Es imposible negar la existencia de actividades, acciones y sucesos que no se pueden explicar por la ciencia y permanecen eternamente en un misterio. Tal vez lo más atractivo y tentativo de la veracidad de esta lógica es que el progreso del conocimiento fáctico y, también, espiritual depende de esta búsqueda sin fin en la que obtener un final epistemológicamente absoluto es imposible. Nunca podremos explicarlo todo, ni en siglos o milenios por venir. En el folclor de muchas culturas se lo atribuyen a espíritus, seres que en algún momento tuvieron vida y no encontraron descanso, incluso, a demonios o maldiciones. Pero qué tan contrastable es eso con la experiencia propia de estas situaciones. Yo no creo en dios, pero si en un desarrollo espiritual personal y por lo tanto acepto su lugar en la realidad. Desde niño me tentó el ocultismo, las historias de terror, la demonología y todo este mundo que se encuentra bajo el telón ante una mirada simple. Tal vez esto nace del lado materno de mi familia que está lleno de vacíos de las que no recibo respuestas para rellenarlos, como si hubiera algo oculto. Después de todo hay que tener cuidado con la macumba como aconsejaría mi abuela Mamamora.

Es extraño escribir respecto de estos temas considerándome a mí mismo alguien sumamente racional, pero a lo largo de mi corta vida he presenciado una que otra experiencia paranormal y presenciar estas anomalías me ayudaron a conectarme conmigo mismo y a reprogramar el sentido que le doy a la cotidianeidad. Al parecer, esto no es algo nuevo en mi familia, como ya mencioné anteriormente, por el lado de mi madre aparentemente sucedieron cosas extrañas.

Hay que tener suerte, pero en los días que mi abuela se pone conversadora puede soltar uno que otro dato. Lo que no hay duda es que el animismo y esoterismo está presente en esas ramas de mi árbol genealógico. Dentro de esto hay anécdotas graciosas y otras de temer. Por momentos, cuando recuerdo las palabras de mi abuela siento que es mentira o que yo mismo lo he inventado, pero aparentemente cuando mi madre y mi tío eran niños, algún sujeto desagradable y malintencionado arrojó dos sapos, al jardín donde vivían, y en sus paladares tenían fotografías de los dos hermanos incrustadas con un alfiler. Suena espantoso y si es verdad, no puedo imaginar el terror de mi abuela. Felizmente es fuerte y conociéndola tomó una que otra medida mística.

Francisco Tafur

Desde hace unos días, debido a mi inminente viaje a Japón, me puse a leer historias y cuentos de terror de la tradición japonesa y me di cuenta de que hay narrativas arquetípicas que se van repitiendo a lo largo de distintas culturas: el caso de la llorona o la muñeca embrujada, etc. Recuerdo cuando leí los tomos completos de Lovecraft y Édgar Allan Poe, y también cuando en mi infancia este tipo de relatos me llenaban de una sensación bastante particular donde se generaba una extraña mezcla de la inocencia, la curiosidad, el miedo y, tal vez, un poco de voluntad de aventura infantil. Lo que llama más mi atención es cómo ahora, ya adulto, ante estas situaciones sigo sintiendo exactamente lo mismo.

Nunca fui de tenerle miedo a lo sobrenatural. De hecho, cuando éramos chicos quien bajaba por agua a la cocina a oscuras era yo y quien se pasaba a mi cama en las noches de películas de horror era mi hermano. Yo sentía cierto goce, me encantaba envolverme en leyendas y mitos que me hacían dudar la realidad fáctica. De chico siempre decía que, si se aparecía algún dios ante mí, algún demonio o lo que sea que demuestre la existencia de un sistema paranormal, dedicaría mi vida a su investigación. A ese punto llegaba mi afán por lo oculto. A veces pienso que ver de niño por casualidad El exorcista y Neon Génesis Evangelion me abrieron, a la fuerza, un poco la mente. Una vez que surge una duda existencial, se multiplica.  

Sólo he escuchado rumores de que mi madre una vez leyendo las cartas en su época universitaria le funcionó tan bien que se asustó y dejó de hacerlo. Mi abuela con sus 89 años ha visto distintos tipos de brujería, según lo que me cuenta y sus creencias. A una tía una vez le pasaron el cuy, una actividad tradicional para absorber malas energías, y cuando lo sobaron en su cabeza el pobre animal murió inmediatamente. Está bastante loca. También mi tío me cuenta que de niño solía ver cosas y que de un momento a otro dejó de verlas porque le incomodaban. Y en cuanto a mí, más de una vez me he despertado con Teresita, la ahijada de mi abuela, ahumando mi cuarto para darle una limpieza espiritual. Así que crecí con esta incógnita platónica. 

Francisco Tafur

Tengo anécdotas de chico que se las atribuyo a la imaginación debido a lo niño que era. Todas las mañanas veía a una bailarina pequeña que daba vueltas en uno de los cubículos de un estante del cuarto. Literal veía a monstruos persiguiéndome, pero todo esto es dudoso debido a que en mis recuerdos también vi a Papá Noel volando en su trineo. La imaginación de un niño es de lo más extraordinario que existe.

Ya un poco más grande me di cuenta de que en la casa, esporádicamente, se escuchaba el piano y el único que sabe tocarlo es mi hermano. A veces, parece que alguien te está llamando y cuando vas a preguntar no es nadie. Durante mi adolescencia aparte de un tarro de leche que se cayó sin razón alguna; lo más cercano al misticismo qué he estado fue cuando jugué la Ouija con unos amigos en tiempos de secundaria. Éramos cinco y jugamos cinco veces, es como una adicción porque te mueres de miedo y una vez acaba la ronda vuelves a poner el dedo sobre el vaso casi sin pensarlo. De las sesiones que tuvimos hay tres de las que puedo pensar que era una broma de mis amigos. Las otras dos que sólo jugué con uno de ellos, el más cercano, donde nos comunicamos aparentemente con una víctima de Sendero Luminoso fue demasiado real y me cuesta sospechar de su falsedad.

En fin, todas estas cosas podrían ser atribuidas a una imaginación infantil. Sin embargo, hace unos años, ya adulto, viví lo que llamo mi mayor aproximación a un ente inexplicable. Tenía 27 años y un día sacando a pasear a Gruñón, mi antiguo jack russel, con un amigo, fue que sucedió. En la oscuridad de la sala, camino a la puerta, nos detuvimos los tres casi por instinto. Yo que estaba por delante frené para dejar pasar una gigantesca sombra deforme, brillante y, a la vez, de una oscuridad profunda, que finalmente nos adelantó. Apenas salí de la casa volteé a preguntarle a mi amigo y antes de formular la oración, él me mira y me pregunta ¿qué fue eso? Dentro de todo, la experiencia fue positiva: no hubo miedo, no hubo conflicto y fue todo bastante armónico, pero me quedé pensando unas semanas en lo vivido y en buscarle explicación. Lo cual fue imposible.

