Elecciones 2021

Fue Luis Bedoya Reyes quien construyó la definitiva frase “los técnicos se alquilan”. Como se sabe, la dijo en un debate electoral para la alcaldía de Lima, en 1966. Buscaba reelegirse e imponerse sobre el ingeniero Jorge Grieve, de imagen menos ideológica y más ejecutiva. El aserto ha sido harto repetido, pero quizá no lo suficientemente razonado. De ahí que la estratégica e insistente demanda del fujimorismo a  Pedro Castillo, sobre la urgencia y trascendencia de mostrar equipos técnicos y propuestas de gestión, haya calado tanto entre keikistas e indecisos diversos.

El alquiler de los técnicos no sólo hace alusión a la evidencia de que éstos suelen no tener consideraciones ideológicas para contratar con el Estado, lo que los hace muy asequibles, sino también al hecho de que la acción tecnocrática ofrece soluciones y planes a partir de un contexto doctrinario valorativo, donde se definen los objetivos políticos de las medidas a plantear. No existe la solución técnica absoluta e irrebatible frente a los grandes problemas de un país, porque eso sería  poseer teorías éticas y económicas definitivas, o contar con una capacidad cognitiva que ningún humano posee. Existen políticas públicas procedentes de un ideario – explícito o implícito – que las delimita y hace predecibles. Por eso no es tan difícil ubicarlas o diseñarlas, sobre todo si se tiene algo de experiencia en el ámbito. Todo es cosa de googlear, preguntar sobre un problema público específico y cruzarlo con la perspectiva o escuela que se utilizará de lente ideológico. A partir de ello, toca un laborioso camino que, sin ninguna duda, llevará a las soluciones buscadas. Sí, la revolución digital es muy democratizadora en innumerables aspectos.

Pero si la importancia de lo técnico es así de relativa durante una gestión de gobierno, en una campaña presidencial casi que se pulveriza. En el ideal, el grupo tecnocrático se dedica a evaluar – semanas antes – la factibilidad de las propuestas que los líderes políticos presentan, a partir de la doctrina partidaria y con respaldo de las bases. Luego pasan consolidarlas con datos y argumentos. Si los líderes políticos no han hecho planteamientos sobre algún tema relevante, los técnicos tienen espacio para proponer y dejar a decisión de aquellos. Salvo en la foto periodística de rigor, durante el proceso electoral mismo la tecnocracia interactúa muy ocasionalmente con el candidato, o tal vez nunca. Se entiende que el aspirante a palacio ya tiene interiorizados los conocimientos esenciales que expondrá, lo que por fuerza de formato son pocos y de escaso detalle, incluso para situaciones de entrevistas amplias. No compiten los planes de gobierno, sino las ideas fuerza que emiten y sugieren los líderes.

Los fujimoristas creen, con cierta lógica, que el único terreno en el que pueden competir – según ellos con superioridad – es el de las ideas y propuestas, y por eso han denunciado la ausencia de especialistas en el entorno de Castillo, han exigido la aparición del profesor en medios y han fomentado cuanto debate han podido. Al final ni ha sido cierta su desubicada impresión de preminencia, ni lo técnico – y más en una segunda vuelta – tiene la trascendencia que le quieren atribuir.

Muestra de lo aquí comentado es el debate entre equipos técnicos de este fin de semana. El cómodo alquiler, en el sentido de Bedoya, se observa en la conformación de los grupos. En ambos casos, la mayoría son invitados, e incluso Perú Libre convocó a sus cuadros muy recientemente. Como se pudo observar, los contenidos estuvieron lejos del ideal, pero aun si no lo hubieran estado, tampoco se habría dicho mucho más, porque el tiempo siempre queda corto para tantos temas. Veamos, por ejemplo, el desempeño de Luis Carranza, el distinto de la jornada según el sentido común periodístico. El cada vez más polémico ex-ministro no hizo otra cosa que decir en orden unas cuantas ideas repetidas – vinculadas a perspectivas que ya fracasaron – y ofrecer políticas de gasto que hoy no tienen discusión. Es mentira que apoyarían a los micro-empresarios si ganaran, pues no tienen forma de hacerlo en este modelo, dado que sus niveles de productividad son tan bajos que tienen anulada toda posibilidad competitiva, y más bien pelean por evitar la quiebra. Mucho menos impulsarían el desarrollo de la gran agricultura, porque el esquema que defienden apuesta por la agro-exportación como único camino, y eso no incluye a más del 5% de todo nuestro universo de tierras cultivables. Las cifras reactivadoras que dio el ex-ministro son números grandes, pero juntas son insuficientes y no lograrían que el 80% de la economía eleve irremediablemente su precariedad. Al final, todo fue una receta para rescatar el capitalismo subdesarrollado peruano a cualquier costo, lo que sólo es bueno para unos pocos.

