Con ritmo de ranchera comenzamos esta columna dominguera para echar luz sobre el revuelo que ha causado la decisión del nuevo Ministro de Cultura, Ciro Gálvez, de modificar la lista de 60 invitados nacionales a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, que había dejado dispuesta el gobierno anterior. Ocurre que este año el Perú es el país invitado de honor a este importante acontecimiento cultural, editorial, comercial y mediático y por eso la necesidad de definir una lista de invitados ya ya.

La FIL Guadalajara, como coloquialmente se le conoce, se realizará del 27 de noviembre al 5 de diciembre de este año. Ya antes, el 2005, el Perú había sido el país invitado y el gobierno de Alejandro Toledo y sus burócratas culturales compusieron una lista numerosa con grandes altibajos, pero en la que predominaban los autores capitalinos ligados a algunas editoriales transnacionales. Los representantes del interior del país eran escasos.

Este año, bajo otro gobierno neoliberal como el de Francisco Sagasti, se compuso, justo hacia finales de julio y a punto de ocurrir el cambio de gobierno, la mencionada lista de 60 invitados, que se supone costarán, junto con el alquiler de locales y publicidad, la friolera de unos cuatro millones de soles.

La lista está dividida en tres rubros: 1) “programa literario” (con 40 invitados); 2) “expertos y académicos” (8 invitados), y; 3) profesionales (12 invitados). 

Cerca del 70% de ellos son limeños o viven en Lima hace mucho tiempo, habiendo solamente una autora quechuahablante.  (No contamos aquí a un famoso retablista ayacuchano, pues no se sabe bien qué hace dentro de una lista de escritores).

¿Dónde están, pues, los otros autores quechuahablantes, aimarahablantes, shipibohablantes y de las otras 45 lenguas originarias reconocidas por el propio estado? ¿Es que no tienen literatura? ¿Por qué, del total de 60 invitados, 58 son hispanohablantes, como si el Perú fuera un país culturalmente homogenizado por esa lengua?  

No hablemos ya de la procedencia regional. Con solo un 30% de provincianos, se ha dejado afuera a valiosos escritores de Cuzco, Arequipa, Piura, Lambayeque, Loreto, Ucayali, Puno y otras importantes zonas del país. Pienso, por ejemplo, en autores como Boris Espezúa, Leoncio Luque Cota, William Guillén Padilla, Domingo de Ramos, Gloria Cáceres, Isaac Huamán Manrique, Gloria Mendoza Borda, Fredy Roncalla, Juan Yufra, Carlos Sánchez Paz, Luis Nieto Degregori, Enrique Rosas Paravicino, Oscar Colchado y el chalaco Dante Castro. (Y dejo muchísimos más en el tintero). Nuestros escritores afincados en el extranjero son apenas representados por unos pocos nombres que para colmo ya han participado en otras ferias como invitados oficiales del estado peruano.

Sería muy largo analizar cada uno de los nombres y no quiero lastimar sensibilidades, pero encuentro autores de cómics y de libros patrocinados por Tiendas Wong, aparte de varios narradores “light” frente a una clamorosa minoría de poetas (entre los que, sorprendentemente, se encuentra alguna novel con apenas tres libros y un bachillerato en ciernes –aunque muy ligada a los lobbys feministas, eso sí– y varios poetas favorecidos consuetudinariamente por el propio MinCul con medallas, subvenciones y otros reconocimientos, como si solo las distinciones de esa cartera importaran).

En las listas de “expertos y académicos” y de “profesionales” encontramos una economista limeña que fue Ministra de Desarrollo, historiadores de distinto pelaje y varios personajes menores en el campo de la cultura. ¿Se justifica su presencia?

El gusto desinformado de la redacción de Perú21 ha defendido ayer, sábado 28, la lista del anterior ministro Alejandro Neyra, es decir, la lista del gobierno de Sagasti. En ella, como dije, son muchos los nombres que se repiten de ferias anteriores o están (o han estado) ligados laboralmente al estado. Con un nuevo gobierno de izquierda, es lógico que se busque visibilizar a autores y creadores de provincias y de las lenguas originarias, habladas por una cuarta parte de nuestra población y que son muestra de nuestra riquísima variedad lingüística. De ahí que la medida del ministro Ciro Gálvez tenga perfecto sentido si es que se quiere ser consecuente con la voluntad popular que eligió a este gobierno democráticamente.