Francisco Tafur

No es necesario entender todo y sobre todo es peligroso obsesionarte con intentar hacerlo. Probablemente sea una de las peores obsesiones. El simple hecho de ser humanos con una programación orgánica determinada nos hace estar limitados tanto por el lenguaje como por sentidos físicos. Debido a esto siempre van a existir fenómenos paranormales. El no poder entender todo es parte de nuestra naturaleza. Recomiendo explorar un poco este tipo de cosas, pero no es nada necesario. Depende de cada uno si se divierte con eso o no. A mí me parece divertido y me gustaría volver a vivir situaciones similares. Tal vez, algún día me anime a jugar la Ouija de nuevo, pero que mi abuela no se entere.  

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brujería, cartas astrales, crónica, demonología

Uno de los mayores casos de abusos sexuales de menores en Alemania fue el de la Escuela de Odenwald, un internado de línea pedagógica experimental. Y no estuvo relacionado con la Iglesia católica ni con ninguna otra iglesia cristiana, pues se trataba de una institución educativa laica. Una investigación oficial realizada en el año 2010 determinó que había 132 víctimas identificadas entre 1965 y 1998, y 18 docentes abusadores, entre ellos Gerold Becker, quien fuera director de la escuela entre 1972 y 1985. Según un estimado, podrían haber unas 300 víctimas más.

Sin embargo, las denuncias no se iniciaron recién en el 2010, año en que en Alemania comenzó la ola de destapes de abusos sexuales contra menores en instituciones gracias a la iniciativa del jesuita Klaus Mertes, entonces director del Colegio Canisio de Berlín, quien dio a conocer a la opinión pública los abusos cometidos en décadas anteriores por dos docentes jesuitas de la institución. 

Ya en el año 1999, a través de un artículo del periodista Jörg Schindler en el Frankfurter Rundschau, se hicieron públicos por primera vez testimonios de exalumnos de la Escuela de Odenwald, según los cuales, durante las décadas de 1970 y 1980, el entonces director de la escuela, Gerold Becker, había abusado sexualmente de varios estudiantes de manera sistemática y durante un largo período de tiempo. Andreas Huckele —quien había sido alumno de la Escuela de Odenwald entre 1981 y 1988, y fue protegido en el artículo bajo el seudónimo de Jürgen Dehmers- y otra víctima conocida por el seudónimo de Thorsten Wiest le habían escrito anteriormente en junio de 1998 una carta al entonces director de la escuela, Wolfgang Harder, y a 26 empleados, confrontándolos con estas acusaciones y exigiendo consecuencias, después de enterarse de que Becker había regresado a la Escuela de Odenwald a principios de 1998 como profesor sustituto. Huckele le había escrito además dos cartas a Becker en 1997 y 1998, solicitando una respuesta de este último. La dirección de la escuela simplemente comunicó que Gerold Becker «no había refutado las afirmaciones de los afectados ante la junta directiva y había renunciado a sus funciones y responsabilidades en la asociación gestora y en la asociación promotora de la Escuela de Odenwald». La junta directiva, que había investigado las acusaciones, llegó a la conclusión de que, después de casi 15 años de ocurridos los hechos, éstos ya no eran «penalmente relevantes».

El artículo de Jörg Schindler, publicado a página completa en el Frankfurter Rundschau, no gatilló un debate público significativo, ni otros medios informaron al respecto, ni tampoco hubo reacción de las autoridades políticas y judiciales. En cambio, Florian Lindemann, en ese momento portavoz de los exalumnos, criticó duramente la cobertura del caso en una carta al editor publicada posteriormente. Acusó a Schindler de «periodismo sensacionalista». La investigación penal sobre el caso de Becker ya había sido archivada en 1999 por la Fiscalía de Darmstadt debido a que los presuntos delitos ya habían prescrito.

En resumidas cuentas, no pasó nada. Tendría que transcurrir poco más década antes de que se tomaran cartas en al asunto, lo cual llevaría al declive de la institución escolar y a su cierre definitivo en septiembre de 2015 por problemas financieros.

¿Podemos establecer un paralelo entre este caso y las primeras denuncias contra el Sodalicio de Vida Cristiana publicadas en un medio de difusión masiva —como era la revista Gente—, provenientes de la pluma de José Enrique Escardó?

Ciertamente, Escardó publicó seis columnas entre octubre y noviembre del año 2000 en su columna semanal El Quinto Pie del Gato, y sus denuncias no fueron replicadas por ningún otro medio. Pasaría más de una década hasta que el año 2011 las primeras denuncias de abusos sexuales cometidos por Germán Doig y Luis Fernando Figari fueran publicadas en Diario16, entonces dirigido por Juan Carlos Tafur, y en el año 2015 Editorial Planeta publicara la investigación periodística “Mitad monjes,mitad soldados” de Pedro Salinas y Paola Ugaz, donde se designaría a Escardó como «el primer denunciante», aunque sus denuncias sobre abusos psicológicos y físicos no incluían ninguna sobre abuso sexual. Asunto irrelevante, dado que los primeros tipos de abusos pueden tener consecuencias iguales, o incluso más graves, que los abusos sexuales, y constituyen el sustrato para que en ocasiones se cometa agresiones sexuales. 

Antes de la publicación de los artículos de Escardó ya habían habido denuncias periodísticas y académicas contra el Sodalicio de Vida Cristiana, aunque de corte distinto. En los años 70 y 80 aparecieron espóradicamente en el Diario de Marka, un periódico de izquierda, críticas al Sodalicio y a Figari por su cercanía a grupos fascistoides de extrema derecha y por su oposición a la teología de la liberación del Padre Gustavo Gutiérrez, corriente de pensamiento que terminó siendo avalada como teológicamente inobjetable por la Congregación para la Doctrina de la Fe (Ciudad del Vaticano) y el Papa Francisco 

El primero en resaltar por escrito el carácter sectario del Sodalicio fue José Luis Pérez Guadalupe en el año 1991, en su tesis para optar al grado de licenciado en teología, intitulada “Las sectas en el Perú”. Un resumen de la tesis fue publicado posteriormente por el Centro de Investigaciones Teológicas de la Conferencia Episcopal Peruana en el año 1991, con el título de “Las sectas en el Perú: Los ‘nuevos movimientos religiosos’”, y vendido en su local de Jesús María. Si bien el libro se ocupaba principalmente de las sectas evangélicas presentes en el Perú, en una parte de este escrito Pérez Guadalupe hablaba de características sectarias que se presentaban también en grupos que formaban parte de la Iglesia católica, a saber, el Opus Dei, el Camino Neocatecumenal y el Sodalitium Christianae Vitae. Recuerdo que los curas sodálites Jaime Baertl y José Eguren movieron influencias para que el libro dejara de ser vendido, sin lograrlo. Aun así, la publicación no tuvo una difusión de alcance masivo, como sí lo tenía la revista Gente.

