Alonso-Rabi-Do-Carmo

Luz y sombra

"Captar el espíritu de una época, trazar las oscuras líneas que conforman el temperamento de un personaje como Colón, así como resaltar sus luces, son retos que a mi parecer cumple mejor una novela que un texto de historia, sin desmerecer a nadie".

Se habla mucho de Cristóbal Colón en estos días y no es para menos. Efemérides y leyendas negra o rosa al margen, se trata del inicio y del fin de muchas cosas. Algunas las vemos como auténticos desastres, porque, ¿de qué otra manera podemos llamar, por mencionar dos ejemplos, la dramática reducción de la población indígena y su sometimiento a regímenes de trabajo y explotación que ni los faraones habrían soñado. Otras, en fin, suponen la entrada a Occidente, el comienzo de nuevas, complejas y fascinantes formaciones culturales, aunque en términos reales de progreso y bienestar, esta sea una etapa histórica que merecería ser vista con ojo inquisidor.

No se ha reparado, en cambio, en el poder que la ficción latinoamericana ha ejercido en el juzgamiento de la figura del almirante, sobre todo a partir de dos novelas cuya relectura sería muy provechosa en este contexto: El arpa y la sombra (1978), del cubano Alejo Carpentier y Los perros del paraíso (1983) del argentino Abel Posse. Dos novelas diametralmente distintas en extensión, estilo y pretensión, como trataré de explicar a continuación. 

Alonso Rabí-carpentier

El arpa y la sombra, aunque se ciñe a una investigación rigurosa –según el propio Carpentier este proceso tomó alrededor de cinco años– de documentos y abundantísima bibliografía, el relato se decanta por una especie de invención “autorizada” por sus fuentes, logrando un mágico balance entre los hechos históricos y su muy libre plasmación escénica en tres capítulos.

En el primero, el narrador es el propio Colón, quien en su lecho de muerte repasa, con ironía y desencanto, muchos pasajes de su vida; en el segundo capítulo se narra el tercer intento por beatificar a Colón, apoyado por el papa Pío IX y por el entusiasmo del historiador Leon Bloy, conocido entre otras cosas por su catolicismo aprueba de balas; finalmente, el tercer capítulo de la novela, acaso el que más licencias se toma, nos coloca en el juicio Vaticano para la beatificación y allí vemos desfilar personajes de distintas épocas como el almirante Doria o Julio Verne en un ardorosa discusión en la que se ventilan adhesiones y repudios.   

AbelPosse-Rabi

Los perros del paraíso, en cambio, parece ceñirse más a los patrones de una novela histórica convencional –aunque cuestiona y a veces ignora la historia canónica sobre el tema– desarrollando de esta forma un relato lineal y que nos hace ver, desde el inicio, el férreo convencimiento de Colón respecto de su empresa, las intrigas palaciegas, los requiebros de diversos personajillos que merodean la corte de los reyes católicos e incluso se desliza la posibilidad de un lance entre el almirante y la reina Isabel.

La novela se divide en cuatro partes, correspondientes a los elementos presentes en la cosmovisión de los nativos americanos: aire, fugo, agua y tierra. Su propósito es sin duda desmitificador, la novela no parece desear tanto establecer verdades inamovibles sobre la conquista como sí invitar a repensarla. Su lenguaje, que llamaré “poco argentino” es decididamente barroco, algo no muy frecuente entre novelistas rioplatenses, hecha la excepción de Mujica Láinez.

Ambas novelas tienen en común inscribirse en un proyecto que desde la ficción revisa los hechos históricos y trata de colocarlos a una dimensión creativa, es verdad, pero también plenamente crítica. Quizá el valor de estas narraciones no es el mismo que puede tener una fuente histórica, de acuerdo, pero sus retratos suelen ser poderosos y convincentes y eso no es poco decir. Captar el espíritu de una época, trazar las oscuras líneas que conforman el temperamento de un personaje como Colón, así como resaltar sus luces, son retos que a mi parecer cumple mejor una novela que un texto de historia, sin desmerecer a nadie. Vale la pena internarse en las páginas de El arpa y la sombra y Los perros del paraíso. Si su visión de la historia no cambia, querido lector, al menos se enriquecerá.

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Colón, Crítica, ficción, Historia

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