Ya es hora, pues, de que se democratice el Ministerio de Cultura. Y ya estuvo bueno de repetir el mismo plato en estos eventos oficiales. 

Esta nueva entrega de la versátil poeta y artista Vanessa Martínez Rivero nos ofrece una muestra significativa de su fructífera obra poética iniciada a comienzos del presente siglo.  Definitivamente configurado por ese estilo vivaz, juguetón, lúdico y agresivo, la poeta nos invita a hacer un recorrido sobre su trayectoria y nos invita a abordar sus textos poéticos iniciales para luego notar la presencia de poemas inéditos que recogen un nuevo temple de ánimo, una actitud distinta frente a la vida, una genuina intensidad. Es así como ARTE-FACTA (Casa editorial Vallejo y Company, 2021) recopila textos de sus distintos poemarios, desde La hija del carnicero (2007), Coraza (2009), Carne (2012), Redondo (2015), Un tercer ojo para la tristeza (2019) para seguir con esa temática pero ahora también exponiendo nuevas propuestas: la inmediata, las traducciones de estos poemas a diversos idiomas: inglés, italiano, esloveno, canarés, entre otros.

Como el título lo menciona, ARTE-FACTA se presta para una multiplicidad de significados, pero a lo que yo me ciño es a esa enfermedad de piel, conocida como dermatitis artefacta que define como “cualquier patología dermatológica cuyas lesiones son provocadas por el propio paciente, quien reiteradamente niega su participación en ellas”.  Es así como el título manifiesta esas heridas causadas inconscientemente y que salen a relucir para que desde esa condición se pueda enfrentar a otros retos, como lo demuestra esta última entrega.

La búsqueda de un yo firme, que se lamenta pero que a la vez, se nutre de lo cotidiano para ser finalmente una entidad que se rebela contra presupuestos es lo que nos ofrece Vanessa Martínez Rivero, una poeta cuyo temple de ánimo se interpone e impone para darnos una visión nueva de la realidad, cómo enfrentar las injusticias diarias, cómo tener una voz.  La voz poética en el poema “Espina y credo”  afirma: “Me dices/ yo soy la esposa de Dios/ ¿Qué sería yo?/ Que me mato sacando las espinas/ De las rosas robadas de mis supuradas manos,/ para llevárselas a mi madre”.

ARTE-FACTA, antologa  poemas y abre en diálogo con grandes poetas contemporáneos, en “Canto desocupado” notamos un epígrafe que corresponde a la gran Gabriela Mistral cuyos versos son: “Y lleva vivos y lleva muertos/ el tambor/ indio de la tierra”.  Por medio de estos versos notamos la importancia del ritmo, de la sonoridad que existe en la poesía de Vanessa, los latidos, los golpes, la voz, y los instrumentos musicales en sí, brindan a sus versos, cadencia y musicalidad propias de una música original cuyo bagaje es la experiencia misma de la autora quien también irrumpió en la escena musical como cantante.

Asimismo, encontramos que la poesía de Vanessa Martínez se configura a menudo por imágenes personificadas donde los objetos se sensibilizan y tienen su propia identidad. En “Tal vez la noche” encontramos los siguientes versos, “Parece que tu sol es tan cercano de mi luna/ que solo esperamos el rayo verde/ para contarle la niebla”.

Finalmente, la poesía de Vanessa Martínez ha sido traducida a importantes idiomas como el inglés e italiano, ya que su discurso propone nuevas lecturas y utiliza cierto tipo de lenguaje que un lector atento y ducho  puede identificar las voces de poetas consagrados.  Con gran ironía y perspicacia encontramos que la voz hablante afirma encabezando la lectura de su poemario, Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza,  “¡Oh padre César/ ¿por qué no me has abandonado”.

ARTE-FACTA nos lleva por distintos caminos y pone en tela de juicio ciertos temas canónicos para verlos bajo una nueva luz.  Asimismo, ARTE-FACTA llevará a la poeta a visitar nuevos mundos europeos que sin duda alguna la conducirán a otros proyectos.

¡Grande, poeta!