Más bien Carranza fue innovador en aquello que siempre han negado sus aliados y correspondería explicar, que es la oferta de universalizar y mensualizar Pensión 65. También fue muy didáctico, y narrativamente oportuno, para meter miedo subliminal con una realidad y una inflación venezolanas que de ninguna manera están en nuestro horizonte, y que merecen un análisis mucho más sistémico que comparar las capacidades de compra entre dicha economía y la nuestra, en uno o dos productos. Ese fue el desempeño del “técnico” del debate: reiteraciones conceptuales, sencillez, claridad y secuencia narrativa a partir de las muy cuestionadas y declinantes premisas de la economía liberal ortodoxa. El fujimorismo no puede decir que superó a Perú Libre, aún cuando tuvo más momentos de orden argumentativo, pues no dijo nada nuevo, ni de enfoque ni de propuestas concretas. Y debió, porque su fórmula no sólo ha fracasado en los últimos treinta años, sino por dos siglos. Lo novedoso en todo caso – aunque muchas veces no pasó de la perspectiva a la operatividad – lo dijeron Pari, Cevallos, Guillén y Alencastre, con diferentes niveles de elocuencia.

El efecto de la discusión técnica y su reciente debate será muy marginal, porque como sugirió Bedoya, los técnicos se consiguen con relativa facilidad. Lo que no se alquilan son los líderes políticos con volumen, pues ni abundan ni se contratan, y tienen la muy exigente tarea de mostrar con claridad el norte de país que nos ofrecen, en cuanto a valores y grandes rutas de acción. En una confrontación electoral, y más sí es de segunda vuelta, son los liderazgos políticos los que discuten y confrontan. Mientras tanto, nuestros votantes están buscando asegurase de tres cosas sobre su próximo presidente: que haga propuestas razonables (cada cual lo entiende a su manera, pero importa), que sea honesto y que esté verdaderamente comprometido con la mayoría. Casi nadie está pensando que la democracia está en juego.

En ese comparación de liderazgos políticos, no es un exceso decir que no hay punto de comparación en cuanto a la calidad moral y las motivaciones personales de los candidatos, por más que los medios, el fujimorismo y los conservadores inconscientes hayan intentado equipararlos. Así como tampoco puede negarse que Pedro Castillo todavía tiene pendiente explicarnos con claridad el gobierno que tiene pensado, para lo que no debería desaprovechar el debate final de la campaña. No sólo porque sería incauto no reparar en que su rival no tendrá reparos ni escrúpulos para reducirlo públicamente – lo que siempre puede hacer peligrar su favoritismo por más cómodo que esté en las encuestas -, sino porque las profundas transformaciones y cambios de sentido común que quiere iniciar – en nuestro polarizado país – lo obligan al diálogo para convocar y convencer, y eso pasa por explicar con sencillez y seguridad lo que se piensa y lo que se intentará implementar.

Aunque Pedro Castillo todavía no ha logrado una presentación que despeje toda duda sobre su capacidad de argumentar para liderar (siempre ha escapado o ha sido derrotado cuando las preguntas han profundizado un poco), me queda bastante claro que posee las herramientas para superar airoso este pendiente, sobre todo si consideramos su condición de docente y las funciones divulgativas que en ello cumple. Tiene todo a la mano para imponerse sobre Keiko Fujimori el 30 de mayo: promueve valores igualitarios y olvidados, tiene planes progresistas que hoy la gente está dispuesta a escuchar, y su rival está llena de debilidades y explicaciones pendientes, en responsabilidades casi innegables y de gravedad penal. Castillo debe simplemente esforzarse en explicar con orden y calma lo que busca, y llenarse de argumentos (tenerlos a la mano) para responder los cuestionamientos y encajar puyas de su rival. No es importante la corrección lingüística, menos cuando se tiene semejante superioridad moral. Tampoco que se deje algún vacío poco trascendente. El punto es la convicción del líder, su coraje adulto y su razonabilidad para defender las causas justas y sus correspondientes medidas.

Visto en perspectiva, el profesor Castillo tiene, en el debate de este domingo, la oportunidad de empezar a construir el liderazgo genuino, dialogante y comprometido que todos esperamos. El país de hoy no puede perder un solo minuto, y está realmente urgido de confianza y calma. Así que quien quiera ser presidente de nuestro bicentenario debe estar, a toda hora, en capacidad de satisfacer dicha demanda de gobierno, con el solo peso de sus verdades y su existencia.

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Elecciones 2021, Perú

Absurda y estéril la campaña de los grandes medios por tratar de sacar provecho político al ataque narcoterrorista en el VRAEM buscando de afectar la candidatura de Pedro Castillo, dadas sus probadas vinculaciones pasadas y presentes con sectores del Movadef.

La narrativa “Perú versus el comunismo” ya se agotó. Surtió efecto al inicio de la campaña porque fue una ecuación la suficientemente potente para competir con la de “pobres versus ricos” de Castillo -que parecía invencible-, pero el objetivo de reconquistar a la derecha ya está prácticamente cumplido (aunque según la última encuesta de IEP aún hay un 24% de personas que se autoidentifican de derecha que piensan votar por Castillo) y no es allí donde se debe librar la gran batalla electoral de acá al día de las elecciones.

