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Elecciones 2021

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 153: La ONPE contabilizó el 100% de actas, solo quedan las nulidades en el JNE. Los dinámicos del centro y el cerronismo. ¡Y asoman delirios golpistas!

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Lima – Perú

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Elecciones 2021, JNE, ONPE

La transparencia de la información y los datos abiertos ha logrado parar -más allá de los candidatos y los medios- muchas mentiras y manipulación de la verdad sobre la elección última. Pero esto no ha parado. Tenemos que seguir en actitud vigilante para conocer la verdad.

Dos señoras, digamos “bien”. Sábado mediodía. Conversan en el parque donde han sacado a sus hijos a jugar: “¿nos vemos más tarde no? Por supuesto, ya organicé todo, la nana se queda con ellos y voy con mi esposo. Perfecto, tenemos que protestar, el fraude no va a pasar. ¿Quieres ir con nosotros? Así vamos en un solo carro.”

“El fraude no va a pasar” es un tema común de discusión entre mis vecinos que se han visto animados a la participación, motivados por el miedo, por el enojo, que la sensación del amaño de la elección les genera. Pero ¿existe el fraude?

Semana dura la última. Deberíamos estar escribiendo acerca de quién ganó las elecciones, aunque eso esté en evidencia, pero aún. Se ha instalado desde el lunes con fuerza pero desde hace varias semanas con sutilezas, la idea de que existe un fraude. Un fraude no es algo menor. Es un intento consciente de sabotear las elecciones usando diversos mecanismo, para manipular el voto.

Más de 86,000 actas electorales escrutadas, un candidato que matemáticamente ya pasó el límite y es imposible que pueda perder, una contabilidad de votos abierta, pública y transparente; están en riesgo de quedar en entredicho porque la candidata que va perdiendo está dispuesta a jugarlo el todo por el todo por la premisa de que hubo un intento para sabotear la elección.

Para eso, armó una estrategia legal compleja, buscando demostrar que al menos en 800 mesas de las zonas donde había ganado el contrincante, había un grosero intento de manipulación de la intención popular. Conseguir demostrar eso, no es tarea fácil. Las elecciones en el Perú toman en cuenta la resolución de la mayoría de controversias en mesa. Para eso hay un juzgado ad hoc, los miembros de mesa, y unos abogados, los personeros, que se encargan de dilucidar el proceso. Las observaciones deberían ser una excepción. Fuerza Popular considera que hay irregularidades más allá de la excepción y de que se trata de un intento sistemático.

¿Cómo se logra esa demostración? Con pruebas. Pruebas tangibles y objetivas de que se cambió la voluntad del voto en la mesa, a través de un sistema que por ejemplo ponga miembros de mesa amañados, falsifique formas, etc. Pruebas difíciles que son necesarias. Que no pueden ser cuatro o cinco ejemplos que se dan en conferencia de prensa.

En estas elecciones, como nunca antes hemos visto, disponemos de información privilegiada y de la capacidad de poder “bajarla” y hacer con ella todos los análisis convenientes para poder entender si es que hay o no fraude en alguna dirección. Profesionales del open data como Ragi Burhum por ejemplo, han logrado descargar la base de mesas de votación -de libre acceso- y aplicado determinados algoritmos para guiar sus propios análisis, descubrir patrones a través de algoritmos, entender si es que hay datos anómalos. Tenemos el universo de información a nuestro alcance. También lo tuvo Fuerza Popular y pudo empezar por allí su proceso de anulación de mesas, pero prefirió que los abogados en horas determinaran si había firmas falsificadas o no. El resultado va siendo catastrófico para ellos.

Pero el tener la data sola no sirve. Como Josué Ortega señala en un extenso hilo de Twitter (https://twitter.com/josueortc/status/1404183119582928904) entender un fenómeno como una elección popular y sus distintas complejidades no puede pasar solo por una aplicación de algoritmos y ya. Responden a contextos, realidades y espacios específicos que merecen tomar un momento para la comprensión, en lugar de mencionar exclusivamente: “es fraude”, “es fraude”.

Pero el marco de análisis está allí para verlo y para usarlo. Tenemos la base y a partir de ella sí hay esfuerzos muy relevantes para comprender los datos y poder darles una dimensión coherente. En función de ello lo primero que podemos decir es que no hemos hallado una sola referencia analítica de la información que se demuestre que hay un fraude. Ninguna. Nos hemos pasado los últimos tres días buscándolo y no hay nada en ese sentido. Por el contrario hemos visto algunos ejemplos que demuestran que de fraude esta elección ha tenido nada.