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Libro, Novelas

Esta semana ha estado gratamente agitada por el nombramiento del reconocido escritor Eduardo González Viaña como nuevo Agregado Cultural del Perú en España. De larga y nutrida trayectoria, González Viaña empezó a publicar en los años 1960 y formó efímeramente parte del grupo Narración, para luego desarrollarse individualmente como escritor, recogiendo tradiciones populares y chamánicas de su norte querido, ya que es oriundo de Chepén, en el departamento de La Libertad.

Los méritos de este autor son enormes, sobre todo internacionalmente desde los años 90, cuando se trasladó a los Estados Unidos para ejercer la docencia universitaria y se encontró con la dura realidad de los migrantes latinos en ese país. Ese fenómeno inmenso e intenso le dio material vital y literario para algunas de sus más reconocidas novelas: El amor de Carmela me va a matar, El corrido de Dante, El camino de Santiago, Siete noches en California, La frontera del paraíso, etc., que apuestan por el derecho de los migrantes a establecerse en el gigante del norte y de vivir vidas dignas hablando su propio español y sus lenguas originarias. También ha dedicado numerosas páginas a elaborar ficciones basadas en personajes muy queridos y valiosos para el Perú: Vallejo en los infiernos, El largo camino de Castilla y, hace apenas pocas semanas, ¡Kutimuy, Garcilaso! (¡Vuelve, Garcilaso!), que recrea e imagina pasajes de la vida del Inca Garcilaso en su búsqueda de sus raíces peruanas en medio de un mundo adverso para los mestizos ilegítimos en el siglo XVI. ¡Kutimuy, Garcilaso! es una novela que nos atrapa desde el principio y que nos lleva a repensar nuestro destino como miembros de una comunidad dividida aún por los rezagos del sistema discriminador heredado de la colonia.

Los méritos intelectuales y profesionales de González Viaña como referencia cultural sobran y no creo que haga falta explayarse sobre eso. Los premios y reconocimientos internacionales que ha recibido atestiguan esa trascendencia. La Cancillería, pues, ha dado en el clavo al designar a una figura de enorme prestigio para representarnos en un país con el que el Perú comparte una historia ineludible y en el que habitan decenas de miles de compatriotas que requieren de la protección y ayuda del estado peruano, incluso en el plano simbólico y cultural.

Por eso sorprende que un periodista –Golem de su abuelo– ataque la figura de González Viaña para destilar esa piconería de la derecha local por perder su “chacra” estatal (léase su mamadera y sus argollerías). Acusan a González Viaña de haber sido simpatizante de las guerrillas en los 60. Vaya noticia. Casi toda la generación del 60 lo fue (¿cómo no quitarse el sombrero –ironía presidencial– ante la figura y el heroísmo de Javier Heraud, aun si discrepamos de su ideología?). También lo acusan de tener casi 80 años. Ya quisiéramos muchos llegar a esa edad tan sanos y lúcidos (con esa lucidez profunda que otorga la experiencia). El periodista simplemente peca de algo que está penado por la ley: la discriminación etaria.

Por último, acusan a González Viaña de decir que la derecha peruana carece de intelectuales y que en el Perú hay presos políticos, como en tantos otros países. Lo primero carece de contrapruebas sólidas. Si vamos a lo alto (Vargas Llosa) encontramos tantas falencias y desigualdades literarias y periodísticas imbuidas de golpismo y apoyo a la corrupción que ese personaje resulta hoy poco creíble como intelectual. No hablemos ya de los periodistas que escriben ensayos enclenques y se dedican a propalar psicosociales en las ondas de las radios y televisoras de la maquinaria cavernícola. Su papel es más bien político, y como tales echan mano de cuanta mentira y manipulación les sirva. Pensemos en la superficialidad de sus “investigaciones”, que los descalifican como verdaderos intelectuales.

Y sobre los presos políticos: numerosas entidades (la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, la Corte Interamericana de Derechos Humanos) definen este concepto en relación con los presos de conciencia y aquellos que ejercen su derecho a la libertad de expresión sin recurrir a métodos violentos. Para aquellos que incurren en delitos tipificados por motivaciones políticas, la extensión injustificada de sus condenas ya cumplidas los convierte de facto en prisioneros políticos. A esto se suman los arrestos “preventivos” bajo la dudosa figura de la “apología del terrorismo”, un criterio que, como el lecho de Procusto, se ajusta a los intereses de los políticos de turno. De modo que sí hay prisioneros políticos en el Perú (como en muchísimas democracias neoliberales; pensemos en los propios Estados Unidos y su tratamiento de los nacionalistas puertorriqueños o los activistas indígenas) y declararlo no significa de ninguna manera una defensa de la violencia.