La derecha representada en esta contienda por su peor candidata, como es Keiko Fujimori, tiene que invocar al cambio del país. La narrativa “salud, comida y trabajo” que estrenó Fuerza Popular en el debate técnico es la pauta a seguir. La mayoría de la gente quiere cambios al modelo e identifica como tales a aquellos vinculados a seguridad, salud, educación y empleo.

Acierta el lema de campaña. pero no vemos traducido ese mensaje en las presentaciones mediáticas o políticas de la candidata Keiko Fujimori. Tampoco en la campaña publicitaria que recién se ha estrenado y que insiste en los programas sociales como medio de conquistar al D y E, sin percatarse del voto furioso contra el statu quo que existe en estos sectores, con más razón que sinrazón (la pandemia ha sido apocalíptica para ellos y les ha demostrado, sin necesidad de palabras, que el Estado-modelo no les ha funcionado para nada).

Si Keiko logra hacer el match con los sectores populares y dentro de ellos con los indecisos que desconfían de ella (¿por qué el mea culpa se limita a una portada de un diario capitalino y no lo vemos en medios masivos y más reiterado?), podrá lograr que ese mensaje antiestablishment sea creíble y cale, y de esa manera la permita remontar la diferencia que le ha sacado Pedro Castillo (quien con su radicalidad le ha dejado libre el camino del centro a Keiko).

Tiempo tiene aún para hacerlo. En las últimas dos semanas PPK y Ollanta crecieron ocho puntos cada uno de ellos en las campañas del 2011 y el 2016. La pelota está en la cancha de Keiko. Si no rectifica rápido, va perdida.

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Elecciones 2021, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Jorge Montoya, congresista electo de Renovación Popular
“‘El ojo que llora’ es un monumento pro-terrorista”
Fuente: https://twitter.com/Alm_Montoya/status/1396798383382306816


Fecha de publicación: 24 de mayo del 2021

FALSO

A través de una publicación en su cuenta oficial de Twitter, el virtual congresista Jorge Montoya, del partido Renovación Popular, afirmó que el memorial ‘El ojo que llora’ es un “monumento pro-terrorista”. Luego de revisar los antecedentes sobre la postura del Estado peruano sobre el tema y otros documentos oficiales, la red Ama Llulla concluye que esto es falso.

Al cierre de este chequeo, la publicación contaba con más de 1.800 interacciones en Twitter.

En principio, ‘El ojo que llora’, diseñado por la artista holandesa Lika Mutal, fue inaugurado en el Campo de Marte (Jesús María) en agosto del 2005. Consiste en una escultura de granito rodeada por once círculos formados por alrededor de 32 mil cantos rodados en los que están escritos los nombres de las víctimas de la violencia terrorista que asoló al Perú entre 1980 y el 2000, en base a los reportes oficiales que proporcionó la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) y la Defensoría del Pueblo.

Ahora bien, contrario a lo que señaló Montoya, ‘El ojo que llora’ es en realidad un memorial destinado a preservar la memoria de las víctimas de la guerra contra el terrorismo. Incluso está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el mapa de los ‘Lugares de memoria vinculados a graves violaciones de los derechos humanos’.

Su existencia está oficialmente reconocida por distintos niveles de gobierno. En principio, el distrito de Jesús María lo incluye tanto en el plano general del distrito como en el plano de parques, que identifica los espacios públicos de la jurisdicción.

Captura: Sitio web del Municipio de Jesús María.

Ahora bien, el propio Estado peruano ha reconocido de manera oficial y en dos ocasiones a ‘El ojo que llora’ ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como monumento de reconocimiento a las víctimas de agentes del aparato estatal.

Esto ha ocurrido de manera específica en los alegatos del representante del Estado en los procesos por la ejecución extrajudicial de internos del penal Miguel Castro Castro, ocurrida en 1992, y la ejecución extrajudicial de un profesor y 9 estudiantes de la universidad La Cantuta, ocurrida en 1993, cuyas sentencias se emitieron en noviembre del 2006.

En la sentencia por el caso La Cantuta, el Estado peruano alegó, ante las medidas de reparación dispuestas por la justicia internacional, que “ya existe en Lima un monumento en homenaje a todas las víctimas de la violencia denominado ‘Ojo que Llora’ [sic]. En tal sentido, este es una medida de reparación en homenaje y memoria de todas las víctimas del conflicto armado en el Perú” [pág. 99].

En el caso Castro Castro, el Estado alegó [pág. 137] no estar de acuerdo con colocar una placa conmemorativa al episodio en el lugar de los hechos, “debido a que ya se ha erigido en un lugar público de la capital un monumento en favor de todas las víctimas del conflicto [denominado ‘El Ojo que Llora’]”.

La misma CIDH indica en la sentencia lo siguiente: “Al respecto, la Corte valora la existencia del monumento y sitio público denominado ‘El ojo que llora’, creado a instancias de la sociedad civil y con la colaboración de autoridades estatales, lo cual constituye un importante reconocimiento público a las víctimas de la violencia en el Perú”.

