieron la talla.

Es indispensable que se entienda que sin una agresiva política de promoción de la inversión privada, lo que incluye jugársela en sectores complejos (como minería, hidrocarburos, y agroexportación en la Amazonía), el Perú no será viable ni tendrá los recursos suficientes para edificar ese Estado social que el centro reivindica.

Hay en estos momentos varios candidatos de centro, alrededor de diez. No se ha escuchado en ninguno de ellos un claro compromiso con la continuidad de la revolución capitalista que el Perú ha vivido, a pesar de algunos tropiezos o medianías, en los últimos treinta años, y que ha permitido reducir la pobreza, generar clase media, y disminuir significativamente las desigualdades.

Si se repitiese un gobierno de centro como los de los últimos lustros, esta vez sí se allanaría, quién sabe por cuánto tiempo, el camino a aventuras autoritarias, estatizantes y conservadoras. Ya crearon un Castillo, en el futuro generarían un Antauro, si acaso ya no es tarde para impedir que ese desvarío político y económico se implante en las próximas elecciones en el Perú.

Sin un shock de inversiones capitalistas acompañado de un conjunto de reformas de segunda generación, el Perú andará a la deriva, atrapado en el statu quo, con inmensos bolsones de la población al margen de la bonanza y dispuestos a saltar al vacío por el puro gusto de agraviar a quienes consideran los responsables de su desventura ancestral.

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Perú, política peruana

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