El mismo Ragi Burhum muestra que su análisis y algoritmos consideran que hay irregularidades para ambas candidaturas y que no se puede colegir de ello que hay fraude (https://twitter.com/rburhum/status/1404136235053031427). Usando su data, Saki Bigio hace sus propios análisis y manifiesta que: “no encuentro ninguna evidencia de fraude sistemático a nivel estadístico.” (https://twitter.com/SakiBigio/status/1404122740638945284)

La estadística ha jugado su papel, como no. Han existido hasta matemáticos que han señalado que es “estadísticamente imposible” que haya cambio de datos entre primera y segunda vuelta. Cómo es posible que si en la primera vuelta votaron por mí, ahora en la segunda no. ¡Fraude! Otros científicos de datos ya explicaron hasta la saciedad que eso no es anómalo. Pero acá vale entender que no solo se trata de la data cruda. Hay una inferencia importante a nivel del comportamiento humano. ¿Es posible que algunos votos cambien de dirección entre la primera o segunda vuelta? ¡Por supuesto que sí! Más en cinco años aún. Ni siquiera se debe entrar en la motivación expresa de ello. Si no fuera así, que elaboren una ley para que solo quienes no votaron por Castillo o Fujimori voten en segunda vuelta, porque quienes sí lo hicieron no pueden cambiar su opinión. Así de ridículo suena.

Además, Alejandra Costa y Kenneth Sánchez de Comité de Lecturas analizan de manera más cualitativa los casos en los que hay diferencias de votos de primera y segunda vuelta en un hilo muy meticuloso. Su conclusión: “ninguno de estos datos apunta de manera concluyente a un fraude o a una manipulación de las mesas” (https://twitter.com/alecosta/status/1403961227835895808)

Aún más, Sebastien Polis usa el análisis de al distribución de Benford, que analiza patrones de datos, para concluir que no hay datos fabricados, ergo, son datos que siguen un patrón natural que rompe cualquier presunción de fraude. (https://twitter.com/SebastienPolis/status/1403628945346641920). Todo esto es análisis de datos abiertos que están a disposición de todos y que cualquiera puede hacer. De eso se trata. No de andar lanzando ideas porque se me ocurren.

Todos estos son ejemplos, hay varios más que por extensión ya no se pueden presentar, de que:

  1. Se habla de fraude alegremente y no hay ni una sola evidencia de ello
  2. El acceso a los datos es público y gratuito y era esperable que Fuerza Popular presentara argumentos más serios de la existencia de fraude a partir de la data.
  3. Nada hace pensar que realmente exista un fraude o una intención de hacerlo.

Cualquier mensaje sobre las elecciones debe partir de allí. No podemos permitir que una idea tan compleja como la de fraude quede dando vueltas por allí como si fuera normal. Ello va a preparar las cosas para deslegitimar todo lo que se venga.

Finalmente, encontrar elementos “anómalos” es el primer paso para la comprensión. Necesitamos más que nunca a las ciencias sociales, en especial a la antropología, apara que nos aproximen a los vasos comunicantes que requerimos como sociedad.

No termino este artículo dejando de expresar solidaridad con todos aquellos que han visto su nombre expuesto acusados de fraude, de no ser ellos, de haber suplantado identidades o firmas. Ojalá se les brinde la reparación necesaria.

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Elecciones 2021, Fraude electoral, Keiko Fujimori

Ha sido recordada estas semanas por un vaticinio: Keiko será la primera presidenta mujer del país y luego despertará. ¿Qué la hacía pensar en el 2019 que esto iba a ser efectivamente así?

Yo era congresista y era la época más dura del obstruccionismo, la mentira, el atraso, los gritos de una bancada, de otra, del terruqueo. A ellos no se les podía decir nada, por más que no tuvieran la razón. Recuerdo bien en esa entrevista que mencionas, cuando Beteta dice que Keiko será la presidenta, todavía en el Bicentenario. Claro, pues, les dije: ‘será y después despertará’. Porque creo que ningún peruano en pleno uso de sus facultades quiera eso para el Perú.

El fujimorismo negaba haber liderado un Congreso obstruccionista [finalmente lo aceptaron]. Usted tiene ejemplos de que sí lo fueron.

No solo ejemplos, tengo sistematizado cada una de las reuniones en las comisiones, cómo entraban en bloque, cómo te cambiaban el voto y se iban. Y si alguien con el cual ya habían conversado les fallaba, les hacían un escándalo. Me parece perturbador ahora decir que las dos candidaturas eran las peores opciones. No podemos comparar a un profesor de primaria, multigrado, que viene de pobreza, de zona andina rezagada, con una señora que ha tenido todos los beneficios en estudios, en status de vida, en preparación. Ahora que hemos visto que todo el mundo se puso a sus pies, no podemos comparar.

Usted cree entonces que el actual comportamiento de Keiko Fujimori, negando su derrota hasta el final, es la continuación de la lógica de aquellos años en el Congreso.

No solo eso. Tenemos 30 años defendiéndonos de las decisiones del fujimorismo, de lo que dice, de lo que trae, de lo que lleva. No te olvides que en la familia hay muchos elementos perturbadores: el hermano Kenji y las acusaciones de Limasa, el tema de Joaquín Ramírez, las tías que vendían la ropa donada por agentes internacionales. ¿Todo un circuito de corrupción lo vamos a olvidar en unas elecciones solamente por una campaña de terruqueo o porque goza de todos los aliados que ha tenido para generar miedo, terror? No puede ser.