Ahora bien, la polémica alrededor del memorial se originó porque este último fallo estableció que, como parte de una serie de medidas educativas y de reparación, el Estado Peruano debía incluir en el monumento los nombres de los 41 internos senderistas fallecidos durante los hechos. Esto, tras concluir que: “Las violaciones imputables al Estado en el presente caso fueron perpetradas por personal de la policía, del ejército y de fuerzas especiales de seguridad, en violación de normas imperativas de Derecho Internacional”.

La indicación fue cuestionada tanto por el gobierno de turno de Alan García como por Lika Mutal, autora del memorial, según narra el historiador Paulo Drinot en su artículo ‘El ojo que llora’, las ontologías de la violencia y la opción por la memoria en el Perú”, publicado en la edición 50 de la revista Hueso Húmero.

Poco después del fallo de la Corte, medios de prensa en el Perú revelaron que algunos nombres de los fallecidos en la llamada ‘masacre de Castro Castro’ ya figuraban en ‘El ojo que llora’ -según señala el historiador Drinot, en base a recortes de la época-, debido a que la CVR los incluyó entre las víctimas de ejecuciones extrajudiciales cometidas por las fuerzas del orden en la década de los noventa.

Consultado por Ama Llulla respecto a su definición de ‘El ojo que llora’ como un monumento “pro-terrorista”, Jorge Montoya respondió que “yo lo califico así”.

A continuación, comentó que la inclusión de los nombres de senderistas ejecutados extrajudicialmente en Castro Castro desvirtúa el sentido del memorial. “El tema es que hay [nombres] de terroristas, si no estuvieran ellos no habría ningún problema”, explicó.

En resumen, el memorial ‘El ojo que llora’ ha sido reconocido oficialmente por el Estado peruano, en al menos dos procesos judiciales frente a la CIDH, como un monumento en favor de todas las víctimas de la violencia entre los años 1980 y 2000. También es reconocido como un espacio público por el Municipio de Jesús María y figura en el mapa de la Unesco de ‘Lugares de memoria vinculados a graves violaciones de los derechos humanos’.

La controversia alrededor de este monumento se debe a la inclusión -ordenada por la máxima instancia judicial del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos (SIDH)- de los nombres de senderistas ejecutados extrajudicialmente en Castro Castro. Eso representa 41 nombres de un total de más de 20 mil.

En función a lo expuesto, la red Ama Llulla concluye que la declaración del virtual congresista Jorge Montoya, del partido Renovación Popular, acerca de que el memorial ‘El ojo que llora’ es un monumento pro-terrorista, es falsa.

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Elecciones 2021, Fake news, Terrorismo

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 138: El Comando Conjunto y su imprecisión conceptual. Los temores que crecen y crecen a poco de la segunda vuelta. Y una combinación de factores hace necesaria la pregunta: ¿estamos al borde de una crisis enorme?

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Elecciones 2021, Perú, Terrorismo

El debate técnico del domingo fue ganado por Fuerza Popular en líneas generales. No fue una goleada, pero en los rubros importantes marcó la diferencia, especialmente en el tema económico (¡qué broncas debe haber al interior de Perú Libre que no permitieron la participación de los economistas de Juntos por el Perú, Oscar Dancourt, Pedro Francke o Alan Fairlie, que de hecho hubieran desempeñado un mejor papel que un deslucido Juan Pari, apabullado por Luis Carranza).

Patricia Juárez perdió con Dina Boluarte (ésta la llevó al terreno político y la vocera de Fuerza Popular no supo cómo responder); José Recoba fue más claro que Hernando Zevallos, pero podemos suponer un empate en este segmento; Fernando Rospigliosi apabulló a Avelino Guillén; Carlos Bruce tuvo más oficio que Andrés Alencastre; y, finalmente, si bien Nano Guerra García estuvo poco inspirado, le ganó por walk over a Celeste Rosas, quien nunca entendió de qué trataba este debate.

Fue, como se esperaba, más un debate político que técnico. Y en esa medida habrá que ponderar su impacto en la campaña electoral. El leve triunfo de Fuerza Popular puede ayudar a revertir la diferencia que le ha sacado Castillo a Keiko Fujimori en las últimas encuestas.

Fue visto masivamente. Han sido como 33 puntos sumando todos los canales de señal abierta. Actualizando valores, 1 punto = 25,000 familias (que representan 3.5 personas por cada una): igual 2’887,500 ciudadanos. A ello hay que sumarle los canales de cable, las radios nacionales (RPP y Exitosa), las radios regionales (que son líderes en sus respectivas localidades) y todos los portales digitales que lo transmitieron.

En total deben haber sido alrededor de cinco millones los espectadores, más que los que vieron el de Chota, el cual marcó un punto de inflexión en la campaña y le permitió remontar la gran diferencia inicial que Castillo le llevaba a Keiko Fujimori.

Pero sin duda, la gran definición va a ser el próximo domingo en el debate presidencial. Allí la audiencia seguramente se duplicará y considerando la estrecha diferencia que existe entre los candidatos, puede ser el factor decisivo para marcar la tendencia final en la última semana. Ya en otras elecciones, los debates inclinaron la balanza a favor de un candidato en desmedro del otro. Esta vez, probablemente no sea la excepción.