¿Qué factores contribuyeron para que las denuncias de Escardó cayeran en saco roto? Puedo adelantar algunas hipótesis.

Uno de los factores puede ser el medio donde publicó sus columnas. Gente era considerada una revista frívola, que no estaba a la altura de otras revistas periodísticas consideradas más serias como Caretas, Oiga y Sí. Ciertamente incluía algunos reportajes, pero estaba más centrada en temas de farándula, de espectáculos, de alta sociedad, de variedades y deportes. Además, la columna de José Enrique Escardó tampoco tenía mucho peso en el ámbito periodístico, pues siendo el hijo de Enrique Escardó, el director de la revista, se sospechaba que se la había asignado una columna semanal más por motivos de parentesco que por sus méritos profesionales.

El siguiente factor que atentó contra la difusión de las denuncias fue el estilo sensacionalista en que estaban redactados los artículos. Era evidente la intención del articulista de escandalizar a sus lectores, contándoles una serie de incidentes chocantes. «Hoy contaré otra historia que escandalizará a mis lectores y, como les dije antes, tengo muchas otras guardadas que iré contando cada semana».

Todos los incidentes abusivos que Escardó narra ocurrieron realmente. Yo mismo lo puedo corroborar, pues fui testigo de algunos, otros me fueron narrados de primera mano o yo mismo u otros sufrimos abusos parecidos. Sin embargo, faltaba en los artículos un contexto donde situarlos, pues Escardó no explicaba qué es el Sodalicio, cómo funcionaba, cómo eran las estructuras que permitieron el abuso, qué tipo de inserción tenía el Sodalicio en la Iglesia católica, etc. En otras palabras, lo que él escribió no cumplía con todos los estándares periodísticos, lo cual a ojos de muchos le restaba objetividad, aunque —como ya he señalado— nada de lo que cuenta es falso o inventado. Quizás en ese entonces no se hallaba en situación de realizar esta tarea, ya sea por falta de experiencia, ya sea por la carga emotiva que le causaba su animadversión a la Iglesia católica.

Y éste es otro de los puntos que quizás hayan impedido la difusión y acogida de sus denuncias. Pues en su primera columna del 26 de octubre de 2000, titulada “Extirparé la raíz del miedo”, introducía lo que iba a contar en el marco de una rabiosa perorata contra la Iglesia católica. «Llegó el momento de empezar a decir las cosas como son. Que nadie se deje atemorizar por curas o líderes laicos de la iglesia, que de santos tienen menos que yo de católico. […] Estoy harto de los abusos de la iglesia y de que metan la nariz donde nadie les ha pedido». Si bien Escardó tiene razón en muchas de sus críticas, no tiene en cuenta que la Iglesia no se reduce a lo que hagan muchos de sus jerarcas, ni tampoco tiene en cuenta que muchos católicos que se siguen considerando parte de la Iglesia entendida como Pueblo de Dios y comunidad viva de creyentes también comparten muchas las críticas que él tiene.

El título de cuatro de sus columnas —”Los abusos de los curas”— también resultó inapropiado, pues de entre los personajes abusadores que menciona con nombre y apellido sólo uno es cura, a saber, José Antonio Eguren. En realidad, los abusadores más notables del Sodalicio han sido laicos. Hablar de los abusos de los curas termina distorsionando la verdadera compresión de la problemática de abusos del Sodalicio.

Un año después, el 20 de noviembre de 2001, se emitió en Canal N el primer reportaje periodístico sobre el Sodalicio de Vida Cristiana, realizado por Diego-Fernández Stoll, durante el programa “Entre Líneas“, que conducía la periodista Cecilia Valenzuela. En el programa también se entrevistó a José Enrique Escardó y al psicólogo Jorge Bruce.

Allí se presentaba de manera seria y documentada el marco contextual que le faltaba a las columnas publicadas en Gente. Y allí José Enrique Escardó pudo hablar, de manera más serena, sobre las mismas experiencias abusivas que había sufrido durante su permanencia en el Sodalicio, sin la sazón emocional que habría arruinado el impacto efectivo que podrían haber tenido sus artículos escritos. En el programa de Canal N rezumaba sincera objetividad y fidedigna credibilidad.

Por supuesto, seguía siendo un ave solitaria, pues muchos de los que aún estábamos procesando nuestra experiencia sodálite aún no habíamos superado del todo el formateo mental efectuado por el Sodalicio o no estábamos en condiciones de narrar públicamente lo que habíamos sufrido.

Quiero agradecer a José Enrique Escardó por el valor que tuvo de hablar, de abrir trocha y camino, aunque su denuncia original no haya estado exenta de desaciertos en la forma y en el tono.

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curas, Sodalicio, vida cristiana

No existe artista local que represente el espíritu del criollismo mejor que don Óscar Avilés. Más allá de los reduccionismos superficiales y repetitivos a los que nos tienen acostumbrados los medios masivos en fechas como Fiestas Patrias, el Día de la Canción Criolla o los partidos de la selección, aquello de “La Primera Guitarra del Perú” fue ganado a pulso por este excepcional guitarrista y compositor, siempre sencillo, carismático y jovial, profundo conocedor del acervo musical folklórico de la Lima popular, esa que hoy ha sido engullida por los conos, los horribles edificios y los extorsionadores del Tren de Aragua. 