Ahora, usted fue parte de la bancada que compartió mesa directiva con el fujimorismo por aquellos años, Alianza para el Progreso (APP). El señor Acuña hijo [Richard], por ejemplo, fue blindado en ese Parlamento frente a investigaciones que tenía en Trujillo por apropiarse de un terreno.

Fue blindado él, fue blindado Donayre, fue blindado Benicio Ríos, como son blindados ahora otras personas luego de haber sido yo fundadora de APP, dos veces secretaria nacional, de haber viajado por todo el país pidiendo a las mujeres que participen en política. Se puede decir que hay militantes muy buenos, importantes en APP, pero lamentablemente los intereses económicos de la cúpula o sus problemas con la justicia son más fuertes que la verdadera democracia. Yo anticipé en reiteradas oportunidades la mala actuación de la bancada. Y si analizan todas mis votaciones, cuando estas tienen que ver con principios, mi voto no va con la bancada. Yo no iba a ser siempre la opinión divergente. Por eso renuncié.

César Acuña parece estar arrimándose ahora a Castillo, luego de haber dicho que Keiko era la opción democrática. ¿Qué opina del señor Acuña?

Creo que cometió un gravísimo error en pegarse a Keiko Fujimori, en pegarse nuevamente a la corrupción. Siendo él de la misma tierra del profesor [Tacabamba], de una zona rural de extrema pobreza. Siendo él uno de los liderazgos importantes en el norte, debió dar ejemplo y, más bien, ayudar a esa esperanza que tiene el pueblo por un Perú libre de corrupción, de racismo, de discriminación, de violencia. Creo que perdió una oportunidad.

¿Y qué cree que lo motivó, ansias de poder o la búsqueda de un blindaje frente a eventuales investigaciones?

Creo que como él, muchos líderes que se pegaron a esta opción de extrema derecha lo hicieron de manera totalmente interesada, totalmente inconsecuente con aquello que dicen los principios partidarios y con aquello que busca la política. Lamento muchísimo la intervención de Mario Vargas Llosa. Lamento y me duele la participación de Cateriano. Lamento y me duele que muchos empresarios puedan terruquear a la gente y puedan hacer sentir que el otro es menos, que el otro no vale, que los votos que vienen de la serranía no tienen valor. Yo creo que hay un rol ciudadano, un rol de partidos políticos y de la empresa privada, y la mayoría de estas en esta contienda electoral se ha comportado dándole la espalda al bien común, y a lo que pregonan en su misión y visión empresarial.

¿Usted votó convencida por el señor Pedro Castillo?

Voté convencida y he estado todo este tiempo hablando sobre el tema con los grupos de voluntarios y voluntarias que hacemos trabajo social, mostrando la realidad de las zonas de pobreza y extrema pobreza. Por ejemplo, cómo en las zonas mineras desde donde sale el mineral directo al extranjero no cuentan con agua, ni electrificación, ni desagüe. Son zonas donde las pistas no duran un año por la corrupción y donde hay muchas autoridades presas. Hemos analizado cuántos alcaldes han sobrevalorado las canastas de alimentos en esta época de pandemia.

Sin embargo, Castillo y Perú Libre no han propuesto absolutamente nada para corregir esta descentralización fallida y corrupta de la cual el señor Vladimir Cerrón es parte.

Julio, la pregunta es: ¿pensaban ellos llegar a segunda vuelta? ¿Estaban preparados para eso? Esta es la tercera presentación de la señora Keiko, que ha tenido técnicos, ha tenido de todo y tampoco satisface su plan de gobierno. Por eso, este es el momento en que técnicos de manera plural se unan, aporten. Tú has tocado un tema central. Hay que trabajar por una verdadera descentralización, que no solo pase por la desconcentración del poder, sino que transfiera recursos, que fortalezca capacidades, que dé tecnología y una Contraloría que haga control concurrente, que sea vigilante para que los recursos se usen de la mejor manera y se rinda cuentas a la ciudadanía. Yo me quedo con el plan de gobierno del Partido Morado, que se trabajó durante años con técnicos, gente correcta, gente honesta.

Un Partido Morado en el que usted sigue inscrita, pero que hace agua, que naufraga.

Como todos los partidos. Mira Acción Popular y las corrientes que tiene, mira APP y su desempeño. Tócame a cualquier partido. ¿con cuál te quedarías?, ¿con Podemos Perú? Por eso es la importancia de fortalecer partidos, de hacer que realmente funcionen y que haya muchos jóvenes que les guste la política, que se formen para ello, con una mente plural, crítica y de sana convicción a favor del Perú y sus necesidades. 

¿Se quedará entonces en el Partido Morado?

Claro que sí. Yo respaldaré a todo aquel que represente al país, que quiera el bienestar al país y que pueda sumar a esos esfuerzos de inclusión social, de desarrollo social junto al económico. Porque si ese crecimiento económico no lo transformamos en desarrollo  que permita una sana gestión descentralizada, pues el país no va a avanzar como quisiéramos.