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Debate, Elecciones 2021, Perú

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 137: Los remanentes de Sendero Luminoso asesinan a, por lo menos, 14 personas, incluidos niños. El debate técnico deja dudas sobre Perú Libre. E Ipsos: Castillo no suelta el primer lugar.

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Elecciones 2021, Terrorismo, VRAEM

Ha pasado una nueva semana y han aparecido nuevas encuestas. Las tres principales empresas, Datum, Ipsos e IEP coinciden en el pare de la tendencia que ponía estancado a Castillo y una subida lenta de Fujimori. Esta última semana las cosas se dan vuelta y la distancia se amplía en lugar de seguir reduciéndose. De 5 a 10 puntos.

Como siempre hemos manifestado en este espacio, la guerra por el norte y el NSE C son particularmente relevantes. En ambos segmentos y de manera consistente en las compañías de encuestas, Castillo saca ventaja y así asegura un primer lugar destacado a 14 días de la elección. Cada vez será más complejo para Fujimori darle vuelta.

Discutir más de las cifras de intención de voto, cuando incluso JC Tafur ya lo hizo en su columna acá en Sudaca es entonces una tarea ya realizada. Vamos a discutir algunos elementos que más bien van a ayudar a entender qué pasó que esta semana la foto cambiara de esta forma.

 

“Amor filial”

Un 70% de la población considera que la supuestamente espontánea y honesta reunión de los hermanos Fujimori en el mitin de Santa Mónica fue un truco de campaña. No es poca cosa. Abrazos, lágrimas, impulso, se perciben falsos. La relación de los dos hermanos mágicamente recompuesta para la campaña se interpreta de una manera engañosa. Sabemos la importancia que la familia tiene en los valores y la intención de los peruanos. Son el motor y las aspiraciones para casi todo. La percepción de instrumentalización de estas relaciones, de falsear una reconciliación, de imponerla, puede ser muy chocante para la opinión pública. La historia entre los hermanos Fujimori es -por decir lo menos- espinosa como para que mágicamente se hayan levantado los roces y se crea que la relación hoy es armoniosa. Se percibe que ha sido un juego burdo y esa valoración ha podido influir de manera importante para que haya algunos puntos perdidos de Fujimori

 

Pedro no se corrió

Si un 40% de entrevistados de Datum -equivalentes con la intención de voto que saca Fujimori- considera que Castillo se corrió del debate de Santa Mónica, un 45% sostiene que no lo hizo y que estaba atendiendo temas de su campaña. Tanta historia generada alrededor de esto, para que al final esa percepción no haya avanzado más allá de sus propios votantes. La percepción de que Fujimori le está marcando la agenda a Castillo se queda corta y también puede frenar su consideración ciudadana.

 

Reminiscencias del pasado

Es claro (79%) que se percibe que hay un cargamontón de la prensa contra Castillo que no le hace ningún favor a la candidata Fujimori. En un contexto en el que se reclaman -justamente- las agresiones físicas a la prensa, este cargamontón atenúa la gravedad de ese hecho y genera una imagen de David contra Goliat que puede también darle contrapesos en la intención de voto a Castillo. No se entiende cómo no se genera una muestra de equilibrio que no haga que un candidato se vea como víctima de un acoso mediático. Las explicaciones y las acciones deberían pensar más en los efectos que generan. Los candidatos que reciben el cargamontón de todos suelen tener beneficio de la opinión pública desde 1990 en este país.

 

Las razones del voto

Las razones que explican el voto son otro espacio que hace crecer a Castillo frente a Fujimori. ¿Por qué? Porque en el caso del candidato de Perú Libre se trata más de una característica intrínseca: el 47% considera que votará por él porque “ofrece el cambio que el país necesita” y un 14% “se preocupará por los que menos tienen”. Un 29% solamente lo hace por oposición: porque no quiere que el fujimorismo llegue al poder. Por el contrario, en las razones de voto para Fujimori, el 55% no lo hace por ella, sino por evitar que la izquierda llegue al poder. No por ella o su programa, sino porque no se elija la otra opción. Esa falta de identificación con algo orgánico es contraproducente.

 

El antifujimorismo como Ave Fénix

Han despertado a un gigante dormido. Carlos Meléndez ha planteado desde hace varios años que el antifujimorismo es el partido político con mayor identidad y más importante de este país. Estaba dormido. Se le ha despertado. Declaraciones de Fujimori sobre esterilizaciones forzadas, la comentada percepción de que la unidad de los hermanos es falsa, la “búsqueda” de Cerrón, entre tantos gestos, han movilizado a la organización que contribuyó en las elecciones pasadas a dar la vuelta a la tendencia electoral. Hoy han vuelto al ruedo. Una marcha importante el sábado a nivel nacional y probablemente una más antes de la elección va a evidenciar más el recuerdo negativo de Fujimori

 

Hasta allí el recuento de lo que puede haber influido en el cambio de tendencias. ¿Ello quiere decir que Castillo tuvo su semana perfecta? Para nada. Seguimos en medio de una campaña mediocre, sin ideas, sin confianza, sin -para este columnista- entusiasmo alguno. Llevar al veterinario Fernández, las agresiones a la prensa, las idas y vueltas en casi todo lo que haga, es bastante problemático. Pero parece que sus baños diarios los hace en teflón. O realmente no conocemos nada (tarea pendiente para todos los analistas) o realmente el antifujimorismo es de una fortaleza poco usual en nuestro país.