Su aparición en la música criolla, a finales de los años cuarenta, coincidió con los comienzos de la industria discográfica, por lo que ayudó enormemente a profesionalizar un estilo que llevaba treinta años de desarrollo orgánico en zaguanes y quintas de barrio. Sus bordones, transiciones y trinos, sus guapeos y llamadas, como esos clásicos “¡toma!”, “¡andar, andar!”, “¡se acaba!” (influenciado por las chacareras argentinas) o “¡voy arriba!” (para indicar que va a soltar la voz en la escala más alta permitida por la tonalidad del tema que está interpretando) que inserta aleatoriamente en cada una de sus canciones, constituyen el ABC de cómo debe sonar un buen vals –los puristas del género dirían “valse”-, una marinera limeña, un tondero o una selección de saltarinas polkas. 

Curiosamente, esa habilidad con las seis cuerdas, registrada en más de setenta producciones discográficas, es en realidad poco conocida por el público en general, en su dimensión más extensa. Si revisamos los “homenajes” que le hacen cada cierto tiempo en radios y canales de televisión, veremos que ponen siempre las mismas canciones: Y se llama Perú, Contigo Perú y la marinera Esta es mi tierra, todas escritas por Augusto Polo Campos (1932-2018), a pedido del general Juan Velasco Alvarado para los Mundiales de 1970 y 1978; o repiten hasta el aburrimiento la actuación en la OEA, junto a su compadre Arturo “Zambo” Cavero, promovida en 1987 por un olvidable ministro aprista. 

Esto deja su amplia obra en la oscuridad, solo para disfrute de especialistas y amantes de la música que hoy pueden, a través de YouTube, enterarse de aquellas cosas que no son importantes para los medios comunes y corrientes, por esa odiosa predisposición a mezquinar espacios en sus programaciones a la hora de cubrir opciones culturales, distintas de aquello que sí les asegure consumo masivo y rating. 

De hecho, que la música de Óscar Avilés -quien mañana, 24 de marzo, cumpliría cien años- no sea actualmente conocida ni masiva es solo una muestra más de la degradación que caracteriza a nuestro ecosistema mediático, un hecho que por supuesto no es de ahora, sino resultado de décadas de descuido y empobrecimiento en la difusión de la música popular hecha en el Perú. Como tantos otros referentes de nuestra cultura contemporánea, Avilés se ha convertido en un símbolo pintoresco -un cuadro de Cherman, una mueca de Los Juanelos-, desprovisto de su primordial sentido, el musical, por el que será merecidamente recordado esta noche en un concierto, en el Gran Teatro Nacional. Dos de sus hijos, Óscar Jr. y Lucy -dedicados desde hace años a conservar su legado musical- son los organizadores de este espectáculo llamado Óscar Avilés: 100 años de peruanidad.

Para quienes provenimos de familias limeñas de clase media, los primeros ecos de la guitarra de Óscar Avilés se ubican en nuestros años infantiles, en esas jaranas caseras que trataban de recrear las originales, aquellas que cerraban, en otros tiempos, quintas y callejones en los barrios antiguos del centro de Lima, Breña, el Callao o La Victoria. En esas francachelas familiares, los mayores entonaban valses y marineras de la Guardia Vieja como Comarca, Amor iluso, Querubín, Lima de octubre, Embrujo, La veguera, La palizada y muchas otras, que Avilés grabó con el Conjunto Fiesta Criolla, entre 1956 y 1964. Picaditas y alegronas, estas melodías recogían la sabiduría popular de los primeros criollos, con amplio protagonismo de guitarras y castañuelas.

Previamente, Avilés había integrado Los Morochucos, uno de los tríos fundamentales para entender la música criolla de esa época. Con discos de larga duración como Recuerdos de Los Morochucos (1962), En Hollywood (1965) o Antología del vals peruano (1966), esta agrupación le dio un sonido elegante y acompasado al vals criollo, con un repertorio que integraba los clásicos de la Guardia Vieja con las nuevas creaciones de Chabuca, Polo Campos y otros. En paralelo, Óscar Avilés demostró ser un músico extremadamente inquieto, trabajando como productor discográfico, profesor de guitarra -había estudiado en el Conservatorio Nacional de Música- y dirigiendo/editando una enorme cantidad de recopilaciones para promover artistas nacionales, siempre con los sellos Sono Radio, Odeón del Perú e Iempsa. En 1959, por ejemplo, grabó varias canciones con Alicia Maguiña, como Mi corazón y Todo me habla de ti. Cuatro décadas después, ambos editarían los CDs Juntos (1996), Por siempre juntos (1999) y Unidos por marineras & tonderos (2000), sellando una larga relación de amistad y música peruana.  

Además, se daba tiempo para lanzar sus propios discos, dejando testimonio de su particular estilo como guitarrista, concentrado en los silencios, los solos y trinos repentinos y ese típico repiqueteo que motivó en Chabuca Granda la frase “Óscar Avilés desterró el tundete”, cuando decidió llevárselo por toda Latinoamérica, luego de grabar con él Dialogando (1967), histórico LP en el que la compositora interpreta, por primera vez, sus creaciones. Entre esos discos como solista podemos mencionar el instrumental Otra vez, Avilés (1964), junto con sus colegas Víctor Reyes y Pepe Torres -el otro gran guitarrista de esa época-; Así nomás (1967), con coros y clarinetes; y los dos volúmenes de Valses peruanos eternos, una fina selección de arreglos que grabó acompañado por Las 100 Cuerdas Románticas de Augusto Valderrama, publicados en 1968 y 1969. Años después, en 1982, Avilés repetiría esta experiencia de grabar con orquesta, esta vez bajo la dirección y arreglos de Víctor Cuadros, en un elegante LP llamado Un Perú en sinfonía. 

En medio, Óscar Avilés participó, como guitarrista y director, de grabaciones importantes que definieron momentos cumbre del vals peruano como, por ejemplo, el disco Cuatro voces, un estilo de Los Hermanos Zañartu (1968), donde apareció la versión definitiva de Mi Perú, composición de Manuel “Chato” Raygada Ballesteros (1904-1971), considerado “el segundo himno nacional”. O el LP ¡Viva el Perú… carajo! (Discos Decibel, 1969), haciéndole fondo de arpegios y bordones al recordado actor arequipeño de cine, teatro y televisión Luis Álvarez (1913-1995) mientras recitaba ese poema nacionalista escrito por el periodista iqueño Jorge “El Cumpa” Donayre. La voz tronante de Álvarez declama, con vehemencia y seseo telúrico, estos versos de orgullo nacional, serrano, costeño y selvático, en una época en que la noción de “identidad nacional” estaba lejos de ser siquiera un proyecto de país (hoy supuestamente lo es, aunque solo de manera declarativa). 