González Viaña tiene llegada mediática a través de su ya legendaria columna “El correo de Salem” y es un apasionado investigador y defensor de los derechos humanos de los migrantes peruanos en todas partes del mundo. Sin duda que lo espera una tarea ciclópea en España, pero no dudamos que hará una labor memorable dados sus prolíficos antecedentes.

Hay que felicitar, por eso, a nuestra Cancillería, que retoma con este nombramiento la antigua tradición de enviar intelectuales de peso al extranjero para representarnos (lo hicieron Chile con Raúl Zurita y Pablo Neruda, México con Octavio Paz y Argentina con Mempo Giardinelli en su momento). También hay que felicitar a RREE por el afianzamiento de su política de diplomacia cultural a través de sus consulados y, de paso, al Canciller Héctor Béjar por haberle devuelto la dignidad a la política exterior peruana al retirar a nuestro país del lambiscón Grupo de Lima y propiciar así un diálogo abierto y sin injerencias en la soberanía de los países hermanos de América Latina.

Lo demás son ñoñerías con tufo gamonalesco de parlamentarios y periodistas ardidos por haber perdido su “hacienda”. Triste papel el que les dio la historia.

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Eduardo González Viaña

Bajo protocolos sanitarios y siguiendo gradualmente la reaparición de eventos sociales y culturales en formato presencial, el pasado jueves 5 de agosto se festejó por todo lo alto en Vallejo Librería-café de San Isidro la aparición de ARGUEDAS GLOBAL: INDIGENISMO EN EL NUEVO MILENIO, un volumen de ensayos que ofrecen perspectivas novedosas sobre el autor de Los ríos profundos, situándolo en un contexto contemporáneo y en función de los problemas actuales producidos por el modelo económico neoliberal.

Desde los testimonios de Carmen María Pinilla, quizá la mayor biógrafa de Arguedas, y del reconocido antropólogo Luis Millones Santa Gadea, pasando por las investigaciones de las críticas norteamericanas Tara Daly, Irina Feldman, Karen Spira, o las checas Tereza Halzuková y Anna Housková, o los peruanos Santiago López Maguiña, Daniela Dolorier y Cecilia Monteagudo, y muchos más de Chile, Cuba, España, Brasil y otros países, ARGUEDAS GLOBAL cumple con establecer una lectura múltiple y actualizada del gran escritor desde las corrientes críticas y teóricas del momento, sobre todo el llamado “giro decolonial”.

Como dice el editor del libro, José Antonio Mazzotti: “¿Por qué Arguedas mantiene su importancia y la acrecienta mientras avanza el ya no tan flamante milenio? Todo parecería indicar que, con la implantación y auge del sistema económico neoliberal desde la década de 1980 y la consiguiente (an)globalización de todos los ámbitos del quehacer social, la especificidad de las culturas originarias y locales habría perdido vigor y se encuentra en proceso de desvanecimiento. Esto puede ser cierto en determinados niveles de la producción cultural, como se constata, por ejemplo, en la alarmante desaparición de las lenguas originarias en América Latina, proceso que se inició con la invasión europea desde finales del siglo XV, pero que se ha acelerado en las últimas décadas precisamente debido a la mayor efectividad de las políticas extractivas y discriminatorias de los mal llamados estados ‘nacionales’ de la región. Sin embargo, muy lejos de abogar por un regreso al pasado (la quimérica ‘utopía arcaica’ que le achacó Mario Vargas Llosa), Arguedas sorprende por la versatilidad de su visión del mundo andino como un todo cambiante que, incluso, puede aportar vías de conocimiento y soluciones a problemas agudos que son consecuencia directa del modelo económico neoliberal, como la marginación de los pueblos originarios, el calentamiento global y la deforestación”.

Hace falta, pues, mirar con nuevos ojos la obra de nuestros autores mayores, pues todo indica que siguen teniendo cosas importantes que decir. Arguedas no ha muerto, sino todo lo contrario. Los que andan como muertos vivientes son aquellos políticos e intelectuales que apuestan por dictaduras corruptas y depredadoras.