El resumen es claro entonces. Fujimori pierde el paso esta semana. Y las razones por las que intentamos entender esta caída se sitúan más en la progresiva pérdida de confianza que Fujimori está generando en la población, que no cree en sus acciones de campaña. En elementos más emocionales que pueden tener su origen en la falta de propuestas conocidas o identificadas de parte de los dos candidatos.

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Elecciones 2021, Perú, Voto

Usted fue uno de los pocos analistas que vio el fenómeno Castillo, y advirtió su crecimiento antes que las encuestas. Calificó en algún momento su campaña como exitosa. ¿Cómo califica su carrera en la segunda vuelta?

La de segunda vuelta tuvo varias etapas. Una de efervescencia, cuando se presentó al país por una semana y la gente conoció un Castillo campesino. Dio una imagen hogareña, de pueblo, entrañable. Pero se sabía que este margen de 20 puntos no iba a durar. Era una cosa irregular del voto derechista que no se había animado por Keiko. Luego, vino una etapa de gran descoordinación en la campaña de Castillo. Inmediatamente Keiko implementó un plan bien hecho de provocación: entendían que la única forma de ganar era confrontarlo y mostrarlo en su precariedad. De ahí viene el debate de Chota, que fue un error. Castillo cayó en el juego de dar la iniciativa a la rival. Al profesor le va bien la plaza pública, pero no está en su ambiente en la parte más meditada. Sí hubo descoordinación, pero ha tenido suerte, porque Keiko también ha cometido muchos errores. No se ha moderado. Ha presentado un equipo técnico que no era el que necesitaba para ganar el centro. Me imagino que es lo mejor que ha podido conseguir. Si hubiese presentado gente un poco más centrista, Castillo estaría en problemas. El centro se lo ha ganado él.

También ha dicho que un gobierno de Fujimori será un gobierno “débil, represivo, corrupto, continuista y sujeto a conflictos sociales”. Al margen del entusiasmo que pueda presentarle la candidatura de Perú Libre, ¿qué nos asegura que un gobierno de Castillo vaya a ser todo lo contrario?

Sí, he sido bien duro con Keiko Fujimori. No es que el fujimorismo no lo pueda hacer. El fujimorismo podría plantear algo que sea interesante para el país, que vaya a sectores centristas, pero no está ocurriendo. Y yo sé que Juan Carlos Tafur ha intentado o deseado, como mucha gente, que el fujimorismo tenga una imagen un poquito más centrista. Por el lado de Castillo, usted ha empezado diciendo que tengo mi entusiasmo, sí, desde la primera vuelta incluso. Creo que ha habido un esfuerzo de establecer alianzas que no se quedan en la izquierda, sino que van más allá. Y este diálogo con Hernando de Soto o Miguel del Castillo, que son personajes derechistas, han sido intentos interesantes en ambos lados.

¿No es una traición como algunos seguidores de Castillo manifestaron?

Y yo mismo. Es que depende de los términos. Si vamos a agarrar el plan de Hernando de Soto y vamos a hacerlo pasar por un plan de izquierda eso no es viable. Pero si usted conversa, manifiesta su posición y van a entenderse, [sí]. Por ejemplo, estatizar todo no tiene ningún sentido. Y esto se ha ajustado, se ha corregido. En el plan de segunda vuelta no se habla de estatizaciones masivas, como sí decía el plan de Perú Libre con la portada de Cerrón. Son avances en la dirección correcta que no han sido bien enfatizados, vendidos y promovidos. Creo que estas señales son interesantes, como la suma de personajes que han venido al equipo técnico, que aún no ha mostrado todas sus cartas. Creo que hay pequeños avances hacia el centro. Yo no abogo por mantenerse en el programa de primera vuelta y gobernar con eso. Eso no es viable.

Pero usted sí se entusiasmó con el programa de primera vuelta, usted lo apoyó desde el inicio.

Bueno. Sí y no. Yo siempre fui consciente de que se necesitaban ajustes. Y el programa de primera vuelta tenía tres problemas: estatizaciones masivas, libertad de prensa y uno más por ahí. Eran los puntos más vulnerables. Además de estas referencias a Venezuela, Fidel Castro, Lenin, toda esa simbología que había. Pero en medidas concretas había tres puntos que han desaparecido.

¿Y eso no se puede reinterpretar como que hay una agenda autoritaria que se está edulcorando para esta segunda vuelta?

Hay gente que lo ve así, porque estamos en campaña. Yo creo que hay la voluntad incluso de Cerrón y de los sectores más estigmatizados, más impresentables…

Lo digo justamente por Cerrón. Por las declaraciones de Cerrón o Bermejo del año pasado o de hace algunos meses, que apuntan a ese camino.