Regresemos a un eventual gobierno de Castillo. Usted ha sido ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, ¿teme lo que se pueda hacer en esa cartera, en vista de la actitud machista, homofóbica, transfóbica que ha mostrado el señor?

Qué bueno que ahora todos toquen el tema. Por donde he ido, he hablado del daño que le hace la cultura machista a nuestro país. El daño del machismo y la cultura patriarcal lo vemos no en un candidato, lo vemos en todos. Y ahora en los dos finalistas. Pero sí me gustó mucho cuando veo cómo el profesor Castillo se despide de su familia, cómo su hijita se prende de él y cómo la recibe. En una mente que quiere a sus hijos, a sus hijas, es fácil comenzar a hablar y tocar estos temas de la diversidad. Yo sé que lo van a entender, que se podrán trabajar estos temas. Lo que no se puede entender es cómo una persona educada con nuestro dinero en el extranjero [se refiere a Fujimori], que tiene a la mano todos los técnicos que quisiera, que pone en su plan de gobierno la importancia del enfoque de género, nunca lo cumplieron. Y nunca aprobaron proyectos de ley importantes en la parte social solo porque llevaban la palabra “género”.

Ahora, “género” no es una palabra que le guste mucho a Castillo, ¿no?

En el momento que entienda que el enfoque de género tiene que ver con igualdad de oportunidades, con igualdad ante a ley… Yo le preguntaría: ¿te gustaría que tu hijita sea una gran científica o prefieres que se quede en un lugar sin que se le dé la oportunidad de desarrollarse? Sería bueno que Cajamarca, Cusco, Puno tengan centros tecnológicos de desarrollo donde hombres y mujeres puedan ingresar, aprender y desarrollarse. Le voy a decir: ‘ese es el enfoque de género, así que sé que estás de acuerdo con él’.

Eso quiere decir que lo va a ir a visitar pronto.

Bueno, soy muy activa en redes y supongo que me lee.

¿Y no teme lo que pueda hacer en general con la institucionalidad y la economía teniendo en cuenta que alrededor de Castillo hay personajes que hablan de “pelotudeces democráticas” o está el mismo señor Cerrón, que tenía un ideario leninista?

Mira, analiza ese plan, esas frases, esos personajes. Y analiza también a Acción Popular, que habla de pluralidad, de respeto, de democracia, de institucionalidad, y que fue el que se trajo abajo al presidente. Una cosa es lo que está escrito y otra lo que puede ser o no ser. Lo que sí es seguro es que el profesor no tiene mayoría en el Congreso para hacer cambios radicales, no tiene la posibilidad de intervenir en el TC, ni el radicalismo sembrado. Él ha estado en el partido de Toledo. Yo lo atendí en mi despacho cuando fue la huelga magisterial, he podido conversar con él. No vi ningún término radical más allá de lo que despierta la opción sindical. Así que espero que haya una apertura de mente, una conciliación de criterios y poner sobre la mesa aquello que el Perú requiere de manera urgente y necesaria.

Finalmente, ¿cree que los próximos cinco años sea un ‘deja vu’ de lo que usted vivió desde el congreso disuelto y en este congreso?

Creo que el fujimorismo no aprende, que tiene elementos muy radicales. Tú los conoces, los conoce el Perú. A ellos hay que mirarlos de frente, no temerles y contestarles. Porque en la medida que los dejemos, si de ellos dependiera, todos seríamos sus súbditos. Entonces no hay que dejarnos. Hay que tenerlos en la mirada y bajo control.

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César Acuña, Elecciones 2021, gloria montenegro, Keiko Fujimori

Empiezo esta columna con una frase que para muchos pasará como normal: “Se los dije”. Me refiero al triunfo del profesor Castillo, cuya candidatura he apoyado tratando de despejar prejuicios desde antes de la primera vuelta.

¿Pero por qué “se los dije” pasa como normal y no lo es? Porque el “lo” se refiere al objeto directo singular (“les dije que ganaría Castillo”). Cuando usamos dos pronombres, uno para el objeto directo y otro para el indirecto, ambos mantienen su condición plural o singular. Pero en Lima se habla de cualquier manera y pluralizamos el objeto directo para enfatizar que el público es el plural, aunque el “lo” no se refiera a ellos. Muchos limeños siguen diciendo “se los dije” (a ustedes, el triunfo de Castillo), o “se los traje” (el pan) o cualquier otra forma semejante. La forma correcta, en este caso, es “se lo dije”. A secas.

Lima, pese a su autocomplaciente prejuicio, no es el lugar donde se habla el mejor castellano. Este resabio colonial viene sin duda de haber sido por dos siglos la capital política y cultural de Sudamérica hasta que se fundaron los virreinatos de Nueva Granada y del Río de la Plata en el siglo XVIII. Entonces empezó la “decadencia” de Lima como trono de la cultura europea en América del Sur.