El libro está dividido en cinco partes y contiene veinte artículos y un enjundioso prólogo escrito por el propio editor (Mazzotti), quien nos ofrece una visión esperanzadora en la obra arguediana. Los trabajos formaron parte de un simposio internacional realizado en Casa de las Américas, Cuba, en noviembre del 2019. Fue publicado por el Fondo Editorial de la Universidad César Vallejo, bajo la dirección de Joel Acuña, en convenio con la Asociación Internacional de Peruanistas y la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana.

Sigamos leyendo a Arguedas, que aún tiene mucho que ofrecer. Este libro lo demuestra.

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Indigenismo, José Antonio Mazzotti, José María Arguedas

Con nuevos aires y algunas sorpresas en el gabinete Bellido ingresa el abogado y escritor Ciro Gálvez para encabezar el Ministerio de Cultura, que pasará pronto a llamarse “Ministerio de las Culturas”. Las propuestas de la campaña por la inclusión de todas las regiones y provincias y así ayudar a cada ciudadano de nuestras tierras y llegar a cada rincón de nuestra población resultan coherentes con este nombramiento.  

 

Uno quisiera ver resultados y que empiece de una vez la representación de autores y productores culturales de todos lados para que sus nombres, estilos e historias sean reconocidos nacional e internacionalmente. Pero este proceso de democratización seguramente llevará algún tiempo. El Ministerio de Cultura, creado en 2009, ha sido un terreno muy controvertido por escándalos como el de Richard Swing y la repetitiva preferencia por autores y personajes de los círculos capitalinos que reciben becas, subvenciones, premios e invitaciones a eventos de manera visible.

 

Por eso es importante que haya también ciertos filtros para que autores de todo nuestro país puedan ir a representarnos en ferias del libro como la de Guadalajara, cuya lista de sesenta invitados contiene nombres de escritores y periodistas que ya han sido privilegiados en ferias anteriores y por lo tanto les quitan espacio y visibilidad a muchos creadores desconocidos de provincias. Entre los favorecidos se trata mayoritariamente de autores que provienen de las canteras de determinadas universidades limeñas y por lo tanto constituyen una élite cultural que suele identificarse con posiciones políticas que simpatizan con una izquierda moderada (léase “caviar”) en desmedro de escritores de otras opciones políticas o provenientes de provincias en mayor proporción.

 

Sería interesante saber cuál es el criterio que se utiliza para invitar o seleccionar a cada autor para que represente a nuestro diverso país. Así como el gabinete Bellido contiene un 70% de ministros de regiones del interior (hecho inédito en nuestra historia republicana), sería muy interesante que se preste más atención a los creadores que provienen de sectores tradicionalmente marginados, como los que producen sus obras en nuestras 48 lenguas originarias. En la lista de Guadalajara hay poquísimos quechuahablantes y los autores de lenguas amazónicas brillan por su ausencia. Los que abundan son intelectuales hispanohablantes entrenados dentro de la tradición europoide de nuestra literatura y por lo tanto continuadores de la colonialidad del poder literario.

 

Se trata, pues, de descolonizar el Ministerio de Cultura. Por eso me parece muy acertada la propuesta del presidente Pedro Castillo de cambiarle el nombre a ese Ministerio y que sea “de las Culturas”, pues hay muchas que rescatar fuera del ámbito limeño, clasemediero y blancoide.

 

Asimismo, la propuesta de convertir el Palacio de Pizarro en un museo (aún no sabemos de qué tipo) en manos del nuevo Ministerio de las Culturas representa un gesto de rechazo a la tradicional imagen “prestigiosa” de la herencia colonial.

 

Son cambios importantes los que se avecinan bajo la conducción de Ciro Gálvez. Esperemos que logre una verdadera democratización de esa importante cartera.

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Ciro Gálvez, Ministerio de Cultura

Después de 16 meses, la mayoría del pueblo peruano ha estado confinada por una pandemia criminal y globalizada. Pero menos mal que no hay mal que dure cien años y se calcula que la disminución efectiva de contagios y que la “inmunidad de rebaño” se lograrán el 2023, en buena medida gracias al proceso de vacunación.