En esas dos primeras décadas de su trayectoria musical, el artista nacido en el Callao acumuló prestigio como guitarrista creador de un estilo único, respetuoso del sonido de los barrios, perdido en un tiempo sin tecnologías. Sin embargo, fue el cronista de espectáculos Guido Monteverde (1925-1996) quien lo animó a cantar por primera vez. Hasta ese momento, había acompañado a otros cantantes -en Fiesta Criolla las voces eran Francisco “Panchito” Jiménez y Humberto Cervantes; en Los Morochucos, Alejandro Cortez y Augusto Ego-Aguirre- pero en esta ocasión, el LP Solo Avilés (1971) mostró ese tono agudo y potente, con el que Avilés nos trasladó a las jaranas de rompe y raja con sus creativas armonías y esa forma tan personal de interpretar, improvisando líneas y salpicando cada fraseo con esos sorpresivos guapeos y llamadas, a veces en sentido contrario de la melodía principal. 

A partir de entonces se definió el perfil de Óscar Avilés como exponente del criollismo más auténtico. Valses de inicios del siglo XX como Aurora, cuya letra estaría basada en un poema del tacneño Federico Barreto pero que figura firmada, desde los años sesenta, por Nemesio Urbina; Zoila Rosa de Manuel Covarrubias (1896-1971); o el tondero La gripe llegó a Chepén, adquieren nueva vida en su voz y guitarra. Este disco incluye las canciones Vals del cucuneo y Polka del cucuneo, ingeniosos y divertidos juegos de palabras. Como si faltara más, Avilés corona el álbum con dos excelentes instrumentales, Idolatría (Óscar Molina, 1928) y Rosa Elvira (Carlos Saco/Pedro Espinel, 1935). En 1985 lanzaría En sabor y guapeo, conteniendo otras melodías rescatadas del cancionero criollo más antiguo como Compréndeme (de autor desconocido, recopilado por Avilés), La batalla de Arica, La sirena (David Suárez), Falsedad (Manuel Covarrubias), Las esdrújulas (Felipe Pinglo Alva) o Burlona (Porfirio Vásquez), canciones que llevan en su ADN lo mejor del criollismo musical, pícaro y popular.

Desde 1973, Óscar Avilés inició una de las sociedades más prolíficas del ambiente artístico nacional, junto al vocalista y cajonero Arturo “Zambo” Cavero (1940-2009). Durante los siguientes diez años, el dúo produjo los álbumes Únicos, Óscar Avilés & Arturo “Zambo” Cavero (1973), ¡Son nuestros! (1976), Siempre juntos (1978), Les traemos… El Chacombo (1981) y Siguen festejando juntos (1984), siempre con el sello Iempsa, infaltables en cualquier colección de música criolla que se respete. Esta etapa es la más conocida para los nuevos públicos por su permanente difusión a través de los años. 

La amistad y colaboración entre Avilés y Cavero se mantuvo inalterable a través de los años, conservando su frescura y química a pesar de que la escena del criollismo estaba cada vez más debilitada por los nuevos gustos del público. Al dúo se sumó, en diversas ocasiones, la recordada cantante Lucila Campos (1938-2016), con los discos Valseando festejos, Seguimos valseando festejos (1982), ¡Qué tal trío! (1983) y Sabor y más sabor (1988). Todos conservan el sonido clásico de nuestra música, pero evidencian también una modernización al incorporar al ensamble tradicional -guitarras, cajones, castañuelas- instrumentos como bajo eléctrico, teclados y secciones de metales. 

En YouTube circula, desde el año 2014, un video titulado Guitarra Magistral, en el que podemos apreciar a un Óscar Avilés algo mayor pero todavía entero, vestido elegantemente y sin problemas de salud, ofreciendo una clase maestra, en la que explica cómo sonaba la música criolla en los Barrios Altos y La Victoria, descompone el desarrollo de su estilo, recuerda algunos pasajes de su larga carrera y presenta a legendarios cantores de voces agudas y jaraneras como Rodolfo Vela Lavadencia, Arístides Rosales Castillo y Alfredo Leturia Almenara, a quienes hace segunda voz en canciones de la Guardia Vieja como Hasta las mansas palomas, La despedida de Abarca -poema de Mariano Melgar musicalizado- y Fin de bohemio (Pedro Espinel). Una joya para los nostálgicos del toque y canto criollo de antaño.

Una de las canciones más difundidas de don Óscar Avilés es, por supuesto, Olga, vals compuesto por el limeño Pablo Casas Padilla (1912-1977) que fue lanzado como single en 1978, con la voz de otra leyenda anónima del criollismo tradicional, el cantante y guitarrista victoriano Ricardo “Curro” Carrera, otra de esas acciones de Avilés para recuperar del olvido a aquellas personas que dieron forma a nuestra música. El tema fue regrabado por Avilés, esta vez con su compadre Cavero, para el disco Seguimos valseando festejos (1982). En esa época, Avilés reflotó las carreras del dúo La Limeñita y Ascoy y del vocalista chiclayano Francisco “Panchito” Jiménez (1920-2014), su compañero en el Conjunto Fiesta Criolla, acompañándolos en agradables discos que ambos publicaron en 1980, que suenan a jarana y reunión familiar, con valses, marineras, tonderos y polkas de todas las épocas. En medio, Avilés lanzó un homenaje a Felipe Pinglo Alva, titulado El gran Pinglo también compuso… (1986), con las voces de Las Limeñitas, Jesús Vásquez, Carmencita Pinglo (hija del autor de El plebeyo) y su propia hija, Lucy Avilés, con quien interpreta el simpático foxtrot Llegó el invierno.

Una de las cosas que hacen especial a Óscar Avilés es su capacidad para hacernos sonreír con su música. Pero no porque esté haciendo todo el tiempo humor musicalizado y mucho menos porque utilice recursos de comedia y chacota fácil. Lo que pasa cuando uno escucha sus canciones es que da gusto escuchar a un talentoso compatriota, tocando y cantando con sentimiento e ingenio, con respeto por la tradición que cultiva, divirtiéndose con la absoluta libertad del experto que sabe exactamente lo que se está haciendo. Dentro de la rica tradición de guitarristas nacionales, la obra musical de Óscar Avilés Arcos es un orgullo nacional que ahora, a cien años de su nacimiento -y diez de su muerte, ocurrida en el 2014 a los 90-, merecería mayor difusión que la que recibe.

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La calificación de caviar ha ido perdiendo sentido unívoco, deslizándose hacia terrenos inéditos e inciertos, que le quitan a veces valor instrumental. De inicio, representaba a los izquierdistas -sin importar que sean moderados o radicales- que provenían de estratos burgueses, considerándose ello una contradicción invalidatoria.