Pero los hábitos mentales son difíciles de desarraigar. Los limeños fueron creciendo en número gracias a la migración interna y externa; sin embargo, el estamento original de los criollos hijos y nietos de conquistadores y comerciantes españoles mantuvo una rivalidad de intereses con los peninsulares y poco a poco logró un férreo control de las instituciones, sobre todo a partir de la independencia.

Este criollismo es el que critica el gran Sebastián Salazar Bondy en su clásico ensayo Lima la horrible, de 1964. Allí nos pinta con lujo de detalles cómo Lima después de 143 años de la independencia seguía siendo la urbe racista y clasista que discriminaba a los habitantes del Ande y a los mestizos que “se atrevían” a vivir en la ciudad.

Más cercanamente, el 2016, otro gran ensayista y poeta, José Antonio Mazzotti, publicó un libro fundamental para entender el criollismo peruano: Lima fundida: épica y nación criolla en el Perú. La novedad de Mazzotti está en plantear que en Lima se fue forjando desde el siglo XVI un sentido de nacionalidad étnica que se mantuvo diferenciable del resto de naciones que habitaban y habitan el territorio peruano. Y pese a su elitista exclusivismo, los criollos siempre estuvieron y a veces adoptaron hábitos y símbolos del interior para validar su supuesta representatividad. Mazzotti acuña el título de libro (Lima fundida) a partir del célebre poema de Pedro Peralta Barnuevo, Lima fundada, de 1732, en que el sabio limeño glorifica las hazañas de Pizarro y los conquistadores.

Mazzotti le da vuelta al título de Peralta y nos explica las limitaciones y prejuicios de muchos limeños, sin darse cuenta de que a veces caen en el ridículo histórico con sus hábitos mentales coloniales. Y encima hablando mal.

“Se los dije”. Lima está fundida.

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Elecciones 2021, José Antonio Mazzotti, Lima

El Jurado Nacional de Elecciones no puede cometer las torpezas que ha cometido ayer, al  dar pie, primero, a una ampliación del plazo para presentar impugnaciones, y luego retroceder en dicho propósito, al entender que ello vulneraba la legislación vigente.

Genera una impresión de parcialidad o de impericia que preocupa, ad portas del proceso de revisión de las actas observadas por la ONPE y las impugnadas tanto por Fuerza Popular como por Perú Libre.

Es más, ni siquiera hay ciencia cierta respecto de cuántas actas estamos hablando. Se menciona en las redacciones periodísticas que solo ingresaron 160 (si fuera así, el triunfo de Castillo sería irreversible), otros mencionan que entraron al final las más de 800. En fin, ello, quien debería precisarlo con celeridad y claridad es el propio JNE y no dejar que crezcan las voces que hablan de un fraude a la vista.

En una elección no sólo reñida sino polarizada ideológicamente, con gente movilizada en las calles de ambas partes, es imperativo que el JNE se conduzca con extraordinaria transparencia. Debería seguir, en ese sentido, el ejemplo dado por la ONPE que dispuso un equipo de respuesta inmediata en las redes sociales a la infinidad de fake news que circularon y aún circulan por doquier.

Sea cual sea la decisión final del JNE, habrá controversia y eventual tumulto. Pero si esa decisión sucede en medio de cuestionamientos a la probidad moral y profesional de los miembros de la autoridad electoral, el riesgo de una escalada del conflicto crece.

Las elecciones del bicentenario colocaron al frente a dos personajes discutidos hasta por sus propios votantes. Se habló por ello de votos vigilantes y críticos en ambos casos. Sabíamos, pues, que se venían y vienen tiempos complicados política y socialmente hablando. En ambos escenarios.

Lo peor que le podría pasar a un proceso social que de por sí ya va a ser azaroso y lleno de zozobra, es que el JNE no le brinde legitimidad a su fallo final respecto del portavoz final del mandato popular.

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Elecciones 2021, JNE, ONPE

“Mi padre era agricultor en Ica y tenía tierras. El gobierno de Velasco le quitó todo. Como comprenderás, para mí la opción comunista no existe”, dice Diana (56), una peruana que reside en Toronto, Canadá, hace más de 20 años. En este país, Fuerza Popular obtuvo más del 76% de los votos.

 

La mujer prefiere mantener en reserva su identidad. Cuenta que tras el inicio de la Reforma Agraria su familia terminó huyendo a Costa Rica, pero cuando los militares dejaron el poder, regresaron al Perú. Un año después, su padre murió repentinamente. Hecho que, para ella, “probablemente comenzó con la reforma”.

Muchos años después, cuando ya había formado su propia familia, Diana se instaló en Canadá. Actualmente trabaja en el sector minero. “Solo he votado por Keiko porque era la opción que tenía. Para mí no tiene ética y es demasiado corrupta. Me molesta votar por ella, pero me molesta más que el Perú sea comunista. Es la única razón por la que fui a votar”, comenta la mujer cuando le preguntamos por qué eligió al fujimorismo.