Adelantándose a esa victoria, poco a poco empiezan a organizarse eventos presenciales con la tranquilidad de estar vacunados y de seguir manteniendo los protocolos de rigor, como el uso de mascarillas y el respeto a la distancia física. Esto sin duda, se debe a que el riesgo de contagio es menor así y porque ya estamos todos más que hartos de llevar una vida por Zoom u otra plataforma, con el consiguiente cansancio visual y el estrés que eso conlleva. Simplemente queremos salir de nuestras casas, ver gente y respirar algo de aire libre.

En ese sentido, la Cámara Peruana del Libro ha organizado en formato mayormente presencial la Feria de Libro de Miraflores “Comparte la tradición” del 23 de julio al 4 de agosto. El evento se realiza en un lugar emblemático, el céntrico Parque Kennedy, y tiene como país invitado a Colombia.

En celebración al Bicentenario de nuestra República habrá una presencia importante de autores peruanos y convivios y conversatorios sobre figuras y temas actuales. Por ejemplo, destacan las presentaciones honrosas como la que se hará en homenaje al gran escritor Miguel Gutiérrez de Aníbal Meza Borja (editor), titulado Miguel Gutiérrez (1940-2016). En este caso los comentarios estarán a cargo de Maynor Freyre y Jorge Valenzuela.

Otra actividad que estará a la altura de una mega celebración Bicentenaria es la presentación del libro El zorro y la luna del poeta José Antonio Mazzotti. Los comentarios los harán la poeta y crítica Andrea Cabel y el narrador del Bicentenario y de la migración a los Estados Unidos, el profesor Eduardo González Viaña.

Asimismo, para seguir con el género lírico, tenemos la presencia de Miguel Idelfonso quien comparte la publicación de su nuevo libro, los Comentarios irreales, en clara alusión paródica al Inca Garcilaso. En esta actividad, serán los poetas Paolo de Lima y Paul Forsyth quienes presentarán la obra de Idelfonso.

Esta inspiradora feria también cuenta con invitados especiales de Colombia, como los poetas Jotamario Arbeláez, Andrea Cote Botero, Amparo Osorio, José Luis y Federico Díaz-Granados y Ramón Cote Baraibar.

Será una buena ocasión para ir pulseando el ambiente y disfrutar de novedades editoriales en carne y hueso, o en papel y tinta. Después de casi año y medio de virtualidad, bien nos merecemos un descanso.

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Feria de Libro de Miraflores, Pandemia

La última entrega del prolífico narrador Eduardo González Viaña está construida entre la ficción y la historia de un personaje sumamente importante para nosotros los peruanos, sobre todo en este contexto que vivimos, nuestro Bicentenario de la Independencia y la fundación de la república. En esta ocasión, la novela se centra en la gran figura del primer mestizo, el Inca Garcilaso de la Vega.

Mencionar lo que representa el Inca es afirmar nuestra condición de mestizos y migrantes, una situación que a él le pudo traer muchos problemas en la época en que vivió, pero por el gran apoyo y sabiduría de su madre incaica y una herencia monetaria que le deja su padre español, opta por dejar Cuzco e irse a buscar su futuro en el Viejo Mundo como se lo había dispuesto su padre.

Kutimuy, Garcilaso es la obra donde González Viaña (el gran novelista de la migración latina a los EEUU) plasma la vida del Inca, usando magistralmente una voz narrativa en tercera persona. El relato empieza in medias res…. para girar hacia la posible tragedia en medio de una tormenta cerca de Lisboa, lo que le permite al personaje evocar su pasado inca, la grandeza de su señorío, su propia niñez cuzqueña cuando era llamado Gomes Suárez de Figueroa. Al no ser una narración lineal, la novela utiliza giros en el tiempo para enaltecer la niñez del Inca y darnos un bagaje entre ficticio e histórico de lo que fue “el ombligo del mundo” en esos días. Asimismo, el relato narra las aventuras, anécdotas, reflexiones y travesías que le acontecen al Inca en su trayectoria hacia el Viejo Mundo y durante su larga estancia en España (56 años, la mayor parte de su vida) desde 1560.

