Muchos recordarán aquella escena de Conversación en La Catedral en la que Zavalita, luego de aquel largo diálogo con Ambrosio descubre que su padre guardaba un ominoso secreto. Es, acaso, una de las escenas más emblemáticas de la novela, que explica además el clima de malestar íntimo y existencial que acosa a Zavalita. Todas las familias guardan secretos, es cierto, pero los del padre parecen tener un peso y una densidad especiales.
Y líbranos del mal, la reciente novela de Santiago Roncagliolo (1975), articula su trama en torno a un secreto guardado por un antiguo colaborador de una secta religiosa que captaba jóvenes de clase alta y, so pretexto de educarlos espiritualmente, le dejaban una ventana abierta a la práctica del abuso sexual. Si el intertexto no le quedó claro todavía, querido lector, le recuerdo que hay una profunda investigación periodística acometida por Paola Ugaz y Pedro Salinas y multitud de otras referencias textuales y cinematográficas.
Roncagliolo elige un diseño sencillo pero altamente eficiente. Una narración lineal de base, con pequeños saltos hacia atrás y hacia adelante, lo que sin duda colabora con una lectura fluida en la que la tensión narrativa se acumula vertiginosamente, como saben hacerlo quienes manejan con pericia el arte de intrigar y de mantener en vilo a un lector. Y líbranos del mal, no es la excepción.
Otro aspecto destacable de esta novela es la manera en que se perfila la sicología de los personajes, desde una abuela decrépita que intenta ocultar el pasado de su hijo, ahora viviendo en Nueva York, a salvo, en teoría, de sus oscuras vivencias posadolescentes, hasta el nieto que viene a Lima y ejerce prácticamente de investigador, lo que le valdrá, finalmente, descubrir eso que tanto atormenta a su padre.
La madre, acosada por el alcohol, sumida en el desamor y la soledad del padre que se mantiene como administrador de un centro parroquial neoyorquino, ocultándose como puede de sus propias sombras. O los sacerdotes que van apareciendo en la novela, o Furiase, el cerebro de las casas de reclutamiento y líder de la extraña orden.
La sexualidad, la culpa, la sumisión, la disfuncionalidad, la esclavitud por el dogma son, entre otros, temas que van haciéndose lugar a medida que se despliega el argumento. En la ficción de Roncagliolo, al menos, uno encuentra cierta compensación: el hijo logra descubrir los hilos y las heridas que ha dejado el pasado en el padre, desde el recuerdo de los jóvenes abusados hasta un presente de sombría irritación. En la realidad, como se sabe, hay numerosas víctimas esperando la hora de la justicia y la necesaria y obligada reparación.
La escritura de Y líbranos del mal, gatillada por una serie de historias fácticas y documentadas en relación con crímenes sexuales cometidos por altos miembros de la iglesia, nos invita a la reflexión sobre el lugar de las víctimas y a preguntarnos, también, por la indolencia, el cinismo negligente y la inexplicable lentitud con que se han abordado estos casos.
Y líbranos del mal. Lima: Planeta, 2021.