Una razón similar empujó a July Dávila (50) a votar por la hija de Alberto Fujimori. Ella vive en Denver, Estados Unidos, el país donde Fuerza Popular pasó la valla del 80% de los votos. “Emigramos por medio de una hermana que se casó con un americano. Yo soy peruana casada con un ciudadano americano. Obtuve mi residencia antes de conocer a mi esposo”, cuenta.

La mujer nunca había acudido a votar, a pesar de que sus padres eran un par de devotos apristas. En esta ocasión, frente al peligro “del candidato comunista”, dice, no dudó en manejar dos horas hasta su local de votación, vestida con una camiseta de la selección peruana de fútbol. Fuerza Popular, asegura, no tiene las mejores propuestas, “pero están del lado democrático”.

July Dávila
July Dávila yendo a votar el 6 de junio alegremente con su camiseta peruana.

Dávila es contadora, trabaja para una transnacional de venta de alimentos y tiene a toda su familia allá, a excepción de su hermano menor que sigue viviendo en Perú. Ahora que este está de visita en el país norteamericano –y que Castillo es virtual presidente– le ha pedido que se quede. “Le digo eso nada más por miedo. Yo sé que no nos van a hundir en un día, pero ¿donde has visto un país comunista racional?”, dice la mujer, que asegura haber conversado con cubanos y, en sus visitas a Perú, con venezolanos que le contaban “lo horrible que era vivir en comunismo”.

Pero en el país capitalista por excelencia, aunque en minoría, vive Tatiana Bejar (47), quien defendió los votos de Perú Libre en Nueva York. La socióloga sanmarquina se inscribió como personera del lápiz en un ambiente donde claramente no eran favoritos. El profesor apenas alcanzó el 18.9% de las preferencias en ese país.

“En mi mesa estuvieron muy parcializados con los fujimoristas. En el conteo, yo quise impugnar un voto que era un asterisco, pero no hubo acuerdo entre los miembros de mesa. Llamamos al representante del consulado. Su labor fue convencer a la presidenta de mesa que acepte el voto, a pesar que yo decía que era inválido, porque las instrucciones eran claras: aspa o cruz”, afirma.

Tatiana Bejar
Tatiana Bejar muestra orgullosa la credencial de personera que le permitió defender los votos de Perú Libre en Nueva York.

Bejar dice que tuvo “el privilegio de salir del país” gracias a dos de sus hermanos que ya vivían en Estados Unidos. En el Perú, no se sentía cómoda. “Quería vivir en una ciudad más abierta, cosmopolita. Me casé y me quedé aquí”, cuenta.

Hoy impulsa iniciativas de derechos humanos y organización ciudadana. Trabaja con inmigrantes que tienen subempleos, como las trabajadoras del hogar. “A nosotros nos interesa crear espacios para que ellos puedan eventualmente entrar en política y representar su sector”, apunta. Para ella la candidatura de Pedro Castillo representaba esa posibilidad.

La indignación también motivó su inscripción como personera del lápiz. “Veía en las redes memes racistas, anticomunistas y fascistas, ¿qué le pasa al Perú? Acá eso se veía [con Trump], pero fuera de las ciudades grandes. Verlo en Lima me parecía alucinante”, comenta. Una campaña de terror que, según ella, el fujimorismo impulsó con amenazas de deportación en el vecino estado de Nueva Jersey.

 

El voto europeo

El peruano Julio Alcántara (49) vive en la ciudad de Zurich, Suiza, hace 11 años. No tenía muchas razones para quedarse en el Perú. “Me casé con un suizo. Acá existe el matrimonio igualitario. Tú sabes que la situación de una persona LGTBIQ+ en el Perú no es como la de una persona heterosexual. Más que un futuro, uno debe buscar su tranquilidad”, cuenta este fotógrafo profesional, que vive con su pareja y su perro en el campo, rodeados de la naturaleza del lugar.

A pesar de que la agenda por los derechos LGTB no existía para Perú Libre, Alcántara votó en segunda vuelta por Pedro Castillo. “Siempre he votado más o menos así [por candidatos de izquierda]. En la elección anterior voté por Humala; ahora [en primera vuelta], por Verónika Mendoza”, explica.

Como su candidata quedó fuera de competencia, su decisión fue casi automática cuando se enteró por Twitter que Castillo, un desconocido para él, había pasado a la segunda vuelta junto a Keiko Fujimori. “Era fácil. No podía votar por Fujimori, porque es una persona que tiene muchos cuestionamientos. Uno no puede confiarle su casa a alguien que sabes que ha robado, aún si es algo pequeño”, asegura. Incluso su esposo, Conrad, le decía que no le parecía justo que la hija de un dictador y con acusaciones a cuestas esté postulando a la presidencia.

Alcántara es parte del 31.8% de los peruanos en Suiza que votaron por el lápiz. En este país europeo, Fuerza Popular arrasó con el 68.2% de los votos. El fotógrafo cree que la decisión de sus compatriotas no fue necesariamente por las propuestas fujimoristas. “Tengo amigas que iban a votar por Fujimori porque decían que Castillo no sabía hablar. Y yo les decía que me parecía un poco absurdo”, comenta.