A ver, después de la primera vuelta, al día siguiente, Cerrón fue entrevistado y ya se veía un ajuste. No era el Cerrón de hace seis meses que hablaba de quedarse en el poder y todo eso, pero eso no ha sido muy notado porque estamos en campaña electoral. Obviamente que hay un interés por tergiversar y vender las cosas de cierta manera. Si usted toma las señales y trata de interpretarlas, va a ver que sí ha habido un cambio. Proyectos autoritarios creo que no los hay porque no se puede. Supongamos que usted tiene un proyecto autoritario, ¿quién lo va a apoyar? Usted no tiene Congreso, no tiene fuerzas armadas, no tiene al clero, acaba de firmar un compromiso. Que hay gente que quisiera hacer [un proyecto autoritario], tal vez, pero la realidad les va a indicar otra cosa. Y la mayoría de gente que quiere un cambio, incluso dentro de la gente que apoya a Perú Libre, va por un cambio un poquito más atemperado.

¿Usted descartaría entonces que una rama autoritaria en Perú Libre pueda secuestrar un eventual gobierno de Pedro Castillo?

No veo cómo. Usted va a tener tendencias. Dentro de la izquierda [hay tendencias], por ejemplo en Latinoamérica: Mujica, Evo Morales, Correa, Lula incluso, por hablar de los más democráticos. Usted va a ver que en la izquierda siempre ha habido [tendencias]. Y en la derecha también es así. La idea de que hay un proyecto autoritario, un plan guiado por el Foro de Sao Paulo porque no han podido llegar al poder por la lucha armada, esto que están diciendo en Willax, es campaña electoral. Yo lo veo así y no le doy mucha credibilidad.

En todo caso, ¿no cree que las expresiones de Bermejo y Cerrón equiparan el temor que tiene la gente de Perú Libre al que le tienen a Fuerza Popular?

Un poco. O sea, de un lado usted tiene una voz bien bajita, pero con un amplificador gigante y obviamente suena a mucho. Pero es lo que dijo Bermejo hace un año, lo que dijo en una reunión y lo chuponearon, lo que por ahí se le chispoteó a Castillo, lo que dijo Cerrón en tal lugar. Tenemos que buscar con lupa estas cosas, pero es con lo que se dan las primeras planas. Si usted lee los grandes mensajes, lee el plan de segunda vuelta, va a ver al equipo, escucha a la vicepesidenta, va a ver que en este juego hay cada vez más fichas que se ponen en acción y van coordinando mejor. Y ve mensajes un poquito mejores. Igual hay errores garrafales: perseguir a la prensa, atacarla, atacar al JNE. Todo esto está fuera de lugar. Pero también usted ve que, luego de eso, hay la condena, ve el rechazo, el distanciamiento.

Más bien son desmarques muy débiles. Pienso en dos ejemplos: la defensa de Bermejo diciendo simplemente que fueron frases del año pasado y las declaraciones de Castillo condenando los ataques a la prensa, pero inmediatamente diciendo, con razón o no, “prensa basura”.

¿Es que cuál sería el desmarque fuerte? ¿Expulsar a Bermejo? No lo va a hacer. Es un cuadro importante que tiene su representatividad.

Habrá procesos internos en el partido.

Por una cosa que dijo el año pasado y la prensa filtró. Tampoco está clara la acción disciplinaria. Siempre va a ser débil. Si usted es un partido que quería pasar la valla y ahora está en segunda vuelta, usted no tiene el aparataje ni la influencia política que tiene el adversario. Es una batalla perdida. Nunca va a haber un desmarque suficientemente convincente cuando estamos en campaña electoral con una desproporción de fuerzas mediáticas. Y lo de Castillo es una precariedad. No es que tenga él un comando de campaña como tiene Keiko con asesores ecuatorianos y estrategas. Él tiene gente que lo asesora artesanalmente. No es que haya un control, una disciplina férrea. Dentro de esa precariedad, las cosas no van a hacerse mucho mejor. Lamentablemente.

Ha dicho también que debe haber un núcleo duro irrenunciable de medidas de un eventual gobierno de Pedro Castillo (Asamblea Constituyente, nacionalización de hidrocarburos, Conga no va), ¿está seguro de que Castillo no va a patear el tablero como lo hizo Ollanta Humala?

Bueno, ¿quién puede estar seguro de los políticos? El pueblo peruano ha sido tan maltratado por promesas incumplidas. Castillo como que ha traído esa esperanza, pero yo no puedo estar seguro. Sí hay señales alentadoras. Después del tema con Miguel del Castillo, se retrocedió y ahí yo especulo que jugó un rol importante Vladimir Cerrón para mantener el izquierdismo. Porque si Perú Libre se derechiza, como Humala, pierde la elección, pierde el sur. El mal menor sería viciar el voto. Sería un gran error. Por lo que yo abogo es por una gran coalición de izquierda y de centro.

¿Cómo analiza la última encuesta de Datum*? ¿Han llegado los dos a su techo?