En esa perspectiva, Javier Diez Canseco, Manuel Dammert o Ricardo Letts eran caviares por excelencia. Hoy ya no serían calificados como tales. La palabra caviar ha migrado de contenido y ahora, más bien, alude a una izquierda progresista, relativamente moderada, creyente en la democracia, pero también en el intervencionismo económico y que pone especial y sobrecargado énfasis en materias de derechos humanos o temas ambientales.

Para la extrema derecha, sin embargo, ello no es suficiente. También son caviares quienes se consideran liberales, creyentes en la economía de mercado, pero también en las instituciones democráticas, los derechos humanos, los cuidados ecoambientales, las políticas de género, la justicia global, etc. ¡Habría así hasta una suerte de “derecha caviar” (calificación en la que el suscrito se inscribiría sin problema, a ojos de la DBA)!

En cuanto a esta columna se refiere, si algún día me refiero a la llamada “izquierda caviar” es a aquella izquierda democrática, moderada, y económicamente intervencionista y, por ende, condenada al fracaso, llena de ínfulas morales y de odios inconmensurables hacia la derecha, tremendamente ineficaz en lo administrativo (mesas de diálogo, consultorías sinfín, esquemas interdisciplinarios, etc.) y poca, poquísima capacidad de ejecución.

Cuando ha gobernado lo ha hecho pésimo (el mejor ejemplo fue la mediocre gestión de Susana Villarán) y es muy hábil para colocarse en gobiernos que ideológicamente le son divergentes. Así, han estado con Paniagua, Toledo, hasta García, Humala, PPK, Vizcarra, Sagasti, Castillo y aún hoy con algunos funcionarios de segundo nivel.

Su mayor pasivo es reciente: haberse sumado de comparsa acrítica de un gobierno desmesuradamente torpe y corrupto como el de Pedro Castillo, a cambio de ganar panes ministeriales o administrativos. Esa factura la tienen que pagar, ya la están pagando, pero queda mucho saldo por cubrir.

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Una feria del libro siempre es una grata noticia. Más aun cuando se trata de editores independientes, responsables de un extenso catálogo que asumen muchas veces de manera riesgosa, pero sin ocultar su afán de publicar y difundir obras valiosas. Su contribución a la lectura en el Perú es acaso de las más relevantes.

Digo esto porque ha llegado a mi mesa una información proveniente de la Federación de Editoriales Independientes del Perú (FED), en la que anuncian la realización de una feria que tendrá lugar en la Casa Museo Mariátegui (Jr. Washington 1938-1946, Centro de Lima). El horario de esta feria es de 2:30 a 8:30 pm y todas sus actividades, así como el ingreso, son totalmente gratuitos. Inicia el 2 de abril y se despide de los lectores el 5 de ese mes. 

Esta primera edición de la feria de la FED contará con la participación de las siguientes editoriales: Alastor Editores, Ángeles Del Papel Editores, Bisonte Editorial, Dendro Editorial, Ediciones MyL, Grupo Editorial Estación La Cultura, Hipatia Ediciones, Grafos & Maquinaciones, Pakarina Ediciones y Pandemonium Editorial, quienes pondrán a disposición del público lector, lo mejor y más reciente de sus respectivos catálogos editoriales. Durante los cuatro días de feria se realizarán presentaciones de libros, conversatorios, talleres, encuentros de autores y lectores, entre otras actividades.

Una de las ideas en la escena de esta feria es mostrar la diversidad editorial que existe en el Perú. Por eso, cada editorial participante ha reservado un espacio en su mesa para mostrar el trabajo de un sello editorial del interior del país. Así, por ejemplo, Alastor acogerá los libros de El Conde Plebeyo (Ica); Ángeles de Papel ofrecerá títulos de la casa ayacuchana Editorial Amarti; Bisonte Editorial pondrá a la venta libros de Prometeo Desencadenado (Chiclayo); Dendro compartirá el trabajo de Lliu Yawar (Huancayo); Ediciones MyL acogerá a Reino de Almagro (Trujillo); Estación la Cultura hará lo propio con Hijos de la Lluvia (Puno); Grafos & Maquinaciones se encargarán de exhibir los libros de RCQ (Cusco); Pakarina Ediciones auspiciará la presencia de la revista Atuqpa Chupan (Andahuaylas) y Pandemonium Editorial mostrará al público parte del catálogo de Laboratorio PBC Ediciones (Pisco).

Del 2 al 5 de abril los lectores tienen una cita con una feria que promete un catálogo riguroso que, al mismo tiempo, da cuenta de la dinámica de la edición independiente y de la bibliodoversidad peruana. Y qué mejor que sea en la Casa Mariátegui, algo que nos hace recordar que el Amauta fue, en su momento, un gran editor y difusor del libro en el Perú. La mejor de las suertes para la FED del 2 al 5 de abril.

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El día de ayer, el Consejo Legislativo de Hong Kong aprobó de manera “exprés” la ley de seguridad que estaba pendiente desde la reincorporación de este territorio a China en 1997. La Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong que en teoría fue creada en el 2020 para evitar la interferencia en los asuntos territoriales de esta región administrativa ha servido más bien como un instrumento para reforzar el control del gobierno central de Pekín sobre la región y aplastar las protestas prodemocráticas que estallaron allí en 2019. 

La ley contempla la inclusión de nuevos tipos de delitos como la insurrección, la colusión con fuerzas extranjeras, el sabotaje, entre otros. Algunos de ellos, como la sedición y la alta traición ahora son sujetos de ser castigados con penas de hasta cadena perpetua. Entre las modificaciones más preocupantes, se encuentra la autorización de juicios a puerta cerrada, violentando todas las garantías de un debido proceso. La ley también autoriza la detención de las personas sospechosas de cometer alguno de los delitos en mención durante 16 días sin la necesidad de presentar cargos. Todo en nombre de la “seguridad” de Hong Kong. 

A finales del año pasado, el Gobierno peruano aprobó y publicó en una edición extraordinaria de El Peruano un decreto legislativo (D.L. N.º 1589) que modificó varios artículos del Código Penal en aras de “garantizar la seguridad y tranquilidad pública”. Días antes de su publicación, se había convocado a una jornada de protestas masivas en contra de la presidenta Dina Boluarte y el Congreso, dejando en claro de quién era la tranquilidad que buscaba garantizar la norma. 