Cifras del voto extranjero
La participación de los peruanos en el extranjero en esta segunda vuelta en cifras.

La aparición de Pedro Castillo fue una sorpresa para todos los peruanos en el extranjero con los que Sudaca pudo conversar. Nina Arias (55), por ejemplo, que reside en Roma, dice que “ni siquiera había notado [a Castillo] cuando vio la cédula en primera vuelta”. Fue después, gracias a su padre y los chats familiares de WhatsApp, que conoció mejor al profesor. Para el 6 de junio ya no tenía dudas de su voto.

“Eso te viene automático. Yo prefiero escoger a una persona que no conozco antes que a una delincuente. Fue Pedro Castillo, pero en realidad pudo ser cualquier otro. Aunque si hubiera sido el pescadito [Frepap], ahí sí hubiese votado en blanco», bromea esta enfermera peruana.

Arias vive en la capital italiana desde 1993, un año después del autogolpe del gobierno fujimorista. No escapaba de ninguna crisis ni del régimen recién instaurado. Llegó, dice, para “trabajar sin hacer proyectos para el futuro”, cuando tenía 27. Fue cuando conoció a su actual esposo, un italiano de nombre Marco, que todo cambió. Casarse la motivó a estudiar enfermería y firmar una familia.

Arias y Alcántara le ponen rostro al sorpresivo a ese 43% de los electores que votó por Pedro Castillo en el continente europeo, aunque Keiko Fujimori se impuso con casi 57%.

Madrid, por ejemplo, fue un bastión importante para el fujimorismo, donde obtuvo más del 60% de votos. La abogada Alicia (52), que pide la reserva de su identidad, vive allá hace 22 años. Cuenta que terminó quedándose en esta ciudad luego de haber ido a visitar a unos amigos. Al poco tiempo vino la maestría y el matrimonio con un compatriota ancashino. “Mi caso fue algo excepcional, no tenía necesidad material de venir a España”, comenta.

Alicia votó en blanco en primera vuelta porque “no veía a nadie que en realidad estuviera a la altura de las circunstancias”. Pero el pasado 6 de junio eso cambió. Aunque no admite haber votado por Fujimori, dice que se vio en la “obligación de acudir a votar para conservar la democracia”.

 

Latinos, y el curioso caso chileno

A pesar de que en el 2011 la comunidad peruana en Chile votó mayoritariamente por Keiko Fujimori (74%) frente a Ollanta Humala (25%), en esta ocasión la extrema izquierda logró un sorprendente 43%.

La socióloga peruano-chilena Tamara Jerí (43), quien radica hace 37 años en Santiago, cree que el lápiz sacó más votos de los esperados porque los peruanos en Chile “han visto que los cambios más radicales no siempre están asociados a una pérdida total de la institucionalidad”.

A Jerí le tocó nacer en el Perú porque su familia, chilena, era de izquierda y tuvo que huir de la dictadura de Pinochet. Cuando cursaba la primaria, ya con el dictador derrocado, volvió a Chile. Pero hace tres años que tramitó su DNI durante una visita a nuestro país.

Esta segunda vuelta fue la primera vez que la socióloga acudió a las urnas. “Me pareció que, más allá de la viabilidad de su proyecto, Pedro Castillo sí propone algo que desean los peruanos. Voté por el proyecto de equidad, de mayor distribución de la riqueza y mayor participación, no por él ni el partido”, se justifica Jerí.

La socióloga confía en que Castillo podrá impulsar cambios significativos, aunque no cree que pase más de dos años en el poder. “No creo que vaya a durar en el gobierno. Le va a pasar como a todos los proyectos de izquierda peruana. El fujimorismo va a mover los hilos para boicotear la posibilidad de continuidad. No me extrañaría que sea vacado”, afirma.

Ese es el mismo temor de Reyna Torres (43), una peruana que vive en Buenos Aires, Argentina. «Lo que me a mí me da miedo es que algún día lo saquen a patadas. Soy consciente de que no está preparado», dice.

En el país gaucho se repitieron las cifras del 2011 y Keiko Fujimori se impuso con el 57% de las preferencias. Pero Torres, junto a su hija Rossmery, apostaron por su paisano, el profesor Pedro Castillo. Ella también es de Cajamarca.

Reyna Torres
Reyna Torres junto a su hija Rossmery en Buenos Aires.

La peruana migró hace cuatro años en busca de oportunidades. Hoy se dedica a limpiar oficinas y cuidar adultos mayores por horas, mientras su hija se forma en la Universidad de Buenos Aires (UBA). «Es casi lo mismo que hacía en Perú, pero la diferencia es que mi hija no hará lo mismo. Mi sueño es que sea una buena médica», afirma.

Torres nunca tuvo como opción al fujimorismo, por la actuación obstruccionista de su lideresa en estos últimos años. Tenía claro su voto por Perú Libre desde la primera vuelta, pero confiesa que no tenía mucha esperanza de que Castillo alcance la instancia final. Cuando vio que el profesor competiría con Fujimori por la presidencia no lo podía creer. El pasado 6 de junio ratificó su apoyo.