El discurso entonces se configura a través de un lenguaje común, regional y actual, pero echando mano de fragmentos de los Comentarios reales del propio Inca Garcilaso de la Vega, de concilios y de documentos de archivo para abrir un diálogo con estos textos y afinar la verosimilitud del relato. Asimismo, notamos la presencia del quechua en ciertos términos y apelativos, pero también en cantos que se producen en fiestas como la del Taqui Onqoy en la década de 1560. El Inca Garcilaso recuerda su pasado constantemente porque esas imágenes siempre son duraderas, sobre todo si están ligadas a alguna historia de amor. Las descripciones son totalmente puntuales y en detalle, lo que permite al lector transportarse a nuestra sierra peruana, al Océano Pacífico y el Atlántico y también al Viejo Continente.

La relación de Garcilaso con su padre al principio de la novela es fundamental para entender por qué el Inca va a España, pero también para mostrar la relación y una situación tan compleja. Esa relación genera en Garcilaso una gran fortaleza y le brinda profundidad a su propia condición de mestizo, ya que además de ser letrado, también frecuenta ámbitos y acciones propias de los colonos, pero siempre arraigándose a sus raíces incas. Por ejemplo, Garcilaso aprende a montar a caballo desde muy joven y es por medio de la compañía de “Salinillas”, su rocín, que Garcilaso empieza a dar vislumbres de una personalidad imbricada entre la inca y la española, ya que llega a preguntarse si el caballo tenía alma. Es realmente un acierto configurar a nuestro Inca tan humano, tan pegado a sus raíces y tan tenaz en sus determinaciones.

Kutimuy, Garcilaso nos brinda una visión esperanzadora de nuestro país a través de la imaginación del pasado, al marcar un regreso al mestizaje, a Garcilaso propiamente tal. Volver a una nación que, aunque fragmentada, está viva en un mejor ambiente de confraternidad para así crecer como comunidad y celebrar un Bicentenario donde todos nuestros valores y nuestras raíces indígenas sean nuevamente evaluados bajo una luz más fresca y democrática.

Kutimuy, Garcilaso es un viaje y un regreso, pero no al Tahuantinsuyo, aunque sí al legado de nuestra más grande e importante figura literaria, el primer mestizo de nuestro suelo y el primero en ir a reclamar y a dejar muy en alto el nombre de lo que ahora conocemos como nuestro Perú. Y todo contado con una prosa deliciosa que captura de arranque al lector.

Vale la pena leer esta novela, ya en las prensas del Fondo Editorial de la Universidad César Vallejo. Y que regrese Garcilaso, que buena falta nos hace.

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Eduardo González Viaña, Inca Garcilaso de la Vega, Kutimuy

Nuestra literatura en castellano es una de las más ricas del continente y de la lengua en general, pero es, por gloriosa añadidura, una literatura que está acompañada de por lo menos otras 48 tradiciones en lenguas originarias, lo que hace del Perú un país de una lite-diversidad verdaderamente envidiable.

Esta semana se realiza el Simposio Internacional “La Literatura peruana hacia el Bicentenario” los días lunes 12 y martes 13 de julio, confirmando que nuestros mejores críticos y gestores culturales tienen en cuenta el principio básico de la lite-diversidad y lo llevan a las más altas esferas académicas para irradiarlo desde allí a todo el mundo.

El evento está organizado por la Asociación Internacional de Peruanistas, la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Tufts University y el Consulado del Perú en Boston. Asimismo, el vigoroso proyecto de “La Huaca es Poesía”, presidido por el poeta Rafael Hidalgo, estará auspiciando el evento para que así pueda tener mayor difusión.

Definitivamente, una de las grandes posibilidades que ha fomentado la pandemia es el don de la ubicuidad a través de la comunicación virtual. Por eso, escritores y estudiosos de temas peruanos se reunirán en esta gran fiesta literaria para comentar sobre algunos de los puntos claves en las distintas tradiciones de nuestro país. Resulta muy emocionante tener a intelectuales tan importantes comentando sus propias obras o haciendo análisis de proyectos que se han dado recientemente.

