En un discurso ausente de sentido de la realidad, propio del multiverso y lleno de medias verdades, se nos contó el cuento del país utópico en el que somos libres, seámoslo siempre. En ese mismo discurso, se menciona a la TRANSFORMACIÓN DIGITAL de forma negligente, a la pasada y sin mayor contenido, desarrollo o entendimiento de lo que se lee.
En un país donde los Castillos y Torres ya no representan seguridad, solidez ni confianza sino por el contrario desazón y frustración, el emprendedor debe seguir labrando su día. No su futuro, no su año, no su semana sino su día. Y esto es porque no sabe que pasará al día siguiente.
Un claro ejemplo de lo que vive nuestra Patria, lo experimenté en carne propia este fin de semana pasado en que llevé a mi familia a recorrer el centro de Lima. Ya es de por si triste ver como las calles o están rotas o abandonadas e invadidas por más de un peligro, pero peor aun es llegar a la Plaza Mayor y saber que está cercada en todos sus extremos y llena de policías que impiden que nosotros, los CIUDADANOS podamos entrar a disfrutar de NUESTRA Plaza Mayor. Hubo que decirle al policía de una de las esquinas que por favor nos permita ingresar para por lo menos tomarnos una foto, para que mi hija pise su Plaza, vea su Catedral, sepa que ESE DE AHÍ AL FRENTE, es el Palacio de Gobierno. Que mi hija sepa que la institución es más grande, importante y fuerte que quien sea que esté adentro. Finalmente, a regañadientes nos permitió pasar junto a un grupo de turistas japoneses que se irán pensando “Perú una vez, no vuelvo”.
Ya en la Plaza, en menos de cinco minutos y en cada parte que nos acercábamos, dos o tres policías, unos más y otros menos amables, nos invitaban a apurarnos y retirarnos, que hay manifestaciones cerca y debemos evacuar la Plaza porque ya se acercan. La Plaza cercada, la Patria cercada, ¿la mafia cercada?
Luego de algunas horas, abrieron la Plaza, pero en ese tiempo tuve ocasión de hablar con los emprendedores que trabajan en lo que debería ser el gran honor y la gran oportunidad de sus vidas: Tener su negocio en la Plaza Mayor de Lima. Me contaron sobre la tragedia que viven cada día con la incertidumbre de saber si ese día atenderán o no, si abrirán o no, si los dejarán trabajar o no. Que la gente ya no va o va menos por no saber si el viaje será por gusto ante la cantidad de rejas y policías que no dejan pasar por ninguna parte. Y ellos siguen, resilientes, estoicos, fortalecidos por un propósito superior: ser emprendedores.
Nuestra Patria está cercada como la Plaza Mayor pero nuestro sentido de la justicia, de la realidad y del civismo no lo está.
El mayor rompemuelles está en esa Plaza cercada, pero nos lo pusimos nosotros mismos y una vez que lo saquemos, aprendamos a VOTAR para no tener que volver a lamentar rompemuelles peores.