«Es una persona como yo, que viene de abajo. Mi familia es del campo, rondera. Mi hermano es el presidente provincial de las rondas campesinas de Cutervo ahora», cuenta. Y aunque cutervinos y chotanos no son conocidos por el cariño que se profesan, esas tonterías desaparecen cuando uno está fuera.

**Fotoportada e infografía por Leyla López

 

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Candidatos, Elecciones 2021

El Ministerio Público debería proceder, si cabe la figura legal, a denunciar penalmente a aquellos que, sediciosamente, andan promoviendo públicamente la participación de las fuerzas armadas para que “impongan el orden” e interrumpan el proceso electoral que hasta el momento le viene dando el triunfo a una opción de izquierda, como la de Pedro Castillo.

El respeto a la voluntad popular es una causa que excede los términos de izquierda y de derecha. Todos los que, inclusive, votamos críticamente por Keiko Fujimori, estamos obligados moral y políticamente a defender la democracia, aún si ésta arroja resultados diferentes a los que nuestra voluntad particular expresó en las urnas.

Es hora nuevamente de que la derecha separe la paja del trigo dentro de sus propias huestes. No es admisible dentro de los predios de la derecha liberal que se admita criterios tales como que es preferible un golpe antes que un  gobierno de izquierda.

Sigo creyendo firmemente que un gobierno de derecha liberal es lo que el Perú necesita para salir de la crisis institucional, política y económica por la que atraviesa el país. Un gobierno que despliegue un shock de inversiones capitalistas y le sume la reconstrucción de un Estado excluyente y deficiente como el que tenemos.

En esa medida, si se confirman los resultados del conteo rápido y de la ONPE, creo que el país ha perdido una oportunidad de lograr ese salto de calidad y que la izquierda encarnada en Pedro Castillo, aún si opta por un camino moderado, hará una gestión mediocre y generadora de más problemas que beneficios al país.

Pero ello no es argumento para sostener la insensatez delictiva de que la democracia peruana no debe tolerar que ese escenario se ejecute. Si la mayoría optó por un gobierno de izquierda, pues que se lleve a cabo. Habrá que estar vigilantes de que respete la democracia que lo ungió y no petardee las instituciones ni el Estado de Derecho, pero si se comporta dentro de los márgenes de la ley, habrá que respetar su gestión, no sabotearla, y esperar paciente y democráticamente a que en la próxima elección el país opte por una mejor alternativa. Eso es lo que corresponde.

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Elecciones 2021, Golpismo, Izquierda Radical

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 150: Expresidentes latinoamericanos emiten pronunciamiento que Fujimori aplaude, incluido Pastrana, quien denunció a su padre por venta de armas a las FARC. ¡Y el Congreso vuelve a las mañas!

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Congreso, Elecciones 2021

Como si no fuera suficiente con el nivel de incertidumbre política generada por la no conclusión del proceso electoral, que permita ya dar un ganador de la justa electoral y tirar para adelante, en la mejor o peor de las circunstancias, en medio de tambores de guerra golpistas de parte de algunos sectores afiebrados de la derecha peruana, que no es capaz de digerir un eventual triunfo de una izquierda popular, no podía faltar el inefable Congreso de la República para agregar su cuota de insensatez.

Pretende, con la convocatoria a cuatro legislaturas sucesivas, modificar una infinidad de artículos de la Constitución, que en el fondo lo único que buscan es asegurar la bicameralidad que les permita a ellos volver a postular al Senado el próximo año. En el proceso, sin embargo, se están levantando en peso el equilibrio de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo y en algunos casos, están pretendiendo otorgarle al Presidente poderes omnímodos para convocar de facto y a título personal a una Asamblea Constituyente (el sueño dorado de Pedro Castillo para no tener que pasar por el Congreso, como la Constitución vigente ordena).

Bien ha hecho el propio presidente Sagasti en advertir el despropósito, más aún si el mismo se ampara en la oscuridad para perpetrar sus fechorías, considerado que la inmensa mayoría de la ciudadanía está desvelada por el tema electoral y le presta poca atención a lo que se pueda hacer en los pasillos del Legislativo.

Como colofón de la barbarie quieren elegir expresamente al menos a tres magistrados del Tribunal Constitucional, sin respetar los plazos prudenciales, simplemente para blindar la eventualidad de que el ente máximo de interpretación de la Constitución, termine por declarar inconstitucionales las reformas que se están haciendo (por lo pronto, el texto de la Carta Magna exige 87 votos en dos legislaturas ordinarias y las que se han convocado son extraordinarias, es decir que no calificarían para el propósito reformista).

Ha sido una constante en el periodo republicano democrático más prolongado de nuestra historia, el deterioro paulatino del poder Legislativo, pero difícilmente alguien podía imaginar los niveles de descrédito a los que se podría llegar. La movilización social, mediática y de la sociedad civil activa debe impedir tamaños despropósitos.

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Bicameralidad, Elecciones 2021, Pedro Castillo
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