Meses antes, una situación similar surgió cuando en el contexto de un pedido de facultades legislativas, el Ejecutivo presentó una iniciativa parecida que buscaba modificar varios artículos del Código Penal para endurecer las sanciones impuestas en el contexto de estados de emergencia. Bajo la introducción de figuras normativas antojadizas como la “instigación del delito de disturbio”, la elevación de penas por delitos cometidos en estados de emergencia y la eliminación de la investigación preliminar para cualquier detenido se buscaba limitar el accionar de medios de comunicación y periodistas, a la vez que acelerar la judicialización de cualquier detenido. 

Evidentemente, las diferencias entre China y Perú son inmensas, pero hace rato que China dejo de ser simplemente un autoritarismo y el Perú ya no es, lamentablemente, solo una democracia fallida. En un contexto de expansión de criminalidad organizada transnacional y mercados ilegales internacionales, quizás estemos enrumbados hacía una nueva era de “leyes de seguridad”: lobos con piel de oveja. Lo más probable es que no vayamos a encontrar información al respecto en TikTok.  

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Nuevos audios exponen el verdadero poder de la esposa del alcalde de La Molina en la municipalidad de este distrito y el agresivo clima laboral al que están sometidos sus trabajadores.

El pasado mes de febrero, Sudaca publicó un informe titulado LA VENGANZA DE LIZZI en el cual un extrabajador de la Municipalidad de La Molina contaba el enorme poder que tenía Lizzi del Rocío Sueldo Matos en el distrito que tiene como alcalde a su esposo Diego Uceda, quien llegó a la alcaldía de este distrito en 2022 como candidato de Renovación Popular. 

Tras esta publicación de Sudaca y los videos que expuso ATV en los cuales se evidencian los maltratos de Sueldo a funcionarios de esta municipalidad así como las órdenes que daba pese a no ocupar un cargo, el burgomaestre de este distrito se pronunció en las redes alegando que era víctima de una campaña difamatoria.

Sin embargo, a casi un mes de dicho escándalo, la Municipalidad de La Molina se vuelve a ver involucrada en un hecho bochornoso que incluye gritos, maltratos y la atribución de un poder que los vecinos de este distrito nunca otorgaron en las urnas sino que parece ser la inesperada consecuencia de un matrimonio que se ha instalado en el poder de La Molina.

“YO VOY A DIRIGIR”

Pese a los múltiples cuestionamientos que recibió la Municipalidad de La Molina el mes pasado por el inesperado rol que ejercía la esposa del alcalde Uceda, la situación parece no haber cambiado mucho desde aquel entonces y, según los nuevos audios que llegaron a Sudaca, Lizzi Sueldo seguiría ostentando un gran poder sobre los trabajadores de la municipalidad.

En uno de estos nuevos audios se puede escuchar a Lizzi Sueldo recriminarle a los trabajadores de la Municipalidad de La Molina que no le habían informado las críticas que estaba recibiendo su gestión por el cuidado de parques y jardines. Además, en este audio la esposa de Diego Uceda pide explicaciones por la estrategia de comunicación de la municipalidad.

En la grabación se puede escuchar que la persona a la que Sueldo le pide explicaciones es Milagros Judith Vargas Fierro, quien se desempeña como jefa de la Oficina General de Comunicaciones e Imagen Institucional. En el material exclusivo al que accedió Sudaca, se escucha a la esposa del político de Renovación Popular con un tono prepotente cuestionando la cobertura de las actividades del municipio de La Molina.

En estas grabaciones se puede escuchar que Lizzi Sueldo está involucrada en la ejecución de presupuesto de La Molina y, aunque se escucha a su interlocutora decirle que se siente maltratada y que se está infravalorando el trabajo, la esposa de Uceda sigue levantando el tono de voz.

A Lizzi sueldo se le escucha decir que ella tiene el mismo trato con todos los gerentes que forman parte de la Municipalidad de La Molina pese a que ella no desempeña ningún cargo en este distrito y continúa cuestionando a los trabajadores debido a su molestia por las críticas que viene recibiendo la gestión de su esposo.

En otro audio se puede escuchar a Lizzi Sueldo en una conversación con Rocío Isla, quien se desempeña como asistenta social. Sueldo se atribuye el poder de haberle reducido labor a Isla y le increpa “eres negada para todo” mientras se escucha a Isla tratar de explicarle detalles sobre el trabajo que le estaba exigiendo. 

Durante otro momento de la conversación, Sueldo le increpa a Isla por el diseño de unas invitaciones y señala “aquello donde va el nombre de mi esposo (Uceda) como invitación lo apruebo sólo yo”, mientras que en otro momento le reprocha “lo único que te voy a exigir es que no pierdas a ninguno de los dirigentes”.

En la conversación grabada, Sueldo también muestra su desconfianza hacia los trabajadores de la Municipalidad de La Molina a los que ahora parece tener bajo su mando y, tal como se escucha a Isla, estos parecen estar atemorizados por el trato que vienen recibiendo en estas conversaciones que se realizan en un tono agresivo por parte de alguien que ni es una autoridad.

UNA JUSTIFICACIÓN POCO CONVINCENTE

Cuando estos casos empezaron a ser conocidos, una de las explicaciones que brindó la Municipalidad de La Molina indicaba que la esposa del alcalde se estaba desempeñando como presidenta del Comité de Apoyo Social. Sin embargo, tanto en los videos difundidos en febrero como en los nuevos audios se puede escuchar que la propia Lizzi Sueldo se jacta de tener el poder para despedir personal y designar gerentes así como darles órdenes.

Además, desde 1997 se encuentra vigente la Ley N° 26771 que establece la prohibición de contratar o nombrar personal hasta cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad y por razón de matrimonio. A esto se le suma que la usurpación de funciones también es considerada un delito.

Cristian Rebosio

La situación de la Municipalidad de La Molina sigue siendo crítica a poco más de un año del inicio de la gestión de Uceda y lo que parece ser un matrimonio en el sillón municipal no sólo compromete el bienestar del distrito sino la estabilidad laboral y emocional de los trabajadores de dicho municipio.

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Así como hay un día del pollo a la brasa, otro del cebiche y hasta del pisco sour en el Perú, y otras fechas importantes en elmundo como el Día Internacional de la Mujer, de las Poblaciones Afrodescendientes y de los Pueblos Originarios, la poesía ha merecido un reconocimiento por el enorme potencial renovador que ofrece y como forma de expresión que trasciende la mera escritura.