Lo que ha pasado es que ha habido un contraataque del profesor Castillo. Ha subido dos puntos en simulacro y algo así en la encuesta. Se ha agotado la convergencia de Keiko. Así como dijeron “La distancia se acorta”, el titular de hoy (viernes) debería ser “La distancia se agranda”. Eso dice mucho de la campaña de Keiko. El terruqueo no está funcionando, ha sido desbordado. La gente se harta del terruqueo. Mírelo usted al profesor: ¿usted ve un terruco? No lo ve, pues. Como que no calza, la imagen no se refuerza. Algunos medios están yendo por su cuenta, están insistiendo en el terruqueo y es una inercia de la cual no van a salir, cuando eso no es lo que le conviene a Keiko. A Keiko lo que le conviene es decir: ‘yo tengo un mejor plan’, ‘una economía seria’, ‘el país va a tener estabilidad’. Eso no lo está haciendo.

Usted no cree en las proclamas, ni en las firmas de compromisos, al menos no en las organizadas por ciertas ONG. ¿A qué se aferran quienes miramos esta segunda vuelta con desesperanza?

Es que a mí no me gusta que el Perú sea tutelado ni por la iglesia ni por ONG internacionales. Yo creo en un Estado laico o instituciones sólidas y democráticas que tengan otras jerarquías. Entonces no me gusta que se diga: si no firmas, te vamos a hacer la marcha de los 4 suyos, te hacemos la de Merino, vamos a salir a las calles. Quien ha transmitido más claramente esa idea es Gorriti cuando dijo lo de no regalar el voto. No me parece bien. Por ejemplo, ¿qué es Transparencia? Usted mira el directorio y dice: ¿por qué esta gente va a ser la que determine? A mí me parecían mejor los compromisos unilaterales. Castillo ya había firmado uno y eso debería valer. Pero ya firmaron los dos, ¿y ahora qué? ¿Por quién va a votar Gorriti? ¿Cuál es el siguiente paso? El Perú necesita una institucionalidad de otro tipo y eso me gustó del debate en Chota, que fue una cosa desde abajo, con moderadores que venían del Perú no limeño. Se veía otra imagen, no los de siempre.

 

*Esta entrevista se realizó el pasado viernes 21 de mayo, el mismo día que se publicó una encuesta de Datum que le daba a Castillo 45.5% de intención de voto y a Fujimori, 40.1%.

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Según la última encuesta del IEP, la diferencia a favor de Castillo se acrecienta. En la anterior medición, le llevaba 6.9 puntos, ahora la brecha se ha ampliado a 10.4 puntos.

Lo llamativo es que ambos candidatos suben en casi todos los segmentos (salvo la caída de Castillo en el oriente y la de Keiko en el Perú rural). La clave está, al parecer, en la reducción de los indecisos: los blancos/nulos se reducen de 23.6% en la anterior medición a 12.8% en la actual, y ese margen lo habría cosechado con creces el candidato de Perú Libre, consonantemente con el aumento simultáneo de los antivotos. Castillo pasa del 35 al 37% de gente que definitivamente no votaría por él y Keiko trepa de 47 a 50%.

Donde más crece Castillo es en el sector rural (13.2 puntos), norte (10.2), sur (12.9) y D/E (10.7). La candidata de Fuerza Popular, por su parte, lo hace en Lima metropolitana (7.4), Perú urbano (8), centro (13.7) y también en el D/E (5.7).

Castillo le llevaba en el norte 8.3 puntos, ahora la supera a Keiko por 18 puntos. En el sur la diferencia era de 29.7 puntos, ahora es de 42.2; en el sector C se distanciaban por 3.1 puntos, ahora por 9.2; en el D/E le llevaba 19.4, ahora 24.4. Solo en el centro se ha reducido de 19.9 a 14.9 y en el Perú urbano, de 13.8 a 11.2 (sin contar Lima metropolitana o el A/B, únicos segmentos donde gana Keiko).

Estaría funcionando la estrategia estilo Frepap que Castillo desplegó en la primera vuelta (mítines relámpago, trabajo en redes sociales y evitamiento de la prensa tradicional) y ha reiterado en la segunda. Keiko, por su parte, no logra enganchar un discurso antisistema con su defensa del modelo (la mayoría de gente quiere cambios en el modelo, aun los que quieren mantenerlo).

Por cierto, es impresionante el voto duro castillista, refractario a cualquier contracampaña. No hay denuncia que lo toque ni error que lo afecte. Tiene un teflón de titanio. En esa línea, si se le quiere ganar la elección, ello, al parecer, no pasa por atacarlo o golpear sus flancos débiles sino, más bien, por enfilar las baterías hacia el bolsón de indecisos o dudosos que todavía no se inclinan por uno u otra.

Todavía no está definida la elección. En el 2010 y en el 2016, a estas mismas alturas de la contienda Keiko le ganaba la elección a Ollanta y Kuczynski respectivamente, con relativa holgura, y al final los resultados le fueron adversos. Pero hay tarea por hacer. Y mucha, para las dos semanas que restan, donde hay dos debates cruciales en el medio (hoy el de equipos técnicos y el próximo domingo el definitorio entre ambos candidatos).

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