Alonso Rabí Do Carmo

Vigilar el deseo

Mujer rota es el título de la reciente novela de Irma del Águila (Lima, 1966). El título, además de evocar uno de los libros más célebres de Simone de Beauvoir, La mujer rota, que en tres piezas narrativas impecables desmenuza los pormenores del desequilibrio escandaloso que pesa sobre sus tres protagonistas, mujeres aplastadas por el infortunio sentimental y, sobre todo, por la desigualdad.

La novela de Irma del Águila no es de ningún modo derivativa, pero de alguna forma se suma al coro. Relata la historia de una mujer perteneciente a la nobleza, Sofía Carlota de Baviera, en el contexto del nacimiento de la siquiatría moderna. La narración se coloca en un horizonte crítico: esa siquiatría incipiente pone sus herramientas al servicio de la prolongación del orden patriarcal.

Sofía Carlota ha contraído matrimonio con Fernando de Alençon, uniendo de este modo a la nobleza de Baviera (ella pertenece a la casa de Wittelsbach) con la casa de Orleans. Profundamente infeliz en su matrimonio, Sofía Carlota busca alivio en los brazos de un amante. Sorprendida en el delito de infidelidad (permitido, eso sí, entre varones), la familia de Fernando de Alençon se apura en esconder el pecado y en fabricar un caso siquiátrico, excusa perfecta para internar a la infeliz Sofía en un sanatorio.

Es entonces cuando aparece uno de los tres ejes que sostienen el relato: los inicios de la siquiatría moderna entran en acción, convirtiendo el cuerpo de Sofía en objeto de control y vigilancia, sometiéndola a tratamientos que hoy se considerarían de valor dudoso. El objetivo es dominar la libido de la paciente y refrenar sus ansias de libertad (no le puedo negar a Sofía un cierto aire Bovaresco), reprimidas siempre por una sociedad y una práctica médica de entraña patriarcal.

El segundo eje del relato es el concerniente al retrato de época, no exento de épica: parte de esta historia transcurre durante los sucesos de la Comuna de París, en 1870, cuando obreros, mujeres y miles de ciudadanos, en un auténtico movimiento republicano, alzaron la voz contra el sitio a que los prusianos sometieron a la capital francesa.

El tercer eje tiene que ver con la presencia, en la novela, de varios apartados en los que el narrador se dedica a relatar puntillosamente las cuestiones referidas a los males siquiátricos de Sofía Carlota, desde la neurosis hasta la histeria, pasando por el ya clásico cuadro de melancolía. No pude evitar recordar aquí, aunque se trata de una clave radicalmente distinta, las notas a pie de página que van acompasando los sucesos de El beso de la mujer araña (1985), de Manuel Puig. En suma, se trata de una novela cautivante, que a pesar de su ubicación histórica no deja de tener nexos con la actualidad y que demuestra, una vez más, el buen momento por el que pasa la literatura escrita por mujeres en nuestro país.

Mujer Rota. Lima: FCE, 2020.

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