Juan Carlos Tafur

Hay que acabar con la pesadilla

“Es evidente que el presidente Castillo no va a cambiar su manera de gobernar. Lo suyo es la impostura y la trastada. Es su modus vivendi”

Es evidente que el presidente Castillo no va a cambiar su manera de gobernar. Lo suyo es la impostura y la trastada. Es su modus vivendi. Así entiende la política y eso no lo va a cambiar ni el asesor más empoderado.

 

 

El último incidente, donde cogió de incauto al propio cardenal Barreto y no contento con ello, a renglón seguido, salió con el brulote inconstitucional de querer convocar a un referéndum para una Asamblea Constituyente -lo que es absolutamente improcedente-, demuestra con claridad de qué mala madera está hecho nuestro primer mandatario.

Lo terrible, como hemos señalado en reiteradas ocasiones, es que ese formato gubernativo está llevando al Estado a su colapso y que ello, lejos de provocar una reacción centroderechista de la población -como algunos ingenuos creen-, va a alimentar, más bien, el ánimo antiestablishment presente en gruesos sectores de la población y que ya se expresaron detrás del voto que le permitió el triunfo a un candidato tan precario e improvisado como el que hoy nos gobierna.

Es menester, es un imperativo patriótico, que el Congreso, que sus principales líderes y partidos no cooptados por la corrupción de los operadores castillistas, coordinen la aprobación inmediata de una reforma constitucional que permita el recorte del mandato.

Bastan 66 votos para que sea sometido luego a referéndum (que va a ser ganado con masiva holgura) y que de inmediato se proceda a sacar a Castillo del poder. Y en el entretiempo de ese proceso, será ocasión de emprender algunas reformas políticas y electorales que permitan que arribemos a inicios del próximo año a una mejor elección de nuestras autoridades.

Mientras menos días pase el Atila chotano en Palacio tanto mejor para el país, para la democracia, para la economía, para la sociedad en su conjunto. El Congreso debe ser capaz de renunciar a sus propias prerrogativas (un mandato de cinco años). Por encima de ello debe anteponer los criterios principistas y morales que permitan salvar a la democracia peruana del abismo al que este gobierno la conduce sin remedio ni propósito de enmienda.

 

 

Alianza para el Progreso, la parte sana de Acción Popular -si aún queda en pie-, Somos Perú, Podemos, los morados, la derecha (Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País), deben sumar esfuerzos y lograr ese cometido. Es un clamor nacional que ellos, como representantes del pueblo, deben saber escuchar. Castillo no va a renunciar y es imposible vacarlo. El recorte del mandato es la mejor salida política de la crisis horrorosa por la que pasa el país, con un gobierno mediocre y corrupto que destruye todo a su paso.

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Gobierno, Pedro Castillo

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