Todos los grupos humanos, desde tiempos antediluvianos, han tenido poesía. Se dio por necesidad para guardar la memoria de los hechos notables memorizándolos a través de formas repetitivas que facilitaban su emisión. Muchas veces, estas historias y expresiones iban acompañadas de música, por lo que se hacían más entretenidas para el público oyente. Esta es la forma de poesía más antigua y la que ha marcado muchas pautas como los paralelismos, distintos tipos de ritmo y condensación del lenguaje. Desde sus inicios, los seres humanos expresaban el asombro de la naturaleza y los misterios de por qué y para qué estamos en este mundo.

 

Para complementar el habla común y corriente, que se desparrama en el aire y el olvido, los seres humanos inventaron la poesía, a fin de conservar mejor la memoria y el sentimiento de los hechos pasados y grandiosos y de sus preocupaciones más profundas. 

 

Luego vino Aristóteles y dijo que la expresión emocional directa no era mimética y por lo tanto la poesía lírica quedaba rezagada frente a la poesía épica y la dramática. Pero los tiempos cambian y desde el romanticismo se privilegia la expresión personal, que cuando se emite sin cuidado y sin originalidad puede caer en la huachafería del lugar común. Pasa a cada rato entre poetas nuevos y no tan nuevos. Sin embargo, cualquiera que sepa algo de poesía entiende que esta es todo lo opuesto al estereotipo: nada de sentimentalismos baratos, nada de expresiones faciales que empobrecen el lenguaje. La poesía es palabra bullente, sorpresa, asombro e inventiva, sin necesidad de alejarse de la comprensión.

 

Más allá de sus características como arte verbal, la poesía resume algunos de los valores más importantes que nos hacen seres humanos: la profundidad del sentimiento, la familiaridad con el dolor, el goce de la vida, la experiencia del amor y de la muerte. Estas son circunstancias que todo los seres humanos atravesamos en algún momento, pero que en la poesía encuentra su mejor forma de quedar en la memoria colectiva.

 

Quien sabe y practica el arte de la poesía tiene un oído enchufado a las constelaciones y a los demás seres humanos. Aesa persona le llaman poeta, sobre todo si logra expresar de manera elocuente y con amplio dominio del lenguaje aquelloque podría identificarse como una visión poética del mundo.

 

Sí, el mundo puede concebirse poéticamente, y ese es el primer paso para buscar hacer de ese mismo mundo un lugar más poético, donde reine la plenitud de la experiencia, libre de ataduras a las reglas convencionales, empezando por el lenguaje.

 

Nuestro país es privilegiado de tener tantos poetas de tan alta calidad. A los poetas en su día, mucha felicidad. Ustedes son los cantores que hacen la jornada llevadera y nos inspiran a transformar la realidad.

 

 

Cuando en Estados Unidos el editor del Chicago DailyNews, pidió al presidente Herbert C. Hoover que el gobierno federal pusiera fin a la violencia desatada por Al Capone y su sindicato criminal, de inmediato se juntaron las oficinas gubernamentales para ver cómo capturarlo. Era la única vía pues tenía compradas a las autoridadeslocales. La ruta más eficaz fue acusarlo de evasión de impuestos. El presidente Hoover aprobó el plan y dos años después se consiguió encarcelar a Capone.

Es difícil afirmar si el presidente Hoover fue o no un buen presidente. Le tocó enfrentar la gran depresión de 1929, así que no tuvo muchas opciones para decidir. Algunas de sus medidas luego fueron replicadas por ser efectivas,como la realización de grandes obras públicas para dar trabajo en medo de la crisis; pero también de manera injusta y violenta deportó a miles de latinos o quemó elcampamento de veteranos en la Explanada Nacional de Washington D. C. para expulsarlos. Lo cierto es que Hoover, puso mucho ahínco cada vez que se le ofreció un puesto en los gobiernos posteriores y nunca fue acusado de corrupción, a diferencia de los últimos ocho presidentes que hemos tenido en nuestro país.

Aquello que en el Perú nos resulta difícil para decidir si un presidente fue bueno o malo es cuando le fue bien a la economía pero cometió masacres o su patrimonio creció exponencialmente, como el del culpable de asesinato Alberto Fujimori, del cual ya se ha encontrado al menos 190 millones de dólares en sus cuentas suizas, o como elde Alberto Toledo cuyas propiedades en Costa Rica superan los 20 millones.

Las personas que defienden a Alberto Fujimori niegan tozudamente que fuera corrupto y culpan a Vladimiro Montesinos, el encargado de los depósitos y transferencias. Sus fieles lo consideran verosímil, pues Fujimori no ostentaba públicamente su fortuna (en todo caso, son otras demostraciones de poder las que le interesan y su imagen de hombre parco las refuerza). En cambio, Alejandro Toledo que lo presumía. Los gastosexcesivos en costosos licores, los numerosos viajes a balnearios, el inolvidable “avión parrandero que fue sede de sus más célebres borracheras son más que suficiente evidencia.

En estos días vemos cómo la presidenta Dina Boluarte no pudo refrenar el goce de presumir sus relojes. Unos accesorios que jamás podría haber comprado con lossueldos que ha ganado en su vida, incluido el de ser Presidenta de la República. Entonces una piensa, ¿con qué argumentos se hab convencido a sí misma –mientras se terminaba de afinar frente al espejo la distancia entre el reloj y la manga— que le iría bien mostrarlo ante cámaras? Y se despliegan las respuestas: podría haber sido que se sentía elegante o de clase social más alta, otro quizá que era buen medio para enviar un mensaje de agradecimiento, de pertenencia o incluso de seducción. Quién sabe. Lo cierto es que nunca repensó que sus espectadores los reconocerían y empezarían a investigar.

Los seguridad presumida de Alejandro Toledo, provenía del formar parte de una poderosa organización criminalcon sede en varios países; una organización distinta de la de Alberto Fujimori, de orden político, que ha conseguido mantener el control del Congreso peruano gracias al arrastre electoral de su hija Keiko, ella sí presumida.

El año 1927 la fiscal Mabel Walker Willebrandt consiguió encarcelar a la primera cabeza de una mafia norteamericana por evadir impuestos federales. Le resultó muy sencillo porque los mafiosos como Al Capone no cesaban de ostentar su riqueza. Pero que caigan las cabezas, ya lo vimos con Alberto Fujimori, no acaba con la organización criminal. Han pasado 90 años desde que apresaron a Capone y hasta el día de hoy, la Chicago Mafia que encabezó y expandió, aún mantiene control criminal en el centro de la ciudad.

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