Estarán el novelista Eduardo González Viaña, quien dará la charla inaugural y presentará su nueva novela ¡Kutimuy, Garcilaso!; sobre nuestro paradigmático Inca Garcilaso de la Vega; también estudiosos como Eva Valero, Ethel Barja y esta servidora, que hablaremos del aporte de las mujeres a nuestra literatura desde la Independencia en adelante. Del mismo modo, el poeta y antropólogo Pedro Favarón se referirá a las tradiciones andinas y amazónicas, mientras que Mónica Carrillo, directora de LUNDU, nos ilustrará sobre la tradición literaria afroperuana, y el destacado crítico Juan Zevallos Aguilar abordará el nutrido espectro de los narradores peruanos en los Estados Unidos, en lo que se ha llamado “el Quinto Suyo” de nuestra literatura. Basta recordar que ya son cientos de escritores peruanos en el extranjero, principalmente en los Estados Unidos, lo cual refleja que nuestras fronteras culturales se han ampliado enormemente en las últimas décadas y terminan cambiando el rostro de nuestra producción, haciéndola más interesante.

Otros aportes son los de José Antonio Mazzotti, quien preside una mesa redonda sobre José María Arguedas con Luis Millones y Carmen María Pinilla, dos de las autoridades sobre el gran autor de Los ríos profundos; y Paolo de Lima, que comentará sobre su reciente colección de ensayos Golpe, furia Perú. Poesía y nación, junto con la crítica marroquí Amal Ait Nani y la estudiosa chilena Andrea Echeverría.

Desde ya los invitamos a disfrutar de estos dos días cargados de mucha información y energía que los animarán a releer a nuestros autores y a reflexionar sobre temas importantes en nuestra vida en camino al Bicentenario.

El enlace al programa completo puede encontrarse aquí:

https://asociacioninternacionaldeperuanistas.blogspot.com/2021/06/simposio-internacional-la-literatura.html

¡Viva el Perú! ¡Y viva su lite-diversidad!

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lite-diversidad, Literatura peruana

Este martes 6 de julio celebramos el Día de los Maestros en recuerdo de la Escuela Normal de Varones creada esa fecha de 1822 por el Libertador José de San Martín. Fue un día clarividente por parte del “Santo de la Espada”, pues entendió claramente que un nuevo país no podía fundarse sin sólidas bases culturales y sin conciencia de los valores que sostienen la verdadera independencia. Formar maestros es formar ciudadanos, pues los primeros transmitirán a los segundos los principios de la cultura y esto asegurará la continuidad del país como tal, su identidad y la defensa de sus derechos.

Fue el general Odría quien oficializó el feriado en 1953 y desde entonces los maestros y maestras nos congratulamos de nuestro sacrificado evangelio profesional: educar, por encima de todas las cosas.

Sin embargo, sabemos que la profesión docente es una de las peor pagadas en el Perú y que la infraestructura y los programas escolares han decaído dramáticamente en estos treinta años de economía neoliberal. En cifras del Banco Mundial, el Perú invierte apenas un 3,9% de su PBI en el sector de Educación, mientras que otros países latinoamericanos como Cuba (12,8%), Costa Rica (7,4%), Bolivia (7,3%), Venezuela (6,9%), Brasil (6,2%), Argentina (5,5%) y Chile (5,4%) nos superan, en algunos casos ampliamente. Con nuestro paupérrimo 3,9% apenas estamos por encima de El Salvador (3,8%) Paraguay (3,4%), Guatemala (2,8%) y Haití (2,4%).

La educación es la base de la libertad, pues un pueblo con conciencia de sus derechos y de su tradición, así como de sus problemas sociales, se orientará hacia la solución de esos problemas y podrá salir poco a poco de la pobreza y el subdesarrollo.

He sido maestra escolar y universitaria por todos estos años y he podido comprobar el bajón que los alumnos peruanos han sufrido ante el debilitamiento de materias esenciales y sobre todo de motivación. Nuestros niños y adolescentes son los más afectados y eso solo significa que las futuras generaciones estarán menos equipadas que antes para enfrentarse informada y creativamente a las crisis que se les avecinan.

A eso se suma un descontrol descarado de los medios impresos y audiovisuales (sobre todo la televisión) por exaltar la chabacanería, el sexismo y el racismo, lo que en nada contribuye a la construcción de una ciudadanía igualitaria y respetuosa de las diferencias que son propias de un país tan heterogéneo como el nuestro.

Nuestro colonialismo interno solo se acrecienta con el debilitamiento de nuestra educación. Ojalá que el nuevo gobierno que asume el mando este 28 de julio mantenga sus promesas de mejorar sustancialmente nuestro sistema educativo, convirtiéndolo en un derecho fundamental y no es un simple servicio, como ha sido hasta ahora.

Palabra de maestra.

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Día de los